Disclaimer: Los personajes y escenarios le pertenecen enteramente a Rowling, yo sólo los utilizo sin ánimo de lucro.
N.A: Primer drabble, de una serie de (en principio) diez, retos en los que se plantea una situación y a partir de ella se eligen al azar unos personajes, que son los que la van a protagonizar. Va a ser mayoritariamente de humor (o eso me parece). Disfrutad leyendo y dejad un review, acepto todo tipo de críticas.
3 (Dumbledore) y 5 (Sirius) juntos en la ducha.
La toalla, el albornoz, las zapatillas, el gel, la esponja, la mascarilla, el champú, la crema con olor a chocolate... Bueno, el albornoz no hace falta.
No es la lista de la compra, sino la de las cosas que Sirius coge para irse a la ducha una noche cualquiera, relajarse y olvidar todas las preocupaciones, que para nada le preocupan, del día.
Las duchas de los alumnos de sexto están desiertas, nadie suele ducharse a esas horas de la noche, salvo el insomne Sirius.
Podía haber utilizado el baño de prefectos, del que tenía la contraseña gracias a James, capitán del equipo de Quiditch, pero estaba demasiado lejos y, además, al salir de allí tendría que vestirse, no podía simplemente enrollarse una toalla alrededor de la cintura y esperar minutos, horas, hasta que su cuerpo se seque, o hasta hartarse de presumir de él. Generalmente esto último no ocurría nunca, así que más de una vez Sirius ha cogido un buen resfriado por andar casi como dios le trajo al mundo.
El agua fría caía a plomo sobre los azulejos de la ducha, mientras Sirius esperaba a que, de una vez por todas, saliera caliente.
– Por los calzones de Merlín, tantos elfos domésticos y tanta magia y no son capaces de poner el agua a una temperatura decente.
Cuando por fin la temperatura del agua estuvo a gusto del chico este se desnudó y se metió bajo el chorro, sin poder evitar un escalofrío ante el contacto con el agua.
Con los ojos cerrados y sintiendo el relajante curso del agua cayendo con fuerza en sus hombros y desparramándose después por el resto de su cuerpo, se frotaba distraído con la esponja.
– ¿Se puede?
Sirius pegó un auténtico salto y dejó caer la esponja, tapándose sus se giró, asustado.
– ¿Qué haces aquí? Es el baño de chicos.
Detrás de él apareció una chica de sexto curso, vestida únicamente con una toalla.
– El baño de chicas está averiado. – dijo con un tono pícaro la chica –Y creí que no iba a importarte que me uniera.– sonrió y sus pecosos pómulos se alzaron, ocultando a medias unos preciosos ojos verde esmeralda.
– ¿Y el de prefectos qué, Evans?
Lily jugó distraída con su pelo pelirrojo, enroscándolo en un dedo, mientras contestaba.
– Vamos Sirius, no creí que te molestase mi compañía.
– Pero... ¿y James?
– ¿James? ¡Que le den a Potter! He venido aquí por ti y lo sabes.
El cerebro de Sirius se desconectó en ese momento y por un buen rato, dejándole el mando a la testosterona.
– Entonces, ¿por qué no vienes aquí a darte una ducha?
– Estaba esperando que me lo pidieras...
– Pero quítate primero la toalla, pelirroja, no se te vaya a mojar.
– Cierra los ojos.
Sirius obedeció, aún tapándose con las manos sus partes íntimas y esperando a ver a Lily Evans desnuda, en todo su esplendor. Se preguntaba si aquellas esporádicas pecas que adornaban su rostro cubrirían también el resto de su cuerpo. No tardaría en averiguarlo.
– Vaya, se te ha caído la esponja..
Sirius abrió los ojos, más por inercia que por deseo a lo que antes fuera Lily, agachada ante él, con su joven y dulce trasero tan a la vista mientras se agachaba a recoger la esponja. Sólo que el trasero no era joven, ni dulce, y ya no era Lily quien estaba desnuda con él en la ducha.
– Se... ¿Señor director?
Y Albus Dumbledore, en el esplendor de sus ochenta y... noventa y... de sus muchos años, se irguió, completamente desnudo, y le tendió a Sirius la esponja.
– Se te ha caído la esponja, Black. A ver si con el vapor del agua te has quedado atontado.
Sirius cogió la esponja como acto reflejo, pero seguía embobado, mirando al director del colegio frotarse enérgicamente con una pastilla de jabón mientras todas, todas sus carnes arrugadas se movían por inercia.
– Bueno, hace mucho que no hablo contigo como un alumno normal, sin que tenga que reñirte por alguna aventura que idearas con el señor Potter, ¿qué tal te van las clases? ¿Es la profesora McGonagall muy...? ¡Uy vaya! Vaya, este jabón es muy resbaladizo, debería apuntarme a la moda del gel.
Y en efecto, de frotar tan enérgicamente, el jabón había salido disparado de las manos del anciano profesor y había caído justo a los pies de Sirius, a donde ya se agachaba a recogerlo, decidido, el profesor.
– ¡AHHH! ¡NO ME TOQUE! ¡ALÉJESE DE MÍ! – gritaba Sirius, sudoroso, asustado, con los ojos recién abiertos y peleándose con las sábanas.
Sus compañeros de cuarto, como es lógico, se despertaron con el grito y fue Peter Petegrew el primero en llegar hasta la cama de Sirius.
– Sirius, ¿estás bien? Si ha sido una pesadilla lo mejor para despejarse es darse una ducha, a mí me ha funcionado varias veces...
Este pegó un bote, alejándose de Colagusano.
– ¡No! ¡Una ducha no! ¡Aléjate de mí! ¡No vas a coger el jabón! ¡Eres tan pervertido como él! ¡No me toques, que yo no soy gay!
