Raccoon City: 28 de Febrero del 2048.

Desde el año 2000 el gobierno ha experimentado con diversos tipos de virus para diversas especialidades como lo son la guerra, la salud, etc. Un mal día los científicos no tuvieron la precaución necesaria y un virus cuya capacidad era la reanimación de células muertas se desato en un centro de investigación. La corporación responsable en un intento desesperado por retenerlo termina esparciéndolo por todo el mundo, dejando un planeta casi inevitable por seres vivos.

Afortunamente los seres humanos son capaces de realizar sacrificios por sus seres amados, por aquello que más anhelan en o por lo que más desean y en esas ocasiones, son capaces de dar hasta la propia vida con tal de proteger eso tan especial. Este sentimiento de protección es lo que ha llevado a muchos humanos comunes y corriente a revelarse a la infección y luchar por tener de regreso el planeta que les pertenece. Sin embargo pocos saben las mutaciones que este virus ha tenido al trascurso de su viaje por el planeta.

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29 de Febrero - 8:00am

La obscuridad ha reinado las calles desde ese fatídico día, solo se puede escuchar por doquier el marcado eco de gemidos hambrientos de los que ya no están vivos, gritos de terror y repentinas explosiones o detonaciones de armas de alto calibre. Los sobrevivientes ha intentado escapar, presas del pánico o de los no-muertos que deambulan por las una vez pacificas calles de esta ciudad.

Senyazel es una joven de pelo castaño oscuro, estatura promedio y ojos vivaces, pero a la vez vacíos, y que tiene a su cargo a su hermana menor, es una de los pocos sobrevivientes al inicio de este virus mundial; es en verdad digno de admirar lo que esta chica ha hecho por su hermana, tras el sacrificio de sus padres para que ellas vivieran han estado juntas con solo un objetivo en la mente… Sobrevivir.

Para estas chicas su vida se ha convertido en días casi eternos en los que tienen que recorrer las calles logrando sobrevivir al ataque de aquellas bestias, ver morir a las personas que querían, presenciar la destrucción de la tierra a como la conocían y estar en constante peligro de muerte por las pútridas fauces de aquellas inmundas criaturas de pesadilla que deambulan torpemente por las calles rebosantes de sangre y muerte.

¿Pero qué posibilidades hay de escapar si cada lugar de esta ciudad está vigilado por aquellos seres de ultratumba?

Ciertamente, ni en sus sueños más locos y deseados como buenas gamer´s que eran, se creyeron en una situación así. Pero el destino les tenía algo preparado a ese par. Una mañana parecida a cualquier otra salieron de su habitual escondite para buscar alimentos cuando fueron emboscadas repentinamente por más de 15 zombies y no contar más que con un bat de beisbol, la mayor escondió a su hermana en un contenedor metálico cubierto por escombros. Vaciar el contenido y depositar ahí a su hermana fue lo mejor que pudo pensar antes de separarse de ella y enfrentar a los no-vivos. La mayor corrió haciendo el mayor ruido posible para que las criaturas la siguieran lejos de su hermana, desgraciadamente no aguanto mucho y cuando creyó que su vida había acabado…

-¡Abajo! –una voz desconocida le dio una orden que obedeció al instante solo para escuchar disparos y los cascos vacíos de algún tipo de arca caer al suelo-. ¿Te encuentras bien?

Cuando giro el rostro se topó con lo que en aquellos momentos veía más que imposible… sobrevivientes.

-Tranquila… Aún estamos vivos.

¿La vida podía regresarles algo de justicia?

-Senya…

La voz de su hermana atrás de todos ellos la saco del shock en el que había entrado. Al parecer aquellos sobrevivientes habían escuchado el ruido que previamente habían hecho encontrando a la menor y ayudándola a ella.

-¿Les gustaría ir con nosotros? Tenemos un refugio no muy lejos de aquí.

Y fue así que las desconfiadas hermanas que habían prometido no volver a separarse nunca y sobrevivir a lo que fuera fueron con los demás sobrevivientes; en el refugio escondido entre a un par de metros de bajo del subterráneo se encontraron con un número mayor de personas vivas, de todo el mundo y de todas las edades.

-Imposible.

-No en realidad –un joven alto, caucásico, delgado pero musculoso y con un asentó familiar les dio la bienvenida al refugio-. Mi nombre es Gabriel, me encargo de la revisión de los nuevos así como un par de cosas más.

-Mucho gusto. Mi nombre es Senyazel y ella es mi hermana Lucero.

-Bienvenidas. Les pediré me sigan por favor.

-¿Para qué? –la desconfianza de la mayor era más que visible para cualquiera.

-Todos los nuevos pasan por una revisión de rutina para comprobar que no porten el virus.

"Eso es lógico" pensó para sus adentros la mayor antes de seguir al joven por un pasillo más limpio que cualquier hospital que hubiera visitado antes. Un baño, cambio de ropa, toma de sangre, estudios de retina y orina, muestras de cabello, prueba de inteligencia y un par de cosas más fueron las que las hermanas tuvieron que pasar antes de ser aceptadas en la comunidad de sobrevivientes.

-¿Crees que todo esto termine alguna vez?

-No lo sé Lucero… esto no se parece en nada a todos esos videojuegos que nos justaban.

-Los extraño tanto –respondió antes de lanzar algunos sollozos ahogados.

-La vida es cruel en algunos sentidos Luce, especialmente cuando se trata de eliminar a humanos admirables. Pero nos tenemos una a la otra y tenemos a todas estas personas que persiguen el mismo sueño que nosotras. Lo mejor es ser productivas en lo que podamos por aquí ¿Entendido?

-Aunque no se en que podría ayudar yo por aquí…

-¿Bromeas? Con ese cerebro que tienes y con la ayuda de más inteligencia de aquí podrían inventar quizá hasta una vacuna contra ese maldito virus.

-¿Y porque no una cura…?

-Porque no creo que eso exista ni llegue a existir… Sin embargo, sí podrían ayudar a los que salen de esta prisión subterránea en busca de alimentos.

Ninguna de las dos dijo más ese día, se limitaron a ver a su alrededor deseando encontrar algún rostro conocido, pero nada. La vida podía ser justa o injusta, pero eso solo dependía de la manera en que miraran las cosas.