Disclaimer: Si Harry Potter fuera mío ese epílogo no habría visto nunca la luz del sol.

Este fic participa en el minireto de abril para "La Copa de las Casas" del foro La Noble y Ancestral Casa de los Black.

Ahora que está todo dicho... el sentimiento que me ha tocado ha sido ira y he decidido utilizar a Cormac McLaggen para expresarlo :)

Sin más que decir...

Let it go!


Obsesión.

Ella era excitante, toda ella le excitaba como ninguna otra, haciendo que su deseo creciera sin control. Arrastrarse tras ella en silencio, en las sombras, robándole la sonrisa, viviendo como suyo cada gesto, cada palabra… ya no era suficiente.

Odio.

No la merecían. Ninguno de esos trogloditas que tenía por amigos la merecía. Ella era demasiado para ellos, era demasiado para cualquiera. Mas no para él. Para Cormac era perfecta.

Deseo.

Su olor. Su aroma. Su presencia. Toda ella era intoxicante, inalcanzable. Era demasiado pura, demasiado libre, demasiado salvaje. Debía ser suya. Él quería todo de ella. Todo. Suya.

Furia.

El saber que no podía poseerla lo asfixiaba. El odio que sentía hacia todo aquel que la tocaba lo destrozaba por dentro. Era casi vomitivo ver cómo se atrevían a tocarla. Cuando ella le pertenecía a él. Sólo a él.

Locura.

No podía seguir así. Cormac debía hacerla suya… o enloquecería. Observarla desde las sombras ya no era suficiente. Fingir que sus sonrisas y sus palabras iban dirigidas a él ya no lo satisfacía. Fantasear con sueños efímeros no lograba calmar su sed de ella.

Rabia.

Porque era suya. Aunque nadie más lo supiera, aunque ella misma lo ignorara. Era suya. De nadie más. Sólo suya. Él era su dueño, ella su trofeo, su obsesión, su objeto de deseo. Él era su amo, ella suya.

Conquista.

Y ya era hora de cumplir su más oscuro secreto. Mataría a cualquiera que la encontrara. Destrozaría el cuerpo, la vida, el alma de cada uno de sus amigos, de todos aquellos que se atrevieron alguna vez a mirarla siquiera.

Ira.

Los mataría. Sí, los mataría. Les haría sentir su furia, la ira que lo carcomía por dentro. Y después les arrebataría la vida.

Castigo.

Ella sería la primera en caer. Por no mirarle, por no hablarle... Porque Cormac era alguien fuerte, poderoso, de renombre. Y ella era perfecta para él.

Suya.

Dirigió la vista hacia la mujer sangrante que gemía en el suelo mientras avanzaba hacia la puerta, intentando escapar.

—No. No escaparás. —susurró acercándose a ella y agarrándola de la cabellera—. Es hora de que lo aprendas de una vez. Eres mía.

De nadie más.

Sí, él le enseñaría los placeres de obedecer a Cormac McLaggen. Aprendería a hacerlo. Porque era suya.


Finite!

Bien, primero que nada no estoy del todo segura de haber conseguido transmitir el sentimiento :S

Y lo segundo, me tocan este tipo de emociones y me salen unas cosas demasiado retorcidas... *niega con la cabeza*

Ahora bien, ¿ha gustado? ¿no? ¿Merezco rosas? ¿o tomates?