Capítulo 1: La noche donde todo comenzó.
Era de noche. En unos de los extremos de la mesa ovalada se encontraba un joven de 23 años. De cabello largo, tez pálida, vestido de traje y de una expresión seria. A pesar de ser tan joven ya era presidente de las empresas Hyuga tras la muerte de su padre. Escuchaba monótonas conversaciones que lo hacían creer que era una pérdida de tiempo estar sentado ahí. Su paciencia se acortaba poco a poco.
— Sugiero que tengamos en mente este aspecto. Los ingresos que provienen del lado este del país parece que no van en aumento, podríamos…
— Es todo por hoy.
— ¿Señor? —Las miradas incrédulas cayeron en el joven.
— Que es todo por hoy. —Se levantó de su silla, tomó su maletín y camino hacia la puerta.
Al cruzar la puerta, más miradas se impresionaron con su repentina presencia. Torció levemente la boca. Siguió con su rumbo cruzando entre los cubículos de sus empleados.
— Todavía no es hora de su descanso.
Tras decir eso, los botones de los teclados de sus computadoras volvieron a sonar. Llegó a su oficina personal, la cual estaba amueblada élegamente, se encontraba en la parte más alta del edificio y tenía una gran vista hacia la ciudad, pero había algo fuera de lugar. Un intruso.
— ¿Qué es lo que buscas aquí, Nara? —Su presencia no detuvo su rumbo. Dejo el maletín a un lado y se sentó al borde de su escritorio.
— Simplemente negocios. —Su típico tono aburrido no había cambiado ni un poco.
— ¿Qué no hay nada más importante que hacer en tus bosques? ¿O debo de recordarte que nuestras empresas son rivales? —Se notaba que estaba molesto.
— ¿Y eso significa que también seamos rivales? —Dijo serio el chico de cabello de piña—. Recuerda que aún no soy un amargado presidente como tú.
— No estoy para tus bromas. Necesito descansar. —Comentó guardando algunos documentos en su maletín.
— A este paso, ni en tu tumba podrás descansar —la mirada fulminante del ojiperla cayó en él—. Está bien, ya me voy. —Se levantó del sillón.
Salió de su oficina sin decir más. Ciertamente estaba preocupado. Llamó el elevador, el cual se estaba tardando en llegar. Considerar que podía tomar las escaleras era demasiado problemático para él. Al llegar a la planta baja, salió de tan enorme edificio y se subió a su convertible, un jaguar F-TYPE 2014 de color verde olivo. Meditó un poco antes de encender el motor y empezar a conducir.
— "Pronto tomare el mando de la empresa —pensaba sin perder de vista el camino—. Sera un reto dejar mi pereza y trabajar duro como mi padre o como Neji. Tal vez si hubiera aceptado ir de vacaciones con los demás… Espero no dormirme en plena hora laboral o me echarían sin dudarlo. Mendokusai."
Sumergido en sus pensamientos mantenía la mirada hacia el frente. La vía estaba despejada, solo las luces de uno que otro farol la decoraban. Era una zona muy tranquila, rodeada de árboles, nada de ruidos más que de la naturaleza. Hasta que algo cayó de golpe en el asiento del copiloto. Shikamaru perdió el control del carro, haciéndolo zigzaguear con fuerza. Al recuperar el control, se orilló y apagó su auto lo más rápido posible. Su respiración estaba agitada, sentía que sudaba frio, su corazón latía fuerte. Era una mujer. El joven miró alrededor, principalmente arriba. Nada. Solo el manto de la noche.
No comprendía de donde había salido aquella chica. Exhaló alterado. Con temor agarro la muñeca de la rubia. Tenía pulso. Volvió a echar un vistazo a su entorno. Nada. Ni un alma. Estaba paralizado, casi provocaba un accidente. La contemplo un poco tratando de calmar sus latidos. Tenía cabellos dorados, amarrados por dos coletas, usaba una blusa roja y unos jeans pegados. Colocó una mano sobre su hombro y la empezó a mover con delicadeza.
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Neji se aseguraba que fuera el último en salir. Revisaba que hubieran cerrado las puertas y apagado las luces. Solo faltaba la puerta que conducía al techo del edificio. Sabía que de vez en cuando sus empleados salían a fumar y no le ponían llave al regresar. Subió los últimos escalones y posó su mano en la perilla. Abierta. Con una mueca de fastidio saco un llavero y buscaba la llave para cerrarla.
— ¿Dónde estará? —Casi era inaudible, pero pudo reconocerla. Una voz femenina lo detuvo en seco.
Provenía de afuera. Extrañado se cuestionó quien podría ser y el por qué estaba ahí a altas horas de la noche. Abrió la puerta dejando entrar las corrientes del aire. Gracias a las luces de la ciudad, la silueta de la fémina contrastaba. Estaba parada en las orillas del techo, buscando algo en el horizonte.
— ¿Qué hace aquí? —Se acercó a ella con cautela.
— Ah —notó su presencia y dio media vuelta. Algo tensa—. Disculpa, ¿no habrás visto a una chica por aquí? Es rubia, tiene el pelo amarrado en dos coletas, de ojos color aqua. Estaba usando una blusa roja.
— No.
— ¿Qué voy a hacer? —Se veía inquieta—. Si no la encuentro, me perderé.
— Lo siento, será mejor que se vaya a su casa. El edificio está a punto de cerrar. —Pronunció con un tono muerto.
— Mm —bajo la mirada y volvió a girar hacia la orilla del techo—. Está bien, aunque no creo que esté preparada para esto. —Se le apagó la voz mientras colocaba sus pies en el borde. Estaba lista para tirarse a una caída de más de 20 pisos.
— ¡Espere! —La detuvo tomándola de la mano y jalándolo hacia él. Haciendo que volviera a la zona segura del techo— ¡¿Qué hace?! —La chica lo miró confundida y con cierta inocencia— Venga. Si quiere yo la llevo.
— Gracias. —Ella le sonrió dulcemente.
Estando cara a cara con ella pudo notar la belleza de la chica y esa acción provocó un leve sonrojo en él. Bajaron las escaleras para subirse al elevador. Con la luz de este pudo verla claramente. De cabello castaño, amarrado en dos cebollas, de ojos color chocolate. Tenía una blusa rosa y unos pescadores de color verde olivo. Algo no cuadraba. Claramente no trabajaba ahí, de otra manera vendría con la etiqueta que su empresa les exigía. Ella estaba muy curiosa, observando y tocando lo que podía del elevador. Al llegar al estacionamiento, Neji la guio hasta su carro. Se adelantó y le abrió la puerta. No para impresionarla, ya era un instinto debido a que su padre le había inculcado que sin importar quien fuera, si era mujer tenía que hacerlo. La castaña entro muy tímidamente al carro y fue seguida por el ojiperla.
— Por cierto, me llamo Tenten. —Dijo alegremente.
Él se limitó con mirarla por el rabillo del ojo mientras encendía el carro.
— Neji —espero un poco hasta que se calentara el motor—. Bien, ¿por dónde vives? —Le dio de reversa al coche para salir del cajón del estacionamiento.
— Arriba.
— ¿Qué parte del norte de Konoha? —Subía por la rampa que lo llevaba hacia la calle.
— No —se rió—. Yo vivo en el cielo.
Neji pisó el freno bruscamente ocasionando un ruido chirriante en las llantas.
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Seguía zarandeándola delicadamente hasta que vio que la chica volvía en sí. Abrió lentamente sus ojos, su visión estaba borrosa.
— ¿T-te encuentras bien? —Preguntó asustado.
— ¿Dónde estoy? —Intentó observar alrededor pero inmediatamente puso su mano en su frente y una expresión de dolor abundo en su rostro—. Mi cabeza.
— ¿Te encuentras bien? —Reiteró la pregunta asumiendo que no lo había escuchado.
— Eso creo, ¿Quién eres tú? —Enfocó su atención en él. Lo miró y poco a poco recuperaba su visión.
— Shikamaru Nara, ¿y tú? —Encendió su auto y volvió a conducir algo veloz.
— Temari Sabaku —volvía a ser consciente de su alrededor— ¡¿Acaso me estas secuestrando?! —Se exaltó.
— ¡No! —Vio el rostro pasmado de la rubia—. Tú caíste en mi auto —la confusión regreso a su mente—…no sé cómo.
— ¿Me caí? —Se quedó pensativa— ¡Tenten! —Alzó la voz de la nada.
— ¿Q-qué pasa? —Sobresaltó con la reacción de Temari.
— ¡El jefe me va a matar si no la encuentro! —Se agarraba el cabello— No sabe nada de cómo es aquí y si le pasa algo va a ser mi culpa. —Empezó a alarmarse.
— Vamos no hagas un drama, problemática. —Se estacionó enfrente de un hospital.
— ¡¿Qué no haga drama?! —Repitió incrédula— ¿Por qué te detuviste aquí?
— Para que te revisen, al parecer se te perdió un tornillo al caer. —Dijo saliéndose del auto.
— ¡¿Me estas llamando loca?! —Le cuestionó siguiéndolo con la mirada. Veía como rodeaba el auto y se acercaba a su puerta—. ¡¿Qué estás haciendo?!
— Haces demasiadas preguntas. —Intentó cargarla entre sus brazos.
— ¡No me toques! ¡No voy a ir al hospital! —Gritó histérica quitándose los brazos del muchacho de encima.
— Bueno, —le abrió la puerta— si no tienes nada, bájate del auto.
Temari con los ojos entrecerrados lo miraba con furia. Bajo del auto sin ninguna dificultad. Se paró enfrente de Nara y se cruzó de brazos.
— ¿Contento?
Todo era muy confuso para él.
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— ¿Qué? —Preguntó incrédulo.
— ¿A-acaso eso es malo? —Su reacción fue intimidante para ella.
— No hay manera posible que viva en el cielo. ¿No tiene algún familiar, amiga o lugar donde se esté quedando aquí?
— No.
— ¿Sabe quién soy? —Observó el semblante de la chica. Ella solo negó con la cabeza— ¿Sabe en qué trabajo o en qué ciudad está? —Volvió a negar con la cabeza— ¿Cómo es posible? — Hundió su mano en su cabello. Estaba abrumado. Pensaría que estaba mintiendo o haciéndole una broma, pero lo decía con tanta inocencia.
— Me estas asustando. — Susurró la castaña apegándose lo más posible a la puerta del auto. Neji suspiró.
— ¿De verdad no tiene ningún lugar en donde pasar la noche?
— No.
La mirada del ojiperla se mantuvo en el horizonte por algunos segundos. Quito el pie del freno y siguió con su camino. Tenía un rato conduciendo, no se dijeron nada por un momento.
— ¿A dónde vamos? — Contemplaba con curiosidad lo que pasaban por las ventanas.
— A mi hogar. —Contestó virando a la derecha.
Los dos llegaron a las residencia Hyuga que era una enorme mansión, de estilo moderno, de colores blancos y negros. Tenían que atravesar por un jardín que tenía el tamaño de un campo de golf para llegar a la puerta principal. La castaña miraba asombrada tal monumento y Neji le abrió la puerta para que bajara.
— "¿Qué estoy haciendo? —Pensó—. Trayendo a una chica a mi hogar así sin conocerla. Aunque parecía inestable, si no fuera por mí se hubiera suicidado en mi edificio. No podía permitir que la herencia de mi padre se manchara de sangre".
Entraron y lo primero que pudo notar la joven eran unas inmensas escaleras, elegantemente ornamentadas que llevaban hasta el segundo piso. Cada rincón de la mansión tenía objetos de lujo, desde las luces hasta los muebles.
— Qué lugar tan hermoso —Sus ojos chocolates no podían decidir que observar, pero brillaban con intensidad. Neji solo la miro de reojo con seriedad. Se aflojo la corbata y se quitó su saco—. ¿Te molestaría si exploró un poco?
Él la miro confundido. Sus reacciones eran muy extrañas.
— Solo no toque nada o tendrá que irse.
Tenten asintió y se alejó de él. Se paseó como si estuviera en un museo, admirando cada pared, cada objeto de valor. El ojiperla trataba de mantenerla dentro de su rango de vista. Era muy extraña aquella chica, no se comportaba como… otras chicas que él había conocido. El joven empresario decidió hacerse algo de cenar. No se había percatado que la chica se había fugado al segundo piso, abriendo puertas y mirando el contenido de las habitaciones. Tenía cinco recamaras y tres baños, pero una habitación en especial le agrado más a la castaña, la cual tenía una cama King size y la decoración de esta la hacía lucir más confortable.
Con las luces apagadas, se acercó a la cama y se acostó en ella. Era increíblemente suave y cómoda. Su cuerpo le pesaba, suplicaba por un descanso. Su energía se drenaba poco a poco y se reusaba a levantarse de ese paraíso. Sentía como si hubieran sido años desde que había tocado una cama así. Sin darse cuenta, Morfeo se apodero de sus sueños.
Justo había terminado con su comida y descubrió que el silencio había regresado. Sin alterarse, se aseguró de terminar su rutina cerrando la puerta con llave. Subió las escaleras, preguntándose donde estaría esa curiosa criatura. Planeaba dejar sus cosas en su habitación y buscar donde se había metido. Abrió la puerta y encendió las luces. Se quedó petrificado. Estaba en su cama. ¿Sería correcto despertarla y echarla a otra habitación? Parecía que no iba a despertar dentro de unas horas. Serio, dejo su saco en un perchero que tenía ahí, tomó una almohada y una sábana extra y se retiró del cuarto.
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— ¡Ya te dije que no tengo nada! —Estaba aferrada al barandal.
— ¿Dejarías de gritar? —La jalaba el castaño—. Estas cerca de un hospital.
— ¿Por qué tu empeño de meterme al hospital? —Se soltó del agarre del Nara.
— A menos de que me expliques como caíste del cielo, tienes que ir para que te revisen. —Espero por una respuesta.
— Esta bien —se volvió a subir al carro—. Me rompí un ala.
— ¡¿Qué?! —Negó con la cabeza— ¿Eso significa que te rompiste el brazo?
— Lee mis labios —señaló su boca—. Me rompí un ala, no un brazo. Si quieres llévame a un manicomio, porque estoy loca y digo tonterías —se cruzó de brazos—. Es típico que le teman a lo que no entienden.
— Bueno, es tarde y quiero dormir —se subió a su carro e introdujo la llave—. ¿Dónde vives?
— No vivo aquí. Dejarme en la calle no hay problema. Solamente que si me pasa algo te remorderá en la conciencia porque será tu culpa.
— Tsk, problemática. Bueno si no vives aquí, supongo que ni dinero tienes para quedarte en un hotel, ¿verdad?
— ¿Tengo que contestar? —Alzó una ceja.
— Vaya, sí que haces líos en tan poco tiempo. —Encendió su auto.
La rubia no podía irse así, no podía ir a buscar a su amiga en las condiciones que estaba. Tendría que caminar y era de noche, eso dificultaba mucho su búsqueda, pero tampoco sabía con quien se había metido. Ella no confiaba mucho de nadie. Por los alrededores algo le decía que estaban alejándose de la ciudad, ya no estaban los faroles y la cantidad de árboles aumentaba. Ella abrió la boca.
— No te estoy secuestrado. —Contestó el joven antes de que le reclamara algo.
Temari se sorprendió, desvió la mirada y se cruzó de brazos molesta. No sabía desde cuándo se había dado cuenta él que se le quedaba viendo, rechazándolo con la mirada. Parecía que estaban en medio de un bosque, donde había enormes árboles que intentaban tocar el cielo. La Sabaku estaba preocupada por la dirección que la estaba llevando. Hasta que una enorme edificación apareció entre la maleza, bien iluminada, diseñada de tal manera que hacia juego con sus alrededores. El Nara se estacionó dentro de la cochera, bajo del auto sin dar explicaciones ni indicaciones. La rubia bajo al mismo tiempo que él, vigilándolo desde la distancia.
El joven subió un par de escalones y le abrió la puerta que conducía hacia el interior de la casa. Parado con una mano en el bolsillo y otra en la perilla de la puerta, espero que la chica procediera a entrar. Lo miraba con desconfianza, negligente de aceptar su invitación, pero no tenía otra opción. Entro, caminando despacio en el interior. Solo había una luz que iluminaba el vestíbulo de la entrada principal del lugar. Aunque era suficiente notar que esa casa costaba una fortuna. Madera y el color blanco se combinaban con armonía, algunas de las paredes poseía arte que deberían de estar en un museo.
— Genial, hubiera preferido que me atropellaran, a caer en el carro de un soberbio presidente de empresas, hijo de papi. —Dijo con fastidio Temari.
— ¿Perdón? —Reaccionó inmediatamente al insulto.
— Ya lo dije. —Se alejó del muchacho.
— Subiendo las escaleras, al fondo a la derecha hay un cuarto que puedes tomar. Solo por esta noche. —Alzó la voz para hacerse escuchar.
— Si claro, —empezó a subir las escaleras— el cuarto esta junto a las cosas que el hijo de papi no quiere. —Ese comentario no le agrado mucho al castaño.
— "No soy un soberbio presidente de empresas" —dijo en sus adentros—. Todavía. —Susurró.
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En la mañana siguiente, en la residencia Hyuga. Los rayos del sol le calaron a los ojos a la intrusa. Se levantó lentamente, frotándose los ojos y estirándose. No sabía que horas eran, pero le agrado ese amanecer. Sonriendo, salió de la habitación dispuesta a encontrarse con Neji. Bajo los escalones, imitando el sonido de un caballo galopando. Uso su olfato como guía. Moría de hambre. No tardo mucho para ver al joven, sentado en la mesa de la cocina, leyendo el periódico.
— Buenos días, Neji-kun —le sonrió—. ¿Qué haces despierto tan temprano?
— Tengo trabajo. —Contestó tomando un sorbo de su café—. Y preferiría que me hable de usted.
— ¿De mí? —Inclinó la cabeza confundida.
El joven se quedó como roca al oír eso con la mirada en su café. ¿Qué sucedía con esa chica? ¿Por qué eran tan genuinas sus expresiones ante cosas como esa?
— ¿Dónde dijo que vivía? —Puso su café sobre la mesa.
— En el cielo. —Contestó alegremente.
— No hay progreso alguno —suspiró y señaló un plato con panqueques en él que estaba del otro extremo de la mesa—. Tome asiento y coma algo. Supongo que desde ayer, no ha comido nada.
Ella obedeció y empezó a comer.
— ¡Esta delicioso! ¿Lo preparaste tu Neji-kun? —Su entusiasmo era fácil de notar.
El ojiperla se limitó a su silencio. Estaba empeñado a leer su periódico. Dio un vistazo a la castaña esperando encontrarse con una persona muy hambrienta y con poca clase. Al contrario, ella estaba comiendo despacio, sentada apropiadamente. No tardó mucho en sentir su mirada. Lo cual lo llevo a regresar a las líneas de su periódico. Espero un poco a que terminara de comer y arrojo el periódico sobre la mesa.
— No la puedo dejar sola en la casa, —se levantó de la mesa y se puso su saco— me tendrá que acompañar a mi trabajo. De ahí estará por su cuenta.
— ¿Qué es trabajo? —Cuestionó la de ojos chocolates.
El joven empresario impresionado le fijo su mirada. No todos los días escucharía ese tipo de preguntas de una chica de su edad. ¿Tendría amnesia? Eso explicaría el comportamiento tan extraño de ella.
— Se me hace tarde, nos tenemos que ir. —Tomó su llavero y camino hacia la puerta mientras se ponía su corbata.
— Está bien, Neji-kun —Corrió detrás de él y lo agarró del brazo. No sabía que el joven no le gustaba que invadieran su espacio personal mucho menos tocarlo.
— Señorita Tenten. —Abrió la puerta principal.
— ¿Si?
— No me llame así cuando estemos allá.
— Está bien, Neji-kun. —Se aferró más de su brazo.
— Algo me dice que va a ser un día muy difícil. —Le abrió la puerta de su coche.
— Neji-kun.
— ¿Si?
— ¿Qué es difícil?
— Ya nos tenemos que ir. Después le leo el diccionario. —Se soltó de su agarre y rodeo el carro.
— Neji-kun. —Seguía parada con una expresión muy confundida.
— Luego le explico que es un diccionario. —Encendió el motor.
— ¡Espera! —Se subió al auto.
