Renuncia de derechos: Harry Potter y todo su universo son propiedad de J. K. Rowling, empleo parte de ello sin fines de lucro. Por otra parte, trama y algunos personajes sí son míos, por lo que me reservo su uso.
El presente texto participa en el Mini Reto de enero de "La Copa de la Casa 2014–2015", del foro "La Noble y Ancestral Casa de los Black".
Batalla perdida.
A Bridget ya le habían dicho que era demasiado quisquillosa con sus estudios, pero hasta la fecha no le traía más problemas que el revisar cada trozo de papel o pergamino que se le cruzaba, por aquello del uso indiscriminado de la tinta invisible. Sin importar sus numerosos despistes, era feliz de estar todo el día realizando estudios aritmánticos avanzados.
Un día, aquello le pasó factura.
Meditando en una nueva teoría que entrelazaba a los números con la magia, recordó ciertos datos sobre el uso del siete en rituales antiguos. Dejó las tostadas que estaba desayunando, buscó dónde anotar y comenzó a desarrollar un teorema que seguramente le ayudaría. Terminando el primer apunte, vio la hora en su reloj de pared y se dio cuenta que debía comenzar a preparar el pastel que quería regalarles a los Fawley. Pero antes, tomó la carta que la noche anterior escribió para su prima, la metió en el primer sobre que encontró, entregándoselo luego a su lechuza.
Cinco segundos después, quiso revisar el apunte del teorema con el siete y no lo halló.
¡Por las barbas de Merlín! ¿Acaso se había ido…?
Bridget miró por la ventana, poniendo expresión de pánico, antes de correr hacia donde guardaba su empolvada escoba y sacarla con cierta duda. No era muy buena volando, pero era necesario hacer eso a un lado con tal de recuperar su preciado teorema.
Salió al patio, montó con torpeza y salió disparada, haciendo caso omiso al vértigo que siempre le provocaba el vuelo, y se lanzó en pos de su mensajera, dispuesta a pelear con uñas y dientes para recuperar su sobre.
De haber habido testigos de lo que ocurrió cuando Brigdet alcanzó a su lechuza, lo habrían clasificado como una pelea intensa, por no decir fiera.
A diferencia de la bruja, el plumífero solo tenía en mente entregar la carta a su destinatario y ni siquiera su propia dueña lo disuadiría. Con su instinto animal, la lechuza reconoció las agallas del intento de Bridget, pero también su inutilidad. ¿En serio pretendía ganarle a su buena visión, a sus garras y a su pericia en el aire?
Alguien debía revisarle las ideas a su ama.
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Bienvenidos sean a otro bodrio… Digo, a la participación en turno para la Copa de la Casa.
Debía verse algo tan valiente que cayera en lo estúpido, incluso en lo absurdo. No sé si lo logré, pero quise dar a entender que las alturas no son las mejores amigas de Bridget Wenlock (bruja aritmántica famosa por descubrir las propiedades mágicas del número siete y que, según la información que obtuvo ElDiccionario de Pottermore, fue una Hufflepuff). El que decidiera volar e incluso más, pelearse con su lechuza, indica de su parte agallas, pero como no parece dar resultado, su esfuerzo es por demás… Bueno, ridículo.
Sé que no es mi mejor participación, el plazo se me vino encima junto con el de otros retos, así que aceptaré los tomatazos (virtuales) que me lancen. Que seguro no serán pocos.
Cuídense mucho y nos leemos a la próxima.
