Boku no Hero Academia/My Hero Academia no me pertenece.

Había estado tan tentada por escribir algo después de ver el ED al empezar el arco de Stain.

Sé que Katsuki no tiene tatuajes en la espalda (a lo mucho en los hombros) pero lo necesitaba para que esto funcionara.

KatsuDeku. AU (Universo de Fantasía del ED). Dragon!Kirishima.


Tatuajes

I

Si los miras de cerca puedes verlos moverse, recuerda que le dijo el dragón de escamas escarlatas que acompañaba al peculiar guerrero.

Estaba tentado a mirar y ahora en ese preciso momento en que el joven de cabello cenizo no vestía su característico manto carmesí debía luchar contra sus propios impulsos.

Su espalda está pintada con marcas que nunca había visto, es un lienzo tatuado con misteriosas formas sinuosas y caracteres en idiomas que no conocía; es como un libro que le gustaría leer, escrito con una tinta tan púrpura que parece negra sobre hojas maltratadas. Si tan solo pudiera mirar más de cerca quizás podría intentar descifrar lo que hay escrito o por lo menos confirmar lo que el dragón le hubo dicho.

—¿Qué miras? —Reacciona el mayor, le mira con recelo mientras deja de hacer su tarea.

Da un brinco en su lugar y endereza su propia espalda —¡Nada, nada! —inconscientemente se había inclinado hacia el más alto, quien está sentado a un metro de él, esperando poder ver sus tatuajes.

Entorna los ojos y tras resoplar regresa la mirada a su tarea, está moviendo los leños con el fin de avivar la llama de la fogata que los mantendría calientes durante la noche. Hasta hace unas horas atrás estaban en compañía de sus amigos pero en medio camino dentro del bosque se perdieron y ahora estaban sólo ellos dos, ni siquiera el dragón los había encontrado.

—Bien, eso servirá —anuncia, el fuego es lo suficientemente grande para ambos.

La cueva que han transformado en su refugio temporal no es muy grande pero eso no significa que no sea fría. A veces no entiende cómo el de orbes carmines puede andar sin nada cubriéndole el torso. Se abraza a sí mismo, está empezando a helar y sin darse cuenta su mirada termina de nuevo sobre la amplia espalda del otro.

La última vez que lo vio no tenía tantos grabados, recuerda los de sus hombros pero los demás son nuevos. ¿Qué podrían significar?

—Estás mirando de nuevo, ¿qué quieres? —su ceño fruncido le dice que está perdiendo la paciencia.

No sabe qué debería responder, si le cuenta que su dragón le dijo que las marcas se movían ¿le dejaría observar?, si le pregunta qué significado había detrás de esos dibujos ¿le diría?, si le cuestiona el repentino aumento de tatuajes ¿le explicaría?

Tiene miedo de cometer un error, el chico es demasiado explosivo y si se equivoca puede que le abandone a su suerte.

—Sólo dilo.

Tal vez deba hacerlo con cautela —¿Qué son esos? —Apunta con el dedo su espalda.

El cenizo alza una ceja y mira parcialmente su espalda por encima del hombro —¿Por qué?

—Tu dragón... dijo que se moverían... si los miraba de cerca.

Katsuki le dirige un gesto en blanco y aprieta los labios sin saber qué esperar.

—...ese bastardo de Kirishima. —Farfulla.

No entiende lo que murmura y se queda quieto en su lugar. El mayor luce intranquilo, no le mira y comienza a rascarse la cabeza desesperado, alborotando su característico cabello en pinchos, parece debatir consigo mismo y después de unos minutos le mira intensamente.

—¿Quieres... verlos? —Dice entre dientes, está seguro de que le ha costado mucho.

Aunque no sabe si ha preguntado de esa manera porque le da vergüenza o porque simplemente no le agrada la idea, no quiere desaprovechar una oportunidad así y ya sea que se muevan o no le gustaría observarlos detenidamente.

—Sí. —Siente algo cálido en el pecho.

Puede ser por culpa del fuego pero ha visto las mejillas del otro ligeramente más coloradas.

Katsuki se voltea y le da la espalda, tiene curiosidad por saber qué tipo de gesto está haciendo pero supone que es mejor no molestarlo.

Se acerca un poco para hincarse a pocos centímetros de su cuerpo, se inclina y observa los tatuajes en su espalda. Algunos siguen la forma de sus escápulas, uno baja desde su séptima vértebra hasta su espalda baja como una columna vertebral y de ahí parecen desprenderse otros dibujos hasta sus costados; no parecen moverse y absorto acerca una de sus manos.

—Quítate los guantes.

Los pómulos le arden cuando se da cuenta de lo que hace, las palabras del rubio le dicen que puede tocarlos y obedece antes de volver a acercar sus dedos.

El mayor se estremece cuando sus dedos palpan su piel y hace lo posible por hacer a un lado eso, debe ver los tatuajes antes de que el otro se arrepienta. Dibuja los grabados con la punta de sus dedos, sigue las formas quebradas de tinta oscura y percibe los músculos del otro tensarse cada vez que perfila un dibujo.

No comprende lo que significan, le figuran ideogramas y como si tocarlos fuera suficiente para saberlo los palpa más de una vez.

—Oye, detente.

Escucha al otro decir, pero en un par de segundos es como si no hubiera dicho nada. Continúa tanteando su espalda, siguiendo la tinta que impregna su piel.

—...es suficiente.

Lo escucha de nuevo mas al final lo ignora; los tatuajes son fascinantes aún si no se mueven, son símbolos tan peculiares que deleitan su naturaleza inquisidora y quisiera plasmarlos en sus libretas para jamás olvidarlos.

Está tan enfrascado en estudiar sus tatuajes que no percibe el enfado del rubio y antes de que pueda reaccionar se encuentra de espaldas contra el pedregoso suelo de la cueva.

—¡Te dije que te detuvieras! —El rojo de sus ojos brilla peligrosamente y sus caninos sobresalen de su dentadura. Parece una fiera.

—Se movió —susurra, mira fijamente al otro encima de él, implícito le pregunta por qué.

Si fuera un animal podría ver su pelaje erizarse por el gesto que acaba de hacer, y entonces advierte que los tatuajes ya no están sólo en su espalda, se asoman lentamente por los costados de su abdomen y de su cuello.

—Se están moviendo —observa encantado.

Ahora está seguro de que sus pómulos están rojos, incluso sus orejas. Es extrañamente contradictorio lo que piensa en esos momentos, ver a alguien como él avergonzado era deslumbrante pero tenerlo encima, como un depredador que acaba de atrapar a su presa le produce escalofríos. Podría morderlo en cualquier momento.

Mas no sucede nada.

El mayor regula su respiración y se levanta abruptamente.

—¡Espera Kacchan, perdona! —Se incorpora con la intención de seguirlo pero antes de que pueda pararse el otro desaparece en el bosque.

Se queda solo frente a la fogata y mira sus manos, ha tocado sus grabados y por ende su cuerpo. El pensamiento lo ruboriza y se hace un ovillo mientras se regaña mentalmente, debería aprender a controlarse.