La magia de Andrew
By VBokthersa
Hace mucho salí de Luna Nova y desde entonces, me he dedicado a hacer sonreír a todas las personas que conozco. Crecí. Ahora soy una bruja decente, con mi propia magia interior. Pero ser una bruja decente y hacer sonreír a las personas es un trabajo que, a veces, me agota demasiado.
En esas noches en las que me siento demasiado cansada, no regreso a mi habitación rentada en el pueblo, tampoco busco a mi familia, ni a mis amigos. Simplemente lo busco a él y a su magia.
Desde que murió su padre, se ha vuelto un político prominente. Sin duda, un digno sucesor, todo lo que el mundo esperaba, pero también, además de eso, se volvió un pianista mucho mejor de lo que nunca soñó.
Es algo que nunca comprenderé del todo, por supuesto. El peso de un apellido, el destino elegido al nacer. Es complicado para mí. Yo soy mucho más impulsiva. Hago lo que quiero. Tomo lo que quiero. Soy lo que quiero. Y él también, pero diferente.
Sus conciertos son todos privados. Le gusta así. Ser pianista no está peleado con ser político. Son cosas que pueden ir de la mano.
Practica todas las noches, lo sé. El piano le ayuda a canalizar sus emociones. ¡Hasta sé cómo fue su día dependiendo de las piezas que toca!
Vuelo hasta su ventana, siempre abierta para mí. Escucho una melodía suave, melancólica. Me detengo afuera, procurando que él no me note, aunque es imposible. Su melodía se va alegrando poco a poco. Su piano quiere hacerme feliz. Es la magia de Andrew.
Sonrío suavemente. Entro por la ventana y camino en silencio hasta él. Me siento a su lado, recuesto mi cabeza sobre su hombro, en silencio. Él sigue tocando durante varios minutos, hasta terminar la pieza. Se detiene, besa mi frente y le sonrío. Vuelve a tocar para mí.
Cada vez que lo necesito, él está allí con su magia, haciéndome sonreír. Amándome en libertad y siendo mi lugar de descanso. El lugar donde puedo recargar mi magia con la suya, que se complementan ahora y por siempre. Porque aunque nuestros caminos sean diferentes, ambos sabemos que nos tenemos el uno al otro y que siempre estaremos allí, haciéndonos sonreír mutuamente.
