Prólogo.
La hora de dormir nunca fue su favorita. Siempre les rogaba a sus padres que dejaran una vela encendida para ahuyentar a los monstruos que, según ella, no dudarían en atacarla pero la respuesta era un rotundo no. Su madre alegaba que lo mejor era ahorrar las pocas velas que tenían para el momento en el cual verdaderamente las necesitaran y su padre simplemente se mantendría serio mientras la miraba con las cejas elevadas y el rostro lleno de preocupación.
—Lo siento, Niss pero ya eres una niña grande— para nada se sentía como una chica grande, con solo dos años de edad quería seguir recibiendo los beneficios de ser la pequeña de la familia, sin embargo ese lugar lo había perdido con la llegada de su hermana pequeña, Glimmer.
Lo único que tenía como consuelo era el beso en la frente que sus padres le daban al recostarla en la cama y los brazos de Madge alrededor de ella, como una promesa silenciosa de protegerla como una buena hermana mayor. Así que lo único que le quedaba a Katniss era aprender a resignarse, a su tan corta edad. Al final terminaría por quedarse dormida después de varios minutos donde el miedo solo parecía ir en aumento.
…
Aquella noche, después de haber lidiado con la discusión de las velas y tras luchar con sus miedos nocturnos, Katniss estaba por quedarse dormida hasta que escuchó unos murmullos que iban en aumento. Lo primero que pasó por su mente fue la posibilidad de que alguien desconocido hubiera entrado en su casa, como lo hizo en la casa de la abuelita en el cuento que Madge le contó una vez, así que se cubrió con las mantas hasta la cabeza y procuró hacer lo mismo con su hermana, para protegerla de cualquier mal.
No pasó mucho tiempo antes de que la puerta de la habitación se abriera de par en par para darle paso a una tenue iluminación, Katniss reconoció las voces de sus padres y sintiéndose más segura se atrevió a descubrirse el rostro para espiar un poquito. Su madre sostenía firmemente una vela, iluminando su camino hacia la cama donde la pequeña Glimmer dormía plácidamente, tras ella venía su padre hablando en susurros. Katniss tomó una de sus trenzas castañas y la puso sobre su boca para ahogar una risita, quería seguir escondida esperando averiguar a que jugaban sus papás.
—No puedes hacer esto Jess, piensa en las niñas— Katniss vio como su mami dejaba la vela en una mesita de noche para poder agacharse y levantar a su hermana menor.
—Estoy pensando en ellas, ¿si no porque otra razón lo haría? Benjamin, debo hacerlo— Glimmer se quejó por ser movida de su cómoda posición pero se tranquilizó al reconocer a su madre.
— ¿Qué hay de Niss? — de los labios de la pequeña espía salió un gritito de sorpresa que desafortunadamente no llegó a ser escuchado ya que eso hubiera sido suficiente para terminar con los planes de su madre.
—Ella va a estar bien.
Benjamin y su esposa se giraron hacia la cama donde sus dos hijas descansaban aparentemente, Katniss tuvo muy poco tiempo para cerrar los ojos y fingir que no había escuchado absolutamente nada de la conversación de sus padres. En su rostro había una pequeña sonrisa triunfal al imaginar que estaban preparándole una sorpresa. Estaba por darse la vuelta y abrazar a su hermana para poder dormir por fin, sin embargo no logró su cometido gracias a que Jess Everdeen sacudió el hombro de Madge para despertarla.
—Mami— dijo Katniss alegremente y con una sonrisa a pesar de la fría mirada que le dio su madre— ¿A dónde vamos?
—Madge despierta, te dije que no te durmieras— la voz de Jess fue firme ocasionando que la sonrisa en el rostro de la pequeña Katniss se desvaneciera rápidamente—. Santo cielo, Madge despierta ya.
La mayor de las Everdeen se levantó asustada por la interrupción de su sueño. Frotó varias veces sus ojos azules para adaptar la visión a la poca iluminación de la habitación. Una vez que pudo enfocar adecuadamente se topó con la imagen de su hermana menor en los brazos de su madre y la maleta rosa cerca de la puerta. La sangre abandonó por completo su rostro y de inmediato se alejó de Katniss que parecía estar al borde del llanto, se apresuró a salir de la cama mientras se colocaba un gorro de lana sobre su rubio cabello. Su padre la contempló fijamente sin dar crédito a lo que veía. Ella se encontraba completamente vestida para salir.
Benjamin Everdeen se giró hacia su esposa que lo evadía con la excusa de revisar a su hija pequeña, conteniendo la rabia salió de la habitación y fue a la sala para abrir la puerta principal. Si deseaban irse, sen encargaría de que lo hicieran rápidamente.
—Mads— Katniss encontró su voz para llamar a su hermana que simplemente se limitó a cargar a Glimmer para que su madre pudiera tomar la maleta rosa. La niña de cabello castaño se levantó de la cama sin importarle que el piso se encontrara frío y se acercó para abrazar la pierna de su madre—. Mami.
—Katniss vuelve a la cama— Jess le ordenó tranquilamente pero de los ojos grises de su hija salieron gruesas lágrimas que rodaron por su rosadas mejillas—. Te hemos dicho que no te levantes sin tus pantunflas.
Katniss se alejó solo un momento para recuperar su calzado y cuando por fin lo tuvo se giró hacia la habitación que ya se encontraba completamente vacía. Corrió tan rápido como sus pequeñas piernas se lo permitieron y llegó a la sala de su casa para ver el momento justo en el que su padre cerraba la puerta principal.
Benjamin Everdeen se giró para ver a su pequeña princesa, se acercó hasta ella e hincó una rodilla para estar a su altura. Katniss vio algo extraño en la cara de su papi, algo que nunca había visto salir de sus ojos. Alargó su manita para limpiar su rostro esperando hacerlo sentir mejor. Conmovido, su padre la tomó en brazos mientras lloraba la partida de su esposa y sus dos hijas.
Bien, al parecer no puedo negarles nada jajaj aquí está el prólogo de mi nueva historia, trataré con todo mi ser de actualizar puntualmente y si no lo logro espero me entiendan :) de todas formas voy a dejar el link de mi wattpad en mi perfil de aquí. En fin espero disfruten la historia
Besos :*
