Descargo: Nada me pertenece salvo la idea

Estudio

La biblioteca estaba casi vacía, o al menos el altillo de la segunda planta, junto a la sección de derecho. Rachel tenía el rito de ir a la zona de derecho si necesitaba mucha suerte en el examen o ir a la sección de música si estaba confiada. Por eso mismo Quinn se sorprendió de no encontrarla entre las estanterías repletas de partituras y bibliografías de cantantes. ¿Dónde estaba la morena?

Las escaleras se llenaron del eco de los tacones de Quinn. Sacó la cabeza por el pasillo de derecho y suspiró aliviada. Caminando lentamente con su bolso de Louis Vuitton y su carpeta de Yale se acercó a Rachel, sentándose a su lado.

-¿Estás bien pequeña diva? –susurró bajito a su chica.

Rachel pareció darse cuenta que ya no estaba sola en la enorme mesa rodeada de apuntes de anatomía. Quinn la miro enternecida. La ojimiel tenía un calendario de tamaño cartera de Funny girl como marcador en el atlas de anatomía. Quinn sonrió.

-No es propio de ti estar en una zona que no sea relacionada con la música –rio flojo.

Ese día Rachel había repasado todo sobre las cuerdas vocales, el funcionamiento de la laringe o la correcta posición para el aparato vocal. Debía aprobar ese examen teórico para obtener el título de maestra de canto para niños. Eso la sacaba de quicio, pero ella era Rachel Berry.

-No soporto la música teorizada –admitió derrotada mientras dejaba caer su cabeza sobre los papeles.

Quinn miró a su alrededor, todo tan extremadamente Rachel. Estaban en una mesa de 6 entre dos estanterías repletas de códigos civiles y revisiones de constituciones. El lado derecho de la mesa estaba reservado a los apuntes aún por aprender y el lado izquierdo por comida. Rachel siempre comía cuando estudiaba.

La rubia paso su mano por el cuello de Rachel masajeándolo.

-Lo estás haciendo genial Rach –la animó.

-No, no lo estoy haciendo genial. Mírame! –realmente lo que necesitaba era un descansó la morena. Quinn iba a encargarse de ello.

-Ten –susurro su chica sacando del LV una bolsa llena de chuches y gomilonas. Rebosaba de azúcar. Rachel levanto la cabeza al oír ese ruido, lo reconocía como los gemidos de Quinn: a la perfección.

Quinn sintió que se le llenaba la vida al ver a Rachel sonreír así por solo un poco de azúcar. ¿Y el día que sea caballo? Pensó cómica.

-Sabía que estarías en coma casi –rió la rubia sardónica –por eso vengo al rescate.

Rachel aparto todos los apuntes y dejo los subralladores de colores a un lado. Eso ya vendría luego.

-¿Me ayudaras don lo que me falta? –pidió aún un poco insegura

-Sabes que sí, pero no abuses ni seas perfeccionista. Esta noche quiero probar la encimera de la nueva cocina –concluyo Quinn dándole un beso en la sien mientras Rachel se acurrucaba en ella.