Los cerezos comenzaban a florecer

¡¡Uwuaaaaah!! ¡Misu reportándose a batalla! ¡Dios! ¡No pensé que haría esto!

No sé que comentario hacer para comenzar, creo que los dejaré todos para el final, sólo tengo dos comentarios que hacer:

Este fic lo estoy sacando gracias a la sugerencia de una de mis lectoras en el pasado fanfic que escribí: "In This Night I…" . La idea supongo que se quedó dando vueltas en mi cabeza y salió con la Ayuda de una amiga.

Los personajes que aparecen en este fanficiton no me pertenecen, la mayoría, son propiedad de Natsuki Takaya, creadora de Fruits Basket, pero en este fic, agrego mis propios personajes, los cuales, obviamente, me pertenecen al 100 por ciento.

Extra comment: Gracias por leer! Espero les guste, y dejen reviews, esto a penas es un prólogo.

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The Re-born Of The Curse

El Renacimiento de la Maldición

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Prologue

Prólogo

Los cerezos comenzaban a florecer. Eran finales de Marzo y el clima resultaba bastante agradable en la ciudad, había sol, pero las nubes cubrían sus rayos, creando la atmósfera de tranquilidad representante de la época del año. Primavera. Un tenue viento soplaba haciendo que una lluvia de pétalos bañara la ciudad y sus calles, así como a los transeúntes que se encontraban fuera en tan apacible día. Podía clasificarse como un momento de esos en los que todo parece un sueño, en que no sabes si sonreír por felicidad, tranquilidad, o la embriagante fragancia de aquellas miles de flores que en estos tiempos se abrían al mundo.

A lo lejos, por la calle, se notó acercar una figura, una femenina, que subía por la calle cuesta arriba, cargando en la mano izquierda una bolsa rebozante de víveres y alimentos. Llevaba puesta una blusa rosa de cuello en V, con manga larga, a tres cuartos (N/a: o sea que no llegaba exactamente a la muñeca, sino que era un poco más corta.), una falda azul oscuro, larga que llegaba a la mitad de su pierna, y un par de sandalias con tirantes color rosa. Su largo cabello castaño, recogido en una trenza un poco floja, se mecía conforme caminaba. A su lado derecho, otra melena castaña, solo que más corta, ondeaba con el viento.

En su brazo derecho, aquella mujer cargaba a un infante, como ya mencioné, del mismo color de cabello, pero más corto. Llevaba puesto un pequeño overol azul, sobre una camisa del mismo color pero de un tono claro, que resaltaba los ojos verde-azules del pequeño, la forma de estos era alargada, y demostraban una gran dulzura y timidez, así como la inocencia característica de un niño.

El pequeño permanecía agarrado al hombro diestro de la mujer, mirando el camino frente a sí. Su piel era clara… Su cuerpo era pequeño, esbelto y frágil, tal como debe ser la fisonomía de un niño de 3 años.

Lograron subir la calle empinada, y siguieron su camino discretamente por la ciudad, girando en una esquina… Un barrio completamente apacible y limpio. Se detuvieron al fin frente a un pórtico de cemento, con una puerta a la entrada de madera. La mujer bajó al niño por unos instantes, dedicándole una dulce sonrisa, mientras el pequeño se tomaba con una mano de su falda. La chica empujó la puerta para que se abriera, bajó la mano y tomó la del chiquillo, pasando por el portal hasta entrar, para luego soltarlo, dejando al infante cerrar el enorme portón, que aunque de tamaño considerable, resultaba ser fácilmente movible.

Atravesaron un camino de piedra, rodeado de el césped perteneciente al patio, para llegar a la entrada de la casa y subieron unos cuantos escalones, el niño claro, ayudado por la mujer, abrieron la puerta y pasaron hasta entrar a un pequeño cuarto, luego cerrando la puerta, donde se quitaron el calzado para reemplazarlo por una par de cómodas sandalias, ambas de número específico para cada uno de ellos. Al subir al piso (N/a: Ya saben, ese lugar donde se cambian los zapatos están en un desnivel) el niño cobró confianza, y se adelantó, caminando por el lugar, siendo seguido por la dama…

- Ya llegué – Anunció la mujer al momento de pasar, cambiando la bolsa del mandado de mano, sin recibir respuesta.

Prosiguió su camino discretamente por la casa hasta llegar a una cocina y, en la mesa que se encontraba en el centro de la habitación, colocó la bolsa, luego dejando escapar un suave y sereno suspiro de entre sus labios, se giró un poco mientras el niño se acercaba, lo observó y sonrió, hincándose un poco y abriendo sus brazos, para que el niño se acercara y se apegara a ella. Lo cargó en brazos, abrazándolo.

- Vamos con tu papá, Kakyou – Le sonrió dulcemente, girándose un poco y emprendiendo camino, atravesando un largo pasillo que conectaba con el patio, poco a poco, algunos ruidos y estruendo se hacían escuchar.

La mujer bajó unos escalones al final del pasillo, y atravesó por un tramo de césped, que conectaba a una entrada lateral. Subió los tres escalones que la llevaron hacia el zaguán, y se detuvo.

Aquella dama comenzó a buscar con sus ojos azules por el lugar, y después detuvo su mirada, divisando al centro del cuarto a un apuesto hombre esbelto y fornido, que se encontraba de brazos cruzados, dando algunas órdenes, la chica se mantuvo escondida a la orilla de la puerta, con el niño en brazos. En un momento, la mirada del caballero se fijó en la chica, y comenzó a avanzar por los colchones que tapizaban la mayoría del suelo del lugar.

Al llegar a ella, sonrió con suavidad, y miró al niño que la mujer cargaba.

- Papá – Exclamó con suavidad el pequeño, estirando sus brazos hacia el hombre, que a pesar de tener un cuerpo bien formado y con músculos, no dejaba de tener una apariencia fina y delgada.

- Kakyou – El hombre extendió sus manos al niño y lo tomó en brazos, con dulzura, bajando su rostro hacia el chico y besándole la frente, mientras sus cabellos anaranjados caían sobre los castaños del infante.

La mujer sonrió mientras los miraba.

- Venía a preguntarles qué querían comer… - Musitó la castaña, observando con sus ojos azules al hombre, quien alzó su vista a ella, y reincorporándose, se giró un poco.

-¡Kyoko..! – Exclamó.

Dentro del lugar, se alcanzó a divisar a una niña, de unos 7 años. Era pequeña y su cabello castaño llegaba a sus hombros, recogido en una media cola. Los ojos de la niña eran grandes y redondeados, de color marrón, como los de aquél caballero, en su mirar mostraba algo de fiereza, que se calmó al escuchar su nombre, volviendo el rostro hacia el Hombre que le llamaba. Al divisarlo, sus ojos vagaron hasta posarse en el rostro de la mujer, quien le sonrió de manera dulce.

- ¡Mamá! – Gritó sonriendo, girándose hacia los adultos que le esperaban en la entrada y apresurándose corrió en dirección e ellos. Al acercarse, con una sonrisa, se abrazó a las piernas de su madre, llegando más o menos a sus caderas. La mujer le respondió el gesto con unas caricias en el rostro, de manera alegre.

- Kyoko-chan, ¿cómo te está yendo con el entrenamiento? – Le dijo de manera amable

- Bien, mamá. ¡Papá dice que estoy avanzando mucho! ¡Pronto le voy a ganar! – Sentenció la niña

- Ja, ya quisieras. Aún te falta mucho. –Dijo el Hombre de cabello anaranjado, mirando hacia fuera mientras sostenía al niño, provocando que la niña le sacase la lengua por unos instantes.

- Bueno, Kyoko-chan, ¿qué deseas comer?

- ¡Ah! Quiero comer estofado y bolas de arroz con carne, mamá – Dijo animada

- Sí, bolas de arroz… -Sonrió el pequeño niño

- Ah, ¡no seas copión, Kakyou! O.ó – Le recriminó soltándose de la mujer y señalando a su hermano menor de manera desafiante

- No copio… Yo también quiero bolas de arroz… -Dijo algo intimidado y de manera inocente.

- Vamos, no se peleen, iré a preparar la comida… Kyo, ¿quieres algo más...? – La mujer miró al joven frente a ella, que le miró fijamente, provocando que la chica se sonrojara levemente… Llevaba al lado de ese hombre 8 años, y se seguía estremeciendo cada vez que le miraba a los ojos.

- No, Guisado y bolas de arroz está bien – Le contestó de manera cordial, aunque un poco seca.

- Está bien, iré a preparar todo entonces.

- Mami… - le llamó el niño.

- ¿Si? – Los ojos de la mujer se fijaron en los de su hijo

- ¿Me puedo quedar aquí con mi papá?

- No sé… - Le sonrió dulcemente, acercando su rostro al del pequeño, recargando su frente en la de él- Pregúntale a tu papá… -Se separó un poco, colocando luego su mano en la cabeza de su hija.

- Papi… -El niño alzó la vista, de manera tierna y miró a su padre.

- …Está bien… -Se resignó… Y aceptó la petición de su hijo – Yo lo cuido, Tohru. – Dijo volviendo la mirada a su actual esposa.

- Muy bien, les avisaré cuando esté la comida – Le sonrió.- Se portan bien… - Se giró y comenzó a bajar las escaleras, para después dirigirse a regresar a la cocina.

- Kakyou, no vayas a estorbar mi entrenamiento, ¿entendiste? – Le rezongó la niña al pequeño

- Yo no estorbo… - Recriminó en niño, en brazos de su padre, mientras los tres se internaban de nuevo en el Dojo perteneciente a Kyo Sohma, padre de ambos niños.

Así es… Kyo Sohma y Tohru habían contraído matrimonio cuando ambos tenían 20 años de edad… Su primer hija, Kyoko, había nacido alrededor de un año después del casamiento. Era una niña Algo agresiva, practicaba las artes marciales y era bastante fuerte en ellas para su edad. Tenía la forma de los ojos de su madre, pero el color y la fiereza en la mirada que tenía su padre. Su cabello era castaño, justo como el de su progenitora. El nombre decidieron dárselo en memoria a su fallecida abuela, Kyoko Honda. Tohru no había encontrado mejor manera de honrar su madre que ponerle el nombre de ella a su primera hija.

Tres años después, Kakyou, hijo menor de la pareja, nació… Aunque su aspecto era casi el mismo que el de su padre, había heredado de su madre la mirada, y el color de cabello al igual que su hermana. Su actitud era amable y dulce, algo parecida a la de su madre, sólo que en él, resaltaba más su timidez y tranquilidad.

Tohru se había convertido en ama de casa. Después de salir de la preparatoria, continuó con su trabajo, incluso después de haberse casado, y sólo hasta el nacimiento de su hija, para desde entonces dedicarse a sus quehaceres en casa. Había madurado físicamente, ahora era más alta y su cabello era un poco más largo, y solía llevarlo más tiempo recogido que suelto, como solía hacer hasta que dio a luz a su hija.

Kyo después de graduarse, comenzó a trabajar más en el dojo, junto con el Maestro, su padre, ayudándole con la enseñanza a los nuevos aspirantes. Poco después, al nacimiento de su hija, Kyo recibió el Dojo como herencia de Kazuma (N/a: O sea, el maestro… O sea, su padre), quien se mudó, dejando su legado a ese niño que protegió desde pequeño. El cuerpo de Kyo se había desarrollado, su cabello estaba igual de largo, quizá un poco más que cuando era adolescente. Sus músculos estaban marcados, pero su figura seguía siendo esbelta y aún así masculina. Sus facciones se habían denotado y lo habían transformado de un chico lindo a un adulto joven muy apuesto y llamativo.

Todo esto había transcurrido 10 años después de la graduación… Pero esto es sólo un prólogo de lo que nos espera en esta nueva historia, la cual, se desarrollará 6 años adelante, cuando Kyoko tiene 13 años y su hermano Kakyou 9. Desde el momento en que los anteriores protagonistas salieron de la preparatoria, hasta la actualidad, han transcurrido 16 años, en los cuales, diversos nacimientos han sacudido a los miembros de la familia Sohma, algunos menos esperados, otros sorpresivos y tal vez algunos no planeados, pero poco a poco, todos estos acontecimientos, llegarían a un nuevo punto de colisión… ¿Acaso la maldición no ha terminado? ¿Acaso el sentimiento del odio es tan profundo que puede evocar una nueva y más potente maldición sobre los de apellido Sohma? Esta vez, la felicidad logró escaparse de las manos, y ahora la pena de restaurarla pasó a hombros de los hijos de los anteriores hechizados…

….Así comienza… ¿Cómo termina?...

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¡! Ni sé qué decir. La verdad, no es continuación de mi fic, In This Night I, es sólo que decidí hacer un Fanfic sobre los hijos de los personajes, y como no sé en qué demonios acaba Fruits Basket, decidí proseguirlo conforme al final de mi Fanfiction.

Esto es apenas un prólogo, sin embargo la base de la historia, y en completa diferencia a la de ITNI (In this night i…), ya ha sido conformada. Viene mucho por delante.

Será una historia algo dramática y emotiva… O al menos lo es en mi visión a futuro, así que les suplico que no se adelanten a conclusiones, y les pido de favor que antes de desechar la historia (si es que no les ha llamado mucho la atención), lean al menos el primer capítulo.

Posiblemente este fic no sea tan leído como ITNI, pero, me gustaría al menos tratar de encontrar la respuesta.

Por último, sólo puedo decirles que…

ESPERO SUS REVIEWS

Jajaja, y es porque me gustaría saber si les llama la atención la historia y quieren que siga publicándola, o si de plano, mejor la borro. Quejas, Sugerencias, Amenazas y Felicitaciones… Lo que sea, pero espero que me respondan con sus opiniones en un review, porque en ello me baso para escribir.

De ante mano, gracias n.n

See Ya

Misu Hiwatari