Según en una entrevista de J. McGonagall nació en 1925)

El 1 de septiembre de 1941 era un día, que curiosamente, regalaba templados y cálidos rayos de sol a los habitantes de Londres, anunciando el fin del gélido invierno y la llegada de las suaves brisas de la primavera. Definitivamente era un día especial para los londinenses, pero aun más especial, para los jóvenes estudiantes de Hogwarts que hoy, después de unas largas vacaciones, dejaban sus hogares para volver a la rutina de estudios y cumplimiento de deberes de hasta un metro y medio de pergamino, según el profesor.

En la estación de King Cross, como todos los años alrededor de las 11 en punto, familias de jóvenes brujas y magos, se encaminaban hacia los andenes 9 y 10 para atravesar una barrera mágica, que separaba el mundo mágico del muggle. Una vez traspasada la barrera, se podía distinguir el gran y espacioso andén 9¾, sin mencionar un imponente tren de color rojo y negro, conocido como el Expreso de Hogwarts. Alrededor de este, se encontraban varios grupos de estudiantes conversando, riéndose y contando uno que otra anécdota vivida en sus vacaciones. Otros por el contrario se encontraban un tanto asustados, ya que era la primera vez que estaban en lugar así. Este era el caso de los alumnos nuevos, procedentes de familias muggle o no, todos podían sentir la misma emoción que les embargaba estar en un lugar así… ¿Tan mágico, tal vez?
Esta era la pregunta de una joven, que acababa de traspasar la barrera junto a su madre y sus dos hermanos, que la iban a despedir, antes de su viaje de regreso a Hogwarts. La muchacha poseedora de unos ojos verde esmeralda que conjuntamente combinaba con su túnica del mismo color, tenía un cabello castaño oscuro recogido en un sencillo tomate cubierto por un sombrero puntiagudo de color negro y de unos finos rasgos que se veían interrumpidos por unas gafas de cristal.

Una sonrisa se formo en los labios de la joven bruja que miraba todo con añoranza."Mágico" repitió la palabra mentalmente en su cabeza y volvió a esbozar una sonrisa, pero más pequeña que la anterior. Literalmente todo era mágico a su alrededor, su mundo era mágico y estaba feliz de poder pertenecer a él. Estaba emocionada, pero no porque fuera la primera vez que estaba ahí, al contrario que los temerosos niños que podía divisar a su alrededor, la bruja de 16 años, recién cumplidos, estaba por cursar su quinto año en Hogwarts. De cierta forma se sentía nerviosa y ansiosa al mismo tiempo, este año le esperaban los famosos y temidos TIMOs, aunque siempre sacaba en sus exámenes EXTRAORDINARIO, temía que esta vez no fuera así, para ella lo más importante, siempre, habían sido sus calificaciones. Sus pensamientos se vieron disipados cuando otra joven de la misma edad de la chica de ojos verdes, tapo con ambas manos, ambos cristales de los lentes de su víctima, sin ejercer demasiada presión para no lastimarla. La castaña ni se inmuto y se quedo totalmente quieta.

"! Adivina qui-"La joven se vio interrumpida por la rápida respuesta de víctima.

"Augusta Longbottom"-dijo serena y con una sonrisa de satisfacción en el rostro, que rápidamente se esforzó por borrar. Inmediatamente la chica la libero a su presa del agarre y soltó un bufido de frustración.

"pff… ¡vaya minnie!, no te eh visto por meses, por lo menos esperaba que me dejaras jugar o tal vez…que me dejaras terminar de hablar "dijo esbozando una sonrisa amigable apenas termino la frase.

La castaña se dio media vuelta, para encontrarse con una joven de su misma estatura, de tez blanca y de cabello negro amarrado en una coleta. Reprimiendo la risa, por frustrar el plan de su amiga, alzo una ceja y se cruzo de brazos.

"Primero que nada-dijo acomodándose los lentes-mi nombre es Minerva y ya deja de llamarme Min, Minnie, Mine, Nerva…-Dijo enumerando con los dedos de su mano derecha los apodos por los que solía ser llama por sus amigos.-"Segundo, es muy fácil reconocer tu perfume…además, nadie aparte de ti me haría tal broma"-dijo sonriendo ("por fin, sonríe" pensó la pelinegra).

Antes de que Minerva pudiera reaccionar, su amiga se había abalanzado, literalmente sobre ella, dándole un efusivo abrazo acompañado de un gran ¡FELICITACIONES! , pero no solo por parte de su amiga, si no que por todos los jóvenes, que en un abrir y cerrar de ojos habían aparecido a su alrededor, la mayoría de ellos Gryffindor, y amigos de Minerva que no paraban de lanzar confeti en todas direcciones. Minerva estaba perpleja y algo sonrojada por lo inesperado que había sido el hecho. Lo único que pudo hacer fue corresponder el abrazo a su amiga y murmurar un "Gracias ". Dudaba si en realidad conocía el motivo de la celebración, pero de un momento a otro cayó en cuenta de cuál era el motivo, con tan solo ver a su, literalmente, pequeño amigo y a la vez rival: Filius Flitwick.
Se separo de su amiga y al instante le siguió unos par de abrazos y felicitaciones mas. Cuando ya no había nadie más que la felicitara, se acerco a Filius, que estaba con un joven que no hacía más que hablar de los últimos acontecimientos internacionales y magos tenebrosos. Ella se planto enfrente de ambos y lo miro analíticamente, especialmente a Filius.

"Me pregunto cuándo se será el día en el que a Filius Flitwick, se le escape algo"-Dijo Minerva mirando a un pequeño joven con gafas que vestía el uniforme perteneciente a Ravenclaw."Me podrías explicar ¿Cómo te has enterado?"-Dijo ella como si acabaran de revelar su más oscuro secreto.

"Oh! Min, felicidades! Ya me imaginaba que te harían prefecta de los leones"-Dijo el pequeño joven mago, ignorando olímpicamente la pregunta de Minerva. Sonrió con suficiente después de un momento y limito a decir "Contactos mi querida amiga, contactos. La información es poder" y comenzó a reírse de la cara de desconcierto que había puesto ella al escuchar su respuesta, junto con el otro alumno. Ella se limito a sonreír, mientras movía la cabeza de forma negativa.

"Por cierto,"-Dijo, por fin hablando el tercer integrante del grupo-"Excelentes, instintos McGonagall, no muchos magos son capaces de confiar 100% en sus sentidos, sobre todo en el olfato. Tienes los instintos de un felino, pero no debes confiarte de ello, siempre debes estar en-"

¡ALERTA PERMANENTE!-Dijeron Filius, Minerva y Augusta que se acababa de unir al grupo.

"Lo sabemos Alastor"-Dijo Augusta sin poder contener la risa. Los tres rompieron en sonoras carcajadas al ver la mirada de fastidio que les regalaba uno de ellos.

"Ya verán lo útil que pueden ser mis consejos cuando un Mortifago esté a punto de matarlos"-Dijo en un tono de desdén.

"Tranquilo, Moody, contigo cerca no creo que eso pase nada"-Dijo un chico, que tenia melena por cabello, y le llegaba hasta los hombros, se acerca y que había oído la conversación."Felicitaciones, compañera prefecta"-Dijo mirando fijamente a Mcgonagall.

"Gracias, Rufus, lo mismo te digo"-Dijo Minerva devolviéndole la mirada.

"Hey!, Rufus, espero que te unas a nuestra pequeña celebración en nuestro vagón. Poppy y Pomona se han esmerado mucho"-Dijo Filius mirándolo con expectación.

"¿Que? ¿Ya han llegado? Supuse que las estábamos esperando"-Pregunto Minerva.

"A la única que estábamos esperando era a ti, Srta. Perfección"-Dijo Filius en tono burlón.

"Y ya que tú lo sabes todo… ¿Dónde está Amelia?-Pregunto Mcgonagall

"Oh! Ella está ayudando a la decoración, por supuesto"-Dijo con cierta emoción en su voz, que para Minerva no paso desapercibido y no puedo evitar sonreír ante el actuar de Filius. Este al principio la miro sin comprender, pero al cabo de unos segundo entendió y antes de que Minerva pudiera decir algo se dirigió a Rufus-¿Y bien, Scrimgeour, que dices?-Pregunto, frustrando la oportunidad de Minerva para molestarlo.

"Claro, cuenten conmigo"-Dijo Rufus.

Minerva, olvido completamente la idea molestar a su amigo y se concentro en todo lo que habían hablado que no tenía la mas mínima idea de lo que se trataba. Cuando cayó en cuenta, estaba a punto de reclamar. ¿Hacer una fiesta en el tren? Definitivamente eso debía romper alguna regla, y ella en su rol de prefecta, no podía andar rompiendo reglas, sino que, debería evitar que alumnos alocados, rebeldes o simplemente sus amigos se abstuvieran de hacer tales cosas que fueran en contra del estatuto del colegio. Está por comenzar a sermonearlos, cuando el silbato que avisaba que debían abordar el tren, se hizo sentir. Ya tendría tiempo para reprocharles sus acciones.

"Bien es hora de irnos"-Dijo Rufus, mientras se estiraba.

Todos comenzaron a abordar y otros a despedirse de sus respectivos familiares.

"¿Vienes, Min?-Preguntó Augusta

"¿Qué?-Dijo buscando, con la mirada a su madre y a su hermano menor."No adelántense, yo sé dónde encontrarlos". Y sin más se fue corriendo a toda prisa, no quería quedarse abajo del tren.

No muy lejos del grupo de jóvenes que habían hecho un pequeño escándalo, se encontraba dos niños de aproximadamente uno años, ambos tomado de la mano de su madre. Ellos habían visto la escena donde su hermana había sido prácticamente vitoreada, la miraban con profunda admiración. Su madre, que también había visto la escena, no pude sentirse más orgullosa de su hija. Ella se inclinó un poco, hacia ellos, y pudo ver que los ojos de los niños brillaban de emoción y que ambos estaban clavados en la figura de su hermana. Ella solo sonrió.

"Hey, tranquilo, solo faltan dos años"-Dijo susurrándole, al mayor de ambos y poso una mano sobre su hombro. El niño se giro hacia ella y solo asintió con una gran sonrisa. Los tres pudieron escuchar el silbato que anunciaba la partida de Minerva y se apresuraron a buscarla con la Mirada. En cuestión de segundos, la vieron correr hasta ellos.

"Bien…tengo que irme"-Dijo con nostalgia y voz quedada.

Su madre, fue la primera en abrazarla, y le susurro en su oído lo muy orgullosa y feliz que se encontraba por ella. Sus hermanos al notarla triste, no pudieron no imitar su expresión. Al más pequeño comenzaron a escocerles los ojos. Minerva, luego de haber cerrado los ojos por unos segundos los volvió a abrir y miro por encima del hombro de su madre.

"Hey! Malcom, Robert"-dijo mirando a cada uno alternadamente, después de soltarse del fuerte agarre de su madre-"Muchachos, no se te pongan así, ¡volveré!, y así podremos jugar todo lo que ustedes quieran ¿sí?"-Se agacho para poder estar a su altura-"Sólo prométanme que, aunque yo no esté en casa: se portaran bien, cuidaran y ayudaran a mamá, harán sus deberes y se esforzaran al máximo"-Ellos solo volvieron a asentir, aun nostálgicos, y se abalanzaron sobre ella dándole un fuerte abrazo y diciéndoles lo fantástica que era y cuanto la extrañarían.

" Ya saben que cualquier cosa, pueden enviarme una carta, vía lechuza"- Les guiño un ojo a ambos y miro a su madre por el rabillo del ojo.

Rápidamente se incorporo, retrocedió unos cuantos pasos y haciendo un simple gesto con la mano a modo de despedida, el cual fue contestado por el trió, y sin más se dio media vuelta y se encamino a toda velocidad hacia el tren.