Una nueva historia. Parece que estoy en racha. Aunque lo que pasa es que me apunto a demasiadas cosas.

AVISO: Este fic participa en "Calendario de personajes y parejas" del foro "The Vampire Diaries: Dangerous Liaisons".

Pareja de la segunda quincena de Julio: Bonkai.

DISCLAIMER: Ninguno de los personajes me pertenece; son propiedad de la CW.

#PALABRAS: 2,516.


OTROS MUNDOS


CAPÍTULO I

—Es ahora o nunca —dijo Kai, visiblemente emocionado.

Bonnie lo ignoró, tomó el Ascendente y se hizo un corte en la palma derecha. Iba a volver a casa. Sí, lo iba a hacer de la mano de un psicópata, pero al fin y al cabo iba a hacerlo. Y tenía miedo, mucho miedo. Porque, por mucho que Kai pareciera dispuesto a tratarla bien, e incluso si le había traído a Ms. Cuddles, seguía siendo un asesino psicópata, y podía matarla en cualquier momento. ¿Quién le aseguraba a Bonnie que no fuera a matarla de la manera más dolorosa posible en cuanto volvieran al presente?

La chica comenzó a cantar, temerosa y a la vez emocionada.

Sangima Maerma —Kai la agarró del brazo con fuerza, y Bonnie emitió un quejido de dolor. Acababa de cortarse la palma, y tenía el brazo algo sensible.

—Por si acaso estabas pensando en irte sin mi-el chico le guiñó un ojo, y Bonnie apenas logró resistir las ganas de darle una bofetada.

Sangima Maerma. Ascendarum Cavea.

Mientras que Bonnie cantaba, el Ascendente se movió, y Kai miró hacia arriba. Estaba sucediendo. Se iban a casa. Bonnie cerró los ojos. No quería mirar. Alargó un pie, asegurándose de que la mochila viajaba junto a ellos, y ambos desaparecieron del mundo prisión.


—Bonnie, abre los ojos —una voz susurraba en su oído.

Bonnie sentía unos brazos rodeándola, unos brazos cálidos y fuertes que la hacían sentir bien. La chica no sabía dónde estaba, y a pesar de saber que lo único que tenía que hacer para averiguarlo era abrir los ojos, no lo hacía. No podía hacerlo; había algo que le impedía abrir los ojos. Estaba agotada. Lo único que quería era dejarse caer y dormir durante dos días seguidos.

—Bonnie, ¿quieres dormir en mis brazos mientras que te llevo a casa?

La chica sabía que las palabras que estaba escuchando tenían algún significado, pero era incapaz de encontrarlo. En lo único en lo que pudo fijarse fue en que los brazos que la habían estado rodeando habían pasado ahora a cogerla en brazos, y la estaban llevando a través de un bosque.

Un bosque. La bruja no sabía por qué estaba tan segura de dónde estaba. Tal vez fuera el olor a otoño, o por el ruido de las pisadas sobre las hojas, o que recordaba haber caminado por un bosque no hacía mucho, básicamente arrastrada por alguien. ¿Por quién? Bonnie no podía recordarlo. Sólo sabía que era un hombre. Un hombre alto.

—Vamos, Bon. Pensaba que estarías más emocionada por haber vuelto a la realidad.

Y entonces, Bonnie recordó. Abrió los ojos al instante y empezó a forcejear, intentando que Kai la soltara. El chico rió al verla luchar contra él, y haciendo caso de sus deseos, la soltó.

Bonnie cayó al suelo de culo. Soltó un gemido de dolor y miró hacia arriba. Kai la miraba con una gran sonrisa. Tenía la mochila a la espalda, y acababa de sacar a Ms. Cuddles, a quien sostenía frente a ella. La soltó también, dejando que cayera encima suya. Bonnie lo fulminó con la mirada y comenzó a levantarse, ignorando la mano que le tendía Kai.

—No seas orgullosa, Bonnie. Vamos, hacemos un gran equipo. Vámonos a comer algo. Yo invito.

—Debería matarte.

—Deberías —la sonrisa de Kai parecía imposible de borrar—. Pero no vas a hacerlo. Vamos, sabes que no puedes. Eres demasiado buena para eso.

Bonnie lo ignoró, y comenzó a caminar. Sabía perfectamente hacia dónde debía caminar; llevaba visitando aquellos bosques desde que tenía memoria. Caminaba hacia su casa. Sin embargo, se detuvo antes de tiempo. No podía ir a su casa. No podía llevar a Kai a su casa. Allí la mataría y, como nadie la estaría esperando, nadie la echaría nunca en falta. Así que la bruja cambió de dirección y comenzó a caminar hacia casa de los Salvatore. Allí siempre había vampiros poderosos capaces de matar a Kai.

Kai, a pesar de todo pronóstico, la siguió sin rechistar. No la estaba matando ni torturando, lo cual, interpretó Bonnie, era buena señal. Tal vez aquello significara que no la iba a matar en ningún momento. O tal vez no. Con él era imposible saber.

—Por un momento pensé que me fallarías, ¿sabes? Pero tú también querías volver. Lo querías tanto o más que yo. Y yo sé por qué.

—¿Ah, sí? —Bonnie no quería hacer caso de sus comentarios de loco, pero había momentos como aquel en los que no podía evitarlo—. ¿Y por qué?

—Porque tú no eres como yo. Yo puedo aguantar solo porque estoy loco. Pero tú… Si te quedaras sola no tendrías a nadie con quien hablar. Tú no puedes hablar sola.

Bonnie reflexionó sobre lo que el chico había dicho durante el resto del camino. Tenía razón. Todo lo que Kai le había dicho era verdad. Ella era demasiado buena para pasar tiempo en absoluta soledad. No habría aguantado, ni siquiera estando con Kai. Se habría vuelto loca. Tan loca como él.

Llegaron a la casa cuando ya casi anochecía. Y fue entonces cuando notaron algo extraño. Todas las luces estaban apagadas. No había ningún coche aparcado en la puerta. No había nadie. La casa estaba totalmente vacía.

—¿Dónde está todo el mundo? —preguntó Kai cuando Bonnie abrió la puerta y, al gritar, nadie contestó—. Cualquiera diría que seguimos en el mundo prisión.

Bonnie no contestó, a pesar de que pensara lo mismo que él. Aquel silencio era demasiado raro. Era exactamente igual que si siguieran en el mundo prisión. Ambos brujos investigaron la casa, y a pesar de encontrarla en el mismo estado que en el presente (o en el futuro), estaba vacía.

Kai se sentó en un sofá cuando se cansó de caminar por la casa, y Bonnie lo acompañó poco después, aunque tan lejos de él como pudo. Estaba agotada, sin saber bien por qué, y el brujo parecía estar en el mismo estado. Así que, sin saber muy bien por qué se sintió lo suficientemente segura como para hacerlo, Bonnie se recostó en el sofá y se durmió.


La siguiente vez que abrió los ojos, Bonnie no estaba tumbada en el sofá. En cambio, estaba en una cama, la misma cama que había ocupado durante su estancia en 1994. Cómo había llegado hasta allí, la chica no lo sabía, pero al ver a la persona sentada en el sillón al otro lado de la habitación tuvo sus sospechas. Kai no la miraba, tenía la mirada clavada en un libro bastante nuevo, que claramente no había existido en 1994. Bonnie sólo tuvo que echarle un vistazo para averiguar que era 50 Sombras de Grey. Cómo había llegado a casa de los Salvatore era un misterio.

—Dime que no has estado leyendo eso durante todo el rato que yo he estado dormida. Porque tú, así, eres lo más terrorífico que he visto en mi vida —comentó la chica, incorporándose en la cama.

—No entiendo esta historia —Kai ignoró el comentario de Bonnie. Tenía el ceño fruncido, y parecía muy confuso—. ¿Por qué deja ella que la trate así? Si yo fuera ella, lo mataba.

—Sí, tú siempre tienes medidas muy efectivas. No ha vuelto nadie, ¿no?

—No. Y he visto algo aún más raro. No hay nadie en los alrededores. ¿Qué has hecho, Bon?

—¿Qué quieres decir? —preguntó Bonnie, quedando sentada en la cama, con la espalda apoyada en el cabecero y una mirada somnolienta.

—Nos has mandado a otro mundo prisión. Y, créeme, estoy aguantándome mucho para no matarte en este mismo momento.

—No te he mandado a otro mundo prisión. Para empezar, porque ni siquiera sabía que había otros. Y además, no sabría cómo.

Kai se quedó en silencio, pero no parecía aceptar sus palabras del todo. Por una vez, Bonnie lo comprendía. Tenía sentido que Kai temiera haberse quedado atrapado de nuevo. Y sin embargo no la atacó, y la chica no tuvo más remedio que aceptar aquella duda. No podía pedir más que aquello.

El chico dejó el libro y se levantó. Se acercó a ella y se colocó a su altura. Estiró una mano y la colocó en su hombro. No ejerció mucha presión, pero el dolor que sintió Bonnie de repente la hizo gritar. Le estaba quitando la magia otra vez. La chica intentó apartarse, pero no lo logró, así que al final se dejó caer en la cama, prácticamente dejándose matar. Bonnie suplicaba entre lágrimas, pero Kai no se detenía. Al final, el chico la soltó, y la chica cerró los ojos, tan agotada que sentía que se iba a desmayar en cualquier momento.

—Esto es sólo un aviso. Más te vale que nos saques de aquí, Bonnie. Porque como no lo hagas te mato. ¿Te ha quedado claro?

La chica asintió con la poca fuerza que le quedaba. Y luego se quedó dormida.


Bonnie despertó al notar el olor de la mermelada de arándanos. La favorita de Kai. La chica abrió los ojos, y descubrió a su lado una bandeja con su desayuno. Un café, un vaso de zumo de naranja natural, dos tostadas con mermelada y unos croissants. El chico estaba sentado en el mismo sillón que antes, leyendo todavía el mismo libro. Cuando vio despertar a la chica, dejó el libro y sonrió, antes de saludarle con la mano.

—Deja de leer ese maldito libro mientras que yo duermo a tu lado.

—Cállate y desayuna, Bon. Tenemos mucho trabajo que hacer.

Y Bonnie desayunó. Tenía mucha hambre, y no pudo resistirse al desayuno en la cama. Por suerte, Kai abandonó la habitación y la dejó tranquila. La chica se prometió a sí misma requisar todo tipo de literatura erótica de la casa. O del mundo prisión en general. Le daba muy mala espina dejar a Kai con aquellos libros. Quién sabía las ideas que le podían provocar esos libros.

Cuando estuvo llena, se dio una ducha y se vistió con ropa de Elena. Era una suerte que la chica viviera en casa de los Salvatore la mayor parte del tiempo, porque, aunque la vampira fuera más alta que ella, era mejor llevar ropa suya que de Damon o de Stefan. Bonnie bajó las escaleras, y se encontró a Kai en el sofá leyendo un periódico. Aquel era un buen primer paso; así podrían averiguar en qué día estaban.

—Seis de Febrero de 2013-anunció Kai-. ¿Este es el presente?

—Tú eres el que cuentas los días. ¿Para qué me preguntas?

—Intento entablar una conversación. Menudo mal humor que tienes por las mañanas, Bonster. Pero, para tu información, no, no lo es. Estamos en el futuro.

Bonnie lo ignoró y le quitó el periódico de las manos. Apoyada en el sofá, comenzó a leerlo, intentando averiguar lo que había sucedido en Mystic Falls que pudiera justificar la creación de un mundo prisión. No vio nada extraño que hubiera sucedido en Mystic Falls, pero sí en Nueva Orleans. Un asesinato múltiple. El asesino no había sido descubierto. Al menos no por la policía.

—Ya sé lo que tenemos que hacer.

—Viajar a Nueva Orleans. Hagamos turismo, Bon. No hice mucho en mi mundo prisión.

—Coge un coche y vayámonos.

Kai la miró con una ceja alzada. Bonnie la ignoró y cogió un abrigo. Tenían que darse prisa. Tenían que salir de allí.

—No vamos a ir en coche. Los coches son lentos. Y hay que ser un poco más aventurera, Bon-Bon.

—¿Qué quieres, ir andando?

—Hombre, tampoco hay que ser tan aventureros. Sígueme.

Bonnie lo siguió. Al fin y al cabo, no tenía nada mejor que hacer. No sabía a dónde llegaría con él, pero sí sabía que, si alguien conocía algo sobre los mundos prisión, era Kai Parker. Caminaron durante un rato, hasta llegar a un helipuerto. A un helipuerto. Bonnie se quedó quieta en el sitio, pero Kai siguió caminando hasta abrir la puerta del único helicóptero que había. Al ver que la chica se había quedado quieta, alzó una ceja a modo de desafío. Bonnie, con el único objetivo de borrar aquella expresión de su rostro, caminó a grandes zancadas al helicóptero y subió sin su ayuda.

Pocos minutos después, se arrepintió de su decisión. Y aquello no tenía que ver con la manera de pilotar de Kai, que era bastante profesional y estable, sino con el hecho de que el chico no dejaba de parlotear y de burlarse de su miedo. Quería llegar ya. No soportaría aquello durante mucho tiempo.

Por suerte o por desgracia, Kai viajaba a una gran velocidad. En cuanto llegaron, Bonnie se aseguró de bajar al instante y vomitar en el suelo. El chico hizo una mueca de asco y se apartó de ella tanto como pudo. Bonnie se limpió la boca con el dorso de la mano y se levantó. Caminó hasta acercarse a Kai,y lo fulminó con la mirada al ver su mirada de diversión.

—Como se te ocurra reírte de mí te mato. Y te conviene recordar que este no es tu mundo prisión. Aquí mueres como cualquier otro.

Kai soltó una carcajada y comenzó a caminar. No sabía hacia dónde iba, ni dónde podría estar la persona a la que buscaban, así que caminaban a ciegas.

Llegaron al cementerio del barrio francés, con Kai a la cabeza. Y es que el chico había notado magia en el lugar. No se lo había dicho a Bonnie por si acaso su poder había fallado; no quería quedar en evidencia delante de una bruja tan poderosa como ella. Se detuvieron en la puerta, cuando la magia fue lo suficientemente evidente como para que la propia Bonnie lo notara.

La chica sonrió y se giró hacia Kai, que repentinamente estaba demasiado cerca de ella. Como siempre, el brujo invadía su espacio personal; y como cada vez que lo hacía, Bonnie se sentía inquieta y se ruborizaba. Kai giró la cabeza y esbozó una ligera sonrisa. Se acercó todavía más a ella, hasta quedar a sólo unos pocos centímetros. Bonnie contuvo el aliento. Y entonces él giró la cabeza y le habló al oído.

—Si planeas besarme podrías al menos lavarte los dientes primero.

Bonnie se apartó de él y le dio un empujón. Entró en el cementerio ignorando sus carcajadas y comenzó a caminar sin rumbo fijo. Si había alguien ahí dentro, lo encontrarían. Kai la siguió, silbando y cantando. La chica quiso matarlo en ese mismo instante, pero se contuvo. Necesitaba a Kai. Necesitaba a alguien que supiera sobre mundos prisión.

No necesitaron caminar mucho. Poco antes de llegar a un panteón bastante grande, Kai la agarró por la cintura y la hizo girarse. Frente a ellos había un chico joven, alto y guapo, que miraba a Bonnie con una sonrisa. La chica no sabía quién era, pero por lo visto él sí que lo sabía.

—Es un placer volver a verte, pequeña bruja —Bonnie se puso tensa al reconocer el apodo. Sólo una persona la había llamado así; una persona a la que creía muerta y de cuya muerte se había alegrado—. Ojalá las circunstancias fueran mejores.

—Kol.