¡Hola! ¿Alguien aún me recuerda? ¡Así es! ¡He vuelto!
Tal como prometí hace varios meses, vengo con este nuevo Crossover, donde vuelvo a juntar el mundo de Naruto y el de Avatar :D
Sobra aclarar que, obviamente los personajes no me pertenecen y que lo único mío es este fic
Ahora sí... ¡Comencemos!
Despertó completamente exaltado, miró a su alrededor mientras trataba de convencerse a sí mismo que la imagen vista hace minutos eran tan sólo parte de un sueño, un extraño sueño que involucraba a sus amigos haciendo frente a un hombre que estaba rodeado de animales que parecían ser serpientes. Pudo ver cómo la oscuridad seguía nublando la vista de su habitación y se dio de frente con la realidad, dándose cuenta que sólo estaba sumergido en el alocado mundo de los sueños. No podía entender cómo era posible que se viera envuelto en aquellas pesadillas tan bizarras, la guerra de los 100 Años finalmente había llegado a su fin y muy a pesar de las dificultades que se habían impuesto entre los colonos de la Nación Fuego y los habitantes del Reino de la Tierra, podía ver una nube de paz inundando las Cuatro Naciones.
Si todo estaba en orden, ¿por qué su mente parecía ser víctima de tal paranoia? ¿Por qué veía imágenes de personas sin rostros realizando extraños movimientos? Nunca había experimentado tal locura, lo más cercano que se estuvo de llegar a esos extremos fue cuando por varios territorios del Reino Tierra fue víctima de pesadillas de su pasado, así también como el día antes de la invasión a la Nación del Fuego. Sin embargo, esos sueños a estas alturas no eran ni la mitad de tétricos a los recientemente experimentados. Estaba esperando tener algo de tranquilidad y para su gran desgracia se sentía muy lejano a llegar a esos niveles.
Dando un suspiro se levantó de su cama y dio camino hacia el baño, necesitaba lavarse la cara y con algo de suerte, muy probablemente podría regresar, acostarse y tener una noche de descanso medianamente decente. Había considerado hablar con Zuko como primera opción, parecía ser el más cercano a entenderlo en cuanto a paranoias, no obstante, luego de darse con la noticia que su noviazgo con Mai había llegado a su fin su estado de ánimo parecía haberse tornado mucho más irritable de lo que estaba acostumbrado. Luego pensó en Sokka, a quien rápidamente descartó luego de recordar el intento de terapia psiquiátrica que le había obligado a realizar para calmar sus nervios antes de la guerra.
Miró la habitación compartida de Toph y Katara, poco después se dispuso a pensar si sus consejos servirían de algo. Mientras consideraba que Toph, lo llamaría lunático, la opción de consultar a su ahora novia era igual de imprecisa a las opciones anteriores. Cierto, la maestro agua resaltaba por ser muy posiblemente la integrante más madura del equipo, su carácter maternal contribuyó a que el equipo se mantuviera unido en numerosas ocasiones, pero, dudaba mucho que ella tuviera la sabiduría suficiente para comprender el significado de sus sueños, ya lo había intentado antes y su ayuda no había sido lo suficientemente eficaz.
Siguió caminando y tras entrar al baño cerró la puerta, abrió el tubo y espero a tener una cantidad de agua suficiente para mojar su rostro, con el frío que ésta lo invadió se despertó casi por completo y sus sentidos se pusieron en alerta. Se tomó varios segundos para pensar en una respuesta, poco después una solución mucho más fiable que las anteriores invadió su mente, justo al instante de encontrar la posible respuesta se alejó de la pila, secó su rostro con un paño y de inmediato abandonó el baño para regresar a su habitación.
"— ¡Quizás Roku conozca la respuesta a todo esto!—". Se dijo entre sus pensamientos, no había llegado a considerar la posibilidad de que tal vez los sueños de los que había sido partícipe se debían a que sus vidas pasadas tenían algo que hacerle saber. No era la primera vez que buscaban comunicarse con él mediante mensajes poco convencionales, como cuando Roku envió a su dragón, el cual en un principio pensó que lo usaría como su almuerzo, para dejarle un mensaje.
Entró a su alcoba y cerró la puerta con sumo cuidado, procurando hacer el menor ruido posible en ese momento. Una vez que estuvo adentro se sentó encima de su cama en posición de meditación. —Avatar Roku, necesito tu sabiduría—. Dijo en un susurro provocando que segundos después saliera de su interior el espíritu de su antepasado.
—Ha pasado mucho tiempo, Aang—. Saludó el espíritu del antecesor mientras en su rostro se podía leer una gran tranquilidad y serenidad que fue capaz de calmar los nervios que predominaban en el maestro aire minutos atrás cuando se encontraba en el baño. —La larga guerra de los Cien Años por fin ha llegado a su fin, las cuatro naciones están alcanzando la paz que meses atrás parecía imposible por la disputa entre el Reino Tierra y las colonias de la Nación del Fuego en sus territorios, pero aún así, puedo ver que hay algo que te perturba—. Observó el anciano manteniendo intacta su serenidad, Aang por su parte no se sorprendió ante la astucia de Roku, de todas sus vidas pasadas él era quizás uno de los Avatares más prudentes e inteligentes.
—Últimamente he tenido sueños muy extraños—. Respondió siendo incapaz de poder explicar con exactitud la profundidad de estos, tenía tantas imágenes que se reproducían dentro de su mente y cada teoría que podía justificarlo formaba parte de su imaginación tan alocada, sin embargo, las imágenes parecían ser tan reales y precisas que estaba casi seguro que había algo más aparte de ser tan sólo un sueño.
Roku mantuvo una expresión rebosante de tranquilidad y serenidad, escuchaba a Aang procurando buscar una respuesta certera a lo que sucedía con él. Ante los ojos del sucesor, estaba casi seguro que él podría dar una explicación a toda esos sueños tan confusos, a fin de cuentas no era la primera vez que el Avatar recurría a él para obtener un poco de su sabiduría y actuar acorde a los consejos de Roku. — ¿A qué te refieres con extraños, Aang?—. Preguntó causando un pequeño ataque de ansiedad en el maestro aire, esperaba más una especie de respuesta tranquilizante por encima a una pregunta, más aún conociendo la experiencia y astucia de su vida pasada.
—Bueno, en realidad es difícil de explicar—. Hasta la fecha ni él mismo podía creer lo que había pasado por su mente, por un momento consideró la probabilidad de que había perdido la cabeza, quizás esa opción podía justificar el por qué tenía sueños que generaban tan gran paranoia dentro de sí, sin embargo, si algo había aprendido tras el significado de experiencias anteriores es que sus sueños venían a traer consigo una respuesta de mayor intensidad. —Mis amigos estaban ahí, yo también los acompañaba—. Intentó darse a entender, pero cada palabra que pronunciaba sólo lo empeoraba todo, es que el sólo escucharse a sí mismo lo hacía sonar como un verdadero demente. —En el más reciente mis amigos y yo estábamos luchando con alguien… Pero, la persona con quien luchábamos no era como Azula, mucho menos Ozai—. Prosiguió evitando la mirada de su antecesor, estaba seguro que apenas su relato terminara lo único que obtendría con respuesta sería una negativa de parte de Roku. —Fue como magia, había hecho una posición de manos y casi al instante numerosas serpientes extrañas lo rodearon. No era un maestro, de eso estoy seguro, su estilo de pelea no era en lo absoluto parecido a ningún maestro, se parecía un poco a los maestros fuego, pero, era más certero que ellos—.
—Aang—. Pronunció con suavidad, dicho esto el joven Avatar levantó su rostro y miró al anciano, con la esperanza de recibir una negativa tranquilizadora de parte de su confidente, estaba casi seguro que él le daría una buena solución para ignorar sus sueños, seguir adelante con su vida y enfocarse en los asuntos políticos que perturbaban las naciones tierra y fuego en aquellos momentos. —No creo que estés loco—. Dijo para tranquilizarlo al notar sus exaltadas expresiones faciales a lo que el chico dio un pequeño suspiro que relajó la tensión en sus hombros. —Pero, me temo que yo no soy con quien debas hablar—.
Su última oración fue la que trajo en Aang una profunda decepción, Roku siempre era certero en sus respuestas, de todas las veces que había entablado una conversación con su vida pasada todas y cada una de ellas había aclarado sus dudas y temores. ¿Por qué ahora no podía explicar la razón de todo esto? Su duda se vio respondida con la siguiente oración del anciano. —De todos los Avatares que existen, Aang, hay alguien que tiene la sabiduría suficiente para responder a tus preguntas—.
¿Alguien más? Sabía que la larga línea de sucesión y resurrección del Avatar era bastante extensa, había confirmado sus sospechas el día del Cometa de Sozin, cuando el mismo León Tortuga había compartido su saber y le traspasó la capacidad para poder quitar y otorgar la capacidad elemental a los otros. Pero ¿en verdad podía haber alguien en su lista de vidas pasadas capaz de responder a sus dudas? ¿Qué sabía él que Roku ignorara?
— ¿Qué es lo que pasa conmigo, Roku?—. Se atrevió a preguntar con impaciencia, realmente había estado haciendo un gran esfuerzo por mantener la calma, si bien podía ser hiperactivo y bastante entusiasta, Aang era lo suficientemente maduro para saber cómo comportarse con prudencia según la situación lo reclamara. No obstante, frente a la evasiva de Roku sus nervios comenzaban a afectar su juicio.
—Aang, me temo que yo no tengo la respuesta a tus interrogantes—. Le informó manteniéndose apacible frente a él. —Si de verdad quieres encontrar una solución a lo que te sucede deberás hablar con el primero de los Avatares—. Le informó cerrando sus ojos por un par de segundos lo que dejó al preadolescente bastante confundido, nunca antes se le había cruzado por su cabeza el inspeccionar más allá del Avatar Yangchen.
— ¿Y quién es él, Roku?—. Dijo casi a continuación de que su vida pasada terminara de hablar, a juzgar por el misterio con el que Roku se estaba comportando podía juzgar que los sueños que inundaban su mente lo que estaba pasando con él era digno de tomar en serio.
—Su nombre es Avatar Wan, si lo contactas él podrá explicarte a la perfección el significado de tus sueños—. Contestó pronunciando con lentitud cada palabra dicha, se estaba tomando su tiempo aconsejando al maestro aire, necesitaba hacerle saber que a partir del momento en que hiciera contacto con el Avatar Wan debía de tener más cuidado y precisión en sus acciones, a diferencia de la Guerra de los Cien Años, este tema involucraba temas de compresión que sólo Wan sabía cómo manejar. —Pero Aang, hay algo que quiero advertirte, si de verdad dices que tus sueños van más allá de lo que has enfrentado antes, entonces será mejor que escuches y analices todo lo que Wan tenga que decirte—. Dicho esto su espíritu se desvaneció como el aire dejando la habitación de Aang a oscuras nuevamente.
Aang se quedó inmóvil durante un par de minutos, a juzgar por la oscuridad que seguía predominante en toda la extensión de su habitación, aún se encontraba lejano a hacer frente a la cálida luz del día. No estaba del todo seguro de qué podía hacer, tenía aún dentro de sí muchas preguntas sin contestar, temía quedarse dormido y ser partícipe de un nuevo sueño en el cual tuviese que presenciar otra escena frente a esas criaturas tan extrañas.
El nombre del Avatar Wan nunca se le había cruzado por la mente, sabía que la línea de reencarnación del Avatar era extensa, sin embargo, no tenía idea que tantas figuras fueran a ser parte de él. Podía jurar que el Avatar Yangchen era de las primeras Avatares en venir al mundo, sin embargo, las cosas parecían indicar que al maestro aire le quedaban aún muchas cosas por aprender al respecto del mundo de los espíritus.
Aang aprovechó para recostarse una vez más sobre su cama, se sentía cansado y con pocas energías, casi no había dormido, el sueño ocasionaba que sus párpados le pesaran y tuviese que forzar la vista para estar despierto. No sabía qué hacer, dudaba de qué acción era la más apropiada, si dormir un par de horas más y esperar a la llegada del día siguiente para conocer a su vida pasada más antigua o efectuar la acción ahora mismo, en la tranquilidad y silencio de la noche.
Suspiró confundido, por un momento consideró la posibilidad de que en los adentros del mundo de los espíritus el equilibrio se había visto corrompido. Sin embargo, de acuerdo a las facciones de Roku y el misterio con el que se estaba comportando, la profundidad de la situación se extendía más allá de lo que él solo podía comprender.
"— ¡Demonios! ¡¿Por qué ahora?!—". Pensó con enojo dejando salir un gruñido de frustración, justo cuando por fin había sido capaz de poner un alto a Ozai y su ambición de someter a las Cuatro Naciones a su voluntad un nuevo misterio salió a perturbar su calma.
A veces envidiaba la tranquilidad de los demás habitantes de Ba Sing Se, la vida de sus habitantes, si bien estaba rodeada de complicaciones y carecían de los lujos que él como Avatar podía darse, las responsabilidades para con el mundo físico y el espiritual le dejaban con un profundo cansancio. Su trabajo requería casi todo su tiempo, buscar la paz y velar porque a nivel político existiera una igualdad de derechos entre las Cuatro Naciones.
Dio un suspiro expresando su cansancio, sabía perfectamente que el tiempo había transcurrido mientras él permanecía ahí deliberando sobre la mejor decisión con relación a su plática con Roku. "—A este paso no llegaré a nada. Será mejor que hable de una vez con ese tal Avatar Wan—". Sentenció en sus pensamientos segundos antes de retomar la posición que había adoptado frente al momento de hacerle frente al Avatar Roku y una vez que su postura se encontraba perfectamente sincronizada abrió sus labios para hacer llamado de su primer antecesor. —Avatar Wan, necesito tu sabiduría—. Dijo en un suave susurro y así tal como había ocurrido minutos atrás con Roku, el espíritu de un hombre salió de su interior y se colocó a varios centímetros alejado del maestro aire.
—Es un gusto por fin conocerte, Avatar Aang—. Dijo con tranquilidad a lo que el joven monje respondió con una pequeña reverencia mostrando su respeto y agradecimiento por la figura. Se estaba conteniendo, su impulsividad le estaba diciendo a gritos que dejara de lado las cortesías y se concentrara en conseguir respuestas. — ¿Me podrías decir qué te sucede?—. Preguntó al darse cuenta del prologando e incómodo silencio que había salido a flote después de haber saludado al adolescente.
—Quizás tú sí seas capaz de ayudarme. He estado lidiando con muchos problemas para dormir—. Fue su primera oración introductoria y se sintió estúpido al haber formulado tal pensamiento de esa manera, carecía de la profundidad y seriedad que debía de haber tenido. —Lo que quiero decir es que últimamente he tenido sueños muy extraños, cosas que no logro terminar de entender—. Se apresuró a añadir para darle una mejor idea de su situación a su vida pasada. ¿Realmente este hombre podría ayudarle? Aang se sentía muy escéptico para con él, Roku era su fuente directa de información y quizás en quién más confiaba dentro de su larga lista de vidas antecesoras.
—No sé cómo explicarlo, en mis sueños estoy con mis amigos y nos enfrentamos a personas que… No puedo ni siquiera decirlo porque no tengo idea de lo que son, mucho menos de lo que hacen, tienen una forma bastante confusa de combatir, recuerdo que uno de los hombres en mi sueño había invocado una serpiente gigante, fue como magia—. Murmuró con la vista baja, aún se sentía asustado de tan sólo recordarlo, no se sentía con la capacidad suficiente para hacerle frente a alguien que podía hacer eso.
Wan por su parte pasó todo ese tiempo en silencio, sólo asentía a la narración del chico analizando cada elemento que sacaba a la conversación antes. —Aang, creo que es momento de que te cuente una historia—. Dicho esto el monje levantó la vista sin entender el punto al que quería llegar su antecesor. ¿Qué relación tendría eso con sus sueños? El maestro aire tenía perfectamente claro que debía mostrar cierto grado de respeto a Wan, sin embargo, no podía negar que no le importaba su historia en lo absoluto.
—Pero, ¿eso qué tiene que ver conmigo?—. Preguntó sin poder entender todavía el por qué tanto misterio, ¿acaso no era más sencillo llegar al grano? Darle tanto preámbulo al asunto le daba el presentimiento de que no llegaría a nada más que a una historia para pasar el tiempo. Quería comprender las razones de su antecesor, realmente deseaba justificar sus evasivas y convencerse a sí mismo que sacaría algo bueno de todo esto. Sin embargo, a juzgar por las apariencias del rumbo que su meditación estaba tomando, todo parecía indicar que estaba lo más próximo a un callejón sin salida.
—Esto puede explicarte muchas preguntas que tienes—. Contestó con serenidad, a pesar de la expresión ansiosa que se podía leer en las juveniles facciones del rostro del maestro aire, Avatar Wan su semblante se mantuvo intacto a lo largo de todo el tiempo. Era perfectamente consciente del ataque de pánico del cual Aang estaba siendo víctima, así como también pudo darse cuenta de la indiferencia a su historia por contar, mas decidió omitir la paranoia de su comportamiento.
Aang arqueó una ceja, su cuerpo se relajó ligeramente, la tensión que lo estaba llevando a ese estado de nerviosismo y ansiedad parecía haberse desvanecido casi por completo ante las palabras de Wan. Seguía mostrando cierto nivel de escepticismo frente a toda esta situación, mas no podía negar que ante la seguridad que destilaban las palabras de su vida pasada un alivio había llegado a él.
—Durante mi época, mi pueblo siempre tuvo cierto nivel de temor al mundo de los espíritus. Las cosas eran sumamente diferentes a lo que cualquier otro Avatar vivió, la capacidad de controlar los elementos no era un don con el que se nacía, todo seguía un orden en el cual las cosas estaban divididas—. Aang se dispuso a guardar silencio, una vez que el antecesor había comenzado con su historia el monje se dio cuenta casi de inmediato que esto duraría más de lo que estaba pensando. —Cada uno de los habitantes del mundo físico, por llamarlo de alguna manera, vivían en fragmentos de tierra en donde cada sector un León Tortuga especializado en uno de los cuatro elementos era el que estaba frente a las entradas de los bosques del mundo espiritual—.
Bien, esa historia francamente ya la conocía, tanto Roku como Yangchen se habían tomado su tiempo para mantener al monje informado respecto al estilo de vida en el que se habían visto sometidos los seres humanos en la era de Wan. Conocía la existencia de las exóticas criaturas dentro de sus territorios, también tenía sabía respecto a la lucha en la que el mismo Wan tuvo la insensatez de cultivar liberando a Vaatu de Raava. Lo que no podía comprender era la razón del por qué estaba sacando a la luz temas que él ya prácticamente se sabía de memoria.
—A lo largo de todo nuestro mundo, todos los terrenos llevaban un estilo de vida que francamente se diferenciaba mucho los unos de los otros—. La historia seguía un rumbo bastante genérico para Aang, hasta el momento no lograba terminar de comprender la razón por la que insistía en contar algo que él ya sabía, temía porque Wan sólo estuviese haciéndolo perder el tiempo.
— ¿A dónde quieres llegar con esto, Wan?—. Preguntó a lo que el nombrado respondió esbozando una pequeña sonrisa, causando que las mejillas del maestro aire se sonrojaran ligeramente como resultado de la vergüenza que sentía por su irrespetuoso arranque de impulsividad. Usualmente Aang siempre se comportaba con prudencia, procuraba actuar con cordura, analizar la situación con los hechos que lo rodearan y poco después llegar a una conclusión tras un determinado tiempo de haber deliberado al respecto. —Lo lamento—. Se apresuró a decir a lo que la figura frente a él asintió levemente en señal de aceptación.
—Como iba diciendo; el mundo físico era bastante pacífico, seguía varias reglas que respetaban y temían fuertemente al dominio de los poderes que gozaban las criaturas del mundo espiritual—. Aang prestó atención a sus palabras dichas, enfocándose ahora en buscar una forma de enlace entre las características descritas por Wan y sus sueños, siendo completamente incapaz de poder relacionarlas. —Hay muchos dioses que se extienden a lo largo de nuestro mundo espiritual como puedes saber, pero si hay algo que no te han contado es que, además de las poblaciones que vivían bajo los ojos de los cuatro Leones Tortuga hubo una que siempre se mantuvo alejada de nosotros, de la que incluso sólo unos pocos conocían de su existencia—. Prosiguió tras un par de segundos de silencio, le estaba dando el tiempo suficiente al joven de poder asimilar cada palabra dicha por él.
La última oración de Wan dejó al monje profundamente sorprendido, no podía comprender a qué se refería, ni siquiera encontraba sentido alguno respecto a sus palabras. ¿Una comunidad secreta? De ser así, ¿por qué ninguna de las Cuatro Naciones sabía de su existencia? ¿Por qué entonces los Leones Tortuga no habían hecho el esfuerzo de establecer contacto con ese supuesto Dios?
— ¿Qué quieres decir?—. Preguntó en señal de desconfianza, algo no encajaba respecto a su historia, desde tiempos antiguos el mundo siempre se ha visto frente a los demás con la existencia de las Cuatro Naciones.
—Quiero decir que el mundo no es tan pequeño como crees que es—. Contestó con simpleza, se encogió de hombros mostrando así cómo la tranquilidad era esta vez sustituida por un semblante lleno de seriedad que puso a Aang ligeramente nervioso. —El mundo de los espíritus tiene una gran extensión a lo largo de este mundo, lo que conoces como las Cuatro Naciones no es más que una parte de ello—. Su mente trataba de procesar cada palabra que salían de los labios de Wan, Aang se encontraba envuelto en una gran confusión, incapaz de comprender el significado de sus palabras no hizo más que dedicarle una mirada de incertidumbre, esperando a que su antecesor prosiguiera con su relato.
—Raava es tan sólo una figura de las muchas que ejercen gran influencia desde el mundo que conoces, la figura de este Dios llevó su poderío y lo condujo a poblaciones en donde estas, durante el tiempo en que nuestra sociedad rendía culto a los Leones Tortuga, luchaban entre sí y rendían adoración a él—. Bien, esta era por lejos la experiencia más extraña que jamás había protagonizado, las ideas que se estaban forjando ahora estaban creando un concepto bastante primitivo de la supuesta población dicha y establecida por Wan y el supuesto Dios.
—Pero, ¿qué tiene que ver él con mis visiones?—. Le interrumpió una vez al ser sucumbido por la duda, estaba confundido y a pesar del rumbo que la conversación estaba siguiendo una dirección sumamente interesante no terminaba de comprender qué relevancia había entre sus sueños con esa desconocida figura.
—Es una buena pregunta, Aang—. Halagó antes de siquiera limitarse a despejar toda interrogante de su mente, a lo que el maestro aire sólo contestó con una expresión de ceño fruncido. —Este Dios, se llama Shinju y la población que en ese entonces se dedicaba a adorarle tiene muchas de las características que viste en tus sueños—. Prosiguió cosa que produjo que el monje adoptara un semblante anonadado, a partir de ese punto varias preguntas se habían alejado de su mente, no obstante, otras pasaron a tomar su lugar comenzando por una que había nacido a partir de su pensamiento primitivo acerca de esa desconocida sociedad.
— ¿Eso quiere decir que son peligrosos?—. Esta interrogante la descartó de su mente, el joven Avatar estaba seguro que si ninguno de ellos tenía la capacidad de controlar algún elemento eran inofensivos. Si se valían a partir de la fuerza bruta, no hallaba mucho interés en la magnitud de la guerra interna, muy posiblemente esas figuras que invocaban animales extraños debían de tener algún trato con los espíritus. Sin embargo, se dispuso a compartir tal pregunta con su antecesor únicamente para confirmar que sus sospechas fueran ciertas. —Si no tienen ningún dominio sobre los elementos, eso quiere decir que no son más que una sociedad primitiva ¿verdad?—.
—Me temo que los estás subestimando, Aang—. Sentenció Wan a lo que el monje frunció el ceño ante la incredulidad de su oración, bajo su criterio no los estaba degradando, estaba poniendo en práctica el pensamiento realista que había aprendido de Sokka. —Para serte sincero ignoro la capacidad de sus habilidades Aang, no puedo decir qué tan fuertes o débiles son porque yo no tengo la más mínima idea de su estilo de vida, pero si tú crees que no hay nada especial en ellos entonces creo que aún tienes mucho que aprender como Avatar—.
—Si no tienes idea de cómo viven, ¿cómo es que sabes de su supuesta existencia?—. Insistió interrogante, le resultaba difícil de creer que él, siendo el primero en establecer la larga línea de reencarnación del ciclo del Avatar, no supiera más que de ese supuesto Dios.
—Eso es porque hay un vínculo, sí, es cierto que no tiene sentido el conocer de Shinju y las personas de las que te hablé e ignorar al mismo tiempo sus habilidades y cómo este grupo de personas viven, pero hay una buena razón para justificarlo—. Aang se quedó en silencio, invitando a Wan con su mirada a que prosiguiera con su explicación, estaba esperando esa tal justificación. —Tanto Shinju como Raava establecieron un trato donde cada cual estableció ciertos límites y el cual nos mantuvo alejados los unos a los otros—.
— ¿Un trato?—. Repitió confundido por sus palabras, ¿qué clase de trato podían hacer las dos criaturas y qué necesidad tenían de hacerlo? ¿De verdad era tan necesario mantenerse alejados los unos de los otros?
—Bueno, quizás estoy exagerando un poco con mis palabras. Las cosas no son como parecen, simplemente Shinju y Raava compartían diferentes ideales y la magnitud de sus poderes los condujo a marcar territorios y crecer independientes el uno del otro—. Reiteró con un gesto facial que expresaba cierta vergüenza al darse cuenta del dramatismo de su oración anterior. Wan realmente estaba haciendo un gran esfuerzo por explicarle las cosas al más reciente de los Avatares, pero no era tan fácil como él deseaba que lo fuera, es muy difícil de explicar algo que involucraba una población cuya información era ignorada por la misma Raava.
— ¿O sea que ellos tampoco saben de nosotros?—. Volvió a preguntar como presa de la curiosidad a lo que su antecesor simplemente contestó con un movimiento de su cabeza.
—Tampoco estoy seguro de eso, supongo que debido a los límites existentes entre Raava y Shinju, podría apostar que es poco probable que haya quienes sepan de la manera en la que nuestras cuatro naciones estén formadas y divididas—. Dijo en un murmullo con un gesto pensativo que se extendía a lo largo de las facciones de su rostro, a juzgar por la manera cuidadosa en la cual Raava ha procurado mantenerse alejada de Shinju era poco probable que esa posibilidad pudiera existir. No obstante, si él tenía conocimiento de Shinju, entonces podía ser posible que hubiese alguien en el territorio del dios que conozca al menos del Avatar.
— ¿Qué debería hacer en ese caso? ¿Acaso esto dejará que deje de soñar con esas personas tan extrañas?—. Preguntó Aang al recordar nuevamente la razón por la que había iniciado esa conversación, la profundidad de sus visiones ahora estaba adquiriendo un nivel desconocido para el maestro aire. No sabía con exactitud si ahora que conocía de su existencia debía simplemente seguir con su vida y enfocarse en los heridos y ciudades destruidas por la Guerra de los Cien Años o poner un pie en los territorios de Shinju.
—A decir verdad, creo que deberías considerar la posibilidad de ir a ese lugar Aang. No puedo asegurarte que dejar Ba Sing Se e ir allá te quite todas esas interrogantes de encima, sé que además de eso suena bastante imprudente de mi parte que te lo sugiera—. Dijo con un tono que destilaba una profunda honestidad, desde el punto de vista crítico, debía de reconocer que estaba cargando al monje con una responsabilidad que cruzaba una frontera más grande que la que requirió en su batalla con Ozai. —Hay algo en todo esto que no me da buena espina, Aang si has estado teniendo pesadillas y estas envuelven a esos desconocidos quiere decir que el equilibrio en el mundo espiritual se está perdiendo y que amenaza con ir más allá de sólo las Cuatro Naciones—.
— ¿Pero cómo se supone que llegaré allá? No creo que sea suficiente con sólo montarme sobre el lomo de Appa y volar hasta que lo encuentre de la nada—. Punto a su favor, era imposible que pudiera encontrar un mapa que lo guiara a territorios más allá de los extremos de la Nación del Fuego, el Reino Tierra y las Tribus Agua.
—A partir de este punto quien te guiará será la misma Raava, yo no me encuentro en la posibilidad de decirte qué dirección tomar porque yo tampoco sé qué tan lejos están sus tierras. La única que tiene ese conocimiento es ella—. Sentenció a lo que Aang arqueó una ceja mirándole con confusión, esperando que le diera más instrucciones al respecto.
—Una vez que hayas cruzado y abandonado los territorios del Reino Tierra ella se pondrá en comunicación contigo y te guiará hasta haber llegado a esas tierras—. Continuó al cabo de unos segundos de silencio. —Pero Aang, debo advertirte que no subestimes a esas personas, puede que no sean maestros elementales mas no son inútiles. Shinju es un dios y su poder debe de ser tan grande como el de Raava. Ten mucho cuidado no sólo ellos, pero también con las fuerzas oscuras, algo me da el presentimiento que quien está provocando este desequilibrio dentro del mundo espiritual también tiene como destino ese lugar y las Cuatro Naciones—. Finalizó con severidad a lo que el Avatar asintió con un movimiento de cabeza y segundos después el espíritu de Wan fue desvaneciéndose hasta quedar nuevamente solo.
¡Bueno! ¡Es todo por ahora!
¿Qué tal me quedó? ¿Les gustó? ¿Quieren tirarme tomates? Personalmente creo que es una gran mejoría comparado con el desastre que hice anteriormente xD. Así que estoy bastante entusiasmada por este nuevo fic.
Si tienen alguna sugerencia o una idea que quieran díganla, yo felizmente leeré todo y lo tomaré en cuenta para aplicarlo. Aclaro que Kataang es algo momentáneo que no durará más de tres o cuatro capítulos, está de fijo el SasuKata (o como quieran llamarle).
Agradecimientos a mi amiga Flora, que me hizo el favor enorme de hacer la portada del fic :3
Con eso me despido, los leo en unas semanas :D
