Disclaimer: Los personajes de este fic no me pertenecen, la historia es completamente mia y no doy permiso a nadie para publicarla en otro sitio.

Mi amor oscuro

Prólogo.

EdwardPOV.

Intenté concentrarme nuevamente, no podía ser tan difícil, era solo cuestión de sacar las notas correctas en el momento correcto, además, siempre que tocaba mi piano era mas de memoria que otra cosa. ¿Hacia cuanto que no componía?

Tal vez mis hermanos tenían razón y sí había algo mal conmigo. Pero bueno, ellos eran demasiado inmaduros como para notar que, después de cierto tiempo, la eternidad comenzaba a pesar. Estaba aburrido de la misma rutina, nada cambiaba a esta altura.

Ir al instituto, actuar como humanos, o intentarlo al menos. Estudiar era como plomo sobre mi cabeza, yo ya sabía todo lo que ponían en los libros, hasta si quería podía corregir al profesor en innumerables ocasiones.

Y luego de pasarse las aburridas horas en el instituto, volver a casa y no hacer nada. ¿Qué podía hacer? Mi tarea la terminaba en cuestión de minutos, hasta podía hacerla con los ojos cerrados, mi colección de música estaba casi gastada de tanto escucharla, y mi piano no hacia más que llenarse de polvo en un rincón, genial.

Tal vez algún que otro día podía correr por el bosque para pasar el rato, pero mi velocidad no ayudaba mucho, en una hora ya tenía casi todo el perímetro de nuestro territorio cubierto, y no me gustaba acercarme mucho para el lado del rio o de las montañas, era allí donde mis hermanos se entretenían con sus actividades sexuales.

Yo en cambio estaba solo, no era que me molestase, había asumido hacía muchos años que tener una compañera estaba fuera de mi camino, era ridículo además de imposible, ¿alguien a mi lado, queriéndome y brindándome amor incondicional? No, esos eran destinos que bien habían merecido mis hermanos y mis padres, pero lamentablemente para mí no había ninguna pareja, punto. Por más que mi madre insistiese en irme un tiempo con nuestras primas no le iba a dar el gusto. Yo ya lo había aceptado y eso era lo que importaba.

No era un pobre infeliz como pensaban algunos cerca de mí, no es que los culpara, pero bueno, no me gustaba que se metieran en mis asuntos.

Más allá de esa rutina podía encontrar en la lista los días marcados en los que salía de caza, acompañado o no, tenía que calmar mi sed. A veces nos extendíamos todo lo que podíamos, disfrutando cada tanto los gustos de Emmet por los osos enormes o los de Alice por los venados de gran cornamenta.

Dejé de intentar tocar cuando comenzó a amanecer. Suspiré, otro día más en aquel lluvioso pueblo de Washington.

BellaPOV.

El reencuentro con mi padre fue breve, un corto y tenso abrazo acompañado con algunas palabras de aliento y preguntas con respuestas monosílabas fue todo lo que logré. Él era tímido y no sabía expresarse, pero estaba bien para mí, estaba acostumbrada a ese tipo de trato con él. Vivir con Charlie era sencillo, él lo sabía y tal vez por eso pensaba que me mudaba a Forks.

Da igual, Forks, era un pequeño y muy lluvioso pueblo del estado de Washington, en la península Olimpic. A decir verdad estaba emocionada por llegar a ese lugar, era como si los pinos altos, el frio y la oscuridad me llamasen desde muy lejos. Bueno, en realidad, no podía estar más en lo correcto.

El viaje en el coche patrulla de Charlie fue corto y silencioso, aunque cada tanto veía a mi padre abrir la boca para iniciar una conversación, pero renunciaba de inmediato al verme con mis auriculares.

Evanescense, unas de mis bandas favoritas, me brindaba la relajación que necesitaba mientras el paisaje cambiaba a mí alrededor. Sabía, muy por encima de la música, que tarde o temprano tendríamos que hablar del tema tan delicado que hacía casi dos años no tocábamos, además del hecho que la excitación corría apresuradamente por mis venas como un éxtasis al ver hacia donde nos dirigíamos.

El pueblo era hermoso, frío lamentablemente, pero con interminables kilómetros de bosque salvaje para ocultarse, podía sentir la naturaleza en el aire, cosa que en Chicago jamás había pasado, era difícil ocultarse allí, una ciudad enorme de puro concreto. Aquí no sería fácil escapar de las miradas curiosas sobre "la extraña chica nueva", pero el ambiente era muchísimo más relajante que todo lo que había dejado atrás.

Una delicada llovizna caía cuando Charlie estacionó frente a la casa de mi infancia, con su tejado gastado y las maderas pintadas de un color blanco grisáceo. Sonreí tontamente, el bosque se había acercado unos cuantos metros a mi casa de lo que recordaba, eso era bueno, así me gustaba más.

Me quité los auriculares y bajé de un salto del coche patrulla, aterrizando en la tierra mojada con mis botas negras. El viento corría rápido y frío, anunciando una tormenta de bienvenida en la noche.

Oh sí, no necesitaba mirar la televisión para enterarme del clima de los siguientes días.

Me metí las manos heladas dentro de mi abrigo de terciopelo negro hasta la rodilla, los grandes botones dorados le podían dar un toque extravagantemente… sombrío, pero así me gustaba mi ropa.

Entré con mi padre detrás de mí, ayudándome a cargar mis cosas escaleras arriba, todo se veía más pequeño de lo que recordaba, pero eso debía deberse a que no venía desde los seis años.

Mi habitación había sido limpiada recientemente, pero estaba muy vacía, sin decorar siquiera. Charlie entonces recordaba mis gustos, yo me encargaría personalmente de darle el toque indicado a mi vieja habitación.

-Bueno…. Aquí estamos –comentó mi padre mientras dejaba mis maletas sobre el acolchado morado de mi cama.

Yo no le presté atención, miraba por una de las dos ventanas que allí había, por ese lado se vería la luna en la noche, tendría que tener cuidado con ello.

-¿Cómo está Mary? –presionó de nuevo. Me tensé.

-Igual que hace una semana, pero va a mejorar –contesté monótonamente.

-Oh, ya veo.

Me di la vuelta para encararlo, se veía graciosamente incómodo, yo también lo estaría, pero ya no me molestaba en esas nimias cosas de la vida. Ya ni siquiera tenía tiempo para ponerme nerviosa… o contenta.

-¿Cómo estás? –preguntó de nuevo. Pero esta vez yo ya sabía a lo que se refería.

-Estoy bien Charlie, no tienes que preguntar por eso –contesté.

Sus ojos se movieron nerviosamente hacia la salida. ¿Era yo la que hacia eso? Me eché un paso atrás e intenté relajarme. No podía comenzar así.

-Bien, bien. Pediré pizza para esta noche, ¿algo en especial? –dijo más relajado. Le sonreí brevemente.

-Pizza con piña.

*o*

Tal como había predicho, la noche me recibió con una fuerte tormenta de lluvia y… uff, relámpagos. Nada que no pudiese odiar más.

Mi relajante baño de agua caliente y mi sesión de música clásica aplacaron la molestia que sentía por los ruidos de la tormenta que resonaban en mis ventanas.

Luego de una cena silenciosa mirando la televisión con Charlie, subí las escaleras hacia mi habitación y me puse manos a la obra.

Desarme mis maletas, desperdigando la ropa prolijamente en los estantes, intentando dejar de lado los truenos. Más tarde coloqué las cortinas de encaje negro, y la colcha negra haciendo juego. Conecté la lámpara que había encontrado en el ropero y la coloqué encima de la mesita de noche, junto a mi reproductor de música.

Luego de aquello pasé a algo mucho más complicado. Preparar mi mochila para el instituto. Personalmente ya había tenido demasiada presión emocional por un día como para andar tentando la vida de los demás mortales… bueno, no era para tanto.

Preparé algo sencillo y me distraje ordenando mis libros favoritos en la pequeña biblioteca del rincón. Un par de almohadones rojos en la mecedora y sobre mi cama completaron el decorado. Mañana me encargaría de buscar unos lindos portarretratos para enmarcar las muy estrambóticas imágenes que había imprimido.

Una de mis partes favoritas de mi cuarto era el retrato con fondo de corcho que estaba colgado frente a mi cama. En él había enganchado todos mis dibujos de cuando era pequeña, aún seguían allí, con un poco de tierra, pero intactos tal cual yo los había dejado hacía muchos años.

Sonreí levemente y me acerqué para ver mejor. En un dibujo hecho en papel arrugado y ya amarillento se mostraba el paisaje del pueblo. Con unos altos arboles y un sol contento rodeado de nubes. En otro podía verme a mí misma, a mi padre y a mi madre de forma abstracta, claramente no era muy grande cuando hice ese dibujo.

Quité con cuidado la chinche apoyándola en la repisa que había debajo y me quedé con el dibujo en la mano, era rugoso pero con muchos recuerdos en su interior. Se me apretó el pecho.

Tomé una caja que tenía libre, iba a guardar todos esos dibujos infantiles allí dentro. Regresé la vista a mis recuerdos cuando uno en especial me llamó la atención, debajo del que había sacado había un dibujo de cuando tenía más edad, por lo tanto, mucho más horrible.

En él se veía lo que parecía ser un gato negro con seis patas y enormes ojos amarillos que me miraban fijamente, lo arranqué con furia, aunque sin romperlo totalmente.

Comencé a quitar los dibujos de la misma manera, revelando debajo una gama muy diferente de imágenes, cosas que niñas normales no deberían pintar. Frente a mi había uno coloreado con negro, lo que parecía ser un hombre muy alto, triste y con un destornillador clavado en la garganta, el único color del dibujo era la sangre que manchaba su cuello y toda su ropa.

Los arranque también, metiéndolos todos dentro de la caja, no podía tirarlos, algo cuando fui pequeña me llevó a ocultarlos debajo de otros, y algo ahora me impedía deshacerme de ellos. Empujé la caja al fondo de mi ropero junto con otras.

La tormenta había pasado, por lo cual los relámpagos ya no me iluminaban. Oh olvidé mencionar que no me gustaba encender la luz. Saqué las velas de mi bolso y puse unas cuantas separadas unas de otras y me dispuse a rellenar el espacio vacío que habían dejado los tétricos dibujos con fotografías de mi familia y viejos bocetos hechos por mi mano. Eran cosas mucho más tranquilas que las que dibujaba cuando era pequeña, pero solo porque sabía que preocupaba a mi psicólogo había tomado la decisión de dibujar cosas estúpidas que dibujaría cualquiera, como por ejemplo un campo con flores, un ave en vuelo, el retrato de mi madre.

Aunque este último no me agradaba mucho que digamos, ni el mejor lápiz podía reflejar la belleza que ella tenía. Siempre me preguntaba por qué yo no había nacido igual que ella. Su cabello color rubio acaramelado con ojos verdes botella, estatura media pero con curvas, una magnífica sonrisa y por sobre todo; con una increíble vitalidad llena de felicidad.

Por otro lado yo era pequeña, bajita y flaca, sin ninguna subida o bajada por mi cuerpo a excepción de mi trasero, mi piel era pálida, haciendo resaltar mis constantes ojeras, mi cabello de un color marrón chocolate y mis ojos… bueno, si los ojos marrones con los bordes de la pupila blanco se le podían llamar ojos…

Un ruido detrás de mi me paralizó. Algo o alguien estaban arañando mi ventana. Me di vuelta rápidamente, con todos los sentidos alertas. Agudicé la vista y respiré en paz cuando vi a un búho al otro lado del vidrio, apoyado firmemente sobre la rama de un árbol. Era de color marrón con la cara gris y los ojos enormes pegados a mi ventana. Que animal más travieso, aprovechándose de que el árbol estaba cercano a mi habitación, me observaba como si esperase a que comenzara a quitarme la ropa o algo.

Suspiré y me acerqué a la ventana, golpeando el vidrio con la mano.

-Anda, ya vete.

El ave dio vuelta la cabeza y me volvió a mirar, me dio asco imaginar su cuello todo torcido ¿Cómo hacia eso?

Intenté espantarlo por detrás del vidrio pero no se fue, y ni loca estaba dispuesta a abrir la ventana, lo último que me faltaba era que entrase a mi habitación. Rendida le saqué la lengua y le eché las cortinas en la cara. Eran las dos de la madrugada y me tenía que levantar temprano, entre más rápido me fuese a la cama mucho mejor.

Entre de puntitas en la habitación de Charlie para asegurarme una vez más que iba bien. Estaba roncando sobre su estómago y no parecía tener ninguna pesadilla o molestia, bien, todo iba muy bien.

Regresé a mi cuarto y me puse una camiseta negra para dormir, me quité mi rosario junto al maquillaje que rodeaba mis ojos y me acurruqué en las mantas, de cara a la luz de la vela.

-Buenas noches mamá –murmuré.

Apagué la llama con los dedos.


Hola a todas las lectoras!

Aqui les traigo un nuevo fic, para las que ya leyeron mi primera historia (Niña de mi alma) les comento que este fue el fic ganador, o sea, el mas votado por ustedes. Las otras dos historias las subire la semana que viene. Recuerden que no tengo fecha de publicaciones para ninguna de mis historias! Pero NUNCA-JAMAS las abandonare, salvo que sea por fuerza mayor, como que me este muriendo, por ej. Dios quiera que no.

Espero que hayan disfrutado de este prologo, espero ansiosa sus comentarios para saber que les parecio.

Saluditos :P