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Sintonía

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por Kay More

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No me importa, ésta vez haré lo que sea, como sea y cuando sea para poder al menos, quedarme a solas con él. Es algo que he pensado desde la primera vez que lo vi, cuando fingí que me gustaban más sus hermanos , cuando luchamos y... ¡después incluso, aún lo pensaba!

Y vale, lo admito. No puedo sacármelo de la cabeza.

Y lo peor de todo ésto, es que me mata no poder hablar con la verdad. Soy tan sincera, que me asusto un poquito yo misma (y a los demás, a veces). Pero así soy, no creo cambiar jamás, porque me han dicho que mi transparencia es una de mis virtudes. Mis amigas además, agregan que soy simpática, cariñosa, agradable… ¿por qué ser diferente? No lo haría.

Pero en tu caso, he notado cómo me ves. Te molesto... ¿O es sólo mi imaginación?

Serena por ejemplo, opina que es mejor no te haga caso. Que es mejor que te olvide, que te ignore. A mí me resulta muy difícil hacer esto que me pide, porque no solamente no puedo evitarlo, sino que tengo varias razones para no hacerlo.

La primera es que, conforme han pasado los días… hay una cosa rara que ha ido creciendo en mi cabeza, algo que me susurra que podría estar más a fin contigo de lo que creo. Sí, ya sé que de primera instancia parece una locura, que aparentemente no tenemos nada que ver, tú y yo. ¿Pero qué quieres que haga? ¿Qué me haga la ciega cuando quiero verte, la sorda cuando en realidad deseo oírte, y la muda, cuando en realidad quiero decirte tantas cosas?

No puedo.

No puedo cuando me cruzo contigo en el instituto, o por la calle, sólo para pasar a tu lado. Quizá yo esté equivocada, quizá me esté inventando un montón de excusas para inventarme un cuento de que en realidad podría existir alguna romántica sintonía contigo.

Ah… sintonía.

Tal vez no haya tal, y estoy algo cansada de hablarte en vano, de pedirte un autógrafo que nunca me darás, aunque no es el autógrafo lo que busco. Ya sé que tienes una linda caligrafía, sólo quería que me mirases a los ojos por un instante y dijeras "Ahí tienes, Minako..."

Creo que no es mucho pedir, ¡apuesto a que no! Y sin embargo... ni eso tengo.

Pero hoy es Navidad, el día de los milagros, más que de las compras alocadas en los centros comerciales. A mí me encantan todas esas bobadas, las canciones, los juegos, la comida y los regalos. Lo que más me gusta, por ejemplo, es ver como quedan todas las envolturas hechas trizas debajo del árbol navideño... aunque no veo éso, veo sus rostros sorprendidos cuando desenvuelven sus obsequios.

El rostro iluminado de mis amigas, de mi familia. No necesito nada más. Excepto…

Quizá excepto ése que tiene los ojos verdes.

Pero sé que papá Noel no trae ese tipo de regalos, ni concede peste tipo de deseos. Ya lo comprobé, y de la peor manera... me di cuenta cuando la primera vez se lo pedí, y la segunda, y la tercera…

Todo ésto es bastante frustrante. Aún con muy pocas expectativas, me dirijo a la reunión que se formará en casa de Rei ésta tarde. Está helando, y yo camino con un recipiente que contiene un guiso de temporada que me costó muchas quemadas de dedos lograr que fuera comestible. No sólo es comestible, lo probé... y está buenísimo.

Ojalá lo pruebes. Ojalá me digas que está rico, y me sonrías... y así, yo sería la chica más feliz del universo sólo con recibir ése banal gesto tuyo.

Supongo que aunque lleve el corazón en un puño, no me importará arriesgarme. Quizá ésta vez sí valga la pena la espera, la impaciencia y la agonía de no saber qué pasa por tu mente sobre mí...

Me digo varias veces que todo va a estar muy bien. Que lo peor que podría pasar es que tú me miraras como siempre lo haces, de esa forma arrogante y encantadora, que yo me derrita por dentro y me vaya suspirando a mi casa por lo bruta que soy, por ser una ingenua chica que sólo pide un poco de tu atención y vuelva a soñar con lo mismo igual que las veces anteriores.

Da lo mismo, creo que puedo con éso.

¡Sí que sí!

Pero me topo con la radiante sonrisa de otro que no eres tú. Otro que es muy guapo, que es más amigable y menos complicado. Otro que es Taiki.

─¡Mina, pasa por favor! ─me dice él un poco sonrojado. Habían estado jugando alguna cosa dinámica, adentro hace mucho calor y Rei anda repartiendo ponche y pastelitos a todo mundo.

La escena es repetitiva y familiar: De igual forma que el año anterior, todos están peleando por elegir la mímica sobre el karaoke, el árbol está iluminado y Serena lloriquea porque le salió el Joker en las cartas. Además, Amy está evitando a toda costa cantar, mintiendo que no se sabe ésa canción, mientras los demás ríen o la defienden.

Yo tuerzo los labios, porque no me interesa éso. Mis ojos incesantes lo buscan a él, pero no lo encuentro. Al menos no como el año pasado, en el rincón de un sofá leyendo una revista o mirando la ventana hacia el cielo. Yo sé que mira las estrellas, porque piensa en su planeta, en su princesa...

Por supuesto que nadie lo entiende, pero yo sé que es así.

─Esto… ¿No falta gente? ¿Dónde está Lita? ─miento para que nadie se de cuenta a quien me refiero.

─Está en la cocina con el estofado. ¡Ya vamos a cenar, que estamos todos! ─se emociona Serena para ofrecerme después una silla y acomodarse a mi lado.

Desconcertada, no me atrevo a preguntar donde está Yaten. Me remuerden las entrañas por saber, pero no lo logro. Mi valentía y mis ganas de triunfar en el amor se han visto un poco apagadas, pero momentáneamente no me afecta.

¿Y si está enfermo? ¿Y si...?

No, eso no.

─¿Cómo se la estará pasando Yaten con su novia? ─se ríe Seiya como si nada, irrumpiendo mi positivismo. Yo, que estoy con la vista fija en un adorno de muñeco de navidad de la estancia, me giro hacia él con sorpresa.

No dijo eso.

Seiya no dijo nada de eso. No dijo nada de Yaten. Ni de una novia.

¿Verdad que no?

¡No, no!

─¿Qué dijiste? ─repuse, y sin saber la respuesta, ya me había arrepentido de formular la pregunta.

Él repite, con la misma actitud jocosa y burlesca. Pero no noto cuando Taiki le da un golpe en el hombro, mientras lo regaña por alguna cosa que no entiendo.

Porque nada de eso me importa ahora. Yo había venido aquí por él, me había comprado éste vestido púrpura por él, porque sólo pensaba en él... respiraba por él...

Pero no parecía mutuo. Porque no era mutuo. Mi dichosa sintonía, todas las estupideces que pensaba eran mentira... estaban rotas, equivocadas.

Sin saber muy bien por qué, me levanto de forma esporádica y violenta. No aguanto más, así que salgo a la terraza del templo que está llena de guirnaldas y foquillos coloridos. Afuera hace mucho frío, pero es insignificante el malestar por congelarme los músculos, en comparación a lo que siento más adentro, justo en el pecho...

¿¡En qué momento me dejé engañar de ésta forma!?

Todo era clarísimo: Yaten no hacía más que esbozar expresiones de molestia a mi paso. Yo lo había visto, pero como la idiota ingenua que soy, no le di pie a las señales "indirectas" súper directas que según él me mandaba. Y como una loca, simplemente le di rienda suelta a un sentimiento irracional que se había formado en mi interior. Sin fundamentos, sin bases... él estaba con otra, y yo... pues en estos momentos cualquiera podría corresponder a mis idealismos adolescentes, excepto Yaten Kou.

No pude verlo. Más bien, no quise verlo. Me aferré a una esperanza que... no era nada.

─¿Minako?

Iba a responder con amarga gana a quien sea que me haya salido a buscar, pero me detengo en seco cuando recuerdo que sólo había una persona que me llama por mi nombre completo.

Me giro y ahí está: de pie en todo su esplendor, vistiendo un elegante saco azul y cargando una bolsa llena de obsequios. Yo me quedo ahí, sin saber qué decir o qué hacer.

Él se acerca unos pasos más.

—¿No deberías estar dentro? —pregunta —. Hace mucho frío...

─Y tú, ¿no deberías estar con tu novia?

Mi pregunta quizá sonó demasiado violenta, porque Yaten se encoge de modo extraño, como si le hubiera lanzado una bala. Luego arquea una ceja y me dice:

─¿Se puede saber de qué diablos me estás hablando?

Yo me muerdo la boca con rabia, pero prefiero evadir el asunto. Nada ganaría con reprochárselo.

─Olvídalo —atajo seca —. Ya tengo que irme. Er... Feliz Navidad —agrego lacónica.

Sin querer quedarme un minuto más en su presencia, camino a su lado dejándolo atrás, decidida a atravesar la escalinata que me llevará a la salida del templo. Pero no me percato que, sin darme cuenta, una mano sujeta mi muñeca con firmeza. Es él, y su contacto me quema el brazo como si yo misma estuviese en llamas.

─¿Por qué le das bola a Seiya? —inquiere, confuso — ¿Y no deberías estar feliz? Dijiste que ésta era tu fecha favorita del año.

Su recriminación me desconcierta. Parece muy seguro de lo que dice, y además, ¿cómo sabe que es mi fecha favorita del año?

Yo creí que no escuchaba una palabra de lo que decía...

¿Por qué dijo eso de Seiya? Da lo mismo, todo sigue estando tan mal...

—Yo... pues de la mujer, la mujer —no me atrevo a decirle "novia", o me pondré a chillar como cría —. La que dejaste por venir aquí. Deberías volver con ella.

Yaten pestañea, y luego sonríe con todos sus dientes, haciendo que yo me sienta mareada al contemplarlo.

─Créeme, estará bien con sus otros treinta acompañantes. Tiene mucho qué hacer —luego me suelta, y señala hacia la casa —. Entonces, ¿piensas quedarte acá todo el rato? Eres una masoquista ¿sabes?

Vale, es un tosco. Pero aún así, me encanta.

Un momento...

─Yaten —le llamo, mientras él ya se alejaba —. No entendí lo que dijiste de los acompañantes.

Mi pregunta no parece afectarle, y dice natural:

─Bueno, Lany es la dueña del orfanato. Se los dije la semana pasada en el almuerzo ¡Minako, nunca escuchas lo que dicen los demás! —replica, ceñudo.

Me quedo en blanco. Lany... un orfanato... un almuerzo. Por supuesto que no escucho nada de lo que dice. Mi cerebro pierde funcionalidad cuando estoy en presencia suya. Como ahora...

—Orfanato... —repito, y aunque no me ha aclarado nada de la tal Lany, ya empiezo a sentirme algo tonta.

—Sí, vengo de allí. Cada año hacemos una labor social, y estuve con las niñas de la casa hogar todo el día. Seiya y Taiki se marcharon antes para venir, pero Lany me insistió para que me quedase un rato más. Seiya se dio una divertida a mi costa, porque dice que la señora está enamorada de mí, pero no es verdad... es amable con todo el mundo y más lo será con quien acaba de donar una montaña de juguetes.

Y suspira, agotado.

—Le dijiste señora —apunto de inmediato, una vez que mis neuronas comenzaron a funcionar.

Yaten me mira como si estuviera mal de la cabeza (y tiene razón, obviamente), y me dice:

—Sí, así se les dice a las mujeres de edad avanzada, ¿no? Y más si son casadas...

Y entonces todo tuvo sentido.

No supe exactamente en qué momento me decidí a actuar. El arrebato se apodera de mí, porque mientras escucho a Yaten hablar, otra cosa se me prende en el pecho, extendiéndose por cada pena, poro y extremidad de mi cuerpo. El corazón, que me bombea frenético y desesperado, deja de lado ideas inseguras y deprimentes, y todo se reemplaza, de modo insólito e inesperado, por la única, la más preciada, verdadera e irrefutable:

Yo lo quería.

Y por eso, camino hasta donde se encuentra y lo beso.

Sólo espero que el supa apreciar mi idea verdadera en todo ésto. Que no se atreva a restarle importancia a lo que siento o me lance un comentario sarcástico o desagradable, porque estoy segura que si me rechaza, no me repondré tan fácilmente. Lo curioso es que en ése momento no me importa, y cuando siento que él se paraliza por mi contacto, olvido todos mis miedos y simplemente me aferro a la suerte, al destino.

Estoy segura también, ahora, que nada el mundo se compara con lo que yo acabo de sentir. Es una especie de corriente eléctrica, que viaja desde la punta de mis dedos hasta el resto, invadiendo mis músculos, mi mente... tantas cosas que no podré enterrar jamás.

Simplemente no quiero separarme de él.

Un ruido ajeno se escucha a mi costado. No sé qué sea, ni tengo tiempo de investigarlo, porque sus labios se aferran aún a mí. Y no puedo creer la suerte que tengo, porque no se está apartando...

Acabo de deducir que lo que cayó, quizá era la bolsa que llevaba en la mano. Y claro, porque ahora ésa mano está en mi espalda. Puedo sentirla, aunque no le digo nada, su boca me ha dejado extasiada, embriagada de dicha porque...

Él me está correspondiendo.

Yo esbozo una sonrisa inevitable, porque además, oigo sus suspiros entrecortados sobre mi lengua. Siento que estoy soñando. Y si lo es, ojalá al menos que no me despierte tan pronto.

Luego de un rato incalculable para mí, él se separa de a poco. Y por primera vez puedo contemplar ésos ojazos tan de cerca. Y no me miran como yo creía, de hecho, fulguran un brillo extraño y ansioso.

—Vaya que tardaste, Mina —murmura, sin haberme sacado de sus brazos.

Me acaba de minimizar el nombre. Yo toco su rostro y paso mis dedos sobre sus labios, que están un rosados e hinchados por mi intenso contacto. Luego, él me sonríe con honestidad y cinismo.

Y con éso, sé que nuestras almas al fin se están encontrando...

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¡FELIZ NAVIDAAAAAAAAAAD!

Especialmente a:

Natu-Oh-Darling

Thaliztar

Y todas mis lectoras y fanáticas del MxY.

Dejen Rws... :)