¡Hola de nuevo mis queridas lectoras!

Después de un cierto tiempo pensado si lo haría o si no, por fin me he decidido a publicar una nueva historia completamente diferente a la de Welcome to the middle ages! Esta historia está basada en un millón de ideas que surgieron en mi mente. Y la primera de todas fue, ¿cómo sería hacer una historia de piratas con los personajes de Naruto? Desde el principio, tuve muy claro que la historia estaría ambientada en un ambiente refrescantemente marino, perdida en el océano. Así, que empecé a ver cómo podría enlazar la historia para que todo estuviera en orden y al final, empecé a escribir este prólogo que he publicado.

Como siempre los personajes no son míos y digo lo mismo que la mayoría, si lo fueran os puedo asegurar que Sasuke estaría a estas alturas con Sakura ^^, pero como son de Masashi Kishimoto, tendré que dejar de soñar con eso TT__TT

Ahora que es el momento de leer, imaginaos estar en medio del mar, donde todo es posible. Piratas, princesas, aventuras y algo de magia.


---Yakusoku---

--Promesa--

La lluvia caía como una ducha sobre el mar enfurecido por el viento, despertando a las olas que subían y bajaban causando una gran revuelo sobre los barcos que navegaban pacíficamente hasta hacía unos instantes. El cielo había pasado de estar azul a estar encapotado por unas gruesas y grises nubes que oscurecían el paisaje. Los truenos estallaban como las bombas, causando un ruido doloroso para quienes lo escuchaban.

Muchos decían que era pura coincidencia, que no tenía nada que ver. Otros, por el contrario, afirmaban que aquella repentina tormenta solamente había podido ser causada por ellos.

A lo lejos, una bandera negra con una calavera y una hoja se alzaba al final del palo mayor de un barco negro como una noche si luna. Las velas eran de un color blanco cegador. En la proa, una sirena de ébano y ojos azules como el mar que mostraba una expresión peligrosa y de advertencia se hallaba incrustada en el barco. Sin duda alguna, se trataba del barco pirata Onyx Sheet, la Hoja de ónice, uno de los barcos más temidos de los siete mares, cuya tripulación era la más buscada por la Marina de todo el mundo.

Su capitán, Kakashi Hatake, también conocido como el Pirata Copión debido a que se había copiado todas las técnicas de lucha de sus enemigos. Era, sin duda alguna, el corsario más peligroso que existía por aquel entonces. Muchos incluso decían que había hecho un pacto con el diablo y por eso jamás había salido perdedor de una batalla, además de ser prácticamente invencible. Sus poderosas técnicas, al igual que muchos otros, no eran solo físicas. Había una poderosa fruta prohibida, que quien la comía permitía al sujeto obtener increíbles poderes, conocida como la Fruta del Diablo. Al poderoso pirata le había otorgado el poder de copiar cualquier poder o cosa y conservarla, así, este poder podía ser mejorado con la experiencia, de esta forma, Kakashi Hatake había copiado más de mil técnicas y poderes de otros, haciendo que fuera prácticamente imposible ganar contra él. Sin embargo, no sólo por el capitán del barco este resultaba tan espeluznante, el resto de la tripulación no se quedaba atrás: Kushina Uzumaki, la pelirroja del grupo, no poseía poderes como tales, pero su habilidad con armas blancas la hacía una temible enemiga, le bastaba sostener un arma en las manos para sacar el máximo partido de esta, incluso aunque fuera la primera vez que la veía; Maito Gai, era el eterno rival y amigo del capitán, su táctica de lucha decían que era capaz de manejar el viento de una patada; Tsunade Senju era la médico de abordo, sin embargo, tenía el poder de la superfuerza y otros poderes relacionados con la medicina; Iruka Umino tenía un extraño poder carismático que hacía que las personas hicieran lo que quisiera, así como también tenía conocimientos en todo lo referido a armas de fuego ; Kurenai Yuhi, la pirata invisible se había ganado su mote por la habilidad de volverse totalmente invisible, lo que la hacía una fabulosa espía; Asuma Sarutobi tenía el poder de invocar a los espíritus para que ellos pelearan por él, así como para manejarlos a la hora de prevenir un suceso o lanzar una maldición.

Todo esto hacía que los capitanes de los barcos rezaran para no cruzarse con ellos durante su travesía, pues los saquearían de inmediato y además los marineros podrían resultar heridos o muertos, puesto que, al igual que todos los corsarios, los de la Onyx Sheet tenían la misma sangre fría para matar a las personas; sin embargo, el Cristal Royal, el barco de la familia real del país de Cristal, no había tenido esa suerte, pues habían divisado el barco pirata dirigiéndose hacia ellos en medio de la tempestad que había comenzado nada más aparecer el oscuro barco en el horizonte.

Majestad, es mejor que os pongamos a salvo de inmediato—le dijo uno de los marineros al hombre que miraba con preocupación la bandera negra.— Hay un barco pirata acercándose a nosotros.

Tenemos que volver rápido, no me gustan los piratas, es peligroso para todos—le dijo con seriedad y el marinero asintió para darle órdenes al capitán del barco.

Maldición,—masculló el capitán al ver como el barco pirata se acercaba con rapidez y la tormenta impedía poder manejar con facilidad el barco para llevarlo a puerto de inmediato.

El tripulante subido a uno de los mástiles, cogió el catalejo para poder ver a qué ipo de piratas se enfrentaban, porque, con suerte, unos simples mercenarios no serían mucho problema. Para su desgracia, no fue así. Esa calavera estampada encima de una hoja era fácilmente reconocible, y un escalofrío lo recorrió entero. Tenía que avisar a los demás.

¡Mi capitán, el barco es la Onyx Sheet!—gritó alarmado y asustado.

Un silencio sepulcral se hizo dueño de la magnífica embarcación, dejando a todos los tripulantes atónitos y escandalizados.

¡¡Moveos!! ¡Rápido! ¡No podemos dejar que nos den alcance!— ordenó chillando histérico el capitán

Los marineros iban corriendo intentando no resbalarse con los charcos que la lluvia dejaba sobre la cubierta. Tenían que ir rápido, pues si la Onyx Sheet los alcanzaba iban a tener serios problemas, hasta tal punto de perder la vida.

El Rey estaba nervioso, no podía permitir que los piratas atracaran su barco, al fin y al cabo se trataba del barco real y era, sin duda, el que más costaba de todos. Además, no solo podría perder la vida él, lo que causaría una gran desgracia para todo el país, sino que todos sus mejores marineros podrían morir también, y eso era algo que no podía permitir.

Su Alteza, no podemos hacer que el bote os lleve a tierra con este temporal, sería casi un suicidio—le dijo un marinero entrando calado por la puerta.

Entonces me quedaré aquí, cerraré con llave, así los piratas no entraran,— le contestó con serenidad.

¡Los piratas están demasiado próximos!—gritó desesperado unos de los tripulantes desde la mesana.

No salga de aquí—le advirtió con seriedad el marinero.

No lo haré—afirmó el hombre con el mismo tono, pero algo se le pasó por la cabeza, algo que, sin duda, era mucho más importante para él que el barco, los tripulantes y él mismo— ¡¿dónde está mi hija?!

¡Vaya, este sitio es muy grande!—, exclamó una pequeña niña con entusiasmo mientras paseaba por las escondidas bodegas del gran barco. Pese a estar tan oscuro y parecer un tanto tenebroso, a la niña no le daba miedo. Caminaba admirando cada detalle. De vez en cuando, se detenía para ver las estatuas doradas con forma de sirena. A ella le encantaban las sirenas. Es más, le gustaba todo lo relacionado al mar. Su madre, antes de dormir, le contaba increíbles historias relacionadas con las sirenas, los piratas, las aventuras, las islas desiertas, los tesoros escondidos. Su cuento favorito era el de la Princesa de agua. En él, una muchacha con poderes acuáticos se convertía en una intrépida pirata para navegar por los siete mares y vivir grandes aventuras. Siempre soñaba en convertirse en alguien como ella. Pero ella era una princesa, y no podía ser una pirata, puesto que ellos, en la realidad, no eran buenos. Se lo había dicho su padre.

Se quedo admirando una bonita escultura hecha de cristal, era pequeñita y tenía forma de rosa. Definitivamente, aquello le parecía una cueva llena de tesoros que ella acababa de descubrir, ¡como su princesa! A esto, la niña sonrió radiantemente.

¡Yo, Sakura Haruno, soy la intrépida pirata de agua y este tesoro que acabo de descubrir es mí, ja, ja ,ja ,ja! —gritó actuando como un corsario, y pronto empezó a soñar despierta imaginando que realmente lo era y tenía que dirigir a su tripulación.

De pronto, algo hizo tambalear el barco con brusquedad y un fuerte ruido hizo que despertara de su ensoñación al tiempo que era arrojada a una de las paredes de la bodega. Se sobó la cabeza, se había hecho un poco de daño. Pensó en llorar, siempre que lloraba venía alguien a consolarla, pero esta vez, intuyó que nadie vendría a por ella, y por puro instinto, se escondió detrás del pequeño mueble que sostenía la figurita de cristal. Escuchó los débiles gritos de varias personas, golpes y el continuo movimiento del barco. Al pensar que podría ocurrir algo malo arriba la asustó. Ella debía de estar allí, pero había decidido hacer una pequeña travesura y explorar el barco por completo, siempre había sido muy curiosa.

Al cabo de un corto espacio de tiempo, una sombra se deslizó ágilmente por el oscuro lugar. La pequeña, al ver tan solo eso, se horrorizó, creyéndose que era un fantasma. Los fantasmas sí que le daban miedo. Sus hermanas le contaban historias de fantasmas que hacía que tuviera pesadillas en las que al final se despertaba llorando. Aquella sería la primera vez que vería un fantasma, y estaba aterrorizada.

La sombra caminó silenciosamente por el lugar, como si buscara algo, y lo encontró. La niña observó con pánico como el fantasma avanzaba hasta donde ella estaba. ¿Se la comería como en las historias de miedo? ¿Se la llevaría muy lejos y no podría volver a ver a su papá y a su mamá? Solo pensar esto hizo que sus grandes ojitos verdes se llenaran de lágrimas.

La sombra avanzó más hasta quedar justo en frente de donde ella estaba escondida, y avanzó sigilosamente un poco más al tiempo que se inclinaba y…

¡Socorro el fantasma me quiere comer!—gritó la niña llorando de miedo, lo que provocó que la sombra se sobresaltara asustada y diera la cara.

¡Mierda! Qué susto, joder.¿Qué hace una niña como tú en un sitio así?—preguntó la voz irritada de un niño, mientras se agachaba para ver la cara de la persona que lo había asustado.

La poca luz que entraba le dio el reflejo a la pequeña de un hermoso niño mayor que ella. Pudo apreciar el destello azulado sobre los cabellos completamente negros y la profundidad de sus ojos negros como el ónice. Sobre su nariz y sus mejillas se podían distinguir pequeñas y graciosas pecas que le hacía ver más infantil de lo que en realidad era. Lo que más sorprendió a la niña fue la vestimenta de él: unos pantalones negros por las rodillas, un cinturón de un azul desgastado donde había atado un cuchillo enfundado, con una camiseta del mismo color. En su cuello, había dos colgantes: uno donde al final había una base circular de ébano donde encima había una calavera sobre una hoja, como los que llevaban los piratas de sus cuentos. El otro, le fascinó, era más corto y terminaba con un cristal esférico azulado donde dentro, misteriosamente, había fuego, fuego de verdad, podía ver como las llamas se movían en el interior de este. No parecía un niño normal y algo le decía que era peligroso, pero ella nunca seguía lo que le decían aunque viniera de ella misma, y no le tomó mucha importancia al hecho de que podría hacerle daño.

El niño la miró un tanto molesto, pero también sorprendido. No se esperaba encontrarse con una niña pequeña. Era bonita, más bonita que alguna de las niñas que había visto antes. Tenía un bonito pelo rosa algo extraño recogido en un elegante peinado del que se habían soltado algunos mechones rizados. Sus ojos eran muy grandes y de un color aguamarina intenso y los cuales estaban aguados por las lágrimas, eran demasiado ingenuos e inocentes para alguien como él. Su cara era adorable. Con aquel aspecto no podía ser la hija de alguno de los marineros que se encontraba luchando con los de su tripulación, no, esta debía de ser la hija del dueño del barco, lo que significaba, que ella era la princesa del país de Cristal.

¡No eres un fantasma!—exclamó sorprendida y aliviada la niña.

Claro que no—le contestó él confundido, y entonces comprendió la actitud de la niña— ¿pensabas que era una fantasma y por eso tenías miedo?

Si— dijo tímidamente bajando la cabeza y sonrojándose, el niño le sonrió para inspirarle una confianza, que realmente no debía de tenerle.

No te preocupes, aquí no hay ningún fantasma—la tranquilizó— me llamo Sasuke,- se presentó mientras le ofrecía la mano amistosamente.

La niña miró, sorprendida, la mano detenidamente y alzó su pequeña mano para estrechársela. Sintió una agradable sensación cuando lo hizo, una que jamás había experimentado.

Mi nombre es Sakura— se presentó ella tímidamente.

Encantado de conocerte, pequeña Sakura—le dijo imitando con exageración la elegancia de la nobleza, que a él, excepto esa niña que no le disgustaba, le resultaba repulsiva.

La niña rió con suavidad y después le sonrió, le había convencido. Y entonces volvió a mirar el colgante de calavera y le preguntó algo de lo que tenía mucha curiosidad:

¿Eres un pirata?—le preguntó curiosa y él abrió los ojos.

Me temo que sí—le contestó un poco azorado, tenía entendido que a la gente como ella no le gustaban los bandidos como él.

¿¡En serio!?— le preguntó exclamando son entusiasmo, Sasuke la miró confundido, no se esperaba eso—¿Y vives aventuras como las de mis cuentos?

El niño se rió con fuerza, le había sorprendido.

Sí—contestó finalmente— cuando navegas por el mar, todos los días es una aventura.

A mí me gustaría vivir aventuras como las de los cuentos,—le contó con una sonrisa, pero luego su mirada se volvió triste—pero no puedo.

¿Por qué?—le preguntó curioso al ver ese cambio de actitud.

Porque soy una princesa y tengo que llegar a ser una dama, no una pirata—le dijo lamentándose.

Qué pena…—se lamentó Sasuke también.

En ese instante otra sacudida tambaleó el barco con brusquedad y los dos niños acabaron en el suelo. Al ver al niño encima de ella se sonrojó y el niño al verlo se levantó con agilidad y le tendió la mano para ayudarla a levantarse.

¿Qué ha sido eso?—preguntó Sakura preocupada.

La tormenta esta empeorando—le contestó un poco más serio.

¿Tormenta?—le preguntó temerosa la niña.

Si, ¿por qué lo preguntas así?—cuestionó extrañado al ver cómo los ojos de la niña se abrían desmesuradamente.

¡Porque me dan miedo los truenos!—exclamó asustada mientras se tapaba su carita con las manos. Sintió una mano en su hombro y vio como el niño le sonreía.

Pero si yo estoy aquí los truenos no te harán nada—le dijo confiadamente.

¿De verdad?—le preguntó Sakura dudosa.

Te doy mi palabra de pirata—afirmó poniendo su mano a la altura del pecho mientras dibujaba una cruz sobre él con los dedos.

Pero cuando no estés, ¿quién me protegerá de los truenos?—le preguntó inocentemente.

Sasuke se frotó la barbilla con los dedos y entonces se le ocurrió una idea fantástica.

Tengo una idea—dijo sonriendo y la niña miró curiosa cómo se quitaba el misterioso colgante de fuego—si llevas esto contigo, será como si yo estuviera contigo.

Apto seguido, el niño colocó el colgante alrededor del cuello de Sakura, que lo miraba sorprendida y alegre. Era la primera vez que le regalaban algo de esa manera. No se lo regalaba por obligación, ni por cortesía o por que ella era una princesa. Se lo había regalado porque formaba parte de él, y así ella podría sentirlo aunque no estuviera.

¿De verdad me lo regalas?—le preguntó con una sonrisa mientras miraba el extraño cristal. Lo tocó y descubrió que no quemaba.

Claro, ahora es tuyo—le dijo y al detectar la mirada de fascinación de la niña le dijo— esa llama la he puesto yo ahí.

No quema,—susurró pasmada—¿Cómo la has metido ahí?

El pequeño pirata la miró un tanto dudoso, pero al final decidió que confiaría en ella; aunque no supiera bien por qué.

Es que tengo el poder de crear fuego con mi cuerpo— le contó en secreto a susurros.

Los ojos verdes azulados de la niña se abrieron desmesuradamente.

¿Cómo fuego? ¿Y no te quemas?— le preguntó estupefacta, puesto que aquello le parecía imposible.

Fuego de verdad y no, no me quemo, el fuego no me afecta— afirmó orgulloso de su poder pirotécnico.

¡Alaaaa! ¡Qué chuli!— exclamó maravillada mientras hacía palmas con las manos— y, ¿me lo puedes enseñar, por favor?

Sasuke asintió con una sonrisa y alzó la mano poniéndola enfrente de la cara de la pequeña, que lo miraba con fervor. Luego, con un chasquido de los dedos, salió una llama que iluminó un poco el lugar. Luego la llama se extenció por todo el brazo, de forma que el área donde estaba quedó completamente iluminada por el fuego.

Sakura, estaba impresionada, a ella también le gustaría hacer cosas así.

Una mujer que Sakura no había visto antes en su vida llegó hasta donde estaban ellos, era muy guapa, tenía el pelo rubio recogido en dos coletas y, por cómo vestía, parecía ser una pirata como Sasuke. Sakura la miró fascinada, parecía ser una mujer muy fuerte y poderosa. Y además, le gustó la extraña babosa que llevaba en el hombro izquierdo.

Sasuke nos vamos ya—le dijo un tanto apurada y con una expresión de preocupada en su rostro mientras miraba a todos los lados. Estaba en guardia, esperando algo.

Sasuke miró a Sakura con tristeza y ella le respondió con una mirada igual.

Sasuke… yo…—balbuceó mientras unas lagrimitas salían de sus ojitos.

El niño la abrazó con fuerza en un tierno gesto de despedida.

Te prometo Sakura… que nos volveremos a ver y cuando eso pase, podrás venir conmigo para vivir todas esas aventuras que tanto te gustan— le prometió con voz ahogada y la estrechó con más fuerza. Después de unos instantes se separó de ella y le limpió las gotas que se deslizaban por su carita.

Lo has prometido—le recordó intentando sonreír.

Adiós pequeña Sakura—se despidió y le dio un beso en la mejilla que dejó sorprendida a la niña.

La mujer y él se giraron y echaron a correr con rapidez para desaparecer entre las sombras del oscuro lugar dejando sola a la pequeña que tenía una mano puesta en su mejilla.

Adiós Sasuke, espero que nos volvamos a ver—susurró con esperanza.

¡Princesa!— la voz de los marineros la sobresaltaron.

Un grupo de ellos llegaron hasta donde estaba ella y unos de ellos la tomó en brazos, comprobando que no le había pasado nada malo.

Sakura, nos tenías muy preocupados—le regañó, pero sonreía aliviado.

La pequeña se dio cuenta de que todos estaban en mal estado, su ropa parecía estar rota y rasgada. Además estaban calados.

¿Qué os ha pasado?—les preguntó al ver esto.

Piratas, princesa, piratas—le contestó un marinero bastante irritado y poniendo especial énfasis de asco al mencionar la palabra "piratas".

Sasuke…—murmuró de forma inaudible, y volvió a admirar su nuevo colgante, que era el sello definitivo de que algún día podría viajar a su lado viviendo miles de aventuras como una pirata.


Y hasta aquí llega este prólogo. La promesa que le hace Sasuke a Sakura es básicamente el punto de inicio, ya que sin promesa... me da a mi que después sería en plan... te he visto pero no sé quién eres, de esta manera, Sasuke podrá reconocer a Sakura de entre todas las chicas que vea, porque espero que comprendáis que no van a tener 5 y 8 años durante lo que sigue de historia xD.

En el siguiente capítulo podremos ver cómo se han ido desarrollando cada uno después de nada y nada menos que 7 años.

Mil gracias por leer y si queréis dejarme un review de esos que hacen que te suban la moral un poco xD Aunque si poneís simplemente, "Conti" o "me ha gustado" también vale xDD

Un beso! :)