Los personajes de Saint Seiya no me pertenecen a mi si no a Masami Kurumada, esto es sin ningún fin de lucro. Situada en época post Hades (Sin tomar en cuenta Next Dimension).

Incantation.

Cada vez que aquel hombre llegaba hasta aquel altar en ese lugar desértico y desterrado del mundo para conmemorar el día de la pérdida de su amada y mismo que le había llevado a ganar su armadura, no podía evitar terminar llorando amargamente sobre la tierra que cubría aquella tumba en medio de un pastizal rodeado de flores violetas en la cima de un monte.

Luego entonces, aquel hombre moreno dejaba caer su cuerpo fatigado por su larga travesía del viaje hasta esa Isla sobre la tumba donde yacía su amada, bañándose por la luz ardorosa del sol, sofocante que poco importaba para él cuando su dolor le consumía a plenitud y se imaginaba con ello que podía "sentirla" cerca de si a través de la tierra. Sus preciosos ojos felinos entonces se empañaban en lágrimas, suspirando el nombre de "ella" una y otra vez, recordándose la última vez que la había tenido en sus brazos.

Ikki no podía olvidar la horrorosa imagen de su amada pronunciando sus últimas palabras en sus brazos mientras sus suspiros se iban al viento consolándole en su partir, y su sangre, pura y tibia manchaba sus ropas y piel haciéndole saber que la perdía y que jamás volvería a verla sonreír. A veces Ikki maldecía al destino, pues no entendía como un ser tan puro como "su Esmeralda" había sido llevaba al final del suyo de esa manera. Ikki aun recordaba su aroma a flores dulces que desprendia de sus cabellos, su mirada dulce que le animaba a nunca darse por vencido por mas duro que fuera su padre con él y la calidez de sus manos al curarle el alma y piel a través de los años en que habían crecido juntos. Y luego, aquel nudo en su garganta aparecía de nuevo, nublándole la mirada en más lagrimas anidadas mientras apretaba sus puños contra la Tierra liberando su frustración.

-Daria mi vida entera por volverte a ver, Esmeralda…-susurro Ikki sollozando con fuerza ante la soledad, su mejor compañía.

-x-

Athena ya sentía sus ojos arder tras sollozar con Seiya recostado en sus brazos y consciencia vacía nuevamente en el Salón Papal. Toda batalla con Hades había terminado, pero en su corazón, la pena por todo lo perdido apenas comenzaba para ella. Sabia que no podía quedarse así, que llorar sobre el pecho de Pegaso no solucionaría nada y ella estaba dispuesta a luchar por él de la misma manera en que él lo había hecho por ella. Porque para Saori, la dama y no la diosa, Pegaso lo era todo.

Decidida, le dio un último beso a Seiya en su frente y se despidió con la firme promesa que volvería. Luego entonces, Athena no dudo cuando subió hacia el Olimpo atravesando la dimensión de StarHill dejando el cuerpo castigado de Seiya al cuidado de Marín en busca de una solución para sacarle aquella espada maldita de Hades.

Completamente sola ya en aquellos terrenos divinos, Saori, recorrió sin miramientos aquellos pasillos y salas celestiales de torres translucidas, avanzando por un enorme rio de agua cristalina a la altura de sus tobillos que terminaba en una enorme cascada entre las nubes donde yacía un imponente Templo divino. Athena, se adentró al imponente Templo tras andar varios minutos, observando los tonos cálidos azulados de la habitación y las preciosas esculturas que le adornaba hasta el final de este dónde esperaba una enorme Águila de mármol que claramente reconocia. Saori de inmediato se arrodillo y cerro sus ojos disponiéndose a orar en el silencio y oscuridad sombría.

-Padre…-la dama comenzó a hablar con la mirada apagada. -Si alguien has de castigar por mis faltas, esa debo ser yo, tú hija. Padre, perdónalos…te lo pido desde el fondo de mi corazón, alza tu voluntad por los cielos, descarga la ira de los dioses contra mí, pero…déjalos ir, por favor…-la voz de la joven se quebró y cansada, dejo caer sus manos sobre el suelo, quedando apoyada en el mientras un par de lágrimas caían al mármol por sus ojos. -Yo…, yo…Padre…Zeus.

La dama comenzó a llorar amargamente, olvidándose de todo un momento para solo dejar que su alma insoluta desvaneciera su dolor y pena. Y por más que lo intentaba, las lágrimas no cedían aumentando su penar. Quizás su corazón aun humano no le permitía volar con libertad.

Athena estaba tan sumida en su dolor que no reparo cuando una majestuosa Águila blanca en la entrada del Templo, mucho más pequeña que la estatua su frente, se posó en ella transformándose en una deidad.

-Athena…-pronuncio la voz de un joven hermoso a su espalda. Saori giro su mirada al escuchar aquella voz y abrió los ojos sorprendida. Un bello hombre de lacios cabellos verdes cortos y piel de luna, sandalias con alas, así como un casco y armadura de plata y un báculo con una esfera luminiscente con dos de serpientes que le rodeaban, lentamente se aproximó a ella.

-Has vuelto, preciosa. - aquel dios le sonrió de forma dulce y se hinco frente a ella, tomándole el mentón para que los hermosos ojos de la diosa le enfrentaran.

-Hermes. -pronuncio la dama reconociéndole de inmediato. Era él, el dios mensajero y más cercano a todos los dioses. Athena compartió una amarga sonrisa mientras el dios le ayudaba a levantarse del suelo con su abrazo. Hermes tomo a Athena entre sus brazos y limpio sus lágrimas con dulzura.

-Athena, te has sacrificado tanto por ellos. -la compasión se reflejó en el dios.-¿No crees que es tiempo de detenerte?

-Yo los amo, Hermes, de verdad.

El dios sonrió ante la afirmación y le negó. - Solo son humanos, ¿por qué te importan tanto?

Saori atendió. -Hay tanto en ellos, amor, comprensión, esperanza y calidez que estoy segura que tú los amarías tanto como yo si pasaras más de unas horas a su lado.

El dios sonrió ampliamente y le negó con la cabeza ante el "descabellado" comentario de la diosa. Hermes sin duda los conocía, había bajado un par de ocasiones al mundo terrenal a juguetear con doncellas, disfrutar de un par de bromas con ellos e incluso atendiendo a sus favores divinos, pero para él, al igual que otros dioses, los humanos no eran más que simples juguetes de diversión, mofa y entretenimiento. Así que tal afirmación solo había provocado la diversión de su igual, quien no estaba ahí por ninguna otra razón que exclamar la voluntad de su Padre.

El dios entonces saco una botella de cristal entre sus ropas y se la extendió a Athena en sus manos.

-Athena, mi padre te ha escuchado tus lamentos, eres una de sus favoritas, lo sabes…-puntualizo. -Él te ha escuchado pues has llorado ante sus pies por tus pasados actos ,asi que quiere darte una oportunidad de redención a ti… y a tus humanos.

- ¡¿Qué?!-soltó la dama casi por instinto con la botella en mano. No asimilaba aquella situación.

-Bebe el néctar de esta botella, si lo haces en busca de redención ante él, tus humanos serán aliviados de sus pecados. -la diosa ilumino su rostro y le asintió.

-Si no hay otra manera, lo haré, confió en él, es mi padre.

Saori sin dudarlo, apretó aún más la botella, destapándola frente a los ojos de Hermes que se sorprendió ante la seguridad de Athena. El dios le detuvo antes de que lo ingiera tapando con su mano la botella y le menciono.

-Antes te advertiré lo que sucederá si lo haces…-el dios suspiro.- Te quedaras en tu Templo, aquí en el Olimpo, y olvidaras todo, quien fuiste y tu pasado en la Tierra, pues lo que beberás es agua del río Lete del Hades.-la confusión y duda atrapo a Athena un instante.

-"Agua de olvido"

- Vivirás como diosa, y velaras por ellos, desde este plano existencial, pero no reconocerás a quienes has amado durante estos años, aun así decidieras reencarnar. -el dios brillo con sus ojos celestes.- Vivirás aquí, dónde mi Padre desea, a su lado, gobernando la Tierra desde el Olimpo y perderás uno a uno los recuerdos en la Tierra…solo así ellos serán liberados.

-Hermes… ¿Es cierto? -la duda la abrumo un segundo.

-Te aseguro Athena, por mi vida, que así será…ellos serán perdonados y liberados del vilo y castigo de la muerte…aquellos que lucharon contra los dioses, aquellos que se revelaron serán absueltos de todo pecado. Todos, tus hombres, tus santos… - el dios le acaricio la mejilla con la yema de sus dedos. -Sobretodo Seiya, tu caballero de Pegaso.

-Seiya…-soltó la diosa con ternura.

-Pero tu…tu olvidaras todo.

La dama sintió un latido esperanzador en su corazón ante aquel nombre que el dios menciono y miro nuevamente aquella botella sin ápice de duda.

-Así sea Padre…-la dama poso sus labios en la botella y tuvo un último pensamiento mientras bebía el contenido.

- "Los guardare eternamente en mi corazón santos de Athena, y a ti más que nadie, Seiya"

-¡Athena!-murmuro Hermes incrédulo ante su decisión. Su hermana realmente amaba a sus santos.

La pelilla bebió aquella botella y cayó casi al instante desmayada frente a Hermes, que la sostuvo entre sus brazos y la cargo sobre su pecho.

-Hermana, has siso fuerte…te llevaré ahora a tu Templo donde perteneces. -susurro Hermes y la llevo entre sus brazos fuera de aquel Templo con su vuelo de Águila.

-x-

Mientras Ikki lloraba sobre la tumba de Esmeralda, el aire sofocante de la Isla Muerte comenzó a hacerse tibio llenando los alrededores de un cosmos de tibieza y calidez que hizo alzar la mirada empapada del fénix.

Entonces Ikki comenzó a percibir una enorme energía su alrededor, que, aunque no se sentía enemiga, le causaba recelo. El japonés entonces, en un parpadeo, vio al frente de la cruz de la tumba de Esmeralda, a una bella joven de ojos miel con un peplo y corona de olivos de oro que sujetaban sus ondulados cabellos castaños acompañaba de un cetro en forma de vasija divina, que se le presentó con una reverencia.

Ikki se alzó rápidamente de la Tierra perturbado por la presencia, quien conmovida le miraba la cara empapada. Fénix se limpió toscamente las lágrimas para divisar a la mujer que atenta le analizaba y apretó su puño dispuesto a atacar.

- ¿Quién eres? - soltó con decisión el fénix, después de todo no confiaba en nadie, aunque la dama de energía misteriosa no pareciese tener maldad en su intención.

-Escuche tu dolor, Ikki. -la dama de aura imponente le habló. - ¿Tanto la amas?

La dama sonrió amarga ante la desconfianza de Ikki quien se mantuvo en silencio como contestación.

-Mi nombre es Hebe, diosa de la juventud, y escucho las aflicciones de los hombres jóvenes del plano terrenal como tú. Te he visto siempre venir a esta tumba cada año en los cálidos días de agosto, a dejar las mismas flores y llorar hasta que te quedas dormido por la joven que yace bajo estas Tierras.

Ikki se asombró ante la revelación. -Sé que no lo entenderás, pero puedo ayudarte, te lo aseguro. Si tanto deseas reunirte con ella, yo puedo hacer tu deseo realidad.

- ¡No diga tonterías, ella esta…! -el fénix apresto sus puños ocultando su mirada y luego volvió a retar a la dama. -La única diosa para mi es Athena, debe saberlo, yo soy un santo de bronce Ikki de Fénix. -sentencio el moreno.

-Lo es y no me interesa competir contra mi hermana por un santo, te lo aseguro, yo solo quiero ayudarte porque me apena mucho verte así.

Ikki se mostró menos duro con la diosa y la escucho atento, aunque aun receloso. - ¿Esmeralda es su nombre, cierto? - la diosa le sonrió tiernamente. –Te he escuchado tantas veces pronunciarlo que ya es una melodía para mi, asi que no te sorprendas, Ikki.

-¿Qué quiere de mi?-soltó el moreno sin rodeos.

-Yo he tomado su alma del Hades en los Elíseos, y la he puesto a mi servicio en el Olimpo. -la confesión dejo atónito al Fénix. - Un alma bella como ella, de tan noble corazón debía ser protegida en un Templo divino y yo la acogí. Así que, si aún lo deseas, te puedo conducir conmigo al Olimpo y ahí, verla de nuevo.

- ¡¿Qué dice?!-la propuesta volvió loco al santo, quien en aquel momento vio una luz de esperanza sobresaltando su corazón.

-Te ayudaré a verla, porque la amas y yo a ella como mi fiel sierva, es mi propio deseo personal.

Ikki se quedó perplejo ante la proposición y le analizo confundido. Deseaba con toda el alma volver a ver a Esmeralda, lo deseaba, cada día sin ella le consumía la vida, pero no sabía si debía confiar en aquella diosa o no.

- ¿Iras conmigo Ikki, lo harás?

La confusión dio vueltas en la cabeza de Fénix, quien vislumbro mil pensamientos en un segundo- ¿Lo harás?

-No...-soltó el fénix con dolor, pues tenía miedo a ser engañado por la diosa o quizás deberle favores a ella.

-Ikki…-la dama se entristeció ante la respuesta y le dio la espalda al moreno.

-Entonces me iré, pero antes te pediré un favor. -Ikki entrecerró sus ojos confundido con la diosa. -Ve al Santuario de Athena, verás que ha sucedido algo extraordinario. - el santo alzo sus cejas asombrado. -Luego entonces me presentare ante ti nuevamente y veremos si has cambiado de opinión…hasta entonces.

La diosa en un haz de luz desapareció ante la mirada de Ikki, quien, sin entender, volvió a tomar su armadura a metros de la tumba de Esmeralda, deslizo sus manos por la cruz de la tumba de Esmeralda en forma de despedida y comenzó su camino de regreso al Santuario. Tenia que averiguar de que era aquella revelación de la diosa.

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- ¡Seiya, Seiya! -gritaron unas voces cuando entre parpadeos aquel santo de Pegaso comenzó a abrir los ojos, regresando de aquella pesadilla eterna y dolorosa donde Hades clavaba su espada en su pecho. Ligeramente cansado y confundido, Seiya se removió en aquella cama improvisada en la cabaña de su maestra donde Marín, Shaina, Kiki, Jabu, y Seika le observaban preocupados.

Su visión borrosa se enfocó en un rostro en particular y no pudo evitar sollozar dolorosamente al reconocer quien estaba a su frente entre todos sus compañeros.

- ¡Eres tu… Seika! -grito Seiya aproximando su mano hacia el rostro de su hermana, quien se aferró a él al verlo despertar.

- ¡Seiya! -la dama se aferró con fuerza al cuerpo herido de su hermano y sollozo larga y profundamente conmoviendo al resto que veían la escena de reencuentro.

- ¡Te extrañe tanto, oh Seika!

-Seiya.

El deseo más profundo de Pegaso se había cumplido tras muchos años de dolor.

De pronto, entre la conmoción y tras llorar largamente abrazados el uno junto al otro, Seiya recordó un nombre. - ¿Y Athena?

El grupo guardo silencio, no había respuesta de aquel hecho desde que ella se había encerrado en el salón Papal. Nadie contesto sus dudas y la ansiedad se incrementó en su piel.

- ¿Dónde está Sao…? -Seiya de pronto fue interrumpido cuando trece estrellas fugaces cruzaron el cielo oscuro emanando energía poderosa, haciendo que el grupo de santos dentro de la cabaña giraran su vista hacia el cielo por la ventana.

- ¡No puede ser! -suspiro Shaina y pensó en silencio. - ¡¿Serán ellos, lo santos de oro?!

Marín cruzo miradas con Shaina, quien de inmediato salió de la cabaña hacia el Salón Papal para averiguar que eran esos cosmos que habían emergido del cielo y que tan familiares les resultaban a todos. ¡¿Era posible una resurreción cuando los dioses los había castigado?!, se preguntó la Cobra mientras avanzaba camino a los Templos del Santuario en busca de respuestas..

-x-

Athena lentamente despertó en una bella cama de mármol y plumas blancas, sintiéndose confundida y ligera cual nube aun recostada y mareada tras beber aquel liquido del rio Lete. Oteo a su alrededor y se descubrió en una majestuosa habitación que no le resultaba desconocida del todo. Hermosas joyas la decoraban, y tulipanes blancos, así como una mesa de alimentos y vinos, así como su preciosa armadura ya desprendida en un costado junto a Nike.

-Mi señora, ¿puedo pasar? -de pronto, una bella jovencita de cabellos rubios y dulce voz, envuelta en un peplo y con perlas en su cabello, se arrodillo antes de penetrar aquella enorme habitación del Templo donde descansaba la pelilila.

La dama le sonrió ante la calidez que emanaba la joven, quien presurosa se aproximaba a ella con una jarra ante su permiso en un ademan con la cabeza.

A metros de la cama de ella, la doncella le ofreció el líquido de la jarra y le sonrió. - Mi señora Athena, mi dama Hebe me ha enviado a dejarle este néctar como regalo de bienvenida a su regreso al Olimpo.

Athena ladeo su rostro confundida, pues en su mente ningún pensamiento pasaba sobre ese hecho, para ella todo había sido solo un sueño. Su mente ahora estaba totalmente en blanco por más que se esforzaba en divagar sobre su pasado inmediato y toda esa vida que ella conocía ya no existía en su memoria. Solo presente en aquel momento era lo único que era completamente suyo en su mente. Athena le restó importancia a ese hecho y se reincorporo de la cama, sonriendo ante la joven.

-Te lo agradezco… ¿cuál es tu nombre doncella?

La cálida rubia le sonrió mientras servia una copa del delicioso jugo.-Esmeralda, mi señora.

Saori se tensó un momento y por algún motivo que no entendía, aquel nombre le erizo la piel.

El destino y los dioses estaban por jugar con su amor y esperanza de ellas.

-x-

Hebe regreso a su Templo tras visitar a Ikki con la mirada taciturna y cansada y aun dispersa, se echó sobre su silla de mármol de su Templo, observando a la misma Águila blanca que se había presentado con Athena en su ventana. Al segundo, el bello dios mensajero de sandalias con alas se acomodó desfachatado en la ventana y le comento.

-Hebe…

-Hermes.

-Te he venido a contar las buenas nuevas…

La diosa alzo su mirada hacia el peliverde y le observo.-Athena lo ha bebido, el líquido del rio Lete.

La diosa sonrió animada.

- Enserio Hebe, de un solo trago, sin un ápice de duda por los humanos. ¡Ella es increíble!

-Deja de hablar así de Athena, lo que ha decidido mi Padre no es divertido. -soltó la diosa con sátira.- Y eso, ya lo sabía, ella no dudaría en dejarlo todo por ellos, hasta yo haría tal sacrificio si fuera un poco mas… valiente.

-La cuestión es que…-el dios calló al darse cuenta que no estaban solos.

De pronto, una tímida presencia se posó en la puerta haciendo callar a ambos dioses. La bella alma de Esmeralda se reverencio y los ojos celestes del dios se iluminaron ante ella.

-Lo siento mi señora, no sabía que estaba ocupada.

- ¿Qué sucede Esmeralda? -pregunto la castaña con dulzura desde su silla.

-Solo quería comunicarle los agradecimientos de Athena por su regalo de bienvenida, ha estado satisfecha.

-Bien, Esmeralda, ¿ella está bien?

-Lo está.

-Bien, puedes retirarte.

Tras lo dicho la bella rubia se perdió por los pasillos del Templo mientras el juguetón dios mensajero, se echaba en el filo de la ventana donde reposaba con un gesto abrumado.

- ¡Creo que estoy enamorado! -soltó el dios apretándose el pecho como si hubiese sido flechado en el corazón tras ver partir a Esmeralda.

Hebe sonrió sarcástica ante su reacción y le negó. - ¿De Athena o de mi doncella?

-De las dos, incluso de ti. - el dios rió bromista. -¡Oh vamos Hebe! Sabes que nunca me decido cuando hablo del amor, Eros y Afrodita ha hecho mucho mal a mi alma.

La joven diosa sonrió divertida. -Hermes compórtate… y mejor piensa en qué lado de la balanza nos inclinaremos mañana. -el dios de amplia sonrisa, la desdibujo ante lo dicho.-Mañana habrá un baile en el Templo de mi Padre por el regreso de Athena, todos los dioses estarán ahí y yo tengo algunas ideas en mente para darle un poco de diversión…sobre todo a mis hermanos.

-¿Traerás a los humanos a la reunión como dijiste?-pregunto el dios con horror.-¡Que osado!, ¿Creí que era una broma.

-Así es, ellos vendrán aquí y será perfecto, así que dejemos que el destino nos de la respuesta de ¿qué es lo correcto, quién de los dos se ha equivocado, dioses o humanos.?.-la castaña sonrió animada.-¿Tu qué crees, Hermes?

El dios abrió sus ojos totalmente desconcertado y comenzo a reflexionar que sucedería al día siguiente. Los tiempos estaban por ponerse interesantes.

Continuará…

Lindos lectores, espero les guste esta nueva propuesta de fic. Ya tenía tiempo en que quería hacer un fic de Seiya con Saori o Ikki con Esmeralda en corte romántico, y bueno en esta idea puedo jugar con ambas, así que será divertido. Este fic será muy corto, solo 3 capítulos pero que estarán buenos, lo prometo.

¿Qué tal un Ikki celoso por un dios o quizás sea Seiya será, Saori realmente olvido a Seiya?, no lo sé ya lo veremos con el tiempo.

En contexto no acostumbro usar OC porque ya saben que no me gustan ya que suelen robarles protagonismo a los principales, pero espero usarlos dosificados a estos dos necesarios ya que son dioses.

Hermes es el dios mensajero de los dioses, comercio, ladrones y comunicaciones. (me inspire en varios fanarts de él al estilo SS para su concepción narrativa) hijo de Zeus y Maya, y el segundo más joven de los dioses olímpicos.

Hebe es la diosa de la juventud, mi favorita, ayudante de los dioses, con el poder de jugar con la vejez o juventud a placer y cuidaba de los hombres adolescentes griegos en su trasformación hombres, hermana de Ares, Hefestos, hija de Hera y Zeus, esposa de Hércules.

¡Eso es todo creo, gracias por su apoyo con anticipación, besitos cósmicos para ustedes, nos leemos!