Disclaimer: Los personajes de Naruto/Naruto Shippuden pertenecen a Masashi Kishimoto.

Cerró su ojos con pesadez, llevando sus ásperas manos a aquél cabello que alguna vez fue suave. Sus párpados subieron, y sólo se concentró en observar su rostro. Los ojos perlados estaban cerrados, sus pestañas seguían igual de largas.

Su cabello había dejado de crecer hace tiempo ya, estaba sucio, con una capa de polvo casi imperceptible. Mas sin embargo, ante sus ojos negros, permanecía igual de hermoso, tal como la primera vez que la vio.

Bajó un poco más la mirada, y se encontró con sus labios resecos, pálidos e insípidos. Pero no, para él aquéllos labios eran apetecibles. Con el rostro serio y su mirada irradiando anhelo, posó una mano sobre la mejilla de ella, acariciando con su dedo pulgar su piel, que comenzaba a tomar un color más que extraño... Pero para él su piel estaba suave, hermosa.

Si alguien la viera, diría que ella estaba pudriéndose, que comenzaba a emanar un hedor fétido, nauseabundo. Para él, ella seguía siendo la perfección misma. No estaba seguro de que lo había llevado a eso. Quizás había sido la desesperación por tenerla la que lo había ahogado, hundiéndolo en un abismo negro, obscuro, incitándole a cometer una barbaridad. Barbaridad a la cuál él se había entregado.

Oh, la desesperación.

Era demasiada, ya no soportaba ver la muestra de afecto entre su amada y al que llamaba mejor amigo. Ver cómo ella daba lo mejor de si misma para él lo hacía entrar en cólera.

¿Es que acaso no veía que el rubio aún babeaba por su amor de infancia?

Si, ella lo sabía, estaba seguro de ello, no era tonta. Pero aún así, ella le entregaba su mejores sonrisas a Naruto, las que debían ser sólo para él. Ella le entregaba sus labios a Naruto, con los que alguna vez él soñó. Ella le entregaba su más cariñosos abrazos a Naruto, él sólo podía observar con deseo. Pensó que podía soportar todo aquéllo, pero no pudo. Ella le entregó su alma a Naruto.

Esa había sido la gota que derramó su frágil vaso. Recordaba a la perfección el haber entrado a la habitación de aquél idiota sin siquiera tocar, por mera costumbre, encontrándose con el peor de los escenarios ante sus ojos. Ella estaba desnuda, junto a otro que no era él, ambos durmiendo. Lo único que hizo esa vez fue cerrar la puerta en total silencio, y salir de allí. Fue en ese momento en el que comprendió que debía tenerla, nadie era merecedor de ella, sólo él. Así que un día se decidió y la llevó a una vieja cabaña abandonada, casi a las afueras de la ciudad. Ella no sospechaba de él, después de todo, era el mejor amigo de Naruto, ¿Porqué habría de hacerle algo malo? Y cuándo apenas volteó, la golpeó en la cabeza. Ya inconsciente, la había tomado entre sus brazos y le había hecho tragar veneno para ratas. Él la quería lo más intacta posible. Ya a varios meses de ese hecho, nadie sospechaba de él.

Cerró sus ojos otra vez, uniendo los labios vivos con los muertos, posando ambas manos en el cuello de ella, profundizando el beso que jamás seria correspondido. Al separarse abrió su ojos, observándola fijamente.

"Quizás ya no puedas entregarme tus sonrisas, ni tus miradas amorosas, pero ten por seguro que eres sólo mía, Hinata. Tú me perteneces. Y recuerda, lo hice por nosotros."

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