Love Live! No me pertenece, es de sus respectivos dueños.
Antes de ti, solo éramos mamá y yo. Antes de que fueras alguien importante para mi, aun sufría la tristeza de haber perdido a mi papá en un accidente automovilístico. Me abriste los ojos a las posibilidades de ser feliz, me enseñaste a sonreír con cada una de tus hazañas, pese que al principio era yo la que rechazaba tu cálido tacto.
Éramos unos niños a penas, yo de seis años y tú de siete; nos encontrábamos en ese pequeño parque que actualmente atesoramos. No conocía tu origen y mucho menos tu nombre en ese entonces, solo sabía que eras un adorable y algo tonto niño que amenazaba con ser un incordio para mí en ese momento.
-Soy Honoka, ¡Hola! –dijiste con una impecable sonrisa. Tu cabello anaranjado volaba rebelde contra el viento, y tus ojos mostraban ser incluso tan azules como el mismo cielo- ¿quieres jugar conmigo?
Ese día en específico, había sido rechazada por unas conocidas de jugar con ellas. Argumentaban de que, porque me veía tan delicada, no se atrevían a jugar conmigo por miedo a hacerme daño. No entendían que sus palabras me lastimaban, puesto que quería jugar, hacer lo que los demás niños de mi edad hacían.
- ¿Me dices a mí? –pregunte sin muchas esperanzas de que fuera yo la receptora de esas palabras. Ya estaba acostumbrada de que fuera a una persona de atrás a la que invitaran a participar en las actividades del parque y a mí no.
-Claro que te digo a ti –aquella sonrisa se mantuvo en tus labios- no hay otra persona en este parque, bueno, en el columpio más bien –una pequeña risa salió a relucir en tu descuido- ¿quieres que te empuje? Es más divertido cuando lo haces con alguien más~
No podía creerlo, y la verdad pensaba que era algún tipo de extraño de sueño. Pero aun así asentí con la cabeza, quería sentir la emoción de jugar con alguien más.
- ¡Hagámoslo! –con un grito te posicionaste atrás de mí y le diste unos pequeños empujones al columpio conmigo en el- ¿Cómo se siente?
-B-bien –murmure al sentir una pequeña brisa rosar por mis mejillas- s-se siente bien.
¿La razón de mi nerviosismo? Esas eras tú. Que alguien fuera tan amable y cálido conmigo, era tan extraño como que los cerdos volaran. Me sentía feliz en muchos sentidos, pero no sabía cómo expresarlos correctamente.
-Me alegra saberlo –una pequeña risita volvió a salir de tus labios- ¿te empujo más fuerte? –asentí con cierta timidez e hiciste lo prometido. Con cada empujón, casi podía jugar que podía tocar el cielo- ¿puedo preguntarte algo?
- ¿Qué? –lo mire sobre mi hombro. Tu ligera forma de actuar hacia que aun sin verlo por completo mis mejillas se sonrojaran tenuemente.
- ¿Cómo te llamas? –pregunto con la mayor simpleza al dar otro empujón.
- ¿Mi nombre? –el musito un "uhm hum"- Pues… -alce mi vista y observe el azulado cielo- Minami, Minami Kotori –hable con cierta timidez en mi voz.
- ¡Es un lindo nombre, Kotori-chan! –otra risita salió rebelde de tu boca- me gusta mucho, siento que convino con una niña tan linda como tú.
- ¿A-ah?
- ¿Sorprendida? –pero cuanta sinceridad, incluso para ser un niño eso no era muy común- eres una niña muy linda Kotori-chan.
Guarde silencio por unos segundos, me había quedado en blanco con esa contestación- g-gracias –fue lo que alcance a decir y era lo que parecía correcto.
- ¿" ¿Gracias, Honoka-kun"? –tu pregunta venia acompañada con una respuesta que esperabas que fuera inmediata- te dije mi nombre hace rato, ¿Por qué no lo dices tú?
-A-aun no… -claro que me daba pena. Aun no me reponía del comentario anterior y tú ya querías que nos habláramos con la familiaridad con la que conversan dos personas cercanas.
- ¿Por qué no? –no conteste a tu pregunta, guarde silencio y mantuve mi mirada entre el cielo y la tierra- bien~ no te forzare, en algún momento lo dirás –diste otro pequeño empujo, como queriendo olvidar el tema por ese rato.
Tal vez fue demasiado pedir que ese momento de paz se mantuviera por siempre, que mi corazón se fuera calmando poco a poco con tu presencia detrás de mí, solo tal vez, pude haberte dicho que redujéramos la velocidad cuando sentí como el columpio se elevaba aún más y poco a poco comenzaba a perder la fuerza sobre las cadenas con las que lo sujetaba. El fin se hizo inminente, salí volando del columpio y todo mi cuerpo termino estrellado contra la fría tierra.
- ¡Kotori-chan! –tu grito fue lo que me hizo reaccionar del impacto que había sufrido- vamos, dime algo –tus manos se posaron sobre mis hombros para darme la vuelta y ver mi empolvada cara- por favor –pediste de manera suplicante.
- ¡Tonto! –grité en cuanto me pude poner de pie- ¡mil veces tonto! –me di la media vuelta y salí corriendo.
Desconozco la cantidad de tiempo o distancia que recorrí para alejarme de ti, solo podía asegurar de que por la adrenalina del momento mi cuerpo no sentía dolor absoluto y ni siquiera estaba segura del cómo me había levantado sin quejarme por la caída.
Había llegado al tronco de un viejo árbol del parque, no había ni un alma rondando por ahí. Fue entonces cuando me deje caer a los pies del frondoso abedul que mis rodillas comenzaron a arder y mi frente parecía que fuera a arder, incluso mi nariz se sentía hinchada.
- ¿Por qué estas cosas solo me pasan a mí? –solté un pesado suspiro. El hecho de pensar como le explicaría a mi mamá todos mis raspones, sería una completa odisea de la cual tendría grandes repercusiones.
- ¡Kotori-chan! –aquel grito en la lejanía, no era de otra persona si no tuya.
Confundida forcé a que mis ojos miraran más allá de su rango acostumbrado. Te encontrabas corriendo completamente lleno de tierra y al paso que te ibas acercando, lograba ver unos cuantos raspones en tus brazos y tus pantalones también se mostraban un tanto rotos.
-Qué alegría –dijiste al estar enfrente de mi- temí lo peor. Mira, traje esto –de tu bolsillo sacaste unos curitas que a decir verdad se encontraban demás de arrugados y no parecían funcionar mucho- fue algo difícil encontrarlos, pero servirán para cubrir tus cortadas, ¿verdad? –con una sincera sonrisa, los dejaste los curitas al mismo tiempo que te encaste enfrente de mi- empecemos por esa rodilla- sin pedir permiso, agarraste mi rodilla que gracias al vestido se encontraba descubierta para comenzar a "curarla".
- ¿Q-que haces? –pregunte sin entender tus acciones. Había huido de ti y aun así te mostrabas tan cariñoso.
-Te estoy ayudando, ¿Qué no es obvio? –dijiste con simpleza- es lo mínimo que puedo hacer si fui yo el que te lastimo –pasaste de la rodilla derecha a la izquierda- sigue esta.
Me quede observándote en silencio, cada gesto o ruidito que hacías me eran de intriga total. Aun incluso cuando se te quedo pegado uno de los curitas en el dedo y tuviste que tirarlo, pero te volvió a pasar lo mismo porque dichos curitas no eran de la mejor calidad del mundo.
-De… -me anime a hablar después de que la tercera bandita se pegara en tu dedo- ¿De dónde las sacaste?
- ¿Ah? -alzaste la mirada y al mismo tiempo en el que tus ojos se conectaron con los míos, un brillo parecido al de un ángel reboso tus ojos- ¿Te refieres a esto? Papá los traía en el auto. Pero me temo que cuando los saque de la guantera y los metí a en mi bolsa, quedaron echas chicharrón- reíste y continuaste con tu labor.
- ¿Tu papá sabe que estas aquí? -ladee la cabeza un tanto confundida y de inmediato negaste con la cabeza- Te ganaras problemas si no le avisas en donde estas.
-No es que importe mucho, se quedó hablando con una mujer y no me hizo mucho casi- te encogiste de los hombros- posiblemente se dará cuenta de que no estoy vendrá a buscarme después.
- ¿Por qué lo hiciste si…?
-Basta de preguntas -al terminar con mis piernas, tu mirada se posó en mi- no me importa los problemas que tendré, ni mucho menos lo que me pase después- esa decisión logro que mi pequeño corazón diera un pequeño salto- fui un tonto, tu misma lo dijiste. Te lastime y debo compensar mi error, es lo correcto.
-Pero…
-No hay pero que valga cuando se trata de proteger una sonrisa -tomaste el último curita y lo colocaste en el puente de mi nariz- al menos esta no se pegó en mis dedos, ¿Qué tal? Es de color rosita, combina con tus zapatos blancos.
-Gracias… -Musite ante el poder de esa ternura, esa conmovedora manera de ser y encantadora sonrisa.
-No es Nada, Kotori-chan- rápido y ágil te colocaste a mi lado en espera de otra palabra que daría inicio a tu bienestar- aunque no te he pedido perdón correctamente -te mire y tu juntaste tus manos- lo lamento mucho, no debí empujarte tan fuerte, por mi culpa caíste contra el piso…
-No es nada, enserio…
-Claro que lo es, y es todo-con mis manos entre las tuyas y una sincera mirada, continuaste hablando- sé que soy un bruto de lo peor y que no tengo mucho cuidado en la mayoría de las cosas que hago, por eso mismo quiero pedirte perdón por lastimarte con algo que se pudo haber evitado de solo prestar algo.
Mi mente de nueva cuenta se había quedado en blanco al ver esos brillantes zafiros, mi corazón latía a un nivel tan rápido que podía jurar que se saldría de mi pecho, incluso mis mejillas se tornaban de un tono carmesí más intenso, las manos me sudaban e incluso temblaban de ese ajeno sentimiento que aquejaba mi cuerpo de infante. Simplote verlo así, su manera de ser provocaba en poco tiempo de conocerte, esas reacciones tan raras aparecieran en mi de manera repentina.
- ¿Me perdonas? -preguntaste con ojos suplicantes de una respuesta afirmativa. Tímidamente asentí- ¿de verdad? -volví a asentir y una enorme sonrisa alegre se formó en tus labios- me alegro mucho, Kotori-chan. Seremos muy buenos amigos, eso te lo puedo garantizar.
-E-eso creo... -retire mis manos de las suyas que ya habían aflojado el agarre- Ho... -tome aire y coloque mis manos sobre mi pequeño pecho- Honoka-kun –musite tu nombre apenada.
Pensé que no lo habías escuchado, pero que tus mejillas se pusieran un poco sonrosadas y que rieras simpáticamente después de haberte impresionado, me dio la pista de que si lograste escucharme.
- ¡Veras que sí! -diste varios asentimientos con tu cabeza de manera alegre- Kotori-chan, ¡a partir de hoy seremos amigos!
-S-Si –una pequeña y delicada sonrisa se dibujó en mi rostro ante la idea.
En ese pequeño lugar escondido del parque fue donde nos volvimos amigos, pero también fue donde nuestra relación cambio de manera peculiar. Como dije, tu papá te iba a buscar e incluso te meterías en problemas por no considerarlo en tu ecuación de infante. Lo que no preví, fue que mi mamá era la mujer con la que estaba hablando tu papá antes de que vinieras a buscarme, y de hecho ellos dos vinieron en nuestra búsqueda. De ese encuentro casual, nació un romance entre nuestros progenitores.
¿Cómo explicar el sentimiento que tuve? Todo paso tan rápido; de pequeñas citas casuales a encuentros aún más largos que podían tomar incluso todo el día o en veces la noche a una cena antes de decirnos que seriamos hermanos formalmente.
Tú te alegraste y no era para menos, nuestra relación había crecido tanto que nos teníamos confianza para absolutamente todo, pero yo no sabía cómo sentirme al respecto. Una parte de mí se alegraba de que mi mamá consiguiera a alguien para ella, pero otra parte odiaba la idea de que tuviera un nuevo papá. Yo solo tenía uno, y él no era ese hombre de cabello anaranjado casi rojizo.
Tenía apenas siete años cuando nuestros padres se comprometieron y culminaron su relación en un matrimonio. Los cuatro viviendo "felizmente" en la que era tu casa al inicio. Me atrevo a decir, que no fui el ejemplo perfecto de una hermana buena, todo lo contrario, le tomé fascinación a hacerte la vida imposible las veces que fueran necesarias. ¿La justificación? En mi mente de infante, eras tú el principal culpable de que mi mamá estuviera con otro hombre, de no ser por ti, a lo mejor no se hubieran conocido. Así que para hacerme sentir mejor a mí misma y hacer que ustedes se alejaran de nosotras, te causaba las peores bromas que mi corta edad me permitía pensar; pasaba desde ponerle tinta de calamar a tu cepillo de dientes a dejarte abandonado "accidentalmente" en el zoológico.
No sé cómo soportaste tanto maltrato hasta los trece años de edad, incluso había veces en la que por error mis bromas caían sobre mi mamá y tú te dabas por completo la culpa, excusándote de que querías probar cosas nuevas y por eso habías hecho eso.
De verdad no sabría decir si en realidad te odiaba, como dije, era mi manera de lidiar con el nuevo cambio, pero de lo que, si estoy segura, es que pensé que esa situación continuaría de por vida, claro que no conté con lo que pasaría en mi doceavo cumpleaños.
-Kotori-chan –quien me llamaba era mi querida amiga Nozomi. Nos habíamos conocido hace tres años, pero ya la consideraba una hermana para mí- ¿porque sigues con esto? -inquirió cuando me vio cargando un bote de pintura en spray.
-El tiempo que sea necesario –pronuncie sin mucho ánimo de hablar sobre el tema. Sabia de que venía el asunto, era para regañarme por mis actos.
-Honoka-kun no es un mal chico, ¿tengo que recordarte quien fue el que nos presentó? -sus grandes ojos verdes se posaron en mi cuando por inercia la mire- el solo quiere tu bienestar, no te a delatado en todos estos años.
-Es porque es un pequeño tonto –bufe al recordar todos esos acontecimientos- no sabe ni como atarse las abujitas, mucho menos tiene el valor de delatarme.
-Eso no tiene nada que ver con lo de atarse las agujetas –ella soltó un gran suspiro.
La broma que planeaba era sencilla a comparación con las otras, esta únicamente consistía de que debía de atraer al pelinaranjo al parque y rociarle spray de pintura en la cara cuando no se diera cuenta. Era sencillo y divertido de cierta manera.
-El solo quiere ser tu hermano, ¿Qué tan malo es eso? -la pelimorada me siguió detrás del árbol donde sabía que Honoka-kun pasaría, porque usualmente le gustaba caminar a esa hora y en ese parque- Kotori-chan, no tienes cinco años para que hagas este tipo de bromas tan tontas.
-Yo no te obligo a presenciarlas, ¿o sí? -alce la ceja con cierta burla y ella simplemente rodo los ojos.
-Solo espero que no te salga el tiro por la culata –murmuro Nozomi y se quedó a un lado de mí.
-Veras que no –dije confiada de que mi broma no saldría mal.
¿Has escuchado que la soberbia no es muy buena? Pues, en ese esplendido caso, donde pensaba que todo me saldría bien, fue todo lo contrario.
En efecto, alguien si fue rociado con pintura cuando unos prominentes pasos se acercaron a nuestra posición, pero cuando me asomé para reírme a todo pulmón de mi víctima, me encontré con un niño o más bien un joven de aproximadamente quince años. Su cara no había sido manchada, pero su camisa polo blanca si y tenía una mirada de pocos amigos.
- ¿Pero ¿qué te pasa? -pregunto exasperado y casi gritando- ¿¡Sabes lo que cuesta esta camisa!?
-E-este yo... -retrocedí un par de pasos. Claro que estaba asustada, sentía que podía morir del solo ver su atroz mirada.
-Cálmate amigo –Nozomi-chan se colocó enfrente de mí, protegiéndome de ese joven- solo fue una broma, no es para que te enojes- hablo de manera tranquila, pero son a ciencia cierta de que estaba tanteando el terreno por si necesitábamos salir corriendo o hacer alguna estupidez para salir del apuro.
- ¿Qué me calme? -aunque el quinceañero diera un paso amenazante hacia el frente, Nozomi-chan se mantuvo firme contra el- ¡Mejor quítate para que le pueda enseñar a esta niñita una lección!
Aun con la amenaza y con la intención del joven de lastimarme, la pelimorada se mantuvo y no se movió ni un solo centímetro. Sabía que tenía que sacarla de ahí, porque conociéndola, a ella no le importaba agarrarse a golpes con alguien que le dobla la fuerza o tamaño por defenderme, pero estaba paralizada del miedo, no podía mover ni un solo musculo de mi cuerpo.
El mayor soltó un tremendo bufido y antes de que tomara de la blusa de Nozomi-chan, alguien empujo al joven haciéndolo caer.
-Sí que sabes hacer un espectáculo cuando llegas -hablo mi mejor amiga tras suspirar de alivio- Honoka-kun
-Lo lamento –el pelinaranjo se incorporó con una media sonrisa- quería hacer algo mejor, pero solo para eso me alcanzo el tiempo- miro a la ojiverde y después a mí- ¿te encuentras bien? Me preguntaste de forma amable.
Antes de que respondiera su pregunta, el quinceañero se había levantado del piso y le proporciono un tremendo golpe en la cara al ojiazul.
-Sera mejor apartarnos un poco mas –Nozomi-chan tomo de mi brazo para tirar de él y movernos unos pasos hacia atrás.
-Honoka-kun... -una pequeña punzada nació en el fondo de mi corazón al ver como con esfuerzo te levantabas del piso- Nozomi-chan, debemos ayudarlo- le hable con una voz titubeante, pero ella de inmediato negó con la cabeza- ¿Por qué?
-Créeme, no querrás meterte en esto –dio un último paso hacia atrás y en el proceso me empujo- deja que él lo resuelva.
- ¡P-pero…! –trague saliva de los nervios y ansiedad que me provocaba esa situación.
-Solo mira –la pelimorada me miro de reojo con una sonrisa que avisaba que algo bueno iba a pasar.
Me resigne a no poder ganarle en fuerza a mi mejor amiga, únicamente me quede viendo como ese niño mayor te tomaba del cuello de la camisa y amenazaba con molerte a golpes con su mirada asesina.
- ¿Alguna última palabra, enclenque? –vocifero con un tono grueso de voz- aunque, si te vas ahora y no causas problemas- con una fastidiosa risa, se giró a vernos a con una sonrisa perturbadora- podre arreglar o más bien saldar cuentas con la enana de ahí.
Recuerdo muy bien el sonido de aquel golpe que le brindaste a ese joven. Aunque fue rápido, el sonido era parecido a cuando rompes una madera o algún objeto hecho con esa misma materia. El quinceañero no había caído al piso como la vez pasada, si no que retrocedió unos pasos y al levantar la mirada limpia la sangre que escurría de su labio superior.
- ¿Enserio quieres hacer esto? –pregunto serio y con cara de pocos amigos el mayor- ¡Bien! –al ver que no respondías y que solo te pusiste en posición de guardia, se abalanzo sobre ti.
Recuerdo haber gritado tu nombre e intente acercarme, pero los brazos de Nozomi-chan no me permitían moverme mucho. Cada golpe al igual que cada patada era asombrosamente terrible, una masacre a mis ojos. Pero no te dabas por vencido y aunque cayeras, continuabas levantándote para regresar los golpes brindados con anterioridad. No quería ver nada de eso, pero algo me obligaba a hacerlo, una fuerza que ni hoy en día puedo saber que es. La espalda de Nozomi-chan, se encontraba tensa y con cada nueva reacción ella a veces daba pequeños saltos y gruñía de la impotencia. Si nosotras lo estábamos pasando mal con solo verlo, no podía ni imaginar el dolor que debiste sentir en ese momento.
Casi podía jurar que mi corazón se salía de su lugar cuando un último golpe en la quijada te hizo caer contra el piso y pese al pronóstico, por poco te levantaste, pero no fue así, quedaste sin fuerza al tocar fondo.
- ¿Eso es todo? –rio el mayor. Aunque jadeando adolorido continúo carcajeándose y regocijándose en su gloria- No vales la pena –nos miró con esa misma asquerosa sonrisa y de inmediato Nozomi-chan endureció su mirada- Me divertí tanto que ahora no me importan –soltó en otra tremenda carcajada- Nos vemos –dijo con simpleza, como si lo que hizo fuera muy normal. Se dio la media vuelta y se fue sin mirar atrás.
En ese momento, aunque internamente quería gritarle a ese baboso, mi mente y cuerpo tuvieron un único objetivo.
- ¡Honoka-kun! –por fortuna la ojiverde ya se había apartado de mi camino y me dio completa libertad para acercarme a ti- ¡Honoka-kun, respóndeme! –grite de manera desesperada cuando me encontraba a tu lado.
Tras unos segundos se silenció, soltaste una pequeña risita que por poco se llevaba el viento- Eres muy gritona, Kotori-chan –musitaste al abrir los ojos y mirarme- ¿estás bien?
-Tonto –no podía controlar esas lagrimas que salieron ferozmente de mis ojos, era un sentimiento de alivio, pero a vez de miedo- la que debería de preguntar eso soy yo –tome un pañuelo que escondía en la bolsita de mi vestido y con el intente limpiar esa sangre que surcaba tu mejilla derecha.
- ¿Sera que me gusta saber cómo estás? –reíste con cierta dificultad debido a la patada en las costillas que te brindo ese joven- Kotori-chan, no quiero que manches tu pañuelo favorito.
Negué rápidamente con la cabeza- yo quiero hacerlo –continúe limpiando los rastros de sangre que eran visibles en tu cara- ¿Por qué…? –antes de terminar, otra risita tuya me interrumpió.
-No preguntes lo obvio –una sonrisa impecable salió a relucir en tus labios- yo prometí protegerte.
- ¿Es por lo de nuestros padres? –lentamente negaste con la cabeza- ¿entonces?
-Es por ese día en el parque –tras suspirar, tomaste mi mano libre al haber jadeado de dolor- desde ese día, me prometí a mí mismo que no dejaría que nada o nadie te lastimaría –aunque quería hablar, el apretón que le diste a mi mano me dio la indirecta de que te dejara hablar- eso incluye las bromas que me has hecho todos estos años. Sé que la llegada de mi papá y yo no fue mucho de tu agrado y pese a que nos estábamos llevando bien, es normal que sintieras que estábamos ocupando un espacio que no nos corresponde y por eso me jugabas bromas muy pesadas, pero –guardaste silencio y yo preste atención a tus gestos: era simplemente la mirada más tranquila del mundo- pero eso no significa que yo quisiera hacerte daño o hacer que te metieras en problemas.
-Honoka-kun…
Es en esos momentos de la vida en la que te sientes la persona más estúpida y vil del mundo. El, pese a mis constantes bromas y rechazos, seguía cuidando de mí. Bien me lo decía Nozomi-chan, pero en mi terquedad quería creer lo contrario y hacerlo ver como el malo de la película.
-Así que no llores ¿sí? –aun sonriendo continuaste hablando- no importa que tantos años pasen, no voy a permitir que nadie te lastime. Así sea un tipo que me doble el tamaño, luchare por tu felicidad.
-Eres… -mis ojos se inundaron de lágrimas, era un mar de llanto a diestra y siniestra- ¡Honoka-kun! –con aquel grito desesperado, te abrace como si no hubiera mañana.
-K-Kotori-chan, recuerda que estoy lastimado –soltaste unos cuantos quejidos y risas nerviosas que cesaron al escuchar mis sollozos- solo por un rato, ¿sí?
-Es una chica algo rara, ¿no crees? –hablo mi mejor amiga con una voz graciosa.
-Algo así –de tus labios los quejidos volvieron a salir, pero eran tenues a comparación con mi llanto- pero así la quiero…
-Esto podía ser interesante en un futuro –sabía a ciencia cierta de que ella estaba sonriendo con cierta malicia.
Aunque no me importaba lo que ella estaba imaginando en su perturbada mente, ene se entonces solo quería tenerte en mis brazos. No le daba méritos a mi fuerza, pero era lógico que después de eso tuvieras más dolor de lo normal.
Después de ese día y de tu sacrificio, comencé a verte con otros ojos. Si bien, ya comenzaba a tratarte como amigo y hermano, en el fondo un sentimiento diferente empezaba a crecer. Uno cálido y especial; que me hacía estremecer de solo ver tu sonrisa, uno que lograba hacerme saltar y sonreír de alegría cuando llegabas a la casa después de una aventura; el que es capaz de mover montañas y lograr incluso lo imposible; uno que no entendí hasta después de cumplir dieciocho años. Porque no solo eran tus acciones hacia a mí lo que me alteraba, si no las palabras que cantabas a mi oído antes de empezar a soñar y despertar en un cuento de hadas: un "te quiero princesa" evolucionado a "te amo con todo mi corazón".
No sé qué tan consiente eras de esas palabras, de tus gestos o acciones, incluso te llegaste a molestar cuando un niño me invito a jugar a su casa: me tomaste de las manos y me alejaste de su lado. A veces quería creer que lo hacías de manera indirecta y sin pensar, pero en ratos y por no decir que, en la mayoría de las ocasiones, lograba divisar la seriedad y pasión con la que un amante vería a su pareja.
Esa pequeña duda se había sembrado en mí, vivía con ella e ignoraba si sería verdad o mentira, únicamente quería vivir a tu lado de esa manera el tiempo que nos quedase de vida.
Aunque, antes de saber tus palabras al respecto, antes de saber que mi corazón había sido tuyo y desconocía eso, ocurrió un suceso desato en mi los tan afamados "celos".
-Me gusta –musito mi mejor amiga algo apenada de la situación.
Con esas dos simples palabras logro desarmar mi imperio de felicidad. Mi torre fuertemente construida fue destruida con eso. No sé cómo sucedió, no, si lo sé, todo sucedió por culpa de Ryoichi, ese maldito que le hizo tanto daño a nuestra querida amiga. Aunque hubiera pasado un año del aterrador accidente y de la imposición de los padres del inglés en que Nozomi-chan se casara con su hijo, ella aún no había superado la situación. Divagaba y ondeaba la bandera de que ella lo tenía todo solucionado, solo era una chica asustada del futuro que vendría y tendría que lidiar. Tú te acercarte a ella y le sonreíste, la trataste con más cariño de lo habitual, me molestaría, pero sabía que la veías como hermana, pero en ese momento de debilidad de la pelimorada, ella comenzó a enamorarse de ti o eso fue lo que su mente creyó.
Era su manera particular de hacerse sentir querida y no utilizada como ese tarado lo hizo.
Al principio, quise apoyarla, darle palabras de apoyo para que cumpliera su cometido. No sabía que me estaba destruyendo por dentro con cada maldita cita arreglada, cada cruce de miradas inesperado, y sonrisas confidentes. No sabía que podía guardarle tanto rencor a una persona, llegue al punto de no querer hablar con ella de por vida, dejarla a su suerte cuando ese sentimiento de odio comenzó a crecer.
Pero extrañamente, te diste cuenta que algo no andaba bien, puesto que cada vez que Nozomi-chan me hablaba, le contestaba con seriedad y no con mi habitual sonrisa. Me tomaste de los hombros y me sonreíste.
- ¿Me dirás que pasa? –ladeaste la cabeza como un pequeño niño, aunque ya tenías dieciséis años de edad- te he notado muy seca con Nozomi-chan, ¿se pelearon?
-No –fue lo que dije. Intentaba tragar ese bufido, pero salió a la primera apertura de mis labios.
- ¿Y eso que fue? –me solté de tu agarre y me dirigí a mi cama, pues me habías interceptado en mi cuarto- Kotori-chan –me seguiste y te sentaste al lado mío- Por favor.
Me la pensé más de una vez si decírtelo o no, incluso aun desviando la mirada tus ojos azules zafiro consumían alma.
-Es Nozomi-chan… -musite sin mirarte- ella…
-Ella me ve como algo más que un amigo –más que una pregunta, fue una afirmación. Te mire sorprendida y únicamente sonreíste de lado- estoy consciente de eso.
- ¿Pero ¿cómo…?
-No soy tan tonto como crees –tomaste mi mano derecha y aun sonriendo hablaste- es muy evidente cuando tu hermanita menor te planea citas con tu mejor amiga y ella se sonroja cuando te ve.
-Honoka-kun –apreté ese ligero agarre y suspiraste- ¿Qué pasa?
-Eso te pregunte yo a ti –frunciste el ceño ligeramente al negar con la cabeza- sé que te molesta esta situación, pero solo es por poco tiempo.
- ¿Poco tiempo? –alce la ceja y asentiste- ¿a qué te refieres?
-No es la manera más bonita de abordar el tema –soltaste mi mano y con un rápido movimiento te acostaste en la cama- sí que me duele la espalda~
-Oye –te mire con reproche y contestaste con una risita- no estamos hablando de tus lumbalgias.
-Lo sé, pero es para aligerar el ambiente –observaste el cielo con esa media sonrisa- como dije, es por poco tiempo. Nozomi-chan está pasando por momentos difíciles en su vida: la muerte de sus padres y que tenga que casarse con un bastardo como el –apretaste tus puños en señal de la ira que estabas tragando- nada es justo para ella –bufaste y estrellaste las manos contra la cama- es una chica fuerte, lo sabes, pero necesita al menos sentir ese "apoyo extra".
- ¿Cómo? –pregunte curiosa.
-Que ella se sienta atraída a otra persona es normal en su situación. Es como el efecto que tiene una persona cuando un patito lo ve por primera vez. El piensa que es su madre y lo sigue a todas partes –suspiraste con pesar- ella siente que debe depositar todo ese cariño y amor en una persona que la trate de la misma manera.
-Eso no suena muy bien…
-Es porque no suena nada bien –me miraste. Su cara no mostraba una sonrisa, sino una de resignación y frustración juntas- Si le digo "No me gustas, te quiero solo como amiga", podría destrozarla, ella no necesita eso. Llegará un momento en el que se dará cuenta de que lo que está haciendo es un error y lo olvidara.
-Sigue siendo confuso… -fruncí el ceño y negué varias veces con la cabeza- no suena a algo que haría Nozomi-chan.
-No lo es y por eso debemos ser cautelosos –devolviste tu mirada al techo- quiero su felicidad, pero ya no podemos hacer nada por ella. Hay cosas que Nozomi-chan debe de descubrir por su propia cuenta.
-Si lo ves así, tienes razón–solté un suspiro aliviada, no solo porque Honoka-kun no veía a Nozomi-chan como algo más que una amiga, sino porque estaba en lo correcto- me gustaría hacer algo por ella.
-Ya lo haces y me gusta saber que no están peleadas, angelito –que me llames por ese apodo, solo lograba poner mis mejillas coloradas- intuyo también que te pusiste celosa por todo esto, ¿verdad?
- ¿Y-yo? –ni siquiera intentándolo lograba que una voz convincente saliera de mis labios- c-claro que no.
-Te lo he dicho, no soy tonto, solo algo distraído –reíste y tomaste mi mano izquierda puesto que la derecha estaba fuera de tu alcance- sé que es difícil y tal vez muy tedioso, pero te juro por todo lo que tengo, que lo único que puedo amar en esta vida eres tú, Kotori-chan.
- ¿Q-que? –mis ojos se abrieron como platos y mis mejillas e incluso las orejas ardieron como un mar de llamas.
-Que te quiero e incluso puedo jurar que te amo –una sincera sonrisa resplandeció en tu cara- nunca tendré ojos para otra persona que no seas tú.
-Honoka-kun… -musite sin saber muy bien que decir. Era un mar de emociones en ese momento- ¿e-es enserio?
-Sí, con todo mi corazón –asentiste sin titubear- estaré contigo hasta los confines más horribles del universo. Siendo tu mi compañía, no tengo porque temerle a nada o a nadie.
-Y-yo lo sé –me quede hechizada en tus ojos azules- nunca te abandonaría, eres mi adorado Honoka-kun, por el que este corazón sigue latiendo con fuerza –no sé porque dije eso, simplemente salió expulsado de mi corazón a mi boca. Cuando me di cuenta de mi incoherencia y estupidez, cubrí de inmediato mi cara con mis manos.
-No tienes por qué apenarte –con cuidado retiraste mi escudo de manos para atraparme entre tus brazos y caricias a mi espalda-Por eso mismo, necesito que seas fuerte y apoyar a Nozomi-chan. Ella nos necesita más que otra cosa en el mundo, es nuestra mejor amiga y casi hermana, necesitamos apoyarla.
-E-está bien… -el fresco aroma que provenía de ti, lograba relajarme- sé que lo se dará cuenta, es Nozomi-chan, a fin de cuentas.
-Lo sé, es nuestra gran y linda amiga –te acomodaste conmigo en brazos y tomaste posesión de mi cintura cuando estabas detrás de mí- es fuerte, pero incluso el roble más fuerte necesita de alguien para crecer.
- ¿Cuándo te volviste tan sabio? –me gire para ver tu cara que mantenía ese toque infantil que tanto me gusta- no recuerdo que fueras así hace unos años.
- ¿Madure? –reíste y negaste con la cabeza- creo que es más bien la influencia positiva que tienes en mí.
- ¿Yo causo eso? –no sé cómo pasaba de estar apenada a sentirme picara a tu lado, eran cosas que simplemente ocurrían- prefiero ser una influencia negativa en las personas.
- ¿A qué te refieres con…? –no te deje terminar, pues en un ágil movimiento me subí arriba de ti con una sonrisa digna de los sueños pervertidos de nuestra amiga pelimorada- ¿K-Kotori-chan? –el verte apenado solo estimulaba mi lado juguetón y travieso.
-Me gusta la idea de hacerte sonrojar, Ho-no-a-kun –cada silaba resaltada de tu nombre era un centímetro más cerca de ti, me incline hasta estas lo suficientemente cerca de tu rostro –es solo verte de esa manera, es sencillamente encantador –bese tu mejilla y de inmediato te pusiste rígido casi estático- ¿tanto te disgusta?
-P-para nada –titubear y ponerte más colorado no ayudaba a tu situación- ¿p-porque lo haría?
- ¿Y porque no? –bese tu frente y de nuevo tu mejilla izquierda fue besada- ¿Qué tiene de malo desear lo imposible?
- ¿A-ah?
Con un hábil movimiento, quedamos a escasos milímetros de que nuestros labios se tocaran. No reluias mi tacto y ni tampoco mostrabas interés en hacerlo, ¿Cómo podía tomar eso? Era una invitación a lo que muchos pensarían que es prohibido, una invitación que rechace.
Estrepitosamente me aleje de ti y de un salto me coloque al lado de la cama- ¡Mira lo rojo que te pusiste! –te señale con burla y me di media vuelta- ¿enserio crees que lo haría? Tenemos toda la vida para pensar en las posibilidades~ -di unos pasos hacia adelante y te miré sobre mi hombro, te veías sorprendido y confundido con ese gran rojo cubriendo tu cara- no tardes hermanito, recuerda que mamá hizo la comida del día de hoy~
Salí corriendo cual colegiada de la habitación. ¿Por qué no lo bese? Me gustaría decir que fue por "no hacer lo incorrecto", eso en realidad me tiene sin cuidado, creo que la razón por la que mis labios no chocaron con los tuyos, fue simplemente por el miedo de hacerlo. Lo que conlleva un beso y dárselo a una persona de la cual no sabes cómo reaccionara después, es simplemente aterrador. Por eso no quise hacerlo, pero tenía la esperanza que, en el futuro, dicha oportunidad de presentar y esta vez, mis temores no se atraviesan para lograr mi objetivo.
Tras esa "pequeña" platica, pasaron dos semanas para que Nozomi-chan dejara su necesidad de amar a alguien. Fue de la noche a la mañana, ignoro que situación habrá tenido o que leyó en sus cartas para que llegara a la conclusión de que lo que hacía no era lo más correcto del mundo.
Era un alivio para mí, el mayor del mundo si puedo decirlo. Mi vida parecía andar de maravilla, mi mejor amiga había desistido en ligarse al que juraba que era el amor de mi vida y el parecía más cercano a mí, aunque por poco casi lo besaba.
Era bello y un sueño que duro hasta que cumplí dieciocho años, bueno, fue el día de San Valentín.
El hecho de pensar en esa fecha, hoy en día me pone nostálgica y un tanto fantasiosa de lo que pudo o no ocurrir.
Sabia de tus sentimientos y yo afirmaba que los míos eran los más sinceros del mundo. Así que, ese día del amor y de la amistad estaba dispuesta a confesarte mis sentimientos.
Era un día normal en la universidad, sabia tus horarios y por eso te pedí que nos viéramos en el parque donde nuestra pequeña aventura había comenzado.
Había preparado unos chocolates solo para ti, te los daría en cuento de confesar mis sentimientos, Nozomi-chan incluso me había dado un amuleto de la suerte para que todo saliera bien y nada malo pasara… Estaba nerviosa y ansiosa al ver que tu no llegabas al parque, puesto que yo había llegado una hora antes para preparar mis palabras.
Al son de los chillantes columpios en el cual ya no colgaban mis pies por la altura que tenía, el viento se meció a mi favor puesto que con el estabas tú, corriendo fatigado y ajetreado. Al llegar te disculpaste con una tenue sonrisa y me levante del columpio, mi corazón estaba latiendo a mil por hora, pero estaba decidida a decirte mis sentimientos. Y eso hice, te extendí la caja de chocolates que guardaba detrás de mi espalda y baje la mirada, grite que me gustabas mucho más que un amigo o en nuestro caso hermanastros. Pasaron segundos que se sintieron como gélidas horas y tú no contestaste, alce la mirada y unas lágrimas comenzaron a surcar por tus ojos.
- ¿Honoka-kun? –te mire sin entender la situación, que lloraras no era algo muy normal- ¿Qué tienes? –pregunte al sentir tus manos sobre mis hombros.
-Esto no puede ser –murmuraste con pesar- tú no puedes amarme, Kotori-chan.
- ¿Qué? ¿Qué estás diciendo? –pregunte atónita, no entendía el origen de tus palabras. Solo lograba distinguir el dolor y aflicción de tu voz.
-No me amas, somos hermanos, ¿lo entiendes? –con esas lágrimas, tu voz se iba quebrando cada segundo más- tu no sientes amor por mí, de ese que profesar no. Me amas como un hermano, ¿verdad?
- ¡Claro que no! –grite al sentir que mi orgullo se desmoronaría- ¡te amo, con todo mi corazón, no como hermano, si no como hombre! –grite frustrada de esa apagada cara que tenías.
Por fortuna no había nadie en el parque, puesto que pensarían que soy una loca a mas no poder.
- ¡Entiéndelo! –apretaste tus manos contra mis hombros, no me dolían, más bien me traspasaban tus sentimientos: impotencia- No podemos hacer esto, no tenemos futuro.
- ¡Tú mismo dijiste que sentías lo mismo por mí! –estaba más que molesta con la situación- ¡Me dijiste que me amabas, que era todo para ti! ¿Por qué ahora que quiero confesarme a ti, me rechazas como si nada?
-Porque no importa donde lo vea –me soltaste y te diste la vuelta, evitando mi interrogadora mirada- he intentado buscar una alternativa, algo que logre que estemos juntos, pero nada me parece lógico o correcto.
- ¿Desde cuándo piensas en esas cosas? –reclame herida- ¡Tu no piensas en otra cosa que no sea pan, no me salgas que ahora eres un sabio! –los chocolates que había preparado con tanto cariño cayeron al piso para darle apertura a mis manos transformadas en puños cerrados- ¡Si no me amas de esa manera! ¿¡Porque decirme que si todos estos años!? ¡Maldición, mírame cuando te hablo! –brame más que molesta, tenía ira saliendo por todas partes, era tal que comenzaba a ver borroso por las lágrimas que amenazaban con salir. No permitiría que salieran, en ese momento no.
- ¡Ya! –diste la vuelta y tus ojos eran cristalinos con toques rojizos- ¡Claro que te amo! –gritaste frustrado y continuaste- Pero… -bajaste de inmediato la mirada, como si estuvieras apenado.
- ¿¡Pero que!?
-No puede ser lo nuestro –poco a poco levantaste la mirada- de donde lo quiera ver, lo que sientes por mí es únicamente agradecimiento por haber sido amable contigo cuando éramos niños.
- ¿Qué crees que tengo cinco años aun? –pregunte escéptica- no tengo esa edad, ya crecí, soy una mujer adulta.
-Y eso lo sé a ciencia cierta –al levantar la mirada, las lágrimas no dejaban de salir de tus ojos- pero eso no quita que sea verdad. Fui amable contigo y seguí así hasta entonces. Te mentiría si te digo que no te veo como mujer en algunas veces y afirmo que te amo con todo mi corazón –ese pequeño me sentí feliz, pero como en cualquier novela romántica, el momento trágico venía a continuación- yo también quiero que lo nuestro sea realidad, pero sabes bien que lo que sientes por mí no es más que una atracción momentánea. Solo estas sustituyendo el hecho de no conocer más gente, soy el único joven que está contigo.
- ¡Deja de decir estupideces! –solté un tremendo grito que incluso con él, algunos pájaros salieron volando- ¡Que es por esto y por otras cosas! ¡No entiendo nada de esto, si no me aceptas, solo tienes que decirlo y ya!
Lo que no quería paso, las lágrimas salieron cual cascada por mis ojos. Me sentía débil, destrozada, rota. La persona más estúpida del mundo por creer que sus palabras eran ciertas.
-Por favor… -aun pese a que releí su contacto al alejarme, te acercaste a mí para envolverme en tus brazos- lo que te digo duele y te juro que me odio a mí mismo por hacerte llorar.
-Es que lo que dices son mentiras –llore en tu pecho y lo golpe un par de veces- te amo, ¿Por qué no quieres aceptarlo?
-Quiero, pero sé que no es verdadero –sabía que te dolían mis golpes, pero aun así no me decías o gesticulabas nada- si te acepto, estarás a mi lado y no conocerás el verdadero amor.
-Si tus palabras son ciertas… -poco a poco deje de golpear tu pecho y alce la mirada ¿Por qué ilusionarme todos estos años? –te mire con reproche e ira- ¿¡Por qué dejar que mi corazón se emocionara cuando le decías todas esas palabras!?
-Porque hasta hace unas semanas me di cuenta de eso –tomaste mi mejilla y con tu pulgar derecho limpiaste parte del maquillaje corrido en el- creí en mi inocencia de que esto era verdad, pero lo sabía en el fondo. Tú me ves como tu bote de salvación, como alguien que vino a ayudarte y siempre estará contigo- de inmediato negué con la cabeza- sabes que es verdad.
-No lo es, aunque tu rehúses mis sentimientos, sé que no es verdad lo que dices –me sentí segura al decirlo- no me enamoraría de alguien así, se lo que siento por ti.
- ¿De verdad lo haces? –ladeaste la cabeza- ¿te acuerdas lo que paso con Nozomi-chan? Ella juraba que me amaba y solamente era su manera de aliviar su dolor, es casi lo mismo contigo –volví a negar con la cabeza- ¿Por qué estás tan segura?
-Porque esta sensación y esta explosión que ocurre en mi pecho cuando te veo, no es algo que pueda generarse, así como si nada.
-Kotori-chan, por favor…
- ¡No, nada de por favor! –volví a alzar la voz- sabes que digo la verdad, ¡lo sabes muy bien! –antes de que hablaras, te interrumpir- esas promesas, esos momentos, no pueden ser ideas mías, tu sientes lo mismo y lo sabes muy bien –negué varias veces con la cabeza e incluso mi cuerpo se movía al compás de eso- te amo… ¿Por qué no puedes aceptarlo y ya?
-No es lo correcto y no quiero privarte de la futura felicidad que tendrás –al igual que yo, eras un mar de lágrimas, pero aun hablabas con cierta cordura- te amo y por eso no te hare semejante daño.
-No me amas, no lo haces…
-Ya lo sabes, te lo he dicho un millón de veces –con una sonrisa enorme seguiste hablando- te amo y lo haré lo que me reste de vida. Aun incluso de miles de años o de que encuentres el amor en otra persona, sé que habrá un enorme espacio para ti, mi linda y adorada pajarita.
Sabía que no lo haría cambiar de parecer, por eso mismo mi cuerpo comenzó a temblar de esas emociones de impotencia que comenzaban a recorrerme-Nunca encontrare a alguien como tú –musite para abrazarlo, herida y triste.
No dos los días te rechazan de esa manera. Sentía mi corazón destrozado, jure que ese sentimiento no se iría de mi pecho. Quería que todo fuera un sueño y que en realidad nada hubiera pasado.
Nuestra relación, ¿Cómo describirlo? Después de esa trágica tarde, tu sonrisa siempre fue la misma pese a que en tus ojos había atisbos de tristeza y nostalgia. Tratarnos como siempre era doloroso, yo aún sentía esa fuerte atracción sobre ti, pero me resigne a seguir como antes. Sabía que no te convencería de lo contrario y de hacerlo, corría el riesgo en el que me odiaras…. No quería eso, así que hicimos borrón y cuenta nueva. Un extraño borrón y cuenta nueva si contemplas que nos seguíamos tratando de la misma manera. Yo me sonrojaba con tu sonrisa y tu seguías explotando con algunas de mis reacciones. Se sentía tan natural que quería conservarlo así, aunque fuera una manera obsesiva de quererte, solo deseaba que las cosas no cambiaras después de mi confesión y ser rechazada.
Pero tenías razón, mi corazón era incierto e indeciso, te amaba, pero como un hermano, aunque aún conservaba en mi corazón esos recuerdos y reacciones que provocas en mí y de manera involuntaria salen: los celos, los sonrojos, el cariño, el saltar sobre ti cuando te veo, y etc. Después de un año lo entendí, después de una intensa platica con Nozomi-chan, saqué de nuestra lista de pendientes el amor. Pero nunca borre de esa lista tu bella sonrisa.
No podía pedir un mejor regalo a la vida que el hecho de haberte conocido, el ser parte de tu vida es el mejor regalo que me pueden dar. Te amo y puedo jurar que este sentimiento perdurara hasta el día que muera, aunque espere a mi príncipe azul, sé que siempre te contemplare en mis planes futuro y estaré lista para aceptar a quien sea capaz de domar tu salvaje corazón. Nos enojaremos por las parejas que escojamos, pero ese es nuestro estilo, me pondré celosa de todas las mujeres que se acerquen a ti y tu harás lo mismo. Los demás pensaran mal de nuestra relación, eso es más que obvio, porque no importa con quien este, siempre saltare sobre ti al verte y besare tus mejillas con la devoción que la hacen los amantes, pero el día que pregunten, diré con orgullo que eres mi hermanastro y si quieren averiguar más, les diré que fuiste dueño de mi corazón por más de la mitad de mi vida.
Antes de ti, no conocía esos blasfemos sentimientos como lo son la codicia y los celos; antes de ti, no había otra mano que borrara mi dolor; antes de ti, el amor solo era de cuentos de hadas; antes de ti, no había lugar para cantar.
Simplemente, antes de ti, no conocía lo que era el amor y mucho menos la felicidad.
¡Feliz San Valentín atrasado! Tenía pensado subir esto el catorce de febrero… Pero no lo termine n_n. Estos capítulos son la historia de Honoka y Kotori, Umi y Maki, antes de los acontecimientos de recarga natural. Espero que les guste, me esforcé mucho jaja.
¿Cómo están? Espero sus opiniones y que les pareció, ¿les quedaran las cosas un poco más claras después de estos capítulos?
¡Nos vemos en el siguiente capítulo!
