Disclaimer: Ni la historia de Pokémon ni sus personajes me pertenecen.


Primer Arco - Blood Leagues * VALÍA *


Realidad sin Filtros: Fantasmas Perennes


El Mundo Pokémon, un lugar lleno de maravillosas criaturas llamadas, al igual que el mundo en que habitan, Pokémon. Estos poseen poderes y atributos increíbles que los diferencian los unos de los otros. No importa donde busques, tanto en tierra, cielo y mar podrás encontrarlos. Y lo mejor, podrás capturarlos y unirlos a tu equipo de aventura, que te seguirá adonde vayas, siempre dispuesto a ayudarte. Conseguirás las medallas de gimnasio y participaras en la conferencia de la Liga de tu región, o si así lo deseas, puedes conseguir listones o llaves de princesa mostrando el encanto interno de tus creaturas. Suena genial ¿no?... He escuchado tantas veces eso que estoy asqueado… Vivimos en un mundo con creaturas capaces de matarte de infinitas maneras…Un mundo lleno de codicia e irresponsabilidad, traiciones y violencia. El Mundo Pokémon es solo una fachada para cubrir la cruda realidad en la que vivimos. Pero no estoy dispuesto a soportarlo un día más.

Acomodé mis pies en el risco donde me encontraba, de manera que no terminara estampado contra el piso antes de que yo mismo tomara la decisión de que así fuera. Una vez me sentí cómodo con la posición en la que estaba, alcé la vista para así poder admirar el vasto paisaje que se abría ante mí. Respiré profundo, dejando que una ráfaga de aire fresco golpeara mi rostro; ésta se sintió como la caricia de un amante al anochecer.

Frente a mis ojos tenía un maravilloso cuadro, conformado, tanto por los hermosos árboles de baya Tamate, que se encontraban dispersos por todo el terreno, como por los Pokémon tipo Volador que surcaban los cielos. A simple vista, podía apreciar algunos Pidgey siendo guiados por un Pidgeotto bastante imponente. Cerca de la arboleda se podía escuchar el zumbido de los Ledian y los Beedrill, en los alrededores de la base del risco, podía apenas apreciar unos cuantos Sentret jugar los unos con los otros.

Suspiré al mirar la escena, ver a todos esos Pokémon arremolinados, jugando juntos y pasándola bien en familia o amigos, me hizo recordar lo solo que he estado todo este tiempo. Definitivamente eso resultaba una de las razones por las que me encontraba en ese lugar, considerando bastante en serio la idea de acabar con mi vida. De todas formas, ya no me queda nada ni nadie por quien vivir. Claro, tengo a mis Pokémon, pero eso realmente no ayuda, a diferencia de lo que algunos dicen.

He escuchado a muchos entrenadores decir que los Pokémon son parte de su familia, y puede que sea cierto; pero es mentira que, sin su verdadera familia, la humana, se sientan completos. Los amigos, padres, hermanos, tíos, la pareja, cualquiera de ellos pueden ayudarte a levantarte después de una caída, ellos complementan cada aspecto de tu vida, aunque seas incapaz de darte cuenta.

Los Pokémon realmente pueden llegar a considerarse amigos, incluso familiares; eso es verdad, pero existe un límite, y ese mismo está establecido por las palabras. Existen situaciones donde es necesario escuchar a alguien reconfortarte durante un momento difícil, o simplemente tener con quien hablar, compartir cualquier tontería que pueda ser dicha durante una conversación amistosa. La necesidad de contacto humano no puede ser satisfecha con la sola presencia de los Pokémon, y es algo que puedo decir con seguridad tras seis años viajando solo, o bueno, la mayoría del tiempo. Llegué a conocer personas, a quienes consideré mis amigos, pero no eran más que falsas amistades que nunca me valoraron en realidad; por lo tanto, ahora solo existen en el pasado y ahí se quedarán.

Me acerqué un poco más a la orilla del risco, algunas piedrillas se resbalaron cayendo al vacío, provocando que los Sentret del fondo huyeran hasta desaparecer detrás de unas rocas. Ahora estaba más que convencido de que mi decisión era la definitiva. Aun así, ese deseo natural de todo ser vivo de velar por su propia supervivencia, estaba haciendo estragos en mi subconsciente, provocando que el momento se alargara más de lo necesario.

Incapaz de luchar contra mi propio instinto, empecé a rememorar como acabé en ese lugar. Todo empezó cuando cumplí los diez años, en esa época vivía con mi madre, en una humilde casa del Pueblo Paleta. Mi madre y yo nunca tuvimos una buena relación, de hecho, ella se dedicó a golpearme y maltratarme tanto verbal como físicamente cada día de mi vida, recordándome que yo fui una maldición para ella, y que, de no ser por mí, mi padre nunca la hubiera dejado.

Hasta donde sé, mi padre era un entrenador Pokémon de moderado nivel, que incluso logró ganar la Liga Indigo, pero que no pudo pasar el desafío del Alto Mando. Él conoció a mi madre en un torneo amateur realizado en Ciudad Verde. Mi madre era una entrenadora que deseaba especializarse en el tipo Hada, para de esa manera abrir el primer gimnasio de ese tipo en Kanto. Tengo entendido que fue amor a primera vista, todo ocurrió cuando mi madre acabó con todo el equipo de mi padre usando solo su Mr. Mime. Después de semejante derrota, él le pidió que lo dejara acompañarla durante su viaje, y ella accedió. A los dos años se casaron.

Poco después del matrimonio aparecí yo para cambiar los planes de mis padres, y todo parece indicar que aquel amor a primera visita no era muy fuerte, pues poco después mi padre abandonó a mi madre por una coordinadora de Sinnoh. Mi madre quedó tan destrozada que cayó en la bebida, por suerte, si es que puede llamarse de esa manera, yo no nací con ninguna implicación al respecto. Aun así, su tendencia al alcoholismo se mantuvo, y entre rehabilitación y reincidencias, tuve que lidiar con los maltratos de mi emocionalmente desequilibrada madre.

Existe una antigua ley constitucional, que indica que, a partir de los diez años, cualquier niño que adquiera un Pokémon de manera legal, o sea, recibiéndolo por parte del profesor regional, será condecorado con el título de entrenador profesional, y será legalmente un adulto. Claro, eso no tiene utilidad dentro de las familias normales, así que, extraoficialmente, la edad promedio se incrementó hasta los catorce años, y aun así es posible pedir que la emancipación no sea total, en caso de que el chico no quiera perder los privilegios legales que ser un menor otorga, que suelen durar hasta los dieciséis en dado caso. Apoyándome en dicha ley, yo hablé con el profesor regional de Kanto, que resultaba ser un señor que vivía a unas cuadras de mi casa, y le pedí su ayuda.

Como su nieto y yo tuvimos una pequeña rivalidad amistosa en la escuela Pokémon, el conocía mi caso; así que no dudó a la hora de ayudarme a conseguir la emancipación total. Incluso llegué a viajar un año con su nieto, pero eventualmente el decidió que entrenar no era lo suyo y volvió al pueblo, y yo, deseando jamás volver a poner un pie en ese lugar, me alejé los más posible de la región.

De igual manera, no solo la edad para convertirse en entrenador cambió, también se dio un gigantesco fenómeno en el área laboral y de estudio en general. Con la aparición de más formas de empleo y la necesidad de cambio en un mundo globalizado, los niños dejaron de soñar con convertirse en entrenadores, y así nació la división laboral. Empleos como Ingenieros Civiles, Informáticos, Industriales; Empresarios, Administradores, Físicos, Matemáticos, Profesores, tomaron fuerza, y desplazaron las actividades deportivas relacionadas con los Pokémon. Con esto, la cantidad de entrenadores disminuyó al punto en que se creyó, desparecerían por completo.

Pero en un mundo con Pokémon, es imposible que las batallas desaparezcan, por lo tanto, después de un par de años bastante complicados, donde me vi en la necesidad de pedir dinero en las calles, y de usar a mis Pokémon para robar comida, aparecieron las grandes empresas de entretenimiento Pokémon. El nombre de Charles Goodshow se hizo famoso entre la gente de negocios, y así nacieron las renovadas ligas Pokémon, y los centros Pokémon empezaron a dar servicio gratis a entregadores registrados en las mismas. Y dado que ya acostumbraba a participar en estas, antes de volverse un show televisivo masivo, para mí no fue difícil mantenerme en ese mundo.

En un inicio las cosas parecían lo mismo, igual que antes del declive y resurgimiento de las ligas Pokémon. El único cambio inicial, además de que, a diferencia de antes, ahora para desafiar al Alto Mando es requisito ganar la liga, fue que el Alto Mando perdió su influencia política, recayendo del todo en los gobiernos y magisterios. Las ideas políticas tomaron fuerza en los pueblos, la división se empezó a dar de una manera efervescente, y antes que pudiera darme cuenta, era necesario tener papeles para cruzar de región a región. Aspectos como el racismo, el regionalismo, la pobreza, tomaron fuerza, y la división de estratos se empezó a hacer más notoria. La decisión sobre que estudiar tomó relevancia en la mente de los niños. Nadie quiere ser un don nadie con un trabajo de oficina destinado a morir olvidado y solo.

Cuando aquello se volvió demasiado notorio como para ignorarlo, me percaté de que, si no ganaba una liga, mi popularidad se vería afectada, y dado que los cupos para mantener el título de entrenador profesional se empezaron a ver limitados, todo aquel que tuviera un record negativo, pierde el derecho a participar en batallas profesionales, las que son remuneradas. Lastimosamente perdí en mi última liga, en Unova, y desde entonces me quitaron la licencia profesional. En ese momento me volví loco, y amenacé con mi Pikachu a todos en la oficina donde me encontraba reclamando por aquel suceso, justo en Ciudad Castelia. Por suerte, no tomaron acciones legales y me aclararon que recuperaría la licencia si ganaba al menos tres ligas amateurs en cuestión de un año, además, me recomendaron que viajara a Johto, pues es donde más concurrentes suelen ser estas ligas. Desde entonces han pasado diez meses y he ganado dos de ellas, pero la última en la cual participé fue vergonzosamente derrotado por un niño y su Riolu.

Eso nos trae a mi situación actual. En resumen, escapé de mi madre maltratadora a los diez años, mi único amigo de la infancia viajó conmigo por un año para hacerme compañía, pero volvió con su abuelo al darse cuenta que su futuro no sería como entrenador. Yo hui de Kanto en dirección a Johto y empecé un viaje por todas las regiones, poco después de salir de la región de Johto, empezó el fenómeno de los empleos, y el entrenamiento Pokémon perdió popularidad, así que yo quedé varado en Hoenn como un indigente un par de años, hasta que la situación se estabilizó y nació la nueva Liga Pokémon, donde las ligas y los Alto Mando fueron unificados; y estos últimos perdieron poder político. Yo salí de Hoenn y participé en las ligas de Alola, Sinnoh y Unova. Al perder esta última, me revocaron la licencia de entrenador profesional y me vi en la necesidad de volver a Johto, para ganar tres ligas amateurs y recuperar dicho título.

El mayor conflicto durante estos meses ha sido que al solo participar como entrenador amateur, los Centros Pokémon no son gratis, por lo tanto, debo trabajar como ayudante en estos mismos, lo que sería más fácil de no ser por los horarios incómodos de hasta diez horas diarias. En fin, la presión relacionada a mi estatus como entrenador, no ganar dinero por cada batalla, tener un empleo de mierda que me quita tiempo de vida, estar completamente solo y no tener con quien hablar de todo lo que acarrea mi vida, e irónicamente sentirme incómodo con la presencia de otras personas; todo eso me tiene cansado, ya no aguanto, me siento mal, estancado, soy un fracaso que ha perdido cinco de siete ligas amateurs. Mi nivel es pésimo, no estoy a la altura de mi sueño, lo que significa que, si logro volver a las ligas profesionales, solo me espera el mismo destino, ser un perdedor.

Me acerqué aún más a la orilla, convencido de mi cansancio por esta vida, la caída cada vez se hacía más presente en mi cabeza, es casi como si mi cuerpo comprendiera que no existe otra salida. Al mirar atrás por última vez, y ver el camino rocoso y el bosque que crucé para llegar al risco, no puedo evitar relacionarlo con mi complicada vida. Saber que realmente no existe nadie que me vaya a extrañar me provoca una sensación de melancolía gigantesca, solo me puedo sentir mal por mis Pokémon, pero ellos de seguro encontraran a un mejor entrenador que yo. A ellos los dejé con la enfermera del Centro Pokémon, sabía que ellos intentarían detenerme, así que me aseguré de mantenerlos alejados de mí.

Miré de nuevo mi objetivo y me preparé para lanzarme, casi como si el ambiente lo intuyera, el cielo se puso nuboso, y los Pokémon que antes acompañaban el paisaje desaparecieron de mi vista. Pensar en ello me recordó lo mal que me he estado sintiendo por el rumbo que ha tomado la Liga Pokémon. Desde que la globalización regional se dio, y el capitalismo nació para marcar todas las regiones, ya se empezó a notar un desinterés por la seguridad general de la gente y sus Pokémon, sobre todo ellos. Estos últimos empezaron a ser usados como simples cosas, y la explotación y maltrato tomó lugar en la vida cotidiana. Pero eso se había mantenido lejos de las batallas, que mantuvieron su aspecto deportivo y fair play, hasta este último par de años.

Los casos de violencia desmedida aumentaron sobre todo durante el año actual, la temporada de batallas Pokémon tomó un ritmo bastante más agresivo. La competencia se volvió más encarnizada, y la cantidad de muertes de Pokémon durante batallas deportivas se elevó de manera espeluznante; yo me vi en la necesidad de renunciar a batallas en más de una ocasión, al ver que el rumbo de las mismas estaba dañando profundamente a uno de mis compañeros. Con la aparición de los objetos de batalla x, caramelos raros, Mega-evoluciones y Movimientos Z, los Pokémon empezaron a verse mucho más exigidos que antes, y eso se ha vuelto algo muy dañino para ellos.

Ver como en batallas he sacado sangrando y completamente fuera de sí a varios de mis amigos Pokémon, me ha roto el corazón, y siendo yo un pésimo entrenador no he podido hacer nada para evitarlo, por eso pienso que ellos estarán mejor sin mí. Solo espero que su nuevo entrenador los sepa apreciar y les dé una vida digna. Al darme cuenta que he estado divagando demás, respiré de aquel aire puro una vez más antes de lanzarme al vacío.

–Adiós, amigos míos, les deseo lo mejor en su vida, espero que quien los adopte los quiera tanto como yo. Mamá, nos veremos en el Mundo Distorsión. –Sin más, me lancé a una muerte segura, cansado de la degenerante depresión que he estado sufriendo estos últimos años.

–¡Espera, no lo hagas! –Escuché que alguien gritó, puede que fuera para mí, aunque como ya dije, realmente no le importo a nadie. Al ver que ya estaba cayendo me limité a cerrar los ojos y esperar una rápida muerte. –¡Mierda! ¡Crobat, necesito tu ayuda! Atrapa a ese chico que saltó del risco.

Mi corazón alcanzó las mil pulsaciones por segundo, siendo capaz de comprender que, realmente, tras muchos intentos fallidos, me había suicidado, y ya era muy tarde para lamentarme. La tensión del momento fue demasiada y perdí la conciencia, estaba seguro que ya estaba muerto.

Pero al paso de un periodo de oscuridad que pareció eterno, mi nariz captó un olor delicioso, algo similar a una sopa de bayas o algo similar. Los estímulos fueron demasiados, y terminaron provocando que me rugiera el estómago en señal de apetito, algo muy extraño para un muerto. Abrí mis ojos y me topé con una luz bastante intensa, que inmediatamente me obligó a cerrarlos de nuevo. Pasado un tiempo, los volví a abrir, para finalmente acostumbrar mi vista al entorno. Fue entonces que las dudas llenaron mi cabeza, lo que me llevó a la necesidad de encontrar respuestas.

–¿Dónde estoy? ¿Estoy muerto? –Pregunté a la nada, aun siendo incapaz de ver más allá de la luz que me cegó hace un momento, que resultó ser una titilante fogata. Una voz a mi lado apareció con la respuesta.

–Bueno, tal vez lo estaría de no ser por mi Crobat. –Al mirar al remitente me encontré con un chico un par de años mayor que yo, de unos dieciocho años, moreno, con ojos rasgados y cabello castaño puntiagudo. –Sabes, no tengo ni idea de que te haya impulsado a realizar tremenda locura, pero puedo decirte que esa no es la solución a ningún problema.

–Sí, no debes olvidar que podrías dañar mucho a tus seres queridos. –Añadió una voz femenina detrás de la fogata, al acomodarme en el tronco en el que me encontraba apoyado y enfocar mi vista, pude notar que estaba acompañado de varios chicos de mi edad.

–Yo no tengo ningún ser querido. –Mi respuesta tomó por sorpresa a la chica de pelo azul que me había hablado, que no supo cómo responder. Aun así, mi indeseado salvador volvió a hablar.

–Bueno, dejando esa negatividad de lado. Mi nombre es Brock. ¿Cuál es su nombre?

–Ash Ketchum, el perdedor de Pueblo Paleta.