AMIGOS – capitulo 1

Y hay estaba yo completamente desconcertado por la soledad del momento y me preguntaba ¿cómo fue que termine en esta situación?, nunca me imagine sufriendo tanto el estar solo, aunque tal vez no era la soledad la que me molestaba si no la falta de una persona en específico a mi lado.

Todo comenzó esta mañana, cuando papá nos llevó a Isaac y a mí a conocer uno de sus amigos del trabajo; mi padre es un gran empresario e Isaac se veía emocionado pues él como el mayor planea seguirle los pasos a la cabeza de la compañía. A mí por otro lado, no me importaban para nada los negocios y prefería solo preocuparme por los problemas normales de un chico de 15 años de edad.

Como siempre iba envuelto en mi mundo con la música de los audífonos a alto volumen, mirando por la ventanilla del auto y justo cuando papá dijo que ya estábamos entrando a la propiedad lo vi. Un guapo chico de cabello castaño y ojos puros y radiantes como un rayo de sol que se escabulle por una ventana.

Nunca pensé que me interesarían los chicos, pero si lo meditaba un poco jamás me había puesto a pensar detenidamente en mis preferencias sexuales, y además no era nada raro para mi pues papá se había vuelto a casar con un hombre y no me molestaba en lo más mínimo.

-¿No es cierto Hyoga?- la voz de Isaac me regreso a la realidad, despertándome del sueño en el que me habían metido esos lindos ojos verdes que habíamos pasado en la puerta de la propiedad hace poco.

-¿Qué?- pregunte desconcertado – nunca cambias ¡Eh! – dijo como burlándose papá quien iba al volante – tu hermano hablaba de lo linda de esta propiedad- agregó – y no me sorprende siendo uno de los hombres más ricos de todo Japón.

Me aburría con solo escucharlos hablar de finanzas, dinero, empresas ¡Ugh! Así que me limite a contestarle con una sonrisa.

Cuando estacionamos bajé más por impulso que por gusto, en la mesa papá y Mitsumasa Kido hablaron de negocios, Isaac y el hijo mayor de Mitsumasa llamado Ikki, parecían emocionados y preocupados en aprender todo lo que ellos decían en cuanto a mí solo esperaba que llegará el momento del regreso a casa, que por cierto tampoco me agradaba mucho pues con el tema de la mudanza había un gran desorden.

El tiempo parecía no transcurrir y estaba a punto de caer dormido de aburrimiento sobre la mesa, pero entonces una suave voz irrumpió en el lugar – hola papá, hermano – cuando levante la mirada me encontré frente a frente con ese chico que ahora había pasado para mí de guapo a lindo e interesante y me encogí de hombros al sentirme sonrojar un poco.

-¡Ah! Shun- exclamó Mitsumasa – Camus quisiera presentarle a ti y a tus hijos a mi hijo menor Shun Kido- lindo nombre pensé – Buenos días señor Leblanc – dijo cortésmente haciendo una reverencia.

-un joven muy bien educado ¡eh!, Hyoga deberías aprender de Shun- dijo en tono de broma pero a la misma vez yo sabía que era una indirecta, pues no soy exactamente un chico ejemplar.

- si claro padre- dije poniéndome rojo de furia pero a la vez de vergüenza pues no quería quedar mal en frente de aquel joven.

-¿Hyoga has estado antes en nuestra residencia?- -no señor- intente sonar lo más interesado posible aunque el resto de su propiedad me traía sin cuidado.

-bueno entonces Shun- ahora si me interesaba – Quisieras enseñarle a Hyoga el resto de nuestra casa- ordenó y lo que decía por primera vez en toda la tarde me interesaba aunque me asustaba un poco cometer un error y que no me volviera a hablar ese chico tan peculiar.

- Si señor – se levantó y haciéndome señas de que le siguiera salió de la habitación del comedor para seguir hacia el vestíbulo.

Quise aprovechar al máximo la situación y lo más cordialmente que pude saludé – Hola, me llamo Hyoga Leblanc – dije entre una risita nerviosa que me provocaban las maripositas en el estómago – Hola me llamo Shun Kido – dijo con una amplia sonrisa tan amable que dejaba de lado toda formalidad y mientras abría la puerta hablo de nuevo mirándome directamente con esos ojos verdes que me atontaban.

- me alegra poderme alejar de tanta charla empresarial ¿a ti no?- me perdí en su rostro un rato antes de contestar apenado – eh… s.. Sí... Claro- tartamudee por la vergüenza que me dio debe de pensar que tengo un problema mental.

Seguí con el recorrido guiado pero lo único que me acuerdo de haber recorrido fue su figura de arriba abajo con mis ojos perdido en mis pensamientos; hablamos toda la tarde y al final terminamos asiéndonos buenos amigos. Llegadas las 6:00 pm no quería afrontar que tendría que despedirme de él, ¿y si no volvía a verlo?

Camino a casa iba aún más distante de lo que había estado en el anterior viaje lamentando estar sin él, y me sentía como un tonto al derramar unas amargas lágrimas sobre el parabrisas dando por sentado que no toparía de nuevo con él, para suerte mía llovía y gracias a ello Isaac no noto las lágrimas que se quedaban contra el vidrio, así me evitaría su interrogatorio de porque estaba llorando.

Y ahora de nuevo en mi cama sufro por dentro de tristeza, pero ya no había tiempo para ello, mañana tendría el primer día de clases en el nuevo instituto, Así que esa noche intenté dormir sin éxito y después de susurrar por enésima vez y con la misma ansia el nombre de Shun por fin logré conciliar el sueño.

Desperté temprano, por lo que tuve tiempo suficiente para una larga ducha en la que puede meditar mucho tiempo sobre lo que había pasado ayer, pero el ruido de Isaac levantándose de la cama me hizo recordar que decía ir al Instituto, Así que de mala gana me vestí y baje para desayunar, aunque no tenía nada de hambre en mi mente solo estaban ese cabello castaño y brillante y esos ojos verdes y hermosos que deseaba con ansias fuesen solo míos.

En la mesa estaban Papá a quien salude de un beso en la mejilla y a milo di un hola amable. Milo extrañamente parece que en estos meses me ha llegado a conocer tan bien, que se diría que lo hace mejor que mi padre, y por eso logro notar mi cambio de ánimo. Y fue una suerte ya que no me hizo desayunar y solo me empaco el almuerzo en una bolsa de papel y picándome un ojo me dio a entender que de cierta forma me apoyaba, aunque dudo que supiera en que me estaba apoyando.

Papá me despidió de un tierno beso en la frente y después de insistir varias veces me permitió ir yo solo al Instituto. Entonces tome mi Skateboard, y preparado con audífonos y mi canción favorita de fondo, emprendí de mala gana el viaje que me llevaría a mi destino.

Al llegar el salón que me tocaba ya estaba lleno, el profesor me invito a pasar y me presento al resto de la clase, para mi suerte una cara conocida había entre estas paredes, y para mi alivio Shun Kido me reservaba un asiento a su lado. Tel vez ahora si me guste este cambio de vida en una nueva casa, una nueva ciudad y un nuevo instituto ya tenía un gran nuevo amigo.

Aunque no estaba seguro de querer que fuésemos solo amigos.

Continuara…