Aclaraciones: Digimon no me pertenece. Ains, lástima.
Parejas: Mimato y Taiora.
Nota: Reto que Roww de las praderas del amor me pidió en el foro que, si queréis conocerlo, id a su perfil y ahí encontraréis la dirección.
Advertencias: Pues, quizás alguna que otra palabrota… es que se me escapan.
El plan
Capítulo uno: Cuando parecía que todo saldría bien…
Casi saltó de su silla de alegría cuando el timbre que daba por finalizada la clase sonó. Recogió un poco sus cosas, cerrando el libro junto con su libreta y colocando todos sus bolígrafos dentro de su estuche deseando salir ya de esas cuatro paredes. Giró su rostro hacia la mesa de atrás, donde Izzy parecía que se había vuelto sordo ya que era el único en la case que aún seguía sentado en su silla resolviendo los ejercicios.
—Izzy—Mimi colocó sus dedos entre el papel y los ojos del pelirrojo y los chasqueó varias veces, intentando llamar su atención. El chico alzó la mirada. —Ya ha tocado el timbre.
—Oh, cierto—se percató al ver que la clase estaba a punto de vaciarse—Enseguida termino y nos vamos—dijo para luego volver de nuevo a los ejercicios.
Mimi se quedó observando el papel donde el pelirrojo iba escribiendo a una velocidad impresionante el ejercicio. A veces dejaba de escribir y murmuraba cosas para sí mismo haciendo los cálculos que requería el problema mentalmente y después se apresuraba a escribir la solución. La castaña se quedó embobada ante la rapidez con la que resolvía el problema, cuando ella misma se tardaba mínimo diez o quince minutos para resolver un maldito ejercicio o una operación. Aunque bueno, se trataba de Izzy, e Izzy era un genio.
—Listo—proclamó al terminar—Ya podemos irnos.
—Tienes que enseñarme a hacer eso, Izzy. Es impresionante—le pidió Mimi mientras dejaban el aula y se encaminaban hacia la cafetería.
Él le sonrió.
—Todo es cuestión de práctica. Y bueno, supongo que como me gustan las matemáticas me resulta más fácil de entenderlas.
Mimi arrugó la nariz, dando una muestra de asco.
—Entonces me temo que nunca voy a poder resolverlos como tú—admitió haciendo reír al pelirrojo.
Cuando entraron por la puerta de la cafetería localizaron, sentados en una mesa a la derecha, a Tai y Sora hablando animadamente y riendo entre ellos. Mimi no pudo evitar sonreír ante esa escena. Esos dos hacían una pareja perfecta. La pena era que él vivía en las nubes en el tema de las mujeres y ante ese comportamiento ella pensaba que de su parte solo tendría una enorme y perfecta amistad, solo eso.
Qué equivocada estaba.
—Hola chicos—les saludaron Mimi y Izzy al llegar.
—Qué tal—contestó Sora por los dos.
—¿Hoy no te has perdido el descanso por estar castigado? Que yo sepa todos los miércoles te los pierdes porque el profesor Satoshi te castiga—comentó divertido Izzy.
—Pues hoy no—expresó satisfecho el castaño colocando ambas manos tras su nuca y apoyándose en el respaldo de la silla. —Ha estado a punto, pero gracias a Sora he podido entregar el trabajo que me mandó hace tres días. Tendríais que haber visto la cara que ha puesto cuando le he entregado el trabajo de diez mil palabras—rió al recordar cómo los ojos de su profesor se habían abierto exageradamente.
—Así que le has ayudado—le susurró disimuladamente Mimi a su amiga acercándose un poco a ella. —Por eso desaparecías misteriosamente por las tardes ¿no? —movió sus cejas.
—Cállate que te va a oír—masculló Sora sonrojada ante el tono insinuante que Mimi había usado. Precisamente por eso no le había contado nada, porque sabía que todos los días Mimi estaría detrás de ella alentándola a que tomara la iniciativa con Tai.
La castaña chasqueó la lengua y volvió a sentarse correctamente. Si hubiese sabido que su amiga estaba todas las tardes con Tai, ellos solos, habría ideado un plan para que esos dos terminasen de dar el paso. Tanto ella como Yolei y Kari habían estado intentando convencerla de que le confesase a Tai lo que sentía por él. Si era cierto que el castaño era un poco distraído con esas cosas, pero si sabías observarlo bien, te dabas cuenta de que el modo en que miraba a Sora significaba que sentía más que amistad por ella. Solo que él no se daba cuenta. Por otra parte, la pelirroja se empeñaba en decirles que esas miradas solo estaban en sus imaginaciones porque eran tantas las ganas que ellas tenían de que Tai y ella estuviesen juntos que ya veían cosas donde no las había.
Por eso, Mimi sabía que solo necesitaban un empujoncito y ella estaba dispuesta a dárselo.
Justo en ese momento el móvil de Sora vibró. La chica lo sacó del bolsillo de su falda y leyó el mensaje. Aprovechando que Izzy y Tai se habían enfrascado en una conversación de fútbol en la cual participaba más Tai que el pelirrojo, Mimi se acercó a Sora para leer el mensaje. Solo con leer el nombre del remitente abrió los ojos sorprendida.
—¿Ryo? —exclamó en un susurro para que los chicos no la oyesen.
Automáticamente Sora escondió su móvil y la fulminó con la mirada.
—No seas cotilla.
—¿Ryo? —repitió en un tono más alto.
—Ahora vengo—Sora la ignoró completamente y, tras despedirse de los chicos, se levantó de la silla. Mimi parpadeó y, tras tres segundos de trance, se levantó presurosa tras su amiga.
La pelirroja se había alejado un poco de la mesa y había vuelto a abrir el mensaje, leyéndolo más tranquilamente.
—¿Porqué te mandas mensajes con Ryo? —oyó una voz a sus espaldas.
Sora dio un respingo del susto y se giró hacia la castaña.
—Oh Díos mío, ¿estás saliendo con él, verdad? —se escandalizó Mimi tapándose la boca con una mano.
—¡No digas tonterías! Por supuesto que no.
—Entonces qué dice el mensaje—pidió poniendo las manos en sus caderas.
La chica suspiró. Sabía que Mimi no iba a darse por vencida, así que mejor era terminar con eso cuanto antes. Le tendió el móvil y ella lo cogió rápidamente.
—¡Una cita! —exclamó cuando terminó de leerlo. Miró a Sora. —¿Y qué le has dicho?
—Nada, porque no me has dejado contestar.
—Oh—se lo dio rápidamente—Toma, contesta. ¿Qué vas a poner?
Sora miró la pantalla de su móvil, donde aparecía la pantalla en blanco para escribir la respuesta.
—A lo mejor acepto—se encogió de hombros— Ryo es guapo.
—Ya sé que es guapo. Pero, ¿y Tai?
Sora bufó.
—Con Tai no hay nada más que una amistad.
—Pero porque vosotros no queréis intentarlo. Si me dejases hablar con él seguro…
—¡No! —la interrumpió—Ni se te pase por la cabeza hablar con él.
—Pero Sora, vas a dejar pasar el chico de tu vida por una cita con otro que ni siquiera conoces. ¿Y si es un psicópata? ¿O un violador? Si solo hablaras con Tai y le dijeras lo que sientes. No te lanzaría a los brazos de un chico si no supiera con certeza que él también siente algo por ti.
—Claro que siente algo por mí. Una amistad de toda la vida, nada más. —suspiró— Además, no me hables de confesar los sentimientos cuando tú estás en la misma situación que yo y tampoco me haces caso.
—¿Situación?
Sora le hizo un gesto con la cabeza para que se girase. Justo en ese momento Matt había entrado por la puerta de la cafetería y en el momento en el que Mimi lo localizó su corazón saltó dentro de su pecho, cosa que últimamente le pasaba cuando lo veía a pesar de que lo que sentía por él empezó hace unos meses. El rubio las miró a las dos y les medio sonrió imperceptiblemente, pero la mente de Mimi guardó de inmediato esa imagen en su cabeza. Seguro soñaría con esa sonrisa durante unos días.
—Te podría decir lo mismo con Matt.
Mimi agitó la cabeza, borrando la imagen del rubio y volvió su atención a Sora.
—Eso es distinto. Yo no conozco a Matt tanto como tú conoces a Tai y tampoco tú sabes con certeza de que él sienta algo por ti.
—A veces te mira.
—Claro, cuando habla conmigo. Eso es tener educación.
Sora puso los ojos en blanco. Ella no se refería precisamente a eso.
—Mira, dejemos el tema. El caso es que no quiero que hables con Tai acerca de esto. Prométemelo.
Mimi infló los mofletes, se cruzó de brazos y frunció el ceño.
—Mimi—insistió Sora.
—Oh, está bien. Vale, no haré nada.
La pelirroja le sonrió agradecida.
—Muchas gracias—la abrazó. —Nos vemos después, tengo que ir un poco antes de que vuelva a tocar el timbre al salón de clase de arte a preparar las cosas. Luego nos vemos.
—De acuerdo.
La pelirroja salió por la puerta y Mimi se quedó ahí parada, inmersa en sus pensamientos. Miró de nuevo hacia la mesa de los chicos y su mirada se desvió sin querer hacia Matt, como siempre. Frunció el ceño. Estaba claro que la historia de Tai y Sora no se parecía en nada a la suya con Matt. Con ellos se veía a simple vista que sentían más que amistad en uno por el otro, pero con ella y Matt no veías nada. Simplemente un trato de amigos ya que ella intentaba por todos los medios que lo que sentía por el rubio no se notase tanto y, en cuanto a Matt, era evidente que no estaba interesado en ella.
Miró de nuevo por el pasillo por el que Sora se había ido. Bueno, había prometido que no haría nada, pero no por eso se le estaba prohibido tener una conversación de amigos con Tai en la que casualmente saldría el nombre de Sora y Ryo, ¿no?
En el segundo descanso andaba por los pasillos en busca del castaño. Se había recorrido las plantas de arriba, la cafetería y un patio, por lo que solo le quedaba el campo de fútbol donde muy probablemente estaría.
Lo localizó enseguida. Jugaba con los chicos de su clase un mini partido, así que Mimi caminó hacia un banco para esperar a que Tai acabase. No se dio cuenta de que justo en ese banco había una persona ya sentada hasta que llegó a pocos metros de ella.
Matt estaba sentado casi en el borde del banco, con la espalda apoyada en el respaldo y las piernas un poco estiradas. Mirada entretenido el partido y tampoco se percató de la presencia de Mimi hasta que la tuvo casi al lado.
—Hola—le saludó ella.
—Hola.
La mirada de la chica se puso en él y después en el banco.
—¿Puedo sentarme? —preguntó. Matt era una persona que a veces le gustaba estar solo y ella no quería romper ese momento.
Pero saltó de alegría interiormente cuando él asintió, dejándola acompañarle.
—¿Qué haces aquí? No sabía que te gustaba tanto el fútbol como para venir a verlo.
El rubio se encogió de hombros.
—Me gusta lo justo. Además, aquí estoy a salvo.
Mimi alzó una ceja.
—¿A salvo?
—¿Te suena el nombre de Jun Motomiya?
—Oh.
Jun Motomiya, la pesadilla andante de Matt. Esa chica no entendía una evasiva ni aunque se lo gritases a la cara y en cuanto veía a Matt desconectaba del mundo y se encargaba de perseguirlo para conseguir una ansiada cita con él.
—No te preocupes, yo te protegeré—le aseguró ella bromeando. Ganas de engancharla no le faltaban cuando había sido testigo del cariño desmesurado que la chica le daba al rubio. Matt la miró y no pudo evitar sonreír de lado ante el comentario.
—¿Y tú a qué has venido? —cambió de tema al ver que ambos se habían quedado demasiado tiempo callados y mirándose.
—Quería hablar con Tai sobre una persona.
—¿A sí?
—Sí. ¿Tú conoces a Ryo Miwa?
El ceño de Matt se frunció ante esa mención. No lo conocía personalmente pero Tai se había encargado de nombrárselo cada vez que hablaban del instituto Hirama. Ryo Miwa era de su edad y era, al igual que Tai, capitán del equipo de fútbol de su instituto. Matt recordó haberlo visto la vez que ambos institutos jugaron un partido. Al muchacho se le veía buena persona, sin embargo a Tai, según palabras textuales suyas, le caía como el culo.
¿Y porqué Mimi iba a preguntarle a Tai sobre ese chico?
—No personalmente, solo de vista.
Mimi le sonrió y volvió su vista hacia el partido y él también. Sin embargo, la cabeza empezó a darle vueltas sobre esa pregunta. La miró de reojo. ¿Por qué tenía Mimi curiosidad sobre Ryo? Estaba esperando a que dijera algo, era Mimi, después de todo, y siempre tenía algo de qué hablar. Pero parecía que hoy no se había levantado con esas ganas. Quizás querría saber si estaba soltero y pedirle una cita. Su estomagó se encogió levemente y Matt exhaló aire, intentando quitarse esa molestia. Tamborileó sus dedos sobre la madera del banco, buscando alguna frase que le diera pie a Mimi a explicarle a qué se debía esa curiosidad. Pero no encontraba ninguna y tampoco quería sonar muy obvio por lo que tuvo que guardar silencio.
Pero vio que sus dudas iban a ser resueltas de inmediato cuando Tai se acercó a ellos. La expresión confusa de su amigo al verles solos y juntos dio paso a una de diversión y socarronería, por lo cual Matt sabía que le esperaba una tarde de incordios por parte de su amigo.
—Ey, parejita, ¿qué tal?
Matt lo fulminó con la mirada y Mimi no pudo evitar sonrojarse. Sabía que el comentario de Tai no era con intención de ruborizarla porque él no tenía ni idea. Pero, maldita sea, más inoportuno no podía ser.
—Bien—contestó ella, relajándose para quitarse el rubor de la cara—Eh, necesito hablar contigo.
—Claro—accedió el castaño. Mimi y Matt se deslizaron cada uno hasta la punta del banco al ver que Tai tenía intenciones de sentarse entre los dos. El castaño abrió los brazos y los apoyó detrás del respaldo. —¿De qué se trata?
—¿Conoces a Ryo Miwa?
En cuanto pronunció su nombre la sonrisa que Tai tenía en el rostro se esfumó de inmediato. Matt mantuvo una expresión de indiferencia sin embargo estaba atento a todo lo que Mimi tenía que preguntar.
—¿El idiota de una neurona?
Matt no pudo evitar sonreír levemente. Tai y su delicadeza.
—¿Idiota de… una neurona? —preguntó Mimi también con una sonrisa ante el comentario.
—Es el apodo que le he puesto. Estoy seguro que dentro de su enorme cabeza solo tiene una la cual usa para jugar al fútbol. ¿Has visto que cabeza tan grande? Parece una almendra gigante. Da gracias que ese chico te diga algo con sentido porque la mayoría de veces que abre la boca suelta burradas. Lo gracioso es que al estúpido se le da bien jugar al fútbol y por eso le dieron una beca. Pero está claro que yo sigo siendo mejor, no por nada somos los primeros en la liga.
Un brillo malicioso pasó por el rostro de Mimi y sonrió. Matt la miró extrañado al ver su sonrisa cuando todo lo que Tai le había hablado del tal Ryo eran cosas malas, empezando porque era tonto.
Justo en ese entonces Mimi vio su oportunidad de oro. Era evidente que a Tai no le caía bien Ryo, así que si ella le contaba que él le había pedido una cita a Sora, seguramente el castaño herviría de rabia y celos y correría a declarársele a la pelirroja para que no cometiese el error de salir con ese muchacho. Sora se emocionaría y le confesaría también sus sentimientos y ambos se fundirían en un apasionado beso, oyendo de fondo los aplausos y silbidos de la gente que lo presenciaba.
Era un plan infalible.
—No me digas que te interesa ese, Mimi—Tai arrugó la nariz e hizo una mueca de asco como si hubiese visto la cara de un troll de cerca sonriéndole—Creía que tenías un gusto mejor.
Y ahí estaba la respuesta del día que Matt estaba, inexplicablemente, ansioso por conocer. Porque él tampoco consideraba a Mimi tan superficial como para salir con un tío que lo único que tenía de bueno para las tías, es que era un guaperas y que no tenía otro tema de conversación que no fuera el fútbol. Y casi ni eso.
—No, no, no—agitó la mano, negando así lo que Tai insinuaba—Te lo pregunto porque, al parecer, Ryo está interesado en salir con Sora. Y quería ver si ese chico era…
—¿Qué?
Tai la interrumpió bruscamente alzando la voz en cuanto asimiló la información. ¿Qué ese imbécil quería salir con Sora?
—Lo que oyes—se hizo la inocente—. Al parecer le ha enviado un mensaje invitándola a tomar algo. La vi pensándoselo mucho, quizás acepte.
Tai bajó la vista, no creyendo esas palabras. No, Sora no podía salir con ese. Sora se merecía a un chico muy por encima de Ryo, ella era simpática, amable, inteligente, cariñosa y muy guapa. Aspiraba a más, mucho más. ¿Y porqué ella no se lo había dicho? No tenía ni idea de que se mandaba mensajes con Ryo ni cuando él le había dado su teléfono móvil o viceversa. ¿Sora le estaba ocultando cosas? Pero, si eran amigos, los mejores. Ellos no tenían secretos entre sí.
—Enseguida vengo. —se levantó rápidamente del banco y atravesó el patio hasta el interior del edificio.
Mimi aplaudió contenta al ver que su plan iba a salir perfecto y que después de eso Sora le daría la razón a todo lo que ella le había dicho.
—¿De verdad Sora va a salir con Ryo? —habló Matt por primera vez desde que el castaño se había sentado. Conocía muy bien a la pelirroja y lo que esta sentía por Tai. Por eso le extrañaba que su amiga aceptase una invitación a salir cuando muchas veces la había pillado hablando con chicos y ella le había contado después que le habían pedido de salir, pero ella se había negado. No le había dado explicaciones pero Matt sabía de sobra que era por Tai.
—Es verdad que la ha invitado a salir. Lo de que posiblemente aceptase lo he decorado un poquito para que Tai creyera eso. Es el empujón que les faltaba Matt, ya verás. Hoy tendremos una nueva pareja en el grupo.
Pero a Matt algo le decía que las cosas no iban a salir como Mimi esperaba.
Cerró el grifo del lavabo y sacó unas cuantas tiras de papel para secarse las manos. Tiró la bola de papel a la papelera y después cogió su maletín y salió del aseo. Se sentó en un banco de la entrada y sacó su libro de historia del arte para repasar un poco, pero no había puesto atención al primer punto cuando una voz la sacó de sus pensamientos.
—¿Es verdad que vas a salir con Ryo?
Sora alzó la mirada bruscamente, encontrándose con Tai justo frente a ella con las manos en los bolsillos y mirándola seriamente, cosa que no había hecho en años.
—¿Cómo? —preguntó confusa.
—¿Vas a salir con él? En cierto modo entiendo que no lo vayas contando por ahí. Nadie puede presumir que va a salir con un gorila que no sabe ni enlazar dos frases coherentes. Es normal que te avergüences.
La pelirroja miró a su alrededor. Algunos alumnos que estaban cerca los observaban con curiosidad ya que Tai había alzado más aún la voz. Cerró el libro rápidamente y lo guardó en el maletín. Se levantó y tiró del brazo del castaño hasta apartarse ambos de la gente y tener así más intimidad.
—¿Qué demonios estás diciendo Tai? Yo no voy a salir con nadie.
—¿Ah, no? —se soltó del agarre de su amiga y se cruzó de brazos— Pues entonces qué te ha puesto en el mensaje que has recibido esta mañana, dime.
—¿Cómo sabes que…? —calló de repente. —¿Mimi te lo ha dicho? —preguntó incrédula.
—Da igual quien me lo haya dicho. No puedes salir con él.
—¿Qué? —exclamó tan sorprendida que la voz le salió demasiado aguda—Yo puedo salir con quien quiera. Además, Ryo es guapo e interesante.
—¿Interesante? Interesante sería que lo entendieses cuando habla ya que parece que tenga una pelota metida en la boca cuando quiere decir algo.
—No seas animal.
—¿Y cómo es que tiene tú móvil?
Sora desvió la mirada.
—Me lo pidió la vez que jugasteis contra ellos.
—¿Y tú vas y se lo das? —bufó—Te creía más inteligente, Sora.
—Te repito que yo puedo salir con quien quiera.
—¿Es que no te das cuenta? El solo quiere estar contigo por el interés—sentía rabia, mucha rabia. Y esa misma rabia era la que lo estaba poseyendo en ese momento, porqué no sabía a qué se debía esa sensación de malestar, furia y fastidio al pensar que ese estúpido le pusiese un dedo encima a Sora.
No podía concebir eso.
La pelirroja lo miró a los ojos, desconcertada.
—¿Qué? —susurró, esperando no oír lo que creía que iba a oír.
—Sabe que eres mi mejor amiga y que seguramente sabrás cosas sobre el equipo de fútbol. Piénsalo…—la cogió de los antebrazos para que no escapase—… sabe que si está cerca de ti te puede manipular para que tu le cuentes las estrategias que tiene nuestro equipo de fútbol y así poder vencernos en la próxima jornada. Nosotros vamos primeros en la liga y ellos segundos pegados a nuestros talones. Es una oportunidad que tiene para…
—¡Suéltame! —Sora se zafó del agarre bruscamente y Tai retrocedió sorprendido al oír como le había chillado y como sus ojos estaban aguados. —Así que es eso…—murmuró tragando con dolor. Ese comentario ya había terminado de destrozarla—… consideras que no puedo interesarle a un chico por ser guapa e inteligente, solo es porque soy amiga tuya y quiere utilizarme para saber tus estrategias, ¿no?
—Sora…
—Soy una chica, Tai—siguió hablando— Y es normal que los chicos pidan citas a las chicas que les gustan. Así que di lo que quieras, pero voy a salir con Ryo. —caminó unos cuantos pasos y se detuvo para luego girarse de nuevo hacia él—Pero no te preocupes, que no le diré nada de tus estrategias.
Tai le mantuvo la mirada.
—Yo nunca te traicionaría—susurró ella mirándolo fijamente y en su mirada el castaño pudo leer todo el dolor que ese comentario le había hecho.
—Espera Sora, yo no…—murmuró, pero la chica siguió su camino y se perdió por uno de los pasillos. Tai maldijo por lo bajo y se pasó una mano por el pelo, sintiéndose un completo imbécil por lo que le había dicho. Se sentó en el banco y escondió su rostro entre sus manos.
La había cagado, pero bien.
—Podríamos quedar hoy—le propuso Yolei a Mimi. Ambas caminaban por el pasillo junto con Kari, planeando la tarde. —Necesito alejarme de los libros o terminaré quemándolos.
—A mí me parece bien—habló Mimi buscando su libro de historia. Cuando lo sacó y alzó la mirada localizó como Sora caminaba hacia ellas. La castaña sonrió, pero su sonrisa se esfumó al observar como la pelirroja tenía los ojos enrojecidos y no venía precisamente contenta como ella había previsto.
—Estarás contenta—masculló con rabia cuando se detuvo frente a ellas. Kari y Yolei miraron primero a una y después a otra, no entendiendo lo que pasaba.
—Sora, ¿qué ha…?
—Te dije que no hablases con Tai. Y me lo prometiste—alzó un poco la voz—. Gracias a ti he discutido con él.
—¿Qué? —Mimi frunció el ceño—¿Porqué?
—Porque dice que el interés que Ryo muestra hacia mi se debe a que soy la mejor amiga de su rival y si se acerca a mi podrá averiguar las estrategias que usan en el equipo de fútbol.
La castaña abrió la boca sorprendida. ¡Tai no tendría que haberle dicho eso!
—Lo s-siento Sora, yo pensaba que así hablaríais y todo…
—¿Se arreglaría? ¡Te dije que no hay nada que hacer! —apretó la mandíbula, intentando contener las lágrimas. —Incluso te tengo que dar las gracias porque gracias a esto me ha quedado bastante claro que no siente nada por mí—agradeció con falsedad. Cada vez que recordaba las palabras de Tai más ganas sentía de desaparecer.
—Perdóname Sora. Lo siento de verdad…—pidió Mimi intentando que no se enfadase.
—Pues yo no lo siento—se limpió con rabia una lágrima que había caído por su mejilla izquierda—Confiaba en ti.
—Sora…—Mimi intentó acercarse, pero en cuanto tocó con su mano el brazo de la pelirroja esta se apartó como si quemase.
—Déjame en paz—y dicho eso, se alejó de sus amigas.
La castaña se quedó anclada en el suelo, mirando por el lugar por el cual Sora se había ido.
—Mimi.
Kari y Yolei se colocaron a ambos lados de la castaña.
—Tranquila—le dijo Kari acariciándole los brazos con cariño—Está enfadada, ya se le pasará.
—Yo solo quería… arreglar las cosas…—murmuró Mimi. Respiró entrecortadamente y aguantó las ganas de llorar—… luego nos vemos chicas.
Empezó a caminar hasta perderse por uno de los pasillos. Entró rápidamente al aseo de las chicas y se encerró en uno de los compartimentos. Cuando cerró la puerta con seguro, cerró los ojos y apretó los labios aguantando los sollozos y las lágrimas empezaron a caer en abundancia por sus mejillas. Se cubrió el rostro con las manos y se fue deslizando lentamente por la pared hasta sentarse en el suelo.
Le había salido todo mal, y posiblemente el precio que había pagado era su amistad con Sora.
Cuando el profesor dio por terminada la clase, Matt, junto a todos sus compañeros, comenzaron a recoger sus cosas. El rubio se levantó de su asiento y cuando se dispuso a salir por la puerta algo chocó contra su hombro desestabilizándolo un poco.
—Perdón.
Sora se deslizó por su lado sin detenerse a escuchar si Matt le iba a decir algo o no. El muchacho se extrañó ante su comportamiento y buscó con la mirada a Tai, el cual estaba justo en ese instante saliendo por la puerta sin ni siquiera hablar con él y esperarlo. El rubio chasqueó la lengua y salió tras él, pero lo perdió de vista entre todos los alumnos que a esa hora salían hacia la salida del instituto. Al llegar a la entrada, vio como, apartados a un lado, estaban su hermano y Kari, por lo que decidió acercarse a ellos.
—¿Habéis visto a Tai? Lo he perdido al salir de clase.
Fue TK quien negó con la cabeza. Kari mantenía una mirada preocupada y no dejaba de mirar entre la gente, como esperando a que alguien apareciese.
—Si lo veis decidle que lo estoy buscando. Quiero hablar con él—les dijo, dispuesto a irse a su casa. Pero no había dado un paso hacia la salida cuando oyó otra voz.
—No la encuentro por ningún lado.
Yolei apareció entre la multitud y se detuvo frente a ellos, respirando hondamente recuperando el aire. Matt se quedó parado también.
—¿Has mirado en el patio de la parte de atrás? Muchas veces va ahí. —insistió Kari más preocupada aún.
La pelimorada negó con la cabeza.
—Ese es el primer sitio donde he buscado, pero nada. No está en el instituto.
—Y encima no coge el móvil—murmuró la castaña mirando todas las llamadas que le había hecho.
—¿Qué ocurre? —preguntó disimuladamente Matt a su hermano.
TK lo miró y se acercó un poco a él, apartándolo de las chicas.
—Al parecer Mimi se ha escapado del instituto y no logran localizarla. No sé qué es exactamente lo que ha pasado, pero Kari me ha dicho que ha discutido con Sora y desde el segundo descanso no la ven.
En ese momento a la mente de Matt le vino el rostro de Sora y lo evasiva que había estado al final de la clase, incluso la había encontrado rara en las últimas clases, al igual que Tai, pero tampoco había prestado mucha atención. Seguro las cosas se habrían torcido por la conversación que Mimi había tenido con Tai y nada había salido como la castaña esperaba. Sabía que no iba a salir bien, e incluso se maldijo por no avisarla, pero la había visto tan ilusionada que lo había contagiado con un poco de esa ilusión.
—Nos vemos en casa.
TK asintió y volvió junto con Kari y Yolei. Matt se perdió entre la gente y salió del instituto. Cuando llevaba recorridas unas dos calles se detuvo en un semáforo en rojo y miró un parque que había a su derecha. ¿Dónde estaría Mimi? No pudo evitar pensar si estaría bien o no, pero tampoco quiso darle más importancia de la que tenía, seguro estaría unos minutos sola y después volvería a casa con sus padres.
Cuando llegó a su casa dejó el maletín encima de su cama y se quitó la chaqueta del uniforme escolar. Se aflojó la corbata, sacándosela por encima de la cabeza y se vistió con unos pantalones y camiseta de diario. Se remangó las mangas de la camiseta y encendió los fogones, preparándose para cocinar.
Mientras dejaba que el aceite se calentase, miró por la ventana y se volvió a preguntar si Mimi habría vuelto a casa ya. Seguro que si, no creía que la pelea que había tenido con Sora hubiera sido tan fuerte. Pero de lo que si estaba seguro era que Sora y Tai habrían discutido debido a algún comentario que el castaño hubiese soltado. Luego los llamaría haber qué había pasado.
TK entró por la puerta segundos después. La comida transcurrió tranquila, hablaron de qué tal les había ido el día y sobre la temporada que el equipo de baloncesto de TK llevaba jugando. A la tarde, su hermano se había sentado en el sofá y Matt había entrado en su habitación para ensayar un poco con el bajo. Había entornado un poco la puerta para así no molestar a TK, pero eso no impidió que oyese el teléfono.
—Yo lo cojo—habló su hermano desde el comedor.
Matt empezó a tocar unos acordes cuando lo escuchó nombrar a alguien a través del teléfono. Mimi. Dejó el bajo a un lado y se acercó hacia la puerta, oyendo tras ella.
—Entiendo—dijo TK—¿Has hablado con sus padres? Bien. Vale, iré ahora contigo. Tranquila Kari, la encontraremos.
Colgó el aparato y Matt abrió la puerta de su habitación.
—Es Mimi—dijo TK al ver como lo interrogaba con la mirada—No aparece.
El rubio apretó los labios, sintiendo de nuevo esa sensación de vacío y vértigo que tanto le molestaba. Estaba claro que no se trataba de un simple berrinche. Mimi estaba sola, caminando sin rumbo por la calle. No vivían en un barrio peligroso pero en la noche cualquiera podía andar por ahí y ver a una chica sola era el cebo perfecto.
—Si llama papá dile que he salido un momento, ¿vale? —TK se colocó la chaqueta y avanzó hacia la puerta.
La puerta se cerró y la habitación quedó sumida en un completo silencio. Matt respiró, intentando relajarse, pero la angustia seguía ahí y él sabía que hasta que no viera que Mimi estaba a salvo esa sensación no se iría. Maldijo entre dientes y se dirigió rápidamente hacia la puerta de su casa. Se colocó su chaqueta, cogió las llaves de su moto y de su casa y salió en busca de la chica.
En cuanto arrancó el vehículo y se perdió por las calles de Odiaba su mente empezó a trabajar pensando en los posibles sitios en los que podía encontrarse. Estuvo atento a las calles por si veía a alguna chica de la misma altura y complexión de Mimi, además que estaba la ventaja de que aún vestía el uniforme del instituto. Mientras esperaba a que el semáforo se pusiese en verde siguió pensando en distintos lugares, hasta que su mente le mostró un recuerdo que podía servirle.
Hace unos días, en la cafetería del instituto. Mimi estaba parloteando con Yolei y Sora sobre las vacaciones de verano y las ganas que tenía de ir a la playa. "La playa me encanta, sentarse en la arena y escuchar las olas del mar. Es mi sitio favorito". Matt no lo dudó, en cuanto pudo arrancar la moto giró hacia la izquierda y puso rumbo hacia la playa de Odaiba.
No tuvo problema en encontrar aparcamiento ya que estaban en casi entrado el invierno y nadie solía ir a la playa, exceptuando dos o tres personas que Matt vio paseando a sus perros. Cogió el casco con la mano y salió al paseo intentando localizarla. No caminó mucho hasta dar con una pequeña figura sentada en mitad de la playa, abrazada a sus rodillas y con la mirada perdida en el mar. El rubio suspiró y sacó su móvil para llamar a su hermano y así avisarles de que la había encontrado, él nunca había sido muy bueno con las palabras y mucho menos para consolar a la gente. Pero cuando estaba a punto de pulsar el botón verde se detuvo; seguramente Yolei y Kari estaría con él y lo último que quería era que viniesen y agobiasen a Mimi con preguntas y regaños por desaparecer. Así que, simplemente le mandó un mensaje a TK diciéndole que Mimi estaba bien, que estaba con él y que no hacía falta que siguieran buscando.
Caminó hasta situarse al lado de Mimi, la cual seguía con la mirada perdida en el mar, aunque seguramente se habría dado cuenta de que ya no estaba sola.
—Así que aquí estás.
Ella se abrazó más a sus rodillas, pero no dijo nada, lo que provocó que Matt mascullase por lo bajo alguna que otra maldición. Si a él le costaba hablar y consolar a una persona, el que esta no colaborase no le ayudaba mucho. Tenía que haberse quedado en su casa. Pero también había descubierto que, Mimi Tachikawa, le importaba más de lo que creía, sino no estaría ahí, en mitad de la playa y muriéndose de frío ya que estaba empezando a refrescar.
—Sabes que lo que ha pasado con Sora no es nada.
Antes de que el rubio se sintiera como un idiota hablando solo, Mimi le contestó.
—Si lo es…—susurró bajando la vista—… tú no viste cómo me miró, cómo me dijo todas esas cosas.
El rubio dejó el casco al lado de la castaña y caminó hasta arrodillarse frente a ella, para así llamar su atención.
—Oye…—le murmuró para que le mirara. Mimi alzó su rostro, tenía los ojos levemente enrojecidos al igual que sus mejillas. —… todo lo que te dijo seguro que fue porque estaba en caliente y lo diría sin pensar. No creo que se acabe vuestra amistad por una tontería.
Los labios de Mimi temblaron de nuevo seguramente recordando su discusión con su amiga y, en un movimiento que pilló desprevenido a Matt, se abalanzó sobre él, abrazándolo y echándose a llorar de nuevo. El chico abrió los ojos, sorprendido ante la acción y un poco incómodo. Sin embargo, sintió que esa sensación de angustia, y sí, preocupación, desaparecían de inmediato sustituidas por otra que Matt no supo nombrar, pero que se sentía inexplicablemente bien. Sus brazos en algún momento se movieron y se deslizaron por la cintura y la parte alta de la espalda de la chica.
—Sé que hice mal…—sollozó ella en su pecho—… le prometí a Sora no meterme entre ella y Tai para ayudarlos, pero es que yo sé que ellos sienten algo más de lo que aparentan, y creí que provocándole celos a Tai todo se solucionaría. Pero todo me ha salido mal, Sora me odia—lloró aún más.
Una leve sonrisa se formó en el rostro de Matt al escucharla. Sabía de antemano que todo lo que Mimi había hecho lo había hecho sin mala intención, y ahora lo verificaba. Ella nunca podría hacer algo con fines malvados si toda ella era pura inocencia y lo había planeado todo sin pensar en que las cosas podían torcerse, como acababa de pasar.
—Sora no te odia—le contestó él al cabo de unos segundos, subiendo y bajando su mano por su espalda para tranquilizarla y que parase de llorar. —Seguro que ella también está mal por haber discutido contigo.
Mimi se separó de él lo justo para mirarle a los ojos.
—¿De verdad? —preguntó en un tono esperanzado. Se llevó una mano a su mejilla y se limpió una lágrima e hizo pequeño puchero que a Matt le pareció gracioso y tierno. Después ella volvió a colocar su mano en la cintura del chico, donde descansaban las dos al haberlo abrazado.
—De verdad—dijo, mirando demasiado tiempo los ojos de la castaña, los cuales habían adoptado un color caramelo aún más claro y brillante debido al llanto. — Todos están preocupados porque no has dado señales de vida desde la mañana. Y no me quiero imaginar cómo estarán tus padres.
La castaña bajó la vista.
—Lo siento.
—Venga—Matt se alejó un poco y Mimi soltó rápidamente el agarre que tenía en la cintura del rubio, sonrojándose hasta las orejas al percatarse que lo había abrazado. —Te llevo a casa. Debes de estar cansada.
El chico le ofreció la mano para ayudarla a levantarse. Mimi la miró unos segundos hasta aceptarla, contenta de que por lo menos, no todo era tan malo: Matt la había encontrado y habían pasado un momento a solas.
El camino hacia su casa se le hizo decepcionantemente corto. Nunca había subido a una moto pero tenía que decir que tenía la sensación como si volase, y agarrada a la cintura de Matt no tenía miedo y se sentía segura. El viento le había traído su aroma cuando estaba en la playa y habría jurado que era producto de su imaginación de no ser porque Matt le había hablado. En algún momento, sentada en la arena, había llegado a pensar si él sabría que había huido del instituto y no aparecía; incluso llegó a fantasear que la llamaba pidiéndole que le dijera donde estaba. Pero nunca llegó a imaginar que se tomara la molestia de buscarla y de dar con ella.
Ahora que tenía un poco de tiempo para pensar, mientras llegaban a su casa, sonrió contra la espalda de Matt al acordarse del abrazo que minutos atrás le había dado. No había sido consciente de lo que estaba haciendo, solo que necesitaba a alguien para desahogarse y abrazarlo. Y lo mejor de todo, ¡que Matt le había correspondido al abrazo! Mimi rió levemente, ilusionada. Sabía que eso no significaba que el rubio la amase locamente, pero era un avance muy grande si se trataba de Matt.
Cuando llegaron a la residencia Tachikawa, Matt se ofreció a acompañarla hasta su puerta. Mimi se mordió el labio cuando estuvieron frente al letrero de su casa, pensando en los gritos de su madre cuando abriese la puerta y la viera. Pero en cuanto Satoe se asomó y la vio ahí parada, sus ojos se llenaron de lágrimas y se abalanzó sobre su hija.
—¡Mimi, hijita! —la miró—¿Estás bien? —Mimi asintió—¿Tú sabes por lo que nos has hecho pasar? ¡He llamado a la policía quince veces pero no hacían nada porque no habían pasado ni veinticuatro horas! Incluso he hablado con el comisario porque uno de los policías insinuaba que te habías escapado porque te tratábamos mal. Encima tus amigos tampoco sabían nada de ti y no cogías el móvil. Oh, gracias Díos mío—la volvió a abrazar.
—Estoy bien mamá, lo siento por preocuparos—se disculpó ella abrazando también a su madre.
—No vuelvas a hacer jovencita—la regañó la señora Tachikawa. Tras verificar que su hija estaba en perfectas condiciones, la mujer alzó la mirada y se encontró con la de Matt.
—Oh, él es Matt Ishida. —se lo presentó Mimi al ver que ambos se miraban—Me ha traído hasta aquí sana y salva.
Matt carraspeó.
—Encantado de conocerla señora Tachika…
Pero no pudo seguir hablando ya que la mujer se abalanzó hacia él, abrazándolo como si fueran viejos amigos e hiciese años que no se veían. Matt se sonrojó, manteniéndose completamente inmóvil y tenso y miró por encima del hombro de la mujer a Mimi, quien lo miraba con una mirada un poco culpable aunque con una sonrisa en la boca.
—Muchísimas gracias por traer a mi Mimi a casa—Satoe cogió el rostro de Matt y besó fuertemente la mejilla del chico, quien se ruborizó aún más. Estaba demasiado anonadado como para decir o hacer algo, sorprendido por el efusivo beso y abrazo que había recibido—¿Cómo te lo puedo agradecer, guapo? Ah, ya sé. Te invito a cenar.
—S-Se lo agradezco señora Tachikawa pero…
—¡Keisuke, querido! Prepara otro plato, que tenemos un invitado.
Matt se quedó con la palabra en la boca cuando Satoe se giró y entró corriendo a la casa, sin dejarle terminar.
—Lo siento—Mimi aguantó la risa al ver la cara de estupefacción del chico y se acercó un poco a él—Olvidé decirte que mi madre es muy cariñosa.
—Ya lo he visto, ya—dijo refunfuñando ante la incomodidad que había sentido antes.
Ella rió.
—Entonces qué dices, ¿te quedas a cenar?
—No creo que sea una buena idea—repuso. Quizás tendría más besos y abrazos por parte de la señora Tachikawa.
—Tengo que decirte que mi madre es capaz de cualquier con tal que aceptes—le dijo en tono confidente.
Al chico le recorrió un escalofrío desde la espalda hasta la nuca.
—Además…
El rubio la miró. Mimi se había atrevido a coger su mano suavemente, en un flojo agarre que él podía romper si alejara su brazo de ella.
—… yo también quiero que te quedes.
Y no supo porqué, pero Matt no pudo negarse.
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Continuará…
Sí, yo también me cago en mi musa. Porque ya estoy aquí yo explotándola para que me haga un Taiora y cuando me proponen un reto Mimato se le enciende la bombilla. Creo que siente una debilidad por Matt, eso debe de ser.
Bien, aquí está la primera parte, Roww. Iba a ser un oneshoot pero será un twoshoot al final (dos capitulitos), porque me he puesto a escribir y cuando me he dado cuenta no llevaba ni la mitad y llevaba más de 5.000 palabras. En resumen: que me he enrollado más de lo normal. El título es una mierda, lo sé. xD
Lo bueno de este reto es que gira en torno al Taiora (si, joder) así que estoy contenta de escribir también de ellos. Y Tai, ya que era libre de manejarlo, lo he puesto como el que mete la pata hasta el fondo. Que poca sensibilidad tiene a veces este chico. Pero da igual, yo te quiero igual Yagami *3*
Se me ha hecho raro poner a Satoe así, bueno, tal y como es en verdad. No por nada se tiene que parecer a Mimi. Me acuerdo cuando la ponía de bruja malvada/loca/obsesiva que odiaba a muerte a Matt en "Recuerdos" xDD.
Espero que os guste, fans del Mimato y Taiora! =)
Besos, Nora.
