Todos los lugares de este primer capitulo (menos el orfanato) y esas cosas son de JK Rowling, por favor no me denuncien.
1.- Hogwarts, un misterioso sitio.

Alfredo-
"¡Al fin nos hemos escapado de esa cárcel!"- pensé. Ya éramos libres, después de haber pasado toda nuestra vida en aquel Orfanato… Bueno… antes era mejor… con Adelaida… ella era la única que nos comprendía, que estaba con nosotros por gusto, no por trabajo, ella era la mejor, como una madre. Pero cuando llego esa carta…¡¡ Esa estupida carta!! Nos dejo solos, y sin ella, todo era aun peor. Ángela dejo de comer. Se ponía enferma cada dos por tres. Si no se hubiera ido Ángela no hubiera sufrido tanto… si Adelaida no hubiera recibido esa maldita carta…

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Adelaida estaba con nosotros, jugando al parchís, cuando, de repente, Ambrosio le dijo que había oído un estruendo en su despacho. Se va corriendo y nos deja allí. Nosotros, preocupados por su demora, decidimos ir a ver que había pasado. Ella no estaba, pero, encima de su mesa, una carta estaba abierta. Nos acercamos… siempre hemos sido muy curiosos, por eso siempre nos metíamos en problemas, cogimos la carta, era amarillenta, y dentro iba un trozo de pergamino. Me sonó algo raro todo aquello, no se porque, pero me pareció extraño. Lo cogi mientras que Ángela, Elvira, Antón y Wendy vigilaban la puerta, empecé a leerla, decía…:

"Querida Señorita Donato:

Nos complace informarle que ha sido aceptada para el puesto de profesora de Defensa Contra las Artes Oscuras. Nos gustaría que estuviera aquí el día 19 de Agosto de este año, pues las clases comienzan el 1 de Septiembre, pero, ya sabrá que los profesores debemos acudir antes, y así, le explicaremos detalles y cosas que necesitara saber. Junto con la carta le entregamos el billete que necesitara para poder viajar en el Expreso de Hogwarts a las 10:00, solo irán usted y algún profesor más, y también viajara conmigo. Esperamos verla en la estación de King' s Cross en el anden 9 y 3/4. Sea puntual, por favor.

Cordialmente,
Minerva McGonagall,
Directora Adjunta"

Corre, déjalo ya, que viene- me previno mi hermano. Le hice caso, lo deje todo tal y como estaba (creo) y nos fuimos corriendo.

A la semana:

Lo siento mucho queridos míos- nos dijo, estábamos los cuatro en su despacho, parecía estar entre entristecida y alegre, la conocemos muy bien, esa carta debía haberle alegrado mucho-, pero tengo que irme.- la miramos. No podíamos creerlo…¡¡No podía dejarnos!! ¡¡Ella no!! ¡¡Que se fuese todo el mundo!!¡¡Pero no ella!! Agache la cabeza, mis hermanos hicieron lo mismo… note como a Ángela se le resbalaba una lagrima. Después alzo la cabeza y se tiro encima de Adelaida.
¡¡No te vayas!!- le suplico mi hermana… no lo aguantamos y nosotros tres también nos pusimos a lloriquear mientras nos tirábamos encima de ella. Ella soltó una de sus sonrisas… esas sonrisas calidas... Creo que estuvimos un buen rato de aquella manera.

Choque contra un muro. No me extraña, pensé, iba embobado. Había chocado contra la muro que había entre los andenes 9 y 10… pero, en la carta decía 9 y 3/4… ¡No podía ser! ¿¡Donde estaba aquel anden!? Íbamos a preguntarle a un señor vigilante, pero, entonces, vimos a una gente que se nos acercaba: Una señora bajita, pero gruesa, de cara simpática, y de un color rojo en el pelo, muy, pero que muy, muy, chillón. Detrás iba una chica del mismo color de pelo, bastante guapa, pensé para mis adentros, pero no de mi tipo. Detrás había otros dos chicos, los dos iguales, con el mismo color rojo en el pelo, que charlaban con otro chico del pelo igual, muy alto, y con otro, alto pero no tanto, un poco (¡¿Qué dijo poco!? ¡MUCHO!) Delgado, llevaba gafas y unos ojos verdes que llamaban bastante la atención y además tenia una extraña cicatriz en la frente. Pero lo más extraño de esa gente, era que la chica, y los dos chicos últimos, llevaban grandes baúles, una lechuza blanca muy bonita, y otra cosa voluminosa tapada con una chaqueta.
Perdone…- le dijo Elvira- ¿me podría decir donde encontrar el anden 9 y 3/4?
O…- sonrió la señora a mi hermana, después miro a Ángela, a Antón a Wendy y a mi, después devolvió la mirada a Elvira- Si, ahora mismo íbamos a pasar ¿vais a Hogwarts?
Pues...- dudo Elvira- Tenemos a un familiar allí.- contesto al final.
Pensaba que no se podían recibir visitas al menos que pasara algo importante.- se extraño Harry.
Es que- mi hermana quería elegir bien sus cartas-, es una maestra… va a ver si podemos entrar en Hogars…
H-O-G-W-A-R-T-S- rectifico la señora con una sonrisa, no era como la de Adelaida, pero me gusto aquella sonrisa, parecía acogedora.
¡UPS!- se dio cuenta mi hermanita- Lo siento, se me olvido.
Mama- la llamo la chica-, falta poco, tenemos que pasar…
Es cierto- dijo la señora volteándose a su hija. Después nos volvió a mirar y añadió- Mirad, pasad vosotros primero, tenéis que dirigiros sin miedo a aquel bloque ¿preparados?- no entendí muy bien lo que me había dicho ¿¡Pasar por aquel muro!? Pero o probábamos eso o nada. Le dimos las gracias, nos agarramos fuertemente de las manos, pero al ver que no entraríamos todos, nos dividimos: Ángela, Wendy y Elvira primeras, y después mi hermano y yo. Se pusieron a una distancia del muro… corrieron con todas su fuerzas y ¡¡Ya no estaban!! No se porque, yo y mi hermano corrimos tras ellas ¡¡y pasamos el muro!! Era todo tan extraño, mucha gente caminando de aquí para ya, con ropa extraña, con los mismos baúles que los otros, con animales… inconscientemente nos pusimos a caminar. Vimos un gran tren, y cuando digo grande es porque era muy, pero que muy grande, en el ponía: Expreso de Hogwarts. Ya estábamos, ya habíamos llegado, pero el problema me vino pronto a la cabeza ¿Cómo podíamos ir en ese tren? No teníamos dinero. Mire a los otros, ellos me devolvieron la mirada, pensaban lo mismo que yo, seguro. Miramos alrededor, podríamos, podríamos, intente pensar.
Podríamos ir como polizones- sugirió Antón-, es lo único que podemos hacer. Yo quiero volver con Adelaida. Me da igual que nos atrapen, que nos devuelvan allí… pero necesito verla.- nosotros lo miramos sorprendidos, después dibujamos una sonrisa en nuestras caras y lo abrazamos. Las familias permanecen unidas, y nosotros lo éramos, y en nuestra familia también entraba Adelaida, quisiera o no. Nos escabullimos detrás del tren, escalamos como pudimos el culo (el final de la cola) de el tren. Nos estiramos en la parte de arriba para que no nos vieran, si no estaríamos perdidos. El tren empezó a moverse… nos agarramos en una barra de hierro que hay, pero las manos me sudaban y creo que a los otros les pasa lo mismo. Busque en mi mochila antes de que el tren acelerase ¡bien! Había traído unas cuerdas, antes de irnos pensé que nos serian útiles ¿Quién sabe? Las ate a la barra, después se la pase a Antón que era el que estaba más lejos, él entendió y ato la otra punta en el extremo de la barra donde estaba él. Una vez estábamos puestos en aquella especie de cinturón, nos sentamos, la cuerda me apretaba un poco, pero, por lo menos no me mataría, el tren iba muy rápido, cogido no hubiera aguantado nada. Creo que cerca de una hora escuche a mi estomago. Que hambre tenia… busque otra vez en la mochila. Un trozo de pan, los otros me miraron, después miraron al pan, nuevamente me miraron a mi.
¿Lo compartimos?- pregunte. Ellos me sonrieron. Le dimos el trozo más grande a Ángela, para algo es la pequeña, y el segundo más grande para Antón, que él antes de que apareciese Ángela era el pequeño. Los otros decidimos partirlo por igual. Fue muy fácil acabárselo, eso no nos llegaba ni para cinco minutos. Hacia mucho frió, y si apuntábamos que el aire iba muy deprisa. Mis hermanos tenían la nariz roja, los mofletes igual y los labios morados y cortados, a mi me debía pasar lo mismo, los labios y la cara me dolían como nunca. Pero no podíamos rendirnos. Al rato Ángela empezó a cabecear. Por muy mal que supiera tuvimos que despertarla, no se podía dormir, era peligroso. El problema fue, cuando poco después, todos cabeceábamos. Teníamos que hacer algo, podríamos dejarnos ver de alguna forma, el problema era de cual forma, y después, después estaba el problema de que si nos pillaban ¿nos echarían? Pero, eso era imposible, estábamos en un tren en marcha. Seria inhumano, tendrían que llevarnos asta la próxima parada, y después tendrían que volvernos a traer, pero al menor despiste que tuvieran, nosotros nos iríamos corriendo. Era pan comido, pensé. Se lo explique a los otros, a ellos les pareció bien. Algo costo, pero no tanto, desde pequeño había sido muy flexible. Puse el pie enganchado a la cuerda, mi hermana me agarro fuertemente de la pierna (porque si lo hacia del zapato me podía caer) y yo, con muchos esfuerzos, plante mi cara en el cristal de uno de los compartimientos. Los que estaban en el pegaron un brinco del susto. Cuando reaccionaron me abrieron la ventana, no se que me paso, pero parecía que flotaba al entrar, cuando me caí de rodillas vi como uno de los del compartimiento sujetaba un palo en la mano y murmuraba algo. Poco después, mis hermanos, extrañamente, fueron entrando por la ventana. Mire primero a mis hermanos, después a los del compartimiento.
Esto…- tartamudee- Gracias- fue lo único que se me ocurrió.
¿Quiénes sois?- nos pregunto el del palo mientras se lo guardaba en el bolsillo (como no le cabía sobresalía del bolsillo).
Bueno…- no sabia que contestarle- Es que queríamos tomar el aire- ¡Idiota! pensé.
Soy tonto pero no tanto- nos dijo serio- ¿Polizones?- asentimos tristes, nos habían pillado. Extrañamente, el chico nos sonrió.
Tranquilos- nos dijo-, cuando lleguemos a Hogwarts Dumbledore sabrá que hacer con vosotros- ya estábamos, nos volverían a llevar a Londres quisiéramos o no, pero, ya nos escaparíamos de una forma o de otra-. Por ahora- dijo más serio- os quedareis con nosotros.- mire a mis hermanos, estaban bastante mal. Los mire uno por uno… Elvira se estaba balanceándose para adelante…
¡¡Elvira!!- chille al verla caer. Intente cogerla pero el tipo se me adelanto, la agarro de la cintura, la verdad, no me gusto nada la manera de cómo lo hico.
Tiene fiebre- comento el chico-, y vosotros tampoco hacéis una cara muy buena.- mientras nos hablaba la puerta del compartimiento se abrió y aparecieron una muchacha y dos chicos más riendo.
¿Qué haces Alexander?- pregunto la chica al dejar de reírse- ¿Quiénes son estos?- pregunto con mirada de asco hacia nosotros. La tía esa ya me caía mal y eso que ni siquiera la conocía.
Pues…- creo que no sabia muy bien que contestarle- Son mis primos.
¿A si?- pregunto otro de los chicos- ¿No son algo…? ¿Penosos?- iba a levantarme para proporcionarle un buen puñetazo, pero las fuerzas me fallaban
Es que tienen frió- contesto-, de donde vienen hace mucho calor, y bueno, yo me voy, ya os eh guardado vuestro compartimiento- y alzo a mi hermana para llevarla en brazos. Me fije en el chico mientras nos ayudaba a salir del compartimiento: cabello moreno, ojos marrones, alto, forzudo… y estaba demasiado cerca de mi hermana ¡¡La llevaba en brazos!! Aunque la estaba ayudando. Entramos en un compartimiento del vagón siguiente. Estaba vació- Menos mal que me gusta estar solo, si hubiera alguien me hubieran acribillado a preguntas- ¿Por qué el no nos preguntaba nada? Que raro, pensé-. Comeos esto- nos tendió un trozo de chocolate que había sacado de una mochila que había en el asiento a cada uno-. Os dará fuerzas.
Gracias…- me limite a decirle. Probé el chocolate ¡¡Estaba riquísimo!! Y la verdad es que me encontraba muchísimo mejor.
Sentaos anda.- dijo dejando a Elvira sentada con la cabeza apoyada en la ventana y después tirándose él pesadamente en el asiento- ¿Qué…? Bueno… ¿Qué hacíais allí arriba?- ¿Y que le decimos? Pensé asustado y nervioso.
Pues…- intente contestar- pues es que… somos…- no podía decirle que éramos polizones, les podía pasar algo a mis hermanos.
Mm.- musito el chico- yo diría que sois polizones… no soy tan tonto, se nota que lo sois, porque si no ¿Qué hacíais allí arriba?- me encogí de hombros y sonreí nervioso. El chico bufo hondo- Tranquilos, no se lo diré a nadie.
Gracias- Elvira se enderezo, se había despertado y tenía mejor cara, teniendo en cuenta que era diabética entendía que se hubiera desmayado y estuviera peor que nosotros-. Perdona los problemas que te estamos dando.
Estate tranquila- sonrió el chico ayudándola a ponerse bien-. El problema ahora es como os vais a integrar en la escuela. Por cierto ¿Qué hacéis aquí? ¿Por qué os colasteis? Además, creo que tú ni siquiera tienes los once- se dirigió a Ángela-. Pero bueno, da igual. Se supone que la carta lleva también, aparte de todo lo necesario y…
Adelaida…- musito, entre sollozos, Ángela. Le pase un brazo por la espalda.
¿Quién esa tal Adelaida?- se intrigo el chico.
Es como nuestra madre…- esta vez quien sollozo fue Antón. Le pase mi brazo libre por su cuello.
Le llego una carta de… ¿Cómo era? Hogwarts…- me parece que no me equivoque- Para que fuera profesora de… Defensa de las oscuras artes… o artes oscuras… creo.
¡Así que la nueva maestra será mujer!- sonrió el chico- Que bien ¿y decís que es vuestra madre?
Pues más o menos- dijo Wendy, ella estaba muy seria y se e notaban los ojos húmedos y colorados.
¿Pero porque lloráis?- el chico parecía muerto de la curiosidad.
La echamos de menos- dijo Elvira, ya recuperada-. Ella se fue. No nos dijo donde.
¿Entonces como…? O sea ¿Qué?- me parece que le liamos más.
Si somos polizones es porque Adelaida se fue sin decírnoslo.- me arte.
¿La llamáis por el nombre y es vuestra madre?- parecía confuso.
No es nuestra madre- respondió, el abrió la boca pero no le deje decir nada-. Somos huérfanos- cerro la boca, parecía preocupado-. Ella era como una madre, y un padre, a la vez. La echábamos tanto de menos que quisimos ir a buscarla, a preguntarle, a verla… Y al final… hemos acabado aquí… no se muy bien como pudimos entrar en aquella estación entre esos dos andenes, pero al fin y al cabo, hemos entrado.
Pues vaya…- se impresiono el chico- ¿Y porque no habéis utilizado algún hechizo para calentaros, o algo por el estilo?- frunció el entrecejo. Este chico esta mal de la cabeza, fue lo primero que pensé.
¿De que hablas?- se le escapo a Ángela- Se supone que la magia, no existe.- fijo la mirada al suelo.
No me dejas que sois…- el chico no se si estaba asustado, extrañado, impresionado, no se- Muggles… No puede ser… es imposible...
¿Mule?- pregunto Antón- ¿Qué es eso?
Mug… mug… muggle…- intento responder el chico.
¿Mug…mug…muggle?- esta vez era Wendy- Que nombre más raro.
Sois…- el chico parecía delirar- Sois…- de repente se tubo que callar porque el tren anuncio que faltaba poco para llegar al destino previsto, lo que esperábamos, con miedo y anhelitos, Hogwarts. El chico bufo hondo y hablo- Bueno, yo no os delatare, aunque no se deba juzgar un libro por su portada, parecéis buenos… buena gente, aunque por estos tiempos más nos vale no fiarnos de nadie…ni de tú mejor amigo siquiera…
Gracias.- le sonrió Elvira, ya recuperada. El ten paro y nuestros corazones se aceleraron.
Venid conmigo en un carruaje- dijo el chico. Nos vagamos, e intentando pasar desapercibidos (fue algo difícil) fuimos a esos carruajes que había dicho, aunque eran un tanto… extraños. No había caballos. Nos subimos y se puso en marcha junto a los demás carruajes. Cuando llegamos nos pusimos detrás de él-. El problema es que seguramente os descubrirán.- nos miro con compasión.
Da igual- hable-, aunque nos pillen no nos iremos.
Pero…- intento decir algo- No os será tan fácil…- ante mi mirada, creo que sucumbió. Nos miro uno por uno, bufo hondo, y solo se limito a sonreírnos, me empezaba a caer muy bien, aquel chico. Nos bajamos del carruaje y nos quedamos contemplando un grandioso y magnifico castillo, antiguo pero bien conservado, antes, cuando había mirado por la ventana, no lo había visto, parecía que… acabase de aparecer, que nunca hubiese existido y hubiese aparecido por arte de… magia.
¡Oh, oh, oh!- escuche una voz encima nuestro. Intente no chillar al ver a un… fantasma- ¡Si son los alumnos ya conocidos!
¡LARGATE PEEVES!- chillo una chica, un poco lejos nuestro- ¡ACABO DE VER AL BARON SANGUINARIO!- aquella cosa se marcho a toda leche.
Con ese mejor no llevarse ni bien ni mal- nos dijo como si nada mientras seguíamos algo aturdidos y anonados-. Vamos.- dijo un poco inseguro. Entramos al castillo y miramos para un lado y para el otro.
¡Ey Alexander!- lo llamo un chico rubio arrastrando las palabras- ¿Quiénes son tus…?- nos miro con repugnancia, idiota…- ¿amigos?
Primos lejanos, son de muy lejos de aquí- se limito a contestar el chico, que no hacia falta ser un sabia para saber que se llamaba Alexander- ¿Por qué?
¿Y que hacen aquí…?- nos miro aun peor- ¿Primos? Parecen algo… idiotas… ¿de que casa son? ¿Sabéis mi idioma? S-O-I-S-P-A-T-E-T-I-C-O-S JAJA ¿¡Que ropa es esa!? ¡Parece Muggle!
¡Cállate ya cara culo!- se arto mi hermana, santa Elvira por haber hablado o le hubiera pegado.
¿¡Que has dicho!?- se cabreo el chico atrayendo las miradas de todos ¡MIERDA! Nos podrían descubrir.
¿Es que no entiendes mi idioma?- pregunto burlona Elvira- -C-A-L-L-A-T-E-C-A-R-A-C-U-L-O ¿ya lo has pillado?
¡Insolente!- grito el chico, indignado.
¡Pues vaya!- se me escapo- ¿Eso es un insulto? En ellos no nos ganaras ni queriendo.
¿Y tú como te llamas?- pregunto insolente- ¿Quién eres?
Pues no creo que te interese- le conteste cruzándome de brazos ¿y que le importaba nuestra vida?-, ni la primera cosa ni la segunda, pero si te diré que soy alguien superior a ti.
¿Entramos?- pregunto Alexander y nosotros le seguimos dejando a el "cara culo es" con un palmo de narices- ¡Que guay chicos! ¡Como habéis tratado a Malfoy! Pero ahora resulta que yo me siento con el, en la mesa de Slytherine- al ver nuestras caras, añadió-. Olvidadlo.- nosotros mientras caminábamos miramos hacia todos los lados, todo estaba adornado con… bueno, con muchas cosas.
¡GUAU!- me gire y v a Wendy, Ángela y Antón con la cabeza mirando al techo, yo les imite ¡No había techo!
¿Qué hacéis cuando llueve?- le pregunte tontamente sorprendido.
Nada.- contesto un poco pasota. Seguí mirando…
¡¡ADELAIDA!!- chillo Elvira demasiado fuerte.
¿¡Que dices!?- le pregunto Alexander.
¡Allí esta Adelaida!- Elvira se quedo plantada mirando al frente, era verdad, allí estaba, vestida extrañamente con una ropa parecida a la de Alexander y la de los demás, tenia su melena rizada y negra como la noche cayéndole sobre los hombros, sus ojos grises brillaban como nunca, estaba hablando con un señor de nariz muy grande que la miraba malamente, de repente nos miro, se quedo en silencio, callada, sin poder articular palabra, después intento mover los labios para decir algo, pero de su boca no salio nada. Al final los tres más pequeños, Ángela, Antón y Wendy, fueron corriendo asta llegar donde estaba ella, en la punta de una larga mesa. Se abalanzaron sobre ella. Adelaida nos miro uno por uno, atónita.
¿Qué…?- se le empañaron los ojos- ¿Qué hacéis aquí? No podéis… sois…
¡Adelaida te hemos echado mucho de menos!- sollozo Ángela mientras la abrazaba firmemente.



Gracias por leerte mi fic, pero eso si, no te vayas sin antes haber dejado un R/R