Ña~ Aquí yo, con un nuevo fic. Sí, sé que tengo abierto otro, pero…es que tenía esto dando vueltas a mi cabecita ^^ En fin, no sé si os gustará, esto es solo una introducción, no tardaré con el próximo capítulo, supongo. He leído últimamente muchos fics en los que los personajes del futuro viajan al pasado…pues bien, esto es lo contrario XD A ver qué os parece ^^ Aceptaré cualquier opinión

Naruto suspiró mientras su azul mirada se dirigía al cielo de éste mismo color, sin una nube que dificultara el acceso de la luz del Sol a la Tierra y, con ella, a la piel del Shinobi, dándole calor. ¿En qué estaba pensando Tsunade? ¡Él tenía que buscar a Sasuke, no tenía tiempo para esa misión de pacotilla! Y, sin embargo, allí estaba, solo por miedo a que la rubia mujer le estampara contra una pared. Esperaba fervientemente no tardar demasiado y poder retornar a su búsqueda, así cumpliría su promesa, Sakura se enamoraría de él, se volvería Hokage, tendría una familia y…

-N-Naruto-kun.—Llamó la dulce voz de su acompañante para la dichosa misión.

El aludido se giró hacia Hinata, quien jugaba con sus dedos, con aquel tierno sonrojo cubriendo sus mejillas, el aire movía de forma casi hipnótica su larga melena azulada, y los ojos plateados y puros de ella le miraban con dulzura. Pero Naruto estaba demasiado ocupado planeando su futuro como para fijarse en nada de esto.

-Dime, Hinata.

-Mmm…te-tenemos q-que ir por a-allí.—Tartamudeó, aún sonrojada y como si temiera que él no la hiciera caso. Señaló hacia el camino de la derecha, y Naruto deshizo lo andado hasta ella.

-Vaya, gracias Hinata, si no hubiera tardado aún más en volver a lo que realmente quiero hacer, dattebayo.—Sonrió ampliamente mientras cambiaba el rumbo.

Hinata le siguió, tratando de encontrar valor para empezar una conversación.

-Y-Y di-dime N-Naruto-k-kun, ¿e-eso es l-la bus-búsqueda de Sa-Sasuke-k-kun, cierto?—De nuevo, el incesante tartamudeo.

-¡Claro, dattebayo!—Asintió de forma ansiosa.

La Hyuuga sonrió suavemente, le encantaba la forma que tenía Naruto de perseverar, el no rendirse nunca, enfrentándose a los problemas con una sonrisa y una mirada brillante. Y, entonces, ella no podía evitar sentirse también feliz. Quizá estuviera mal el no querer que aquella misión terminara nunca, pues sabía que el Uzumaki estaba ocupado, pero simplemente no podía evitar desear pasar más tiempo con él.

La misión, según Tsunade, era complicada. Se habían encontrado indicios de un extraño chakra procedente de un caserón a la frontera del país del Fuego, junto a un pequeño pueblo, ellos debían ir a investigar y averiguar la razón de los extraños sonidos que, según algunos testigos, procedían de dentro.

-Nee, Hinata, ¿falta mucho?—Inquirió Naruto.

-N-No, Na-Naruto-kun, llegaremos pronto.—Afirmó la susodicha, sonrojada y aún jugando con sus dedos.

Diez minutos después, la chica decidió iniciar otra conversación, tratando de llenar el silencio que lo había llenado todo.

-N-Naruto-k-kun…¿Crees q-que Sa-Sasuke-kun vol-volverá pronto a Ko-Konoha?—Tartamudeó de forma nerviosa.

Él la miró, y por un momento sus ojos dejaron ver un destello de tristeza. No, no creía que Sasuke volviera pronto. Sabía que su amigo era cabezón por naturaleza y genes, pero tenía que aparentar la seguridad de siempre, además, estaba cien por cien seguro de que el Teme no tardaría en llegar, y volverían a ser el Equipo siete, Sakura volvería a darle capones por meterse con el Uchiha mientras éste soltaba su típico "Hmp", y Kakashi volvería a inventar malas excusas para llegar tarde por la que Naruto y Sakura le regañarían mientras Sasuke se cruzaba de brazos y lanzaba una mirada enfadada a su sensei.

-¡Claro que sí, Hinata! ¡El Teme no tardará en volver con el rabo entre las piernas, porque yo le traeré de vuelta, dattebayo!—Rió el rubio.

Hinata sonrió de nuevo. No le había pasado desapercibido que su acompañante estaba en su propio mundo aquel día.

-Dime, Hinata.—Preguntó de golpe Naruto.-¿A ti también te gustaba el Teme?

Ella se sonrojó como un tomate.

-¿Q-Qué qui-quieres de-decir?—Tartamudeó.

-A todas las chicas de la aldea os gustaba el Teme, y no entiendo por qué, si lo único que decía era "Hmp" ¡Como si no supiera hablar, dattebayo! Además, yo soy mucho más guapo.—Farfulló el Uzumaki.

Hinata no pudo evitar una suave risa, y Naruto se dio cuenta de que era la primera vez que escuchaba reír a la Hyuuga. Tenía una risa bonita, melodiosa, femenina y suave. Por un momento, al mirarla, el rubio se preguntó a qué sabrían los labios de Hinata, esos labios que eran capaces de pronunciar palabras cariñosas incluso cuando hacía las mayores tonterías que se le ocurrían, Sakura le hubiera pegado por hablar así de Sasuke.

-Nee, Hinata, ¿no vas a pegarme?-¿Y por qué preguntaba eso? ¡Qué soberana estupidez! ¡No quería que le pegaran!

Ella le miró, extrañada.

-¿D-Debería?—Inquirió, sonrojada.

-¡No!—Negó rápidamente.—Pero Sakura-chan ya me hubiera pegado por hablar así del Teme, o me hubiera dicho "¡Baka!" por decir tonterías.

-P-Pero es-es que a Sa-Sakura-san le gus-gusta Sasuke-k-kun.—Ella miró hacia abajo.—Y a m-mí no.

-¿Y quién te gusta a ti, Hinata?

Ella se sonrojó aún más, y pensó que se desmayaría, no podía decirle eso, aunque la oportunidad era idónea y perfecta, ella tenía demasiada vergüenza, ¿y si Naruto la rechazaba? ¿Y si perdía su amistad con él? Apretó los labios, negándose de forma silenciosa a decirlo, mientras comenzaba a jugar con sus dedos. Pero quizá no volvería a presentarse un momento así, los dos solos, la pregunta perfecta. ¡Pero…qué vergüenza! Ah, demonios, debía decirlo, sí, lo diría, ella…

-¡Mira, Hinata, es el pueblo!—Chilló el chico acelerando la carrera, dejando a Hinata sola en su sitio, la kunoichi suspiró pesadamente.

En otra ocasión, quizá…

Siguió a Naruto, aún con la pregunta dándole vueltas en la cabeza, ¿Y si se lo decía…? No, ella era vergonzosa y no demasiado fuerte, él la rechazaría, y Hinata no podría soportarlo.

-¡Hinata, vamos, date más prisa!—Urgió Naruto, y ella aceleró la carrera hasta alcanzarle.

Una vez en el pueblo, ambos decidieron que lo mejor sería informarse a través de los aldeanos. Al primero al que preguntaron fue al hombre que les sirvió la comida, fornido, de ojos pequeños y avariciosos y manos fuertes, el delantal manchado de grasa desprendía olor a quemado, o quizá fuera todo él, se dijo Hinata arrugando de forma casi imperceptible la nariz. Obviamente, fue Naruto quien preguntó, pues a ella la podía la vergüenza.

-Ah, sí, ¿ese viejo caserón?—El hombre rió de nada, unas carcajadas profundas.—Nadie en este pueblo te dirá nada de ese lugar infernal, chico, pero quizá a tu amiguita…-Miró de forma lasciva a Hinata, la cual se encogió en el sitio.

-¡Ella viene conmigo, viejo pervertido!—Se quejó el rubio.-¡Ya encontraremos a alguien que nos lo diga, dattebayo!—Levantándose de golpe del sitio y tomando la mano de Hinata, tiró de ella hacia la salida.

Él no sabía aquel instinto protector que le había asaltado, quizá hubiera sido solo momentáneo, pero no había querido que nadie tocara a la chica. Y menos alguien tan…¡Nadie, directamente, nadie podía tocar a Hinata! Gruñó de forma casi imperceptible, y de nuevo, fue la suave y tartamudeante voz de ella la que le sacó de sus pensamientos:

-N-Naruto-kun, s-si qu-quieres po-podemos v-volver, yo pregun-preguntaré.

-¡Nada de eso! Ya he dicho que alguien nos lo dirá.—Ladró él, y ella se sorprendió levemente.

El siguiente, y solo por la seguridad de Hinata, fue un anciano que se mecía en el porche de su casa, la barba blanca y cortada a tijeretazos le daba un aire desaliñado, acompañándolo por su calva cabeza. El viejo alzó su mirada tras unas gafas (lentes) y enmarcó una sonrisa torcida y desdentada.

-Ese sitio está endemoniado, niños, no deberíais ir allí.

-¡Pero tenemos que hacerlo, dattebayo! ¡Vamos, díganos algo!—Rogó Naruto.

-P-Por favor.—Añadió Hinata.

El anciano se lo pensó unos instantes antes de responder:

-Vamos dentro, si me escuchan hablando de esto con extranjeros, quizá pasen a hacerme el vacío.

La casa estaba vieja, olía a humedad y a moho, pero los múltiples colores con los que estaba decorada daban un aire juvenil y llena de dibujos infantiles, lo cual indicaba que el viejo no vivía solo allí, otra cosa que dejaba claro esto eran los ruidos desde la cocina. En seguida una niña de no más de siete años salió de allí, seguida de un pequeño que a penas sabía caminar derecho.

-Éstos son mis nietos.—Presentó el anciano.—Vamos, cariño, llévate a tu hermano a jugar fuera mientras yo hablo con los forasteros.

La niña asintió seriamente con la cabeza y tomó la mano del menor, el cuál miró a Hinata con sus ojos grandes y cariñosos, ella sonrió de forma amable mientras se sonrojaba levemente, y la niña, que parecía huraña, devolvió la sonrisa para sorpresa del abuelo, quien más tarde les informó lo poco que su nieta confiaba en los extraños. Los pequeños salieron, y en anciano les ofreció asiento, que ellos tomaron.

-En esa mansión.—Explicó.—Hay sonidos raros, además, algunos Shinobis nos han dicho que un charka extraño se nota allí. Por eso, nosotros intentamos alejarnos lo más posible de ella. Sin embargo, yo creo que el dueño se trae algo entre manos.—De nuevo, aquella sonrisa desdentada se pintó en la cara del anciano.—Pero según vuestros protectores, sois Ninjas de Konoha, ¿cierto? Bien, podéis ir e intentar entrar. Quizá descubráis algo interesante.

Poco más de utilidad les dijo, por más que Naruto intentaba sonsacarle información, así que finalmente ambos Shinobis se fueron de la casa, decididos a descubrir el secreto de la dichosa mansión. Así, salieron del pueblo con paso firme el de él, lento y nervioso el de ella. Finalmente, la "casa encantada" se vio recortada en el horizonte, el Sol se ponía y los rayos rojizos de éste le daban un aire oscuro y tenebroso que hizo a Hinata estremecer. Se alzaba en la cima de una colina, y el camino era bordeado por tenebrosos árboles que extendían sus ramas desnudas, como tratando de alcanzarles.

-Bien, hemos llegado.—Afirmó Naruto tras la subida, como si no fuera evidente.

La destartalada vivienda tenía los cristales rotos, y gárgolas de piedra les observaban con sus ojos inertes desde el tejado, el jardín antaño debió haber sido hermoso, pero ahora se formaba de plantas marchitas, la hierba que pisaban estaba seca, y la Luna recién salida lo alumbraba todo, incluida la estatua rota de un ángel de piedra que les miraba impasible, con una espada eternamente agarrada entre sus manos, le faltaba parte de las alas, y eso sumado a su expresión tenebrosa le daba más aspecto de demonio que de ángel.

Naruto se acercó, dispuesto a colarse por una ventana, pero algo se lo impidió. El sonido chirriante de una puerta que se abría, horrorizada, Hinata dirigió la vista hacia la figura que salía de la casa, que para su sorpresa, no era más que un niño de diez años.

Tenía el pelo negro y lacio, cayendo a ambos lados de un rostro pálido, los ojos negros como el tizón tenían bajo ellos amoratadas ojeras, seguramente por la falta de sueño, iba vestido con un esmoquin que le hacía ver elegante pese a su corta edad. Las manitas estaban enguantadas en blanco, y se aferraban con fuerza al picaporte de la puerta abierta.

-Vaya, creo que tengo invitados.—Sonrió, una sonrisa siniestra que a Hinata no le gustó.—Adelante, pasad.

-¡Ah, genial, esos locos del pueblo se equivocaban, dattebayo!—Rió Naruto.-¡Vamos, Hinata!

Ella aferró el brazo de él, impidiéndole avanzar, y la sonrisa del niño se congeló por un breve momento que a ella se le hizo eterno. Hinata respiró hondo, aún agarrada al brazo de Naruto, y se armó de valor para contradecirle.

-N-Naruto-kun, esto no me da bu-buena pinta.—Le confió en un susurro.—Cre-Creo que n-no debe-deberíamos fi-fiarnos.

-Vamos, Hinata, es solo un crío, ¿qué va a hacernos?—Rió el rubio mientras la obligaba a avanzar, ante la mirada reticente de ella.

Los pasos resonaron en el silencio de la enorme casa, Hinata se había acercado inconscientemente a Naruto, buscando quizá protección, el niño sonreía mientras les guiaba a saltitos por el lugar, finalmente abrió unas enormes puertas dobles, que cedieron con el sonido de unas bisagras oxidadas. En realidad, a la Hyuuga aquello le parecía demasiado viejo como para ser habitable, y sin embargo el pequeño parecía saludable. La sala era vigilada por una lámpara de araña desde el techo, el suelo de mármol estaba levemente polvoriento, en medio de la estancia, había una larguísima mesa con unos cincuenta asientos, frente a los cuales había un plato para cada uno, con cuchillo y tenedor inclusive.

-Adelante, tomad asiento.—Invitó el pequeño con esa sonrisa que a Hinata se le antojaba de…depredador.

-¡Alaaah!—Pero, claro, Naruto es Naruto, y no se fijaba en esas cosas.-¡Este sitio es enorme!

¿Por qué tantas sillas si sólo iban a comer ellos tres? Se dijo Hinata.

El rubio se sentó presidiendo la mesa, y Hinata se colocó de forma obediente a su lado, el dueño de la casa tomó asiento al otro lado, de forma que él y Naruto se veían cara a cara, aunque separados por cincuenta sitios y algunos candelabros que se esparcían por el blanco e impoluto mantel.

-¿A qué habéis venido, si no es osado preguntar?

De nuevo, fue Naruto quien contestó.

-¡Nos han enviado para ver qué ocurría en esta mansión! ¡Pero todos están locos, éste sitio es genial, dattebayo!

¿Cómo alguien podía ser tan descuidado? Incluso siendo Naruto, Hinata no pudo evitar preguntarse cómo confiaba tan ciegamente en un desconocido.

-Ah, tienen demasiados prejuicios.—Comentó el niño.—Me alegro de que vosotros no seáis así.

Naruto asintió felizmente, pero el gesto de Hinata fue más reticente, finalmente se atrevió a hablar, sonrojándose en el intento.

-¿P-Puedo preguntar por-por qué h-hay tan-tantas sillas?—Susurró.

-Oh.—Aquella sonrisa la seguía poniendo nerviosa, era como si él fuera un gato y ellos los ratones.—Bueno, íbamos a tener más invitados, pero me temo que eso tendrá que esperar…Decidme, ¿os gusta viajar?

-¿A qué viene eso?—Inquirió Naruto.

-Bueno…-El niño sonrió.—Vais a hacer un viaje a un sitio muy, muy lejano, donde quizá podáis ser de más utilidad que aquí.

Ellos se miraron, sin entender.

-¿Q-Qué quieres de-decir?—Preguntó ésta.

-No puedo permitir que interfiráis ahora en mis planes.—Continuó él, haciendo caso omiso.—Pero quizá podáis hechas una mano allí, además, seréis unos grandes conejillos de indias.

Hinata se levantó, seguida de un sorprendido Naruto.

-N-Nos va-vamos.—Dijo, mirando al rubio, había sido una afirmación, pero en caso de que él se negara, ella se quedaría.

-¡Exactamente, dattebayo!—Gritó él.

El niño juntó sus manos, confiado, y sonrió.

-Me temo que no, es demasiado tarde…lo siento mucho, si queréis volver, buscadme allá donde vais.

De golpe, Hinata comenzó a marearse, todo daba vueltas de forma constante a su alrededor, notaba como poco a poco su consciencia se iba por la ventana, miró a Naruto, quien daba tumbos tratando de moverse, finalmente, él logró acercarse a ella como quería y tomar sus manos, quizá para tirar de ella hacia la salida, pero era tarde. Un círculo negro comenzó a oscurecer la visión de la Hyuuga, quien en lo último que pudo pensar antes de perder la consciencia, fue en si Naruto estaría bien.

Cuando despertó, Naruto estaba al igual que ella tratando de salir de las brumas del sueño, y para su sorpresa ya no estaban en una sala, si no en las ruinas de lo que debió ser una hermosa casa sobre una colina. Miró hacia abajo, donde un pueblo seguía su vida, y seguidamente hacia el otro lado, donde el bosque se alzaba llenándolo todo de verde, y fue de allí de donde llegó el grito.

-¡Rasengan!

Ella miró al rubio, quien a su vez parecía igual de estupefacto, sin más, Naruto se levantó tambaleante y echó a correr.

¿Os gusta? *-* En fin, los personajes que aparecerán a partir de aquí serán los de mi fic "Nueva generación" así que si queréis leerlo para enteraros mejor, sois libres de hacerlo ^^ Si no queréis, les describiré brevemente en el próximo capi :D

Un review me animaría mucho a seguirlo ^^