Los nombres de algunos personajes pertenecen a Stephanie Meyer. El resto son de mi parte, asi como la trama de la historia. Esto no es un intento de violación a los derechos de autor.


Chapter 1

-¡Querida!- fue la primera palabra que escucho de la que pronto sería más que una "instructora", su fiel compañera.

La primera impresión de Isabella cuando vio a aquella mujer fue: "Definitivamente ya no estoy en África". La persona que la saludaba a unos cuantos metros de distancia, no solo era rubia, si no que vestía de una manera extremadamente despampanante, pero sin perder el decoro. Isabella se fijó en que no era ninguna niña de 25 años las que la saludaba, mucho menos de 30. Era seguro que no menos de 40, y aún así vestía muy a la moda. Con un enorme bolso marrón y cadenas doradas que tintineaban apenas y se movía con el logo de Luis Viton enfrente. Los tacones, bueno, esos eran una cosa nunca antes vista y, obviamente, combinaban a la perfección con el dorado de su bolso.

En resumen, lo que Isabella tenía en frente podría pasar como una ex –modelo, porque aunque lo disimulaba muy bien, se le alcanzaban a notar unas pequeñas arrugas en las comisuras de los ojos.

Isabella se sentía como en otro mundo. Y si no era otro mundo, por lo menos sí, un lugar muy lejano a lo que fue su amada África.

Isabella Swan era la persona perfecta para confundir a alguien. Ella era la hija de dos grandes humanitarios de África. René y Charlie Swan, ambos doctores y voluntarios de la cruz roja internacional, que habían entregado toda su vida al voluntariado en las poblaciones más desdichadas de África. Su historia, muy similar a la de muchos otros voluntarios, se desarrolla en el calor de la sabana, donde por cuestiones del destino tienen a una pequeña hija a la que nombran Isabella. Pero también como en muchas otras historias, terminan separándose, ya que la vida de voluntario y sobre todo en África, nunca sabes a donde te llevará. Los Swan intentaron establecerse en una aldea, pero las guerrillas y la necesidad de voluntarios en diferentes lugares siempre terminaban interponiéndose. Así que René se quedo con Isabella en una pequeña aldea cerca de Chad, en Sudán, una aldea que hacía de frontera norte con Chad, mientras que su padre viajó hasta Nigeria, en la zona central, donde acaba de estallar una guerra interna y había miles de heridos y refugiados. Charlie y René sabían que Isabella nunca podría gozar de una infancia normal, tal cual ellos, y les entristecía no poder hacer nada, ya que ella insistía a seguirlos a donde fuera que fuesen. Así pasaron 19 años y la joven Isabella iba y venía de Nigeria a Sudán, para así poder pasar tiempo con sus padres. Lo único que los separaba eran dos trenes y una autobús, pensaba ella, y estaba agradecida que su padre se hubiera quedado en Nigeria, ya que si se trasladaba a Zimbabue sería imposible volver a verlo tan seguido.

Era finales de agosto cuando dejó a su padre en la estación de trenes. El calor permanente estaba comenzando bajar, pero nunca sería lo suficientemente bajo como para usar una chamarra. Estaba contenta de que su padre hubiera logrado conseguir la planta en el hospital central, pero no podía mentirse ya que sabía que sería aun más feliz si él y su madre estuvieran juntos de nuevo. Pero esta es la vida que le tocó, y si tenía que hacer estos pequeños sacrificios como viajar para poder frecuentarlos a los dos, lo haría.

Cerca de ocho horas después llegó a Jartum, la capital de Sudán, donde su madre la esperaba. Eran cerca de las ocho de la noche, y el estomagó le rugía como león en celo.

-Hola linda- le saludó su madre abrazándola-¿cómo ha estado tu viaje?

-No del todo mal, había muchos americanos en el tren. Me pareció que era una excursión- contestó ella mientras se encaminaban al estacionamiento de la estación.

-Sí, seguramente que era eso, ya sabes en ésta época del año es cundo más turistas vienen. Y dime ¿Qué tal esta Charlie? ¿Consiguió esa planta?- preguntó su madre.

-Sí, la consiguió, sabes que cuando se propone algo lo hace. Y de hecho rentó un pequeño departamento a unas cuadras del hospital. Creo que está feliz- le respondió Isabella

-Menos mal- se resumió a contestar René.

Isabella sabía que de alguna forma u otra sus padres también querían estar juntos de nuevo. En ese momento el estomagó de Isabella volvió a rugir y su madre se percató de ello.

-¿Te gustaría ir a cenar? Veo que tienes hambre- le preguntó entre rizas. –La verdad es que yo también tengo hambre, y no creo que me echen de menos unas horas en el hospital. Además te tengo una sorpresa.

-¿Una sorpresa?- preguntó Isabella, completamente sorprendida, ya que no era algo natural de su madre prepararle sorpresas, y mucho menos decirle que le tiene una.

-Sí, ya verás que te va a gustar- insistió René. A Isabella no le quedó más remedio que subirse a la camioneta de la cruz roja de su madre y afrontar cualquiera que fuera su sorpresa.

Isabella no era una persona muy abierta, incluso se le podría decir tímida, así que el hecho de que su madre le preparará una sorpresa la asustaba una poco porque viniendo de René todo era posible.

Salieron del estacionamiento y se dirigieron al centro de la ciudad. Después de algunos minutos en la camioneta su madre estacionó en un restauran que las dos solían frecuentar los fines de semana, cuando podían escaparse un rato de las tareas del hospital.

Por lo menos estoy en un lugar que conozco, pensó Isabella. Pero ¿cuál era esa sorpresa que le tenía preparada René en un lugar como este? ¿Feliz no-cumpleaños, tal vez?

Entraron y como de costumbre Isabella se dirigió a la zona donde suelen sentarse, pero en ese momento sintió un tirón en la ropa y vio que René la estaba deteniendo mientras la dirigía a otra parte.

-Alguien nos espera- le dijo al oído con una sonrisa en los labios.

Isabella únicamente pudo seguirla ya que esto le daba un giro completamente diferente a la situación. No era un algo, si no un alguien, la sorpresa que estaba sentada en la mesa de enfrente esperando por ellas. Y aún más fue la sorpresa de Isabella cuando vio que ese alguien era un hombre grande y corpulento que fumaba un cigarro. Usaba unos lentes negros a pesar de que ya había oscurecido, una camisa blanca ligera y unos pantalones color caqui. Era castaño y medio calvo, tenía varios anillos en los gruesos dedos.

-Isabella, él es Marco Arsenti, es productor de películas- dijo su madre, como si le presentara a un amigo que conoce desde hace mucho tiempo.

El gran hombre se puso de pie con dificultades ya que era muy corpulento y estrechó la mano de Isabella, mientras que ella simplemente pudo sonreír y regresar el saludo.

-Un placer conocerte Isabella- le dijo el hombre mirándola por encima de sus lentes negros, al parecer con interés. Su voz era un poco ronca y se notaba que era de esos que todo el día traía un cigarro en la mano.

Los tres tomaron asiento en la mesa, con los ojos de Marco aún sobre Isabella, mientras René le explicaba:

-Me pareció que te gustaría conocer a un productor de cine. No todos los días tienes una oportunidad así, y mucho menos aquí. ¿Cuántas veces al día puedes conocer a alguien así en un hospital africano?- le preguntó directamente al hombre. Por lo visto René y el señor productor ya había entablando una amistad antes de que Isabella llegara, evidentemente.

-No, seguramente que no es común-, respondió Marco riendo- pero tampoco es común que el corazón se te pare de la nada.

-No exageres Marco, apenas y lo sentiste- le replicó René

René se volvió hacia Isabella y le explicó: -Marco tuvo un quiebre, su corazón y su presión no soportaron la altitud del lugar, pero nada más que eso. Ya sabes, nada grave. Unos días en el hospital y salió como un hombre nuevo.- terminó con una sonrisa en el rostro mientras marco volvía a reír

-Oh, valla- fue lo único que atinó a contestar Isabella. La corpulencia y los cigarros habían surtido efecto después de todo en aquel hombre, pensó, pero se reservó expresar esto en voz alta.

Tal vez te preguntes que hace una persona como yo aquí, ¿no?- continuó Marco al ver que Isabella no comentó nada más. Ella simplemente asintió, de nuevo no supo que decir.

-Bien, pues no te vayas por lo obvio, no. No estoy aquí por una película ni mucho menos, al contrario. Vine aquí a pasar unas lindas Vacaciones en la sabana, alejarme del ajetreo de la farándula, pero al final no resultaron como lo planee. Y ahora después de tantos días en el hospital mi tiempo se terminó. Pero fue divertido después de todo- concluyo entre rizas.

Había dicho… ¿divertido? Ese hombre sí que se aburría en su vida cotidiana, ya que si consideraba un casi paro cardiaco divertido, pues bueno…

-Pero cuéntame de ti Isabella. Tu madre me ha dicho que justo acabaste la preparatoria- le dijo Marco.

-Sí. De hecho me parece que ya hace tiempo que sucedió eso- seis meses para ser exactos- a pesar de que con este estilo de vida eso es todo un lujo- respondió Isabella.

-Y bien ¿qué vas a hacer de tu vida?- preguntó Marco casi al instante, sin poder disimular muy bien su avidez por saber más de ella

-Mmm, pues, aun no lo he pensado bien. Supongo que involucrarme con la cruz roja, es lo único que puedo hacer si es que quiero seguir cerca de mis padres.

Ese comentario pareció desanimar a Marco, porque en ese momento se quedó muy pensativo y simplemente respondió: -Ya veo…

-Isabella es una hija maravillo Marco. Su padre y yo estamos muy agradecidos por haber tenido una hija como ella. ¡No sabes lo servicial que es!, cariñosa y modesta, pero sobretodo comprensiva.

-Creo que el señor Marco no es el único que exagera por aquí- le dijo Isabella a su madre con las mejillas encendidas, lo que le arrebató una risa a Marco.

-No tienes que avergonzarte Isabella, porque si me permites decirte, a mi me parece que tu madre tiene razón. Yo, y en especial yo, conozco muchas chiquillas que ya hubieran hecho mil berrinches para cambiar su estilo de vida a algo más normal. Créeme cuando te digo que me pareces una joven muy comprensiva y también muy hermosa si permites mi atrevimiento- le dijo también sonrosándose un poco, eso o era la luz roja que había en el lugar.

Isabella no pudo evitar ponerse aun mas roja y solamente decir un tímido gracias a su coqueto productor, que al final de todo, también terminó siendo todo un caballero. Pero para suerte de Isabella en ese momento llegó el camarero a tomar la orden. René le ordeno por todos ya que ella era la que mejor dominaba el idioma del lugar, árabe, pero Isabella también lograba desenvolverse bien.

-¿Cuántos idiomas manejas René?- pregunto con curiosidad Marco mientras sacaba una cajetilla de cigarros nueva

-Lo básico realmente, inglés, español y un poco de alemán y como ya viste también árabe, además de una que otra lengua nativa de por aquí. Eso es elemental.- contestó- Aunque si es necesario te mandaré al hospital de nuevo en tres idiomas diferentes si no dejas de descuidarte de esa manera- le advirtió al ver que en ese momento Marco se decidía a encender un nuevo cigarrillo. El cuarto de la noche y seguramente el décimo de todo el día.

-De acuerdo, de acuerdo. Tú ganas. No quiero regresar al hospital- le contesto riéndose.- y tu Isabella ¿qué idiomas sabes?- le preguntó a la chica que estaba muy entretenida con la bebida que le habían traído.

Pero la que contestó esta vez fue René, que de nuevo, no paraba de alardear sobre su hija.-la pregunta aquí sería que idioma no sabe esta niña, no paro de sorprenderme de cuantos lenguajes maneja, pero sobretodo, las lenguas nativas que son tan confusas, ¡sabe alrededor de doce!

Isabella preveía que el resto de la velada sería así, sonrojarse y sonrojarse, por lo que decidió que lo mejor sería que ella respondiese, y así al menos moderar lo que su madre dijera.

-No es para tanto mamá. Además no es tan difícil como parece.- y esta vez se dirigió a Marco- Muchos de estos dialectos se aprenden en una semana, solo es cuestión de pasar el tiempo suficiente practicando, sin tomar en cuenta que muchas tribus tienen algunos libros que son como una especie de diccionarios que ayudan bastante al momento de aprender el dialecto.

-Impresionante- dijo Marco sinceramente sorprendido- ¿así que puedes leer escritos y aprenderlo fácilmente?

-Pues se puede decir que si, no es algo de otro mundo, pero supongo que tengo buena memoria.- dijo sin darle mucha importancia al asunto y enfocándose más en su bebida.

-¡No sabes lo que dices niña! No sabes lo difícil que es encontrar actores que se aprendan el libreto tal cual se les pide. Lo modifican constantemente y créeme cuando te digo que eres privilegiada al tener este don.

-Te dije que era modesta Marco- terminó René.

La velada continuó y mientras cenaba unos deliciosos mariscos Marco y René comentaban algunas trivialidades como el clima del lugar y como había terminado aquí un productor de cine cansado de la farándula. Isabella no intervenía mucho, a menos que Marco le preguntara que opinaba o que le parecía aquel o este tema. Ella se limitaba a responder con frases cortas, porque más que otra cosa lo que quería era comer. Esto fue notado por Marco y por René claro, aunque era comprensible después del viaje que había hecho. Pero Marco fue el que no le quitó los ojos de encima a Isabella, aunque esto era solo una suposición porque con esos lentes oscuros, Marco podía estar mirando cualquier lugar, pero Isabella sabía que la estaba mirando.

Al final, después de haber reído y conversado de lo lindo Marco se ofreció a pagar la cuenta y llevarlas a su casa, pero el único inconveniente era ese. La casa de Isabella y René quedaba a más o menos a dos horas de Jartum. En la aldea donde servía René. Lo que no sabía Marco era que René iba y venía a la aldea todos los días y que fue pura coincidencia que ella lo atendiera aquel día en el hospital.

-¿De verdad haces una cosa así René?- le preguntaba atónito Marco- ¿Y qué pasa con Isabella mientras tú no estás?

-Ella me acompaña a donde quiera que voy, solo que ella se ocupa de otras cosas mientras estoy en el hospital, como ir a la escuela y cosas así.

-Nuevamente, impresionante. Eres toda una personalidad Isabella, y por supuesto tu también René- le dijo a amabas sonriendo cordialmente- No todos los día se tiene la oportunidad de conocer a dos altruistas como lo son ustedes. Un honor para mí- pero en eso, su cara adquirió un tono de preocupación y continuó- pero ¿qué harán esta noche? No puedo permitir que manejes hasta su aldea a estas horas de la noche. Sería una negligencia de mi parte y aun más en estos caminos tan desolados como son los de África. No. Me niego a dejarlas ir.

-Es cierto que nunca nos quedamos tan tarde en la ciudad, pero no te preocupes Marco, no es la primera vez que manejo de noche- le contesto sin preocupación René.

-Pero por si acaso- enfatizó Isabella a su madre- siempre podemos quedarnos en el hospital. Ahí es seguro que encuentres una cama o sillón donde acomodarte.

-Pero ¿Qué dices querida Isabella?- le dijo Marco un poco escandalizado- ¿cómo dices que vas a dormir en un sillón de hospital estando yo aquí para ayudarlas? De ninguna manera. Les propongo algo: vengan a mi hotel y pasen la noche ahí. Les aseguro que es un hermoso lugar y ¡no creo que la pasen tan mal como en la camilla de un hospital!

-Cielos Santo Marco, no podría. ¿Qué carga tan innecesaria? No, no, no. Te aseguro que en el hospital no lo pasas tan mal…-continuó René

-No. Nada de excusas. No lo permitiré. – sentenció Marco mientras hacia un dramático gesto con las manos.

Después de discutir unos minutos, debatiéndose entre quedarse o irse, entre aceptar o rechazar la invitación de Marco, René miró a Isabella, la cual, como siempre, preferiría dormir en el hospital que el cualquier otro lado, pero siendo René como era y tomando en cuenta que nunca le ofrecía ningún tipo de lujo a su hija, decidió aceptar la invitación de Marco. De esta manera, por lo menos, Isabella conocería que era vivir a la buena manera.

Y valla que era buena la manera en que vivía Marco, porque no solo estaba hospedado en el hotel, si no el más caro del país, por lo menos si de la ciudad. Y no conforme con eso, estaba ocupando la suite presidencial, que claro también se encargo de alquilar para Isabella y René. La habitación de Marco estaba frente a la de las chicas, y éste no tardo nada en solicitar un par de pijamas para mujer en la recepción y recibirlas 5 minutos más tarde.

Cuando Isabella y René entraron a la habitación no pudieron contener que un "guau" saliera de sus bocas. La "habitación" parecía un pequeño departamento. Incluso era más grande que la casa en la que vivían en la aldea. Había una enorme cama con muchas almohadas y cojines decorados con telas muy finas, también había una pequeña sala de estar con sillones tapizados de un color verde oliva y decorado con un fino hilo color dorado que formaba hermosas hojas silvestres a lo largo de todo el mueble. Las cortinas eran de colores muy hermosos que dejaban escondida una vista espectacular de toda la parte norte de la ciudad. La parte más hermosa. Isabella se sentía abrumada por tanto a su alrededor. Estaba acostumbrada al blanco pulcro del hospital y a los colores tierra de la aldea, pero llegar y encontrar un lugar como este, le hacía pensar que aún había mucho mundo que no había visto. Y sabía que esa era una cruel verdad.


Gracias por leer.

El primer capitulo de la primera historia. Épico.

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" Algunos se equivocan por temor a equivocarse. "Gotthold Ephraim Lessing

No permitan que eso me suceda a mi.