Phantasos siempre persiguió a quienes creía amar, pero nunca le fue bien y su corazón terminaba roto. Ahora se sorprende porque atrajo la atención de dos dioses que compiten por resultar favorecidos. No es su único dilema… una falla en la inmunidad de grupo puede que acelere las cosas.


¡HOLA A TODOS! Espero no haberlos tomado tan de sorpresa. Primero que nada mis disculpas, me tardé en publicar esto, pero por fin lo logré. Este fic me dio bastante guerra, pero aquí lo tienen: el primero de dos ambientado en el Inframundo. Para referencias a mi estilo y a ciertos aspectos del fic, lean 'Littera Minima' y sus secuelas. En esta ocasión, sumen 5 años a las edades del canon (sí, hubo cambio de año, recuerden). O si les resulta más fácil y menos complejo, dense una vuelta por el perfil de Ekléctica, donde encontrarán la línea de tiempo oficial: al principio de cada año aparecen las edades.

Un especial agradecimiento a Seika Lerki, Tsuyu Ryu y Ekléctica (El Concilio del Fic), madrinas y lectoras de prueba de este fic, que además de incentivarme y animarme a escribir, aplacaron mis instintos asesinos y varios personajes vivieron para contarlo.

Una recomendación especial, si quieren ver este universo expandido, lean "Madness of Love", de Lady Seika Lerki y el omake "Lo que Sueño de ti" y las adorables miniserie "Familia" y "Futuro" de Ekléctica. Finalmente, "Luz Amatista", de Tsuyu Ryu, es una joya. Las conversaciones que las inspiraron a ellas, de paso me inspiraron a mí para retomar este hábito mío de escribir fanfictions. ¡VAYAN A LEER! =D

Saint Seiya, la trama y sus personajes pertenecen al genialísimo Masami Kurumada y a quienes han pagado por el derecho respectivo. No estoy ganando dinero con esto, nada más entretengo a mi imaginación y le doy más trabajo a mi Musa. D8 ¡NO TENGO FINES DE LUCRO!


ADVERTENCIA.

Cualquier coincidencia con la realidad, con situaciones reales y semejanzas con personas vivas o muertas, es una mera coincidencia. Se pide criterio y discreción por parte de los lectores. Debido a la naturaleza de algunas escenas gráficas, se pide extra cuidado. No me hago responsable de castigos, lesiones, o penas capitales derivados de la lectura de este capítulo. ¡No intenten nada de esto en casa!


"Militiae Species Amor Est"
("El Amor Es Una Especie de Guerra")

Apertura: Y Así Comienza.

Espacio Sideral.

Treinta y cinco años antes.

"¡Chronos!"

Kairós, el concepto de la buena oportunidad, el dios primigenio más sencillo y quitado de bulla, frecuentemente confundido con el hermano menor del titán Cronos (un dios de las estaciones, con quien compartía el nombre) llegó corriendo (o dando esa impresión) hasta donde estaba su hermano mayor, Chronos, el dios del tiempo inevitable. Se le veía muy agitado, protegía algo entre sus brazos que parecía ser muy frágil, pero que daba la impresión de no ser causa de malas noticias. El aludido apenas levantó la cabeza y miró severo (como acostumbraba) a Kairós. ¿Qué querría el muy pesado? Como todo hermano menor, el sujeto causaba más molestias de las que valía la pena… aunque, comparado con muchos titanes, dioses y mortales, era una delicia como pariente. Tenía una sensibilidad muy gentil y no le gustaba darse pompas innecesarias, como obtener un culto y devotos que le rindieran sacrificios. Vivía entre los humanos como uno más y nunca iba al Olimpo. Nadie lo recordaba y él prefería ese anonimato, pues encontraba allí una libertad sin límites. De hecho, ni siquiera se identificaba a sí mismo como dios o titán, sino como concepto. No molestaba ni estorbaba… a juicio de Chronos, solo tenía tres problemas…

Era sensible como nadie, tragaba dulces como si no hubiera mañana y siempre que tenía un problema iba con su hermano mayor, Chronos.

El dios del tiempo inevitable se sopló el flequillo y rodó los ojos, fijándolos en el techo. ¿Quién miércoles había decidido que este Kairós era su hermano menor? Él había nacido solito, sin padre ni madre, y tranquilo estaba cuando de pronto ¡PAH, DRAMA!, tenía un hermanito. ¡Ni quejarse a sus padres podía! Básicamente eran hijos por generación espontánea.

Al menos Kairós era buen hermano, por llorón que fuera.

"¿Qué pasa ahora, Kairós?" Preguntó Chronos, entrecerrando los ojos.

"¡Nada!" Exclamó el menor, asegurando su agarre de lo que fuese que llevase entre sus brazos y con un puchero. "Yo… vine a mostrarte algo."

Chronos levantó una ceja, pero no perdió impavidez en el rostro. Kairós bajó la mirada, sin soltar lo que tenía en sus brazos, mientras se balanceaba de un pie a otro. Chronos apoyó su cabeza en su brazo y resopló de mal humor.

"¿Qué no puedes ir a molestar a Ananké?"

"No… ella me mandó para acá."

"¡Eso Hizo! ¡La muy mugre! ¿Y qué te pasó?"

"Nada." Kairós hizo pucheros. "Todavía." El concepto primigenio comenzó a dar saltitos nerviosos, con los ojos muy abiertos. Algo ocultaba y Chronos lo supo. "Es que… ¡Es que ayer estuve viendo como morían varios famosos! Ananké me dejó curiosear entre sus cosas… y… y… supe que la princesa Diana se va a morir en algunos años más ¡Se acaba de casar! La pobrecita va a tener una vida de…"

"¿Huh? ¿Quién?"

"¡La Princesa Diana!" Kairós hizo otro puchero enorme y se largó a llorar, mientras abrazaba lo que fuese que tuviese en sus brazos, cuidando al mismo tiempo de no lastimarlo. "Fue horrible… y encima anoche estuve leyendo la Dama de las Camelias y…"

Kairós hizo un esfuerzo por aguantarse los pucheros, pero volvió a llorar, consiguiendo que Chronos rodase los ojos hacia arriba con mayor énfasis incluso. De todos los libros que podría haber leído, por lejos, la obra de Alejandro Dumas era la única la que, por alguna razón, lo dejaba en estado de piltrafa emocional. Aún así, y por sensible que fuera, ese libro no explicaba en su totalidad lo que pasaba. Chronos avanzó hacia su hermano, lo sujetó por el cuello y le dio una sacudida.

"¡Gobiérnate, tarado! Y dime: ¿Cuánto chocolate tragaste?" Preguntó muy severo. Al menos esto pareció hacer reaccionar a Kairós, quien acomodó su carga. Fue cuando Chronos se percató que no era un simple objeto, sino otra cosa…

"Como setenta kilos." Confesó Kairós avergonzado.

¡ZAPE!

"¡Setenta Kilos! ¡¿Te tragaste SETENTA kilos en un solo sentón?! Estás loco como cabra." Protestó Chronos agitando los brazos. Entonces señaló a lo que Kairós llevaba entre los suyos. "¿Qué tienes ahí?"

Kairós pasó de estar lloroso a emocionado y quizás enternecido. Con cuidado, como si lo que llevara tuviera un valor inconmensurable, reveló poco a poco lo que tenía. Al notar su naturaleza, Chronos no pudo menos que aguantar la respiración del pasmo: era una esfera de luz divina, el alma de una nueva e inédita divinidad.

"Esta mañana estaba junto a mi. Cuando desperté estaba acurrucada contra mi pecho. ¿No es preciosa?" Dijo Kairós lleno de emoción.

"Es un alma divina. ¡Te reprodujiste!"

"¡Lo dices como si fuera malo!" Protestó Kairós alarmado. "¿Qué querías? Supe lo de la princesa Diana, leí la Dama de las Camelias, el chocolate… ¡Mucha emoción para mi!"

"¡Y de paso te reprodujiste!"

Chronos se inclinó sobre la mirada sobre la pequeña esfera de luz y sonrió enternecido, aunque segundos más tarde procedió a darle otro fuerte zape a Kairós detrás de la cabeza. Como divinidades primordiales, anteriores a los titanes, aquella primigenia generación de deidades tenía la facultad de reproducirse sin necesidad de ayuda. Nix y Gea eran claros ejemplos de esto, incluso Hera había heredado aquella habilidad hasta cierto punto, pero contrario al conocimiento general, no era un talento exclusivo de las mujeres. Los hombres también podían reproducirse sin ayuda, aunque les resultaba tan difícil, que casi no había casos conocidos que hubieran sobrevivido hasta la actualidad. De hecho, el de Kairós era el primero en casi cinco mil años.

Claro, reproducirse era más divertido con pareja que en solitario, pero de que pasaba, pasaba.

"Uno es sensible, estaba emocionado. Quizás el chocolate me puso muy feliz después de tanto llanto."

"Agradece que no nos da diabetes." Chronos acarició la esfera de luz con inusitado cariño. "Todavía no toma conciencia de sí misma… es una diosa… no es malvada, en esencia es buena." El dios de lo inevitable. "Necesita una matriz para crecer o se va a disipar."

"Lo sé." Kairós abrazó más la esfera, con el puchero de rigor en su rostro, pero sus ojos se veían emocionados. Chronos ladeó la cabeza curioso. "Pero tengo un plan."

"¿Qué harás?"

La gran desventaja de los dioses que se reproducían en solitario era que los pequeños creados de esa manera solo generaban un alma y no un cuerpo. Si no lo conseguían pronto, se disipaban como si nunca hubieran existido, por eso no cobraban conciencia de sí mismos de manera inmediata como ocurría con los pequeños que habían sido generados espontáneamente por las diosas (ellas tenían un vientre para encargarse de eso). La solución más popular para estos casos era conseguirse una diosa accediera a gestar al pequeño o contrabandearlo al vientre de alguna mortal incauta.

No, eso no lo haría mortal ni nada de eso, su esencia sería divina siempre y solo tendría la carga genética de su padre, pero al menos tendría un lugar seguro donde crecer.

"La pondré en una matriz mortal. Hay una familia… creo que estará bien ahí."

"¡Una familia mortal! Pero es una deidad… quizás esa familia no quiere más hijos."

"No tienen hijos. Ella está embarazada, pero su bebé murió en el vientre… en unas horas más le sacan a la peque… me voy a aprovechar de eso. Ananké me ayudó a ubicarlos."

"Te vas a aprovechar de ese cuerpecito. ¡Les vas a dar un susto de muerte a esos mortales!"

"Sí, y si lo hago bien, ese embarazo llegará a término y mi niña podrá llegar a crecer bien. No quiero que crezca entre pompas ni nada, sino que tenga una vida linda. Esos padres la cuidarán bien." Kairós sonrió tranquilo. "Tendrá toda la inmortalidad para ser diosa… y si tengo suerte, no será tan pedante como casi todas las deidades."

"Estás loco." Gruñó Chronos. "Se va a enojar contigo, se va a enfurecer: le estás negando algo esencial a su desarrollo. ¡Es una diosa, no una mortal! Va a tener crisis de identidad…"

"Si logra la felicidad, puedo vivir con eso." Kairós hizo un puchero. "Es lo mejor que puedo hacer por ella… Y no es que la vaya a dejar sola tampoco. No me verá, pero estaré ahí."

"Sigo pensando que estás loco." Chronos dijo mientras se cruzaba de brazos. "Pero tú sabrás lo que haces. ¿Thanatos ya se llevó el alma de la pequeña que murió?"

"Sí… vine a presentártela antes de llevarla con su familia." Kairós ajustó su agarre de la pequeña esfera de luz, siempre con cariñosa delicadeza. "Ya me voy…"

"Vete… ¡Y deja el chocolate, por todos nosotros! Y las películas y libros lacrimógenos." Chronos gruñó al ver el guiño que le hizo su hermano. Arrugó el ceño y alzó la mano. "¿Al menos se queda en Grecia? Dime quienes son sus padres: ¡Necesito saber si mi sobrina…!"

"Steven Laurens y Cristina Xanthopoulos. ¡Le van a poner Rea!" Le dijo Kairós antes de desaparecer en la inmensidad, llevando su preciosa carga con él.

Chronos resopló cuando se vio solo, triste y quizás algo preocupado. Se rascó la cabeza antes de sacudirla con fuerza. Se palmeó la cara y gruñó frustrado. ¡Lindo! Rea se iba a tostar muchísimo cuando se enterase que otra diosa lleva su nombre. Cuando esto se supiera en el Olimpo iba a quedar la grande. Negó con la cabeza y gruñó de nuevo, resoplando irritado.

"¡Con estos hermanos para qué quiero más parientes…!"


Inframundo. Palacio de Giudecca.

Tres semanas después del fin de la Guerra. 7 de julio.

La familia onírica solía ocupar casi todo un piso en Giudecca. Por supuesto que tenían sus propios palacios en algún lugar del inframundo, pero desde hacía poco más de un milenio que apenas los usaban. Allí estaban más cómodos y contenidos: tenían espacio e instalaciones a su disposición, aparte de sus habitaciones personales. En particular usaban mucho una sala de estar, con algunos cómodos sillones, un televisor, montones de libros regados por todos lados, y quizás la conexión de internet más mala del planeta. Aquella habitación contaba además con un pequeño comedor y una cocina estilo americano en donde podían preparar comidas sencillas, como el desayuno.

La familia estaba pasando una tarde extrañamente simpática. Desde el fin de la guerra y de la decisión que habían tomado Hypnos y Pasitea de volver a cortejarse, las relaciones interfamiliares comenzaban a recuperar la normalidad de antes de la muerte de los sueños. Incluso estaban recibiendo las visitas de sus hermanos que estaban dispersados por el mundo. Phantasos estaba perpleja hasta más no poder con la súbita atención que le estaban dando sus padres; de Pasitea era esperable, pero no de Hypnos, quien de verdad hacía un esfuerzo por acercarse a ella. Si bien aún había orgullo metido al medio de eso, también había voluntad de recuperarse. Les costaba una enormidad, pero había mucha esperanza ahí.

Oneiros levantó la mirada de su libro y la paseó por alrededor. Pasitea e Icelos estaban preparando una merienda para todos, Morpheus y el tío Thanatos animaban una competencia de ajedrez que mantenían Hypnos y Phantasos y que por lo visto estaba MUY reñida. Él no entendía ni jota del juego, pero a juzgar por la cara de adrenalina de su hermano mayor, la concentración de su papá y hermana, y el zippo que Thanatos había encendido, debía estar entretenidísimo y complicado a partes iguales. Sonrió para sí mismo: ver a su padre y hermana compartiendo así comenzaba a aliviarle al menos dos milenios de angustias.

Fue cuando desde la canastita en donde habían dejado los celulares, resonó una canción de los Beatles ("Help!"), y el aparato en cuestión comenzó a vibrar mientras armaba escándalo. Oneiros parpadeó y tomó aire, estirándose para alcanzar el teléfono de marras: era el de su hermana. Vio quien llamaba… entrecerró los ojos.

"¡Oni! ¿Quién es?" Preguntó Phantasos curiosa.

"Es Huitzicomosellametl. ¿Rechazo la llamada?"

"¿Ese otra vez?" Preguntó Morpheus.

"¡Ya cuelga de una vez!" Reclamó Thanatos.

"¡No, no! Quizás es urgente." Dijo Pasitea mientras daba pasitos rápidos en dirección del teléfono.

"¿Se refieren al pitufo emplumado con esteroides?" Preguntó Icelos.

Todos los presentes tuvieron a bien comentar algo al respecto, con insinuaciones que se escaparon a la comprensión de Phantasos, quien desconcertada, frunció el ceño.

"Contéstale tú, estoy ocupada." Gruñó Phantasos. "¡Le dije que no me llamara de nuevo! Dile…"

"Vale, le contesto."

"Le dijiste que dejara pasar dos semanas, Phantasos. Han pasado tres." Puntualizó Hypnos. Thanatos le miró escandalizado.

"¡Que no llame y se quede en su cosmogonía! Ese se quiere llevar a Phantasos de aquí."

"Tío, como que yo sabré si me voy o no. Lo parezco, pero tonta no lo soy." Phantasos se sopló el flequillo. "No sé ni porqué me llama." Comentó molesta y avergonzada.

"¡Le gustas!" Dijeron Hypnos y Pasitea al mismo tiempo.

"Por eso te llama." Añadió Pasitea.

"Bah. El señor Apolo también me llama, pero eso no quiere decir que le gusto."

"¡¿TE LLAMA?!" Exclamó Thanatos perdiendo los estribos. A Hypnos tampoco le gustó la idea, pero solo se limitó a fruncir el ceño.

"¡PHANTITA!" Llamó de pronto Oneiros. "Huitzi pregunta si te puede venir a visitar. Dice que está en Caína y aprovechando que está cerca, quiere saber si estás muy ocupada."

Las reacciones fueron en cadena. Thanatos y Morpheus enseguida se opusieron, Icelos comenzó a ver si la comida alcanzaría para todos, Pasitea exclamó muy contenta y le dijo a Oneiros que le dijera a Huitzi que subiera, que no había problemas. Hypnos arrugó el ceño y Phantasos…

"¿Dice que está aquí? Pero… pero… pero… ¿por qué no avisó antes?"

Oneiros se encogió de hombros y le dijo a Huitzi por el teléfono que podía venir. Phantasos miró a su tío y a su mamá, quien le dedicó una tierna sonrisa antes de abocarse a hacer rendir la comida, junto con Icelos. La diosa estaba un poco desconcertada, quizás un poco molesta.

"¿Hay algún problema que venga?" Preguntó de pronto Hypnos.

"¡Claro que hay problemas!" Protestó Morpheus. "¡NO me gusta que ese tipo esté…!"

"¡Yo sé elegir perfectamente a mis amigos!" Protestó Phantasos tras darle un zape a su hermano. Se quedó mirando a Thanatos muy desafiante y presta a protestar por el exceso de celo de su tío. "¡Porque es un amigo! AMI…"

Entonces sonó de nuevo su celular. Oneiros, que lo tenía en la mano, enarcó ambas cejas por unos instantes antes de poner cara de leche agria.

"¡Es el camote de Apolo! Este sí que no me gusta." Oneiros cortó el celular, pero instantes después Phantasos se lo quitó, le iba a pegar a su hermano cuando mandaron un mensaje de texto.

"¡Otro que no tiene nada que opinar!" Gruñó Phantasos, mientras abría la aplicación de mensajería.

"Niños, vienen visitas: no quiero que avergüencen a su hermana." Advirtió Pasitea, quien notó la perplejidad del rostro de su hija. "¿Phantasos?"

"Es… Apolo: me avisa que viene a visitar en un rato más." La diosa frunció el ceño. "¿Quién le movió la jaula a este?"

Todos los presentes enarcaron las cejas. Morpheus tragó saliva sonoramente.

"¡Se va a encontrar con el azulito!" Fue el comentario de Icelos. El primero en todo ese rato.

"¡UUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUH!"

Fue el comentario que todos, excepto por los padres de Phantasos, hicieron a un tiempo.


Monte Olimpo. Estancias de Apolo. Laboratorio.

En esos momentos.

¡Qué bonito suspiro! Apolo dejó escapar una sonrisa cuando vio el mensaje de Phantasos, quien accedía a que fuera a visitarla. Claro… le comentó que Huitzi también iba a ir, pero de momento no le importó. De momento lo que ocupaba su mente eran los bonitos ojos del sueño que había llamado su atención. Andaba bien encantado con ella: las últimas dos semanas se había dedicado a tantear terreno, a ver si podía comenzar a coquetearle y cortejarla y mal no le había ido. Phantasos al menos se había mostrado abierta a ser su amiga, y de ahí, era cosa que aplicara sus encantos y ganaría su corazón, seguro que sí. ¡Ahora sí le resultaría tener novia! Y mejor se quedaba calladito, no fuera a ser que llamara la atención de Eros y este, en su ridículo afán de venganza, volviera a lanzarle saetas de plomo a sus pretendidas para que lo odiasen con pasión.

¡Riiing!

La campanilla que anunciaba el fin del proceso al que había sometido sus muestras resonó incluso con un tinte feliz. Apolo dejó el celular a un lado y se impulsó con silla y todo hasta la otra esquina de su laboratorio. A medio camino se puso de pie, dejando que su asiento siguiera su camino y se acercó a la máquina. Se asomó justo a tiempo que Asclepios hacía lo mismo.

"¡Llevaba horas esperando este resultado!" Exclamó su hijo sin ocultar su entusiasmo.

"Y yo: más vale que hayamos conseguido algo, porque el agua se nos está acabando."

Asclepios se aseguró que la máquina se hubiera detenido y apretó unos botones. Pronto comenzó a imprimirse un papel con los resultados del experimento. Apolo y Asclepios seguían investigando el Agua de la Eterna Juventud, para poder determinar qué era lo que tenía que hacía que la bacteria de la Sofocación, bicho maldito, muriera cuando entraba en contacto con ella. Hasta ese momento, la investigación estaba en tierra muerta, pero al menos no perdían el entusiasmo… por frustrante que fuera. Aquella agua mística, la única cura conocida para la Sofocación, se negaba a revelar sus secretos.

¡Cierto, cierto! Algunos dirán ¿Y la Ambrosía? Y tienen razón… pero hay que tener en mente que dicho alimento divino solo protegía de la Sofocación antes de contagiarse, nunca después. Protegía a una deidad sana: si se tomaba cuando ya se tenía la enfermedad, era como si nunca la hubiera tomado. Era como una vacuna que había que repetir todos los años.

En fin. Volviendo al laboratorio…

"… &%$#ç…" Rezongó Asclepios. Los resultados estaban en blanco… o no en blanco, sino que la máquina no logró identificar sus componentes aparte del hidrógeno y el oxígeno. "Le tenía fe a este análisis."

"Ya lo hemos repetido como cuatro veces. Pero al menos sale algo." Apolo señaló unos parámetros en el papel. "Aquí sale elemento sin identificar. Las veces anteriores ni siquiera mostraba que saliera algo."

"¡Les dije que era buena idea usar mi máquina y no la de ustedes!" Panacea dijo con dulce alegría.

La diosa de las medicinas, farmacóloga por excelencia, asomó su cabeza junto con su hermana Aceso. Asclepios le sonrió a sus hijas al tiempo que Apolo las despeinaba un poco. Ciertamente había sido un acierto ocupar los instrumentos que Panacea utilizaba para investigar y desarrollar nuevas medicinas: por obvias razones estaban mucho mejor calibrados para identificar las sustancias que podían o no llegar a ser útiles.

"¿Al menos se supo algo?" Preguntó Aceso tratando de leer los análisis.

"Muy poco, pero algo es algo. Aparecen sustancias desconocidas, pero la máquina no parece ser capaz de determinar qué son." Explicó Apolo.

"Uy, va a tocar calibrar más entonces esto." Panacea hizo un puchero. "Necesito una máquina más que perfecta: Hablaré con el tío Hefestos de nuevo."

"No es necesario, tu instrumental es más que perfecto, hijita." Le dijo Asclepios.

"Somos nosotros los que estamos mal. De alguna manera no hemos podido llegar al fondo del asunto." Apolo se cruzó de brazos.

"¿Y si cambian el enfoque de la investigación?" Dijo Aceso al mismo tiempo que su abuelo. Ambos dioses la quedaron mirando curiosos. "Verán… con Panacea veníamos conversando… que a lo mejor necesitan ver otras cosas. Quizás se están concentrando demasiado en la cura. ¿Qué pasaría si revisan el caso de quienes sí sobrevivieron a la Sofocación?"

"No nos referimos solo a Anfitrite, ella tomó del agua y por esa arista no están llegando a ningún lado." Dijo Panacea. "¿Qué hay de las otras dos? ¿Pasitea y Phantasos?

"Ya estudiamos a Pasitea." Asclepios entrecerró los ojos. "Pero no quiso seguir con los estudios por querer concentrarse más en su hijita recién nacida."

"Pues… podrían terminar esos estudios con ella." Dijo Aceso. "Y de paso tratar de averiguar porqué Phantasos sobrevivió."

"El embarazo las salvó a las dos. Algo tuvieron que ver las hormonas del embarazo, sé que hubo otros factores, ¡pero nunca supimos!" Comentó Apolo curioso. "Ahí hay algo que las protegió a las dos." Añadió emocionándose.

"Papá." Comenzó Asclepios. "Nunca estudiamos a Phantasos. Pasitea no nos dejó acercarnos a su bebita: su mala salud se deriva precisamente de lo difícil que fue su gestación."

"¡Ni hablar de ese parto! Pobrecita Pasitea. Tiene que ser la única vez que he visto a la tía Artemisa y a Ilítia atendiendo juntas a una parturienta y sin pelearse." Dijo Aceso muy grave.

"Phantasos… ¡Claro que no la hemos estudiado!" Apolo esbozó una enorme sonrisa que casi le partió en dos el rostro. "¡Qué mejor excusa para acercarme más y más a ella! Le diré que necesito analizar su caso más a fondo y eso y si muevo bien mis piezas, no solo sabremos qué fue lo que la ayudó a sobrevivir, sino que puedo convertirla en mi nueva novia."

Una enorme gota recorrió las cabezas de Asclepios y sus hijas. Apolo en cambio, más y más se emocionaba con la idea.

"¡Esta misma tarde le contaré mis planes! Será genial: será la conversación del momento. ¡Casi no puedo esperar!"

Apolo despeinó a sus nietas y a su hijo, sin dejar de comentar lo mucho que esto lo entusiasmaba, se quitó su bata y apenas dejándola caer en el suelo, salió muy contento del laboratorio. Una vez que se cerró la puerta tras de sí, los tres suspiraron.

"Pobre abuelito: le van a dar de calabazas otra vez." Se lamentó Panacea.

"Al menos esta vez sabremos algo más de la Sofocación." Comentó Asclepios, cruzándose de brazos. "No me molestaría tener a Phantasos de madrastra, pero no sé… como que sospecho que ella lo tiene bien friendzoneado."

"La historia de su vida. El abuelo está salado." Suspiró Aceso. "Al menos no mencionó el enojo que le tiene a la tía Artemisa."

"Nope. Eso no es malo: sus berrinches sobre ella me irritan." Gruñó Asclepios.

Y mientras podían escuchar aun a la distancia y a través de las puertas el creciente entusiasmo de Apolo, los tres negaron con la cabeza.

Iba a ser un largo mes.

Continuará.

Por
Misao-CG


Próximo Capítulo: Intenciones de Conquista

"… La enojada exclamación que resonó por todo el pasillo hizo que ambas deidades mirasen en dirección de aquella voz. Rea Laurens venía caminando a pisotones y con la mirada cristalizada de rabia, las manos empuñadas y una actitud que parecía peligrosa. Cuando llegó junto a la pareja, Thanatos se sopló el flequillo a desgano, rodando de paso los ojos al cielo. Phantasos endureció la mirada. ¿Qué se creía esta mortal?…"


Nota Mental: ¡HOLA A TODOS Y GRACIAS POR ESTAR AQUÍ! Sé que esta apertura quedó algo extraña, pero tengan paciencia que espero atar todos los cabos sueltos. Temporalmente esto se ubica antes de los sucesos de "Adhuc Stantes". Mis disculpas de nuevo por haber tardado tanto: primero mi musa se anduvo congelando y cuando comencé a escribir, le dio por inspirarme ideas para tres fics diferentes, por lo que lograr que se concentrara en este fue todo un desafío. Sin mencionar que septiembre se dejó caer con fuerza y tradicionalmente es el mes en donde más trabajo tengo y por si fuera poco, las fiestas patrias de mi país exigieron que celebrara como era debido. Ustedes comprenderán. Un saludo muy especial a Yamid, que me dejó reviews muy lindas en los últimos dos fics y a Leika Kannon, que se dio el trabajo de preguntarme cada día cuando actualizaba. Creo que se va a llevar una buena sorpresa. Espero en serio que este fic lo disfruten y que les cause curiosidad. Por favor, si detectan algún error tipográfico, de ortografía y redacción, me avisan para que lo pueda reparar. ¡GRACIAS POR LEER!


BRÚJULA CULTURAL

Traída a ustedes gracias a Wikipedia o alguna otra página, según corresponda.

Chronos: (griego antiguo: χρόνος, romanización: Khrónos) era la personificación del tiempo, según se dice en las obras filosóficas presocráticas. En los mitos griegos, Chronos era el dios de las Edades (desde la Dorada hasta la de Bronce) y del zodiaco. Es un dios con forma de un ser serpentino con tres cabezas: de hombre, de toro y de león. Se entrelazó con su compañera Ananké (la Inevitabilidad o destino) en una espiral en torno al huevo primigenio y lo separó, formando el universo ordenado de la tierra, el mar y el cielo.

Chronos permaneció como el dios remoto e incorpóreo del tiempo implacable que rodeaba el universo, conduciendo la rotación de los cielos y el eterno paso del tiempo. Ocasionalmente se parecía a Zeus con la forma de un hombre anciano de largos cabellos y barba blancos.

En la tradición órfica, Chronos era hijo de Gea o bien de Hydros (el Océano primigenio) y Thesis (la primigenia Tethys). Junto con Ananké, era padre de Éter y Érebo o Fanes. Otras fuentes afirman que era padre de las Horas y, con Nix, de Hemera. Otras fuentes le atribuyen la paternidad de Kairós, el dios del tiempo oportuno.

No debe confundírsele con el titán Cronos, padre de Zeus (son dos deidades separadas)

Kairós: (en griego antiguo καιρός,) es un concepto de la filosofía griega que representa un lapso indeterminado en que algo importante sucede. Su significado literal es momento adecuado u oportuno. En la teología cristiana se lo asocia con el tiempo de Dios. La principal diferencia con Cronos (el titán) es que mientras Kairós es de naturaleza cualitativa, Cronos es cuantitativo. Como dios, Kairós era semi–desconocido, mientras que Cronos era la divinidad por excelencia de la época.

Aunque el término utilizado en la antigüedad varía en los diferentes textos y aparece con significados ligeramente distintos. Así, Hesíodo lo define como todo lo que es mejor que algo y Eurípides dice que es el mejor guía en cualquier actividad humana. Sin embargo, no se pueden unificar todos sus usos y el significado exacto debe extraerse del contexto. Ni siquiera siempre es asociado con el tiempo, pero sí con la eficiencia y aparentemente siempre juega un papel decisivo en las situaciones imprevisibles e inusuales y es una condición necesaria para lograr el éxito en una empresa.

Para efectos de este fic, y como licencia literaria, el Kairós que aparece se le asocia al concepto, no al dios de lo oportuno. Lo convertí en una deidad primigenia. NO TENDRÁ RELACIÓN ALGUNA con el Kairós que aparece en Lost Canvas.

Panacea: (en griego antiguo Πανάκεια, que todo lo cura), hija de Asclepios y de Lampetia (hija a su vez de Helios, el Sol) y hermana de Yaso (la curadora), Higía, Aceso y Egle, fue una diosa menor de la salud. Ayudaba junto a sus hermanas en la labor de su padre, curar y hacer medicinas con las plantas. Tuvo cuatro hermanos varones: Podalirio, también médico y uno de los reyes que tuvo Tricca; Macaón, el otro rey de Tricca, especialista en cirugía (ambos participaron en la Guerra de Troya, donde Macaón fue asesinado por Pentesilea, reina de las Amazonas); Telésforo, quien dedicó su vida a servir a su padre; y Arato, fue un héroe griego que liberó Sición.

Se decía que Panacea tenía una cataplasma o poción con la que curaba a los enfermos. Esto trajo consigo el concepto de panacea en medicina, una sustancia para curar todas las enfermedades. El término también se utiliza en sentido figurado como algo destinado a resolver por completo un gran y multifacético problema.

La diosa tenía un templo en Oropo.

Ilítia: (en griego Εἰλείθυια) era la diosa de los nacimientos y las comadronas. Posiblemente de origen minoico, aparece documentada en las tablillas micénicas en lineal B (E-re-u-ti-ja). Hesíodo la describió como hija de Zeus y Hera, con lo que estuvieron de acuerdo Apolodoro y Diodoro Sículo. Sin embargo, Pausanias citaba otra fuente antigua, hoy perdida: El licio Olen, un antiguo poeta, que compuso para los delios, entre otros himnos, uno dedicado a Ilitía, la describía como la hábil giradora, identificándola claramente con el destino, y la hacía más antigua que Cronos. Se la relaciona con Artemisa, también comadrona, sin que desarrolle un carácter propio. De acuerdo a algunos autores, Ilítia sería un epíteto de la diosa cazadora.