Roto
Por Akiko
No me pidas ser lo que ya no soy.
He cambiado. Mi exterior y mi interior han cambiado.
No me pidas amarte como antes, eso es imposible.
Jamás volveré a tener ese ingenuo sentimiento.
No me pidas ser tu amigo.
Resumen:
Después de vencer a Lord Voldemort, Harry ha decidido dejar Inglaterra sin explicar a nadie su razón. Ha dejado atrás un pasado, una herida, un país y un amor.
Ahora, 5 años después, ha decidido regresar; pero no lo hace solo, su consorte e hijo le acompañan. El despecho obliga a Draco a intentar dar una lección a ambos, pero las cosas no salen como planea, ya que su corazón sigue suspirando por el héroe.
Advertencias: Slash, Mpreg.
Notas: Cuando tuve este sueño, una angustia terrible se apoderó de mí. De prontote vi sin salida u opciones y fui arrastrada hacia el más irremediable tormento, físico y mental. Lo hable con tres personas, detallé la desagradable sensación y el terror, pero no podía quitarme la idea de la cabeza. Es ahora, cuando la escribo, que me quedo tranquila.
Gracias a ustedes por leerlo.
Nota 2: La verdad es que no pensaba subirlo a fanfiction debido a las restricciones a las que nos tiene sometidos... Al final lo hice por una sola persona, así que lo diré a tiempo: este fanfic tiene mucho contenido violento, desesperante y oscuro. Pido a las personas que tengan discreción... Muy especialmente a las fans de nuestro famoso maestro en pociones xD.
CAPÍTULO UNO
Draco Malfoy levantó la mirada de los documentos que había estado leyendo para posarla en la muchacha que permanecía impasible, frente a él.
Por un momento no comprendió el significado de sus palabras, sin embargo tuvo que admitir que la astuta mirada castaña le daba bastantes pistas al respecto, logrando, a su vez, que una fractura en su pecho diera muestras de existir, aun cuando el chico había estado seguro de haberla vencido, tiempo atrás.
El rubio parpadeó en un intento por apartar la confusión que amenazaba con ahogarlo. Habría sido de mucha ayuda que esa mirada se apartara un poco de su persona, pero sabía que eso era imposible, tratándose de Hermione Granger, quien esperaba expectante, cualquier reacción de su parte.
Sabía que ella no estaba ahí solo a dar un informe de migración mágica, cosa que hacía más difícil expresar su opinión al respecto, muy especialmente porque ella pensaba que esa información estaba íntimamente relacionada con él.
Lo malo es que ella tenía razón. ¡Siempre debía tener la maldita razón! Esa información no sólo estaba ligada a él; también había sido capaz de lanzarlo de golpe cinco años atrás, en los que se sentía capaz de vencer todo.
Que ingenuo había sido.
No sólo no pudo vencerlo todo. También perdió aquello que le hacía tener esa emoción.
Draco Malfoy apretó los labios y se permitió un pequeño gesto de vulnerabilidad frente a la atenta mujer. Ambas manos acudieron a cubrir su boca y dejó escapar todo el aire, contenido hasta el momento.
Ella pareció comprender y suspiró, dándole oportunidad de mostrarse débil.
- Quizá... debiera decirles que no es buena idea... - susurró Hermione.
- No - interrumpió el rubio - Ya no somos unos niños para jugar de esa manera con las leyes, sólo por un pequeño... "malentendido".
Un malentendido que rasgó todo el corazón de Draco, dejándole una herida sangrante que tardó en sanar, pese a que ahora se sentía tan dolorosa como hace 5 años.
La muchacha enarcó una ceja.
- No quieres que ellos regresen deliberadamente, ¿verdad?
- ¿Y tener problemas contigo? - Draco torció los labios - No. Por mí pueden dejar el país 20 veces más. Ya no me interesa.
Mentira, ¡¡mentira!! Claro que le interesaba su regreso. Tanto que estaba decidido a no dejarlo ir de nuevo.
- Vienen a instalarse - dijo ella - Jamás pudimos trasladar las posesiones al otro país.
¿Así que regresaban para recuperar un poco de estabilidad económica?
Draco sonrió.
Habría deseado hacer un mordaz comentario al respecto, pero sabía que Granger no lo tomaría bien, especialmente porque ambos eran amigos de ella.
De todas maneras le molestó que esa fuese la causa de su regreso.
No pudo evitar imaginar las dificultades a las que tendría que someterse un mago, cuando decidía dejar su ciudad, incluso país, poniéndose a merced de otra cultura.
Imperdonable.
Draco odió en silencio a quien expusiera a alguien como él, a eso.
¿No se había ido porque él no podía darle lo que necesitaba?
¿No le había gritado que Draco no lo entendía? ¿Qué ni en un millón de años comprendería?
¿Y entonces?
¿La pobreza era una opción?
El rubio apretó los labios y se masajeó ambas sienes con los dedos. De nuevo la estaba cagando, ¿verdad? De nuevo pensaba en lo material, como él le reclamó.
¿No era lo material, lo que les hacía regresar?
¡Maldición, no comprendía nada!
- ¿Quién más sabe?
- Nadie - ella ladeó sus caderas - Te lo digo a ti para que no intentes nada.
- ¿"Nada"?
- Sabes de lo que hablo, Draco - susurró ella - Jamás pudiste superarlo, y ambos lo sabemos porque ahora somos amigos. Sin embargo no es opción que ahora intentes tomar revancha.
- No haría eso.
- Nos conocemos - ironizó ella con un gracioso giro en sus ojos - Te lastimaron tanto que no has podido dejar de maldecir el día que se fueron.
- No hago eso - protestó.
- No cuando estas sobrio - murmuró ella y suspiró - Ellos no quieren problemas, mucho menos contigo. Sólo... mantente alejado de ambos.
No todos los días era amenazado de esa manera, pensó Draco con ironía y clavó sus ojos grises en los de ella.
¿Había pensado en... vengarse?
¡Demonios! ¡¡Claro que si!!
Lo había pensado con todas sus fuerzas. Tanto que se sentía capaz de mandar al demonio la reciente amistad entablada con la castaña, aun cuando sabía que sería lo más idiota que pudiera hacer.
- ¿Cuándo?
- Han solicitado la activación de un traslador para mañana. Los recibiré en la mansión Potter.
- Yo...
- No - cortó ella - No quieren verte.
- ¿Por qué? - graznó Draco con impaciencia - ¿No quedamos como buenos amigos?
- Sabes que eso fue mera cortesía - siseó ella - Él no quiere verte.
- Ya veo - Draco apretó los labios - Sólo me lo dices para que no intente nada estúpido.
- Así es.
- Pudiste no decirme.
- Habría sido peor si te enterabas por otro medio - ella permaneció tranquila - Simplemente decidí dejártelo claro, como amigo mío.
- No puedes impedir que lo vea algún día... No creo que él decida quedarse encerrado en su mansión.
- No - aceptó ella - , pero ese es problema suyo.
- Y de Weasley - agregó Draco con cinismo.
- Y de Ron - concedió ella.
o.o.o
Harry terminó de colocar un sello mágico al último baúl y se incorporó, limpiando el sudor de su frente para mirar lo vacío que había quedado el lugar donde había vivido por más de 5 años, en el estado de California.
Iba a extrañarlo en verdad.
El lugar era terriblemente pequeño, apenas equipado con una cocina y un baño, además de las dos habitaciones. En tiempo de lluvia obtenían una incómoda colección de goteras y se humedecían las paredes. En época de frío parecía un congelador donde era imposible no pillar una infección en la garganta, y en época de calor parecía un horno insoportable, por lo que era mejor estar fuera.
Pero... con todo y eso se había convertido en un hogar.
Cinco años viviendo en él habían hecho que Harry valorara aquello que le ofreció. Y dejarlo estaba resultando doloroso.
No había habido otro sitio donde hubiese recuperado la libertad perdida. Incluso podía sentirse más seguro y por primera vez se creyó merecedor a ser feliz.
El moreno suspiró.
¿Iba a renunciar a todo eso?
Una rápida mirada al montón de baúles arreglados le recordaron la causa de ello y una mueca de vergüenza le adornó el rostro, pensando que había abusado un poco.
Hace apenas semana y media Ron había perdido el trabajo.
No ganaba mucho, pero era suficiente. Y ahora que se había visto desempleado e incapaz de conseguir algo más, Harry comprendió que era momento de volver.
Claro. Las circunstancias de su regreso serían un poco distintas. Pero Ron había accedido a seguir ayudándole, hasta el día que fuera necesario.
Con eso bastaba por el momento.
Harry cerró perfectamente cada baúl. Al instante se activó el cello mágico en él. Con ello, aparecerían en la mansión, sin necesidad de contratar un servicio de transporte mágico.
Había terminado de esa tarea, cuando escuchó el sonido de la puerta y giró viendo entrar a Ron, cargando ese "torbellino" entre sus brazos.
Harry sonrió al instante y se puso de píe para acercarse.
- Se quedó dormido a mitad de la función - informó el pelirrojo, pasando el pequeño bulto a brazos de Harry - Querrá ver de nuevo esa película.
- Seguro que sí - Harry arrulló al niño, luchando porque no se despertara - ¿Le has explicado todo?
- Lo que he podido - Ron comenzó a revisar la casa, para asegurarse que no olvidasen nada - Se puso muy emocionado cuando le dije que viviríamos en otro lugar donde si podría tener una mascota y comenzó a hacer preguntas sobre el animal - hizo una mueca - Tendrás que comprarle un perro. Dudo que un gato soporte a un niño así de inquieto.
- Habrá bastante espacio para un perro - concedió Harry y se sentó en uno de los baúles para arrullar al niño - Incluso para una docena - musitó con algo de tristeza - Quizá no deberíamos...
- Has estado postergando este regreso por mucho tiempo, Harry - Ron lo miró con comprensión - Ya es tiempo. Nada te dañará. Te lo prometo.
Harry besó la frente del niño tras apartar ese intenso cabello negro y sonrió.
Ambos se encaminaron hacia la ventana en donde se veía una herramienta oxidada.
- ¿Listo? - preguntó Ron.
Harry asintió y tocaron el objeto al mismo tiempo.
Ya no había vuelta atrás.
o.o.o
Mike se había quedado dormido por fin.
Hermione acomodó al bebé en la cuna y salió con pasos suaves, cerrando la puerta a su espalda. Una sonrisa se asomó en sus labios, viendo a Molly, y continuó avanzando hasta estar en la sala.
- Solo iré a asegurarme de que estén bien instalados - aseguró ella con calma y se acomodó la cabellera en una coleta - Gracias por cuidar de Mike, Molly.
- Sabes que lo hago con mucho gusto - respondió la regordeta mujer con una sonrisa - Avisa a mi hijo que le visitaremos otro día.
La muchacha hizo un ademán de entendimiento y al alcanzar el centro del patio se desapareció. Su reaparición fue entre la maleza de un descuidado jardín y suspiró lamentando no haber supervisado con más cuidado los trabajos que harían para restaurar la mansión Potter.
Dejó eso de lado por el momento y se encaminó hacia la puerta principal, Apreciando, al menos, que lo demás lucía mucho mejor que ese jardín abandonado.
Con un suspiro se anunció, tocando la puerta y sonrió al ser recibida por ese intenso par de ojos verdes, pertenecientes a su mejor amigo.
- Bienvenido, Harry.
- Hermione - él la abrazó y le besó varias veces las mejillas - Debiste avisar que venías - la invitó a pasar - , aún tenemos un desastre con los baúles y no he tenido tiempo de preparar algo comestible.
- ¿Tendrás el atrevimiento de intentar cocinar? - ella enarcó una ceja.
- He mejorado bastante desde la última vez - se ruborizó el moreno, avanzando hacia las habitaciones desde donde comenzó a escucharse un pequeño desorden, causado por una inquieta voz infantil - Está emocionado - reconoció Harry - Desde que llegamos no ha parado de correr por todo el interior.
- No te preocupes, han limpiado toda la casa de cualquier peligro - dijo Hermione y alcanzó a ver un niño correr de una habitación a otra a una velocidad asombrosa, seguido de un hombre pelirrojo que no paraba de darle ordenes - Ha crecido - comentó.
- Brett opina lo contrario - Harry sonrió - No he podido convencerlo que jamás será tan alto como Ron.
Hermione hizo un silencioso ademán ante eso y avanzó hacia la habitación donde habían entrado ambos personajes. Al detenerse en la puerta sonrió, viendo a ese diminuto niño encima de la panza del pelirrojo, quien simulaba ser sometido por un crío de 4 años.
- Mira quién vino de visita, Ron - dijo Harry para llamar la atención de ambos.
El niño se apresuró a correr a las piernas de Hermione y fue inmediatamente cargado por ella.
- Tía Mione, papá dijo que aquí podría tener una mascota - anunció el pequeño con total felicidad.
- Solo recuerda cuidarla bien o podría perderse en ese jardín - ella sonrió.
Ron se puso de pie con elegancia y se sacudió la ropa para acercarse con una sonrisa. Se inclinó para besar la mejilla de su amiga y suspiró.
- Pienso que podríamos limpiar el jardín en unos dos días - dijo con ánimo.
- Deberías buscar trabajo - refutó Hermione - Yo me encargaré de que alguien venga a limpiarlo, no te preocupes.
- No podemos darnos el gusto de pagar quien lo haga - Ron enarcó una ceja.
- Sólo por esta vez - intervino Harry, logrando que el pelirrojo se ruborizara un poco.
Hermione miró eso con total atención, mientras el niño en sus brazos jugueteaba con sus cabellos.
Sabía que Ron y Harry no discutían por dinero, ya que habían encontrado una forma civilizada de aceptar ayuda uno del otro, pese a que no parecía agradarles del todo. Sin embargo ella conocía bien a su pelirrojo amigo y comprendía lo desesperado que podría llegar a sentirse al ver que no era el proveedor adecuado para su familia.
Pese a ello, había avances, pensó ella con alegría y bajó a Brett, quien corrió a abrazarse de Harry, lloriqueando por comida.
- Haré algo ahora mismo.
- No - el niño hizo un puchero - Papá Ron puede hacer algo.
Harry suspiró y miró con disculpa a Ron. El pelirrojo se encogió de hombros y avanzó hacia el exterior de la habitación.
- Tendrías que darle oportunidad a la comida de tu papá Harry, Brett - dijo con ánimo - Recuerda que está mejorando.
- Pero aun sabe feo - suspiró el pequeño, siendo levantado por un Harry que fingió sentirse muy dolido - ¿Cocinarás como papá Ron?
- Algún día - prometió Harry.
- Quiero escoger mi habitación - pidió el niño.
- Yo ayudaré a Ron en la cocina - ofreció Hermione con la mejor de sus sonrisas y dejó a ambos morenos para avanzar a un lado del pelirrojo.
Al estar en la cocina notó con satisfacción que sus indicaciones habían sido cumplidas y había suficientes víveres para preparar algo. Así que comenzó a seguir las instrucciones del pelirrojo, quien se tomaba su tiempo para mirar el sitio.
- Es un lugar estupendo - dijo con admiración - Nada parecido al departamento que dejamos - Ron se puso colorado.
- Harry jamás te ha recriminado por ello, así que déjalo de hacer tú - regañó la castaña.
- Es que pasamos algunas dificultades al vivir en un sitio así - el hombre torció los labios - Fue hasta hace poco que Harry mencionó este lugar.
- Eso es bueno - ella peló unas patatas.
- ¿Lo es? - Ron enarcó una ceja y hechizó unas casuelas para colocarlas al fuego - Vivimos 5 años en un sitio realmente horrible, teniendo algo mejor.
- Ron - ella lo miró con enfado - , deja de menospreciarte. Hiciste lo mejor que pudiste, y seguirás haciéndolo... Digo que es bueno que Harry te haya mencionado este sitio. Es bueno que haya decidido regresar, aun cuando la razón sea el dinero...
Ron comprendió al instante.
- Si - dijo pensativo - ... es bueno.
Regresar al sitio del que salió huyendo. Justo el que le causó tanto daño y del que prefirió estar apartado por 5 años.
Era bueno, porque, tal vez, ya había reunido un poco de valor para enfrentar aquello que tanto lo lastimó.
Hermione se dedicó a observar a Brett, una vez que Harry lo pudo convencer de bajar a comer y tenerlo quieto en la silla. Nuevamente cayó en la cuenta de lo parecido que era a su padre, pese a que tenía ciertos rasgos que no había visto en Harry, pero que no podía identificar con alguien más. Y definitivamente no había nada Weasley en el niño, excepto ese carácter despreocupado de su padre. Incluso parecía tener la misma capacidad de asombro de Ron, al menos con respecto a lo material. Pese a ello parecía bastante sencillo, como Harry, quien no le daba demasiada importancia a los lujos.
Brett podría ser considerado como una copia exacta de su padre, excepto por no requerir de anteojos, según le platicó Harry, en una de esas visitas que ella hizo a la pareja. El chico lucía saludable aun cuando era propicio a tener una innumerable cantidad de accidentes, y sus ojos verdes parecían interesarse en todo su entorno. Todo lo demás era común: un niño travieso y flaco, tal vez un poco torpe, pero sonriente, curioso y platicador. Tierno y fan número uno de sus dos padres, Harry y Ron.
La muchacha permaneció un poco más, después de la comida, para asegurarse que todo estaba correcto en la casa. Ya de paso pudo mimar un poco al inquieto chico, quien parecía desear investigar en todos los rincones del sitio.
Después de eso fue acompañada por los tres hombres hasta la puerta, donde se desaparecería hasta la Madriguera y recibió un beso tronador del entusiasta niño.
- Después iremos a visitarte - prometió Harry, logrando que un brillo apareciera en la mirada de Ron - Apuesto a que Mike ha crecido mucho.
- No como Brett - ella sonrió feliz - Le dará mucho gusto verlos.
o.o.o
El problema de que alguien importante pasara por la frontera mágica es que todos tenían que darse cuenta. En eso pensaba Draco al mirar el Diario, donde una fotografía mágica dejaba ver a ese alto hombre pelirrojo con un niño en brazos, mientras otro hombre, bastante conocido, firmaba los documentos necesarios.
"Harry Potter regresa a casa".
Desde luego Draco ya sabía eso. Verse inmiscuido en la información resultó ser aun más molesto de lo que se atreviera a admitir, pero no superaba lo que estaba sintiendo en esos momentos, mientras veía esa solitaria fotografía que ocupaba casi media página principal del diario, esperando impactar a los lectores de toda la Comunidad Mágica.
Draco estaba impactado, si, pero era demasiado orgulloso para admitirlo.
Lo que captaba su vista era ese alto hombre pelirrojo, quien cargaba al inquieto niño. Ello le recordaba lo molesto que aún seguía por la situación, viendo que la comadreja no había tenido problemas para quitarle a Harry. Ahora, incluso, regresaban cargando un niño.
Malditos ambos.
Draco tiró el diario a un lado y recargó la barbilla en ambas manos, mientras sus ojos vagaban por la pila de papeles ordenados en los que había estado trabajando en los últimos días, desde la visita de Granger a su oficina.
Desde luego la noticia fue un extraño aliciente para decidir trabajar en todos los documentos atrasados. Regresar a casa no había sido una buena opción, no cuando la soledad le regresaba a la memoria ese rostro sonrojado, adornado de los más bellos y brillantes ojos verdes, bajo las palabras más absurdas que jamás hubiese escuchado. "Sólo eres tú. Sólo puedo amarte a ti"
Mentiroso.
Después de que la guerra terminó las cosas cambiaron drásticamente. No pasaron ni cinco minutos cuando Draco notó el brusco cambio.
Quiso comprender lo que estaba pasando con Harry, en verdad intentó hacerlo. Pero cada acercamiento se vio frenado de una manera violenta, a la que venían infinidad de disculpas por parte del chico, quien no le explicó a qué se debía su repentina necesidad por estar solo.
Draco fue un tonto al aferrarse a las palabras dichas por Harry. Esas palabras lo convencieron de luchar a su lado, arriesgando su vida y aceptando lo que ocurriese.
Ambos entraron con la misma convicción hacia una trampa, y tuvieron muchas dificultades para llegar hasta Lord Voldemort. Cuando todo acabó, el rubio pensó que había valido la pena correr todo riesgo. Sin embargo Harry lo evadió. No podía explicarlo de otra manera. Esa mirada verde ya no se posaba en su persona. No lo buscaba como antes ni le dedicaba esa bella sonrisa de la que Draco quedó prendado.
Harry lo apartó de su lado.
Los días que intentó salvar su relación fueron tiempo perdido y Draco ya no pudo más.
La idea de que Harry ya no lo necesitaba, ahora que había logrado su objetivo, comenzó a hacerse más creíble y Harry arruinó la última oportunidad que el rubio intentó darle.
Harry huyó de su abrazo. Rehusó sus besos y lloró cuando Draco intentó forzar un poco "aquello" que quería rescatar.
Entonces comprendió que no podía hacer nada y se alejó.
Una semana después Harry salió del país.
Draco quiso buscarlo. Estuvo a punto de hacerlo. Sin embargo, un dato lo detuvo y decidió que había rogado suficiente: Harry se fue con Weasley. Cinco meses después ellos se unieron en matrimonio.
¿Era eso?
¿El gran Harry Potter lo había engañado para garantizar que participaría de su lado?
Sinceramente no podía pensar en otra explicación. Y estúpidamente Draco se dejó engañar.
Llegado a ese punto el rubio apretó los labios y se llevó ambas manos al cabello.
- Abigail - llamó por el intercomunicador - Trae los documentos de la semana próxima - dudó - Mejor de las dos semanas próximas.
- No son urgentes - le respondieron.
- Tráelos.
Mejor no pensar.
No aún.
o.o.o
Hermione sonrió cuando llegó a la Madriguera, esa tarde.
La visión de Ronald, con Mike y Brett, manipulando los juguetes tirados en el suelo y rodeado por las risas infantiles le fueron prueba suficiente de lo maravilloso que era con los niños.
La mujer entró y se inclinó para besar la mejilla de su hijo, quien corrió a sus brazos en cuanto pudo verla.
De pronto Mike había recordado que su madre le había dejado solo y se lo reprochaba con esos adorables pucheros que intentaban ser palabras malogradas en un niño de dos años y medio.
Ella le tranquilizó antes de levantar la mirada y ver esos tranquilos ojos azules posados en el niño. De pronto, Ron le pareció bastante consciente de lo que estaba ocurriendo.
Un bebé.
Hermione se preguntó si habría tenido esa misma mirada cuando vio nacer al bebé de Harry.
- Mamá ha secuestrado a Harry - dijo el pelirrojo con una gran sonrisa - Brett reveló el terrible secreto de papá y ahora mi madre intentará enseñarle a cocinar.
- Pobre Harry - se compadeció la castaña y volvió a colocar a su niño en el suelo, para verlo correr a los juguetes, donde estaba un concentrado Brett, armando un rompecabezas - ¿Has encontrado algo?
- No he salido a buscar trabajo.
- ¡Ron! - regañó ella - Que Harry tenga algo de dinero no te da derecho a no conseguir trabajo.
- Lo sé - él suspiró - Mañana iré al Ministerio. Mi anterior trabajo me servirá como referencia.
Hermione pareció satisfecha con esa respuesta y se sentó en el desgastado sofá para mirar a ambos niños.
- Es una pena que Brett sólo se parezca a Harry - comenzó ella de repente.
Ron pareció interesado con eso y se sentó a un lado de la castaña, mirando al niño con una sonrisa.
- Harry es feliz por eso.
Hermione miró a Ron.
- ¿Te lo dijo?
- Me lo demuestra - corrigió el pelirrojo - Harry es feliz al ver a Brett... y una vez lo escuché agradeciendo que se pareciera a sí mismo.
Vaya. Hermione torció los labios antes de soltar una risita y pegarle en un brazo a Ron.
- Aun así, lo quieres - declaró ella con seguridad.
- ¡Claro que lo quiero! - Ron fingió estar ofendido - ¡Es mi hijo!
o.o.o
Harry tendría que enseñarle a su hijo Brett que no era buena idea evidenciarlo frente a la señora Weasley, muy especialmente cuando estaba relacionado con comida, ya que ahora él era el encargado de la correcta nutrición de un pequeño de 4 años.
Bueno, al menos no había sido arrastrado a una librería, como pensó el moreno en un principio. Él y la señora Weasley habían ido a una sencilla tienda donde se podía ver todo tipo de comidas que no lucían nada a lo que Harry solía preparar. Cuando puso más atención, comprendió que todo eso era más del estilo de Ron, quien había tenido mejor educación nutricional que él, desde luego.
Por un momento, Harry pensó que había sido el principal causante de que Brett creciera flacucho, casi como él; sin embargo, Ron solía animarlo al decirle que lo estaba haciendo bien.
Ron siempre estaba ahí para animarlo.
Irónicamente Brett se había transformado en una buena razón para seguir adelante, pese a todos los problemas que Harry tuvo y le obligaron a abandonar el país.
Ahora que regresaba, llegaba a pensar que las cosas no eran tan malas después de todo. Además, Ron estaba ahí para apoyarlo.
Harry terminó de ver todos los platillos y sonrió pensando que a su hijo le encantaría probar de ellos. Una bonita bruja, acompañada de Molly, se acercó a él.
- ¿Has visto algo que te gustara, querido? - preguntó la regordeta mujer.
- Todo luce apetitoso - dijo Harry con sinceridad.
- Me alegra - intervino la bonita bruja y le extendió un libro - En ese caso deberías llevarte nuestro recetario mágico. Está hechizado para auxiliar al aprendiz hasta que sea un experto.
Harry miró a la señora Weasley, quien le devolvió una sonrisa.
Por Brett, pensó con un suspiro y pagó.
Ambos salieron de la tienda y caminaron hacia una pequeña nevería, por petición de Harry. En el transcurso la plática giró en torno a Brett, donde la señora Weasley mostró algo de preocupación por los antecedentes de accidentes del niño.
- Es normal con dos padres desastrosos - dijo la mujer con un bufido - ¿Seguro de que Ron no lo consiente demasiado?
- Tal vez... - musitó Harry, recordando precisamente que era Ron quien se desvivía por consentir al travieso niño, mientras él lo miraba con especial atención, a espera de su próximo accidente.
- A pesar de eso han hecho un estupendo trabajo, Harry querido - ella le sonrió - Brett es un niño encantador.
La verdad es que Harry agradeció ese comentario. Mientras iba al mostrador para comprar dos helados, comprendió que la opinión de Molly le importaba lo suficiente como para sentirse bien.
Había tenido serias dudas respecto a su supuesta paternidad, muy especialmente porque no se la esperaba, no al menos de esa manera.
Ron le explicó que era muy extraño que ocurriera. Juntos descubrieron las particularidades de la familia Potter, especialmente esa que tuvo una vida nueva, formándose en el cuerpo de Harry.
De todas maneras, esa era una etapa que Harry prefería no recordar. Por ello sacudió la cabeza y pidió dos helados. Cuando se los dieron, pagó y giró para ir a la mesa donde esperaba Molly, lamentablemente su giro coincidió con un pecho contra el que chocó, aplastando ambos helados en una costosa y elegante túnica.
Harry tragó en seco y levantó la mirada.
Habría deseado morirse en ese mismo instante.
- Malfoy...
- Potter - correspondió una voz fría y dura. Esos ojos grises se clavaron en él de manera despiadada, recorriéndolo con descaro y cierto desinterés hasta volver a concentrarse en su rostro - Luces como si acabases de ver al mismo Señor Oscuro - sonrió - No temas, sólo se trata de mí.
Harry bajó la mirada avergonzado y descubrió esas horrendas manchas.
- Lo siento.
- Sobreviviré - dijo Draco con cinismo - Siempre lo hago, ¿lo olvidas? - picó con rencor.
El moreno se encogió ante eso, comprendiendo perfectamente a lo que se refería.
- Yo... no debería estar aquí - borbotó Harry moviéndose para eludir ese cuerpo grande que le impedía escapar.
Draco lo tomó con firmeza por los hombros y sonrió al sentirlo temblar. Ese instante le fue suficiente para comprender que el cuerpo de Harry no había olvidado la manera correcta de reaccionar a su tacto.
- Te invitaré los helados - dijo finalmente y soltó al tembloroso moreno. Cuando se los dio, miró con intensidad ese rubor, antes de sonreír - ¿Vienes con tu... esposo?
Harry se encogió.
- Molly Weasley.
- Oh, tu suegra - Draco no pudo evitar anexar algo de desprecio - Siempre pensé que era Granger quien se moría por entrar a la familia Weasley - miró ambos helados - ¿Uno para tu hijo?
- Brett no esta aquí - de alguna manera Harry se las arregló para contestar.
- Brett - Draco enarcó una ceja.
- ¿Todo esta bien, Harry querido? - una perspicaz Molly se acercó hasta ambos y miró a Draco - Señor Malfoy - saludó con educada frialdad.
- Señora Weasley - correspondió el rubio - Que encantadora sorpresa encontrarla con su... yerno - inclinó la cabeza - Si me disculpan, tengo asuntos urgentes por atender. Sólo salí a respirar un poco.
- Adelante - despidió ella y ambos lo vieron partir.
Harry tuvo que notar el disgusto en la regordeta cara de la señora Weasley, quien había acudido a rescatarlo como una furiosa madre. Eso le hizo comprender que no estaba solo, y de nuevo se avergonzó por llegar a pensarlo, cinco años atrás.
El chico sacudió la cabeza. No era buena idea recordar el pasado.
- ¿Nos vamos? - preguntó a la mujer y la vio sonreírle con ese cariño comprensivo.
- Ya hemos paseado suficiente - aceptó ella y le tomó un brazo, apretando un poco para confortarlo.
Harry no se sintió mejor, pero fingió estupendamente. Después de todo, no debería derrumbarse por la presencia del hombre al que vería más seguido, ¿cierto?
Además, no creía que a Ron le fuera a hacer feliz saber que su esposo estaba de tan frágil humor por Draco Malfoy.
