Capítulo I
Sapos Azules
- ¿Qué se supone que es esto, Granger?- Preguntó Snape mirando con asco el caldero de Hermione, que en vez de tener un color ambarino, tenía un tono café escarlata y estaba tan espeso como una mazamorra.- No pretenderá hacerme creer que esto (en esta palabra puso un increíble tono de displicencia) es su poción, ¿no es cierto?, de hecho…- Continuó hablando con todo el desdén que fue capaz de reunir- Creo que incluso la poción de Longbottom es mejor que la suya.
Al decir esto se acercó al caldero de Neville quien estaba sentado junto a Hermione y al sentirse aludido, tembló visiblemente. El hombre miró la poción que allí había unos segundos para luego alejarse con expresión de repugnancia.
-No. Creo que no ha llegado a tanto su incompetencia, Granger.- Dijo socarronamente alejándose lentamente, dejando tras de sí a una Hermione totalmente ruborizada.
Pero era verdad. Aquel día había sido un completo descalabro, aunque aún así jamás había llegado a un punto donde su poción pareciera… siquiera había palabras que la pudieran describir. Casi podía ver a Crookshanks durmiendo enrollado ahí dentro en vez de una poción.
Pero había hecho todo bien…o eso creía.
-Neville.- susurró cuidadosamente a su compañero de puesto.- trituraste las patas de escarabajo y rallaste las de araña, ¿cierto?- Preguntó nerviosa.
-Por supuesto que…- Alcanzó a decir el chico antes de palidecer y volverse hacia la pizarra donde estaban anotadas las instrucciones. Con horror vio que lo había echo al revés.
-Eso hiciste ¿no?.- Interrogaba ansiosa Hermione, perdiendo un poco la compostura y apretando los labios. Sus ojos brillaban amenazadoramente.
-Bueno… no exactamente…
-¿¡Qué quieres decir con no exactamente, Neville!?- Gritaba la chica.
-¡Perdón, Perdón!.- Se excusaba Neville por sobre los gritos de su amiga.
A esas alturas toda la clase se había vuelto hacia a ellos, algunos asombrados y otros, casualmente todos los Slytherin, divertidos. Snape no demoró en cruzar el aula hasta llegar hacia los dos Gryffindor. Apoyando una mano en cada pupitre, se acercó a ambos y con voz cargada de ira les amonestó:
- Como vuelvan a hacer este tipo de escándalo en mi clase, les juro que habrán deseado que el Barón Sanguinario hubiese ideado su castigo, pues el que les impondré será tan severo que romperá récords en Hogwarts.
- Si, señor.- dijeron al unísono los chicos al ver aquella ganchuda nariz tan peligrosamente cerca de sus rostros.
- Les espero a ambos en mi despacho después de la cena.- Agregó algo más calmado.- No osen siquiera en llegar un sólo minuto tarde.
Momentos más tarde, Harry y Ron intentaban consolar a un afligido Neville.
- Creo que es lo peor que me pudo haber pasado, chicos. Un castigo con Snape…- Repetía cabizbajo mientras pasaba sus temblorosas manos sobre su rostro. Tenía una expresión de terror jamás antes vista.
- Vaya, Neville. ¡Creo que ni el mismísimo Voldemort te aterra tanto!
- ¡Ron! - Le reprochaba Hermione. La chica se sentía bastante culpable por haberlos arrastrado a un castigo conociendo el infundado miedo de Neville hacia Snape, aunque más que miedo parecía fobia.- Ya Neville, ya verás que no es tan terrible.
-¿Y tu cómo sabes? Que yo sepa, jamás has tenido un castigo con Snape. Ni con nadie en realidad, señorita perfecta. Además, ¿cómo puedes estar tan tranquila? Serán horas de horror con el murciélago gigante y…
Ron interrumpió su discurso al ver la advertencia de Hermione, pues a Neville parecía estar a punto de darle un ataque cardíaco.
- Bueno. Me importa más la horrible T que voy a obtener por la poción que hice hoy…- Agregaba Hermione.
- ¿Aún te atreves a llamarle poción a esa cosa? Yo ya comenzaba a pensar que estabas haciendo plasticina Play-Doh en tu caldero.- se burlaba Ron, quien disimuló tener un repentino ataque de tos al sentir el codazo de Harry en las costillas mientras este último le susurraba:
- No tientes tu suerte Ron. Estás entrando en campo enemigo. Y ya sabes lo que dicen, soldado que arranca…- Justo en ese momento comenzó el ataque de tos y ambos desaparecieron tras el retrato de la Dama Gorda con una muy mal fingida excusa.
- Bien Hermione… al menos estamos juntos en ésta.- Dijo ya más animado Neville, mirándola con una sonrisa nerviosa.
Ante lo cual la castaña no supo si eso significaba un consuelo o un problema más.
Ya en la hora de la cena, los chicos comían alegremente, olvidados del episodio de la tarde. En el momento en que comían el postre, Entraron corriendo Fred y George con gran alharaca y se dirigieron a la mesa de su casa.
- ¡Oigan todos!- Gritaban los gemelos.- ¡Al parecer Peeves ha logrado colarse a nuestra sala común y está haciendo monadas con la ropa interior de las chicas! ¡Tienen que verlo!
Ante las palabras de los Weasley, la casa Gryffindor en pleno salió corriendo hacia su torre. Las chicas en busca de sus pertenencias y los chicos corriendo lo más rápido que podían para alcanzar a ver el gratuito show que debía estar dando el poltergeist.
Y en efecto, cuando todos hubieron llegado, vieron con risa y espanto su casa convertida en un desorden y a Peeves con un brassier como sombrero y unas bragas que utilizaba a modo de resortera con la cual no se cansaba de tirar calcetines a quien se atreviera a cruzarse por su campo de visión.
Una vez que se hubieron deshecho del intruso las chicas, rojas de vergüenza, comenzaron a reconocer sus prendas y los chicos a ordenar el desorden sin disimular las sonrisas y burlas a sus compañeras.
- Neville… ¿Me puedes alcanzar aquella camiseta, por favor?.- Preguntaba distraídamente Hermione mientras tomaba un calcetín que estaba debajo de un sillón.
El chico se puso pálido cuando vio a su amiga y fue incapaz de articular palabra alguna. Con suerte conseguía balbucear algo mientras sostenía una estúpida expresión en el rostro.
- ¡Vaya, hombre! Si tan sólo es una camiseta.- Replicó Hermione con enojo.
- S-S-Snape.- Soltó Neville, al fin.
La expresión de Hermione cambió radicalmente.
- ¡Correee!.- Gritó, mientras se dirigía atolondradamente hacia la entrada de su sala común y echaba a correr por los pasillos en dirección a las mazmorras.
Ambos chicos corrían como si se les fuera la vida en ello. Seguramente habrían pasado casi media hora ordenando el desastre que había dejado Peeves, olvidando por completo el castigo con Snape.
Hermione iba adelante y Neville le seguía unos pasos más atrás, esquivando como podía a alumnos, estatuas y armaduras. De pronto escuchó un rasguido y notó que Hermione se detenía bruscamente, como si hubiese chocado con algo invisible. La chica se había atorado accidentalmente en la punta de la espada de una armadura y su túnica se había roto.
- ¡Anda! Toca la puerta, yo te alcanzo enseguida.- Decía mientras intentaba librarse de las oxidada estructura de metal que ahora le reprendía furiosamente produciendo unos chirridos horribles.
Justo en el momento en que Snape abría la puerta, apareció Hermione tras Neville, jadeando y con la túnica rasgada desde el hombro hasta la espalda.
- L-Lo… lo sentimos… nosotros…
-Silencio.- Les cortaba el hombre, mientras se hacía a un lado y les hacía pasar.- No me interesa el motivo de su retraso. O el por qué su túnica está destrozada, señorita Granger.- agregó, levantando una ceja.- Les dije claramente que no quería demoras. 50 puntos menos para cada uno. Ahora… su castigo.
Estaba claro que disfrutaba del momento. Tenía a dos Gryffindor a su entera disposición. Nada mejor para liberar tensiones que descargar sus odiosos comentarios con alumnos de la casa que más odiaba.
- Bien, necesito que uno de ustedes se quede aquí extrayendo las vísceras de aquellos sapos azules. El otro irá a la despensa de ingredientes, en el primer piso. Vigilado por Filch claro está. No me arriesgo a ser víctima de otro robo.
Esto último lo dijo mirando agudamente a Hermione ya que hacía algún tiempo ella había sacado ingredientes de ahí para hacer la poción multijugos, pero eso él jamás lo habría comprobado.
- Yo… yo haré lo de los sapos.- Dijo con asco Hermione, mirando hacia el nada tentador balde que esperaba en un costado. Pero se lo debía a Neville. Éste suspiró aliviado y salió lo más rápido que pudo del despacho de Snape, dirigiéndole una agradecida sonrisa a su amiga.
Una vez solos, Snape se giró hacia Hermione y tendió su mano ante ella, con la palma hacia arriba. Hermione le miró sin comprender.
- No le estoy invitando a una pieza de baile, Granger. – Dijo éste con desdén.- Quiero su varita. Limpiará eso sin magia.
A Hermione casi se le escapa el alma.
- ¿Sin magia?.- Replicó con un hilo de voz.
Su profesor, que estaba disfrutando a más no poder la situación, agregó:
- Oh, pero descuide. Lo hará con guantes.
La Gryffindor le miró con desconfianza.
- ¿Guantes de lija, acaso?- respondió al no creer la "preocupación" de Snape.
- Ya veremos cuanto dura su mordacidad, Granger. Por ahora comience a destripar ranas.- Le dijo mientras le pasaba unos gruesos guantes de piel de dragón.- Y por cierto, son venenosas. Por eso los guantes.
Hermione le dirigió una mirada antipática mientras éste se alejaba hacia su escritorio y comenzaba la corrección de algunos pergaminos.
Pasó algunas horas concentrada en su labor. Estaba acalorada por el trabajo y el fuego de la chimenea encendida en el despacho. Había abierto un poco su blusa y su túnica permanecía cerca de la puerta, lejos de donde pudiera mancharse. Unos rebeldes mechones caían cada tanto sobre su frente y se empapaban con un poco del sudor de la misma. De pronto levantó la vista y se encontró con la intrigante mirada de su profesor. No supo cómo, pero se perdió unos instantes en ella. Su corazón comenzó a latir más rápido y su boca se entreabrió un tanto. Ante el descuido, el estómago de una rana cayó sobre su pierna, volviéndola a la realidad. Por suerte los interiores de esos animales no tenían veneno alguno, sólo la asquerosa y desagradable sensación de la viscosidad de la entraña sobre su piel. Mientras recogía aquella masa rosácea, se preguntaba si lo que había visto en los ojos de su profesor hacía tan sólo unos segundo fue… ¿deseo?
Tan repentina como la conexión anterior, su profesor se levantó de su silla y se dirigió hacia ella, interrumpiendo sus especulaciones.
- Es suficiente por hoy, Granger.- Dijo bruscamente cuando estuvo a su lado.- Vaya a buscar a Longbottom y váyanse a su sala común. Volverán mañana a terminar sus labores.
- Sí, señor.- Asintió ella, dejando los guantes a un lado y tomando su túnica para salir de ahí bajo el intenso escrutinio de su profesor.
Al llegar a la despensa de ingredientes notó que no había nadie ahí, seguramente Neville había terminado ya y ahora descansaba plácidamente en su cama. Bien por él, mañana no tendría que volver a las mazmorras a diferencia de ella que tenía más de un par de azules ranas putrefactas aguardando con ansias su vuelta. Mientras caminaba a la torre no podía dejar de pensar en la sensación que había experimentado en el despacho de Snape. Con un flojo movimiento de su mano alejó todo rastro de pensamientos absurdos y se enfocó en los millones de deberes que aún le quedaban por hacer.
Bueno, ese sería el primer capítulo, ojalá les haya gustado!
Gracias por leer!
Saludos!
Asorthya
