Disclaimer: Lo reconocido como el mundo de Harry Potter no es de mi autoría; el resto (poemas y trama de la historia), sí.
-Procer in oriens.
1.- AÑORANZAS
Una bella muchacha miraba atentamente a la luna llena desde su balcón. El brillo de las estrellas reflejaba un delicado fulgor en su piel morena, sus cabellos castaños ondeaban por la ligera brisa que se sentía en aquella noche de otoño, y aquellos ojos de color chocolate se encontraban cristalinos, implorantes por hallar una salida del infierno que vivía. No, no quería mirar hacia abajo, no deseaba toparse con su realidad... no ahora.
El castillo lúgubre era su prisión –una jaula de oro-, ubicado en medio de un bosque encantado, maldecida su belleza por magia antigua. En aquel tétrico –y mágico- lugar, se venía desatando desde hacía 3 años su peor pesadilla.
-Señorita -entró llamando una elfina doméstica-, señorita la cena está servida.
-No bajaré a cenar, gracias.
-Pero... señorita, el amo espera su presencia.
-Pues avísale que declino su "atenta" invitación.
-Pero...
-Por favor, sólo no quiero bajar...
-E-esta bien, señorita... Co-con su permiso.
Al escuchar la puerta cerrarse, soltó un largo suspiro. Caminó lentamente a su cama y se sentó en la orilla de ésta a esperar... ya sabía lo que se avecinaba por negarse a bajar.
Un joven venía subiendo precipitadamente las escaleras. Sus ojos, ahora negros, hacían denotar su enojo. Al llegar al pasillo, se dirigió hacia la única habitación que mantenía su puerta cerrada.
-¡Granger, abre ya! -no hubo respuesta- ¡Sé que estás escuchando, sal ahora! -la puerta se mantenía con seguro. El chico, desesperado por la actitud de su "invitada", forzó la puerta para poder abrirla.
-Ahora qué quieres, Malfoy... -se escuchó en un susurro, con la voz cansada y en un tono resignado.
-¡Te dije que comeríamos juntos!
-Lo sé.
-¡¿Y por qué no bajaste?!
La chica sólo se mantuvo en silencio.
-¡Contesta, maldita sea! -gritó el ex-slytherin mientras volteaba a la chica, tomada agresivamente por los hombros, para poder verla de frente.
Un profundo escalofrío recorrió el cuerpo de Hermione al ver a su captor. Su cabello era negro azabache, lacio y desordenado; su piel pálida, casi transparente, que dejaba entrever varias venas; de labios rojos, escurriendo algunas gotas de sangre por las heridas que se provocaba con sus colmillos, blancos como el marfil; las manos delgadas, con dedos largos y en lugar de uñas eran unas finas garras de sable; cuerpo muy delgado y con aspecto enfermizo; pero sus ojos... era por lo que nunca se atrevía a afrontarlo... negros, con la pupila blanca, sin pestañas ni cejas.
-No puedo creer que luego de tantos años te siga asustando -dijo Draco con una mueca divertida- ¿Tan horrible soy, Granger? -preguntó.
-Sólo déjame en paz, Malfoy.
-¿Y si no lo hago? -contestó el chico en un susurro, muy cerca de ella.
Hermione sentía cómo sus alientos se mezclaban, la esencia mentolada de él le llegaba de lleno a sus pulmones. Quería alejarlo, pero con cualquier movimiento ella podría salir lastimada por sus garras.
-Malfoy, por favor... estoy cansada de todo esto.
-¡¿Y acaso crees que yo me divierto?!
-Sólo déjame ir...
-¡Ah, no! Buen truco, Granger, pero de aquí tú no sales.
-Juro no decir nada a nadie...
-Para mí, tu palabra no vale.
-Pero...
-¡Ya basta! -gritó con un rugido, al mismo tiempo que aventaba a la chica sobre la cama.
El silencio se cernió sobre la estancia; Draco se había dirigido a la ventana y tenía la vista perdida en el paisaje; Hermione, sentada en la cama, sólo se masajeaba los hombros con una mirada de reproche.
-Saldré por unas horas -dijo Draco, saliendo de su letargo.
-¿A dónde vas?
-¿Acaso te importa?
-No, por mí no vuelvas -él sólo se le quedó viendo unos instantes y, bajando la mirada, se retiró de la habitación.
Cuando la castaña escuchó que se cerraba la puerta, se tiró sobre la cama.
-¡Agh, maldita sea! -otra vez había hablado de más, pero ¿por qué él tenía que ser tan impredecible? No podía negarlo, había pasado momentos agradables ahí; a veces reían juntos o se quedaban platicando hasta altas horas de la madrugada... pero todo eso cambiaba de forma muy repentina; ya no eran las infantiles peleas de la escuela, éstas eran más complejas... y agresivas. Lo peor es que la había alejado por completo de su mundo; sabía que sus padres ya la daban por muerta, pero Harry y Ron la seguían buscando con afán, sintiéndose culpables de su desaparición.
Los recuerdos se agolparon en su mente; imágenes cortadas y borrosas pasaban a una vertiginosa velocidad... comenzó a sentirse sofocada, con un gran peso encima. Se dirigió a su buró y del primer cajón sacó un grueso libro de pastas duras; forrado con una hermosa piel de serpiente que mostraba distintas tonalidades de verde, los surcos de ese grabado fueron remarcados con tinta de color plata; en su parte frontal había un broche de oro blanco con la forma del reptil, que por ojo poseía una pequeña esmeralda y sus finos colmillos adiamantados. Abrió el broche y la pequeña serpiente se fue arrastrando, formando un margen en la tapa, hasta dejar cabida libre a lo que resguardaba. Ése era su diario; lo comenzó hacía 3 años... la misma noche en que quedó atrapada en ese lugar.
17 de junio del 2004.
No sé por qué estoy escribiendo aquí... no lo negaré, me siento una sucia traidora al haber aceptado esto; sé que para alguien más mi situación le resultará una simpleza, pero en la guerra, los detalles valen por mucho.
Efectivamente, la batalla final acaba de comenzar... y yo aquí, muy lejos del campo de batalla (ni siquiera sé mi ubicación), encerrada en los terrenos del enemigo, desahogándome cual magdalena en un estúpido cuaderno de la impotencia que siento. Te preguntarás dónde quedó el valor Gryffindor... no lo sé, se esfumó apenas puse un pie en la Mansión Malfoy (sí, aquí me encuentro).
Malfoy –Draco Malfoy- dice que cavé mi propia tumba al haber ingresado aquí y, por más que odie admitirlo, creo que tiene razón.
Malfoy... ¡estúpida familia! Maldigo a todos y cada uno de sus integrantes; ojalá y desaparezcan muy pronto.
18 de junio del 2004.
¿Sabes? Al despertar no abrí los ojos en seguida; evoqué la imagen de mi habitación con fuerza, en el mundo muggle, escuchando a mis padres prepararse para ir al trabajo; haciendo caso omiso a la delicada sensación que me provocaban unas sábanas de seda (cosa que no se encuentra en mi casa); deseaba que al abrir mis ojos, todo ello se materializara... pero no, la pesadilla es mi realidad.
Ayer seguía pasmada por lo que me pasó, pero hoy te contaré mi historia:
Justo ayer por la mañana, fue la graduación de Hogwarts; era el último día que estaríamos en aquél magno castillo... sus paredes encierran muchos recuerdos de todos los jóvenes magos y brujas que a lo largo del tiempo han terminado sus estudios, y ahora era nuestro turno. Aunque un sentimiento de felicidad y melancolía nos atrapaba a todos por el momento, y la ceremonia se llevó a cabo con aparente tranquilidad, éramos conscientes de la guerra. Harry, Ron y yo participábamos activamente en la Orden del Fénix, aunque todavía no éramos miembros (o al menos yo sigo sin serlo).
Yo estaba doblemente emocionada porque ayer fue mi cumpleaños (ahora tengo 18)... se celebraban muchas cosas; además de eso, estaba nuestro ingreso a la Universidad; Harry y Ron estudiarán para auror y yo, Medimagia (ése era el plan).
En fin, cuando estábamos en el Cuartel de la Orden, por la tarde, mencionaron una cuestión en particular que les preocupaba: ya no se sabía nada de Draco Malfoy desde el año pasado; sus padres habían muerto hace poco, pero de Malfoy ni sus luces... no sabían qué pensar de ello y, dado su pasado, la primera posibilidad era algo alarmante, pues nos imaginábamos lo peor; por lo tanto, una prioridad era encontrarlo; yo me ofrecí para la misión; Harry y Ron se negaron (porque siempre estábamos juntos en todo), luego pidieron ayudarme, pero esta vez yo me negué ya que ambos tenían trabajo (Ron de estratega, estudiaba todas las misiones procurando estar siempre dos pasos adelante que el enemigo; Harry en la búsqueda de los Horcruxes, el entrenamiento del ED y ambos llevan un entrenamiento más riguroso). Así es que me lancé sola en esto.
Vine a la Mansión Malfoy a buscar algunas pistas; según nuestros informes la casona estaba abandonada; llegué acompañada de 3 aurores. El cateo iba bien, no había problema alguno; sólo que, cuando estábamos a punto de irnos, en el patio aparecieron unos 10 mortífagos a atacarnos; era difícil defenderse... Y así estaba, rodeada de rayos de luz, escuchando todo tipo de maldición, cuando de pronto un rugido nos calló y frente a mí apareció una extraña sombra. Atacaba a todos sin distinción; yo ya no podía moverme, esperé para saber qué era aquéllo... cuando la luna apareció, vi por una fracción de segundo a una semi-transformación de hombre lobo, parecía un muerto en vida; me asusté y me escondí tras las sombras de un muro. No sé cuánto tiempo pasó, pero ya no se escuchaba nada; me asomé un poco y descubrí que aquel monstruo había matado a todos. Estaba temblando, quise salir de ahí inmediatamente, sólo que algo me tomó fuertemente del brazo y comenzó a arrastrarme; yo grité con fuerzas creyendo que era la bestia, pero me callé al instante por ver que ese "algo" era Draco Malfoy.
Ya no sabía qué prefería, si a la bestia o haberme encontrado con mi misión... ambos eran igual de peligrosos. Me dejé arrastrar; nadie dijo nada.
Sinceramente yo ya me imaginaba mi muerte, pero él sólo me encerró en esta habitación sin mediar palabra. Luego de asimilar todo y salir de la impresión, comencé a llorar en una esquina de este cuarto. Primero me negaba a moverme de ahí, aunque luego estaba recorriendo la habitación (en un vano intento de recuperar mi racionalidad); al llegar a la cama, vi un paquete con mi nombre; luego de algunos minutos de darle vueltas lo abrí; ahí estaba este cuaderno el cual solté en seguida y, al hacerlo, una nota cayó al suelo; es la siguiente:
Granger:
Ésta será tu habitación a partir de hoy; no puedes salir de aquí, de lo contrario, es bajo tu propia responsabilidad lo que te suceda. Estás advertida.
Te quedarás por tiempo indefinido, pues al ingresar a la Mansión te has metido en un laberinto; ahora tu vida está condicionada. Los terrenos tienen su historia; misterios y secretos han sido resguardados por siglos, maldiciendo el lugar.
No entiendo por qué viniste, aunque puedo imaginarlo. Eres una tonta por haberte metido en asuntos que no son de tu incumbencia.
Por cierto, vete quitando las esperanzas de que te encuentren; la Mansión tiene un complejo método de seguridad; te aseguro que nunca darán con tu paradero.
Sé que es tu cumpleaños. Éste es un pequeño presente de mi parte; lo necesitarás como único compañero de tu soledad...
Bienvenida al infierno, Granger.
-Draco Malfoy.
27 de junio del 2004.
No sé qué es lo que pasa con esta mansión... todo me parece extraño. Un día quise salir de la habitación (a pesar de "prohibírmelo" no me deja encerrada) y mientras iba caminando sentía como si alguien estuviera tras de mí todo el tiempo; al llegar a las escaleras sentí de pronto una incómoda sensación en mi estómago, las luces se apagaron por un instante y al volver a estar iluminado, la casa estaba hecha un laberinto sin ton ni son; pareciera que yo estaba caminando por la pared; pasadizos, escalones, puertas, ventanales... todo estaba revuelto; sentía que si seguía caminando me volvería loca; desesperada, intenté llamar a Dendra (la elfina que me atiende... sí, lo odio, pero no tengo opción); cuando llegó se asustó mucho y me apareció de vuelta a mi cuarto.
Algunas noches escucho gritos en los pasillos; otras, veo varias sombras rondando por los jardines... ¿Qué pasa aquí?
No he vuelto a ver a Malfoy, ni he recibido nada más de su parte; sólo sé que me asignó a Dendra para que me atienda aquí. He intentado hacer que la elfina me diga más cosas sobre su amo, pero se niega.
Debo saber qué sucede en este lugar.
5 de julio del 2004.
Ayer supe que hoy es el cumpleaños de Malfoy; Dendra no paraba de repetirlo.
En la mañana me apareció una nota sobre mi buró; Malfoy me invitaba a cenar... eso quería decir que por fin saldría de la habitación. Dendra estaba afanada en ponerme un pomposo vestido, pero me negué rotundamente; no me iba a arreglar tanto para una simpleza.
Me vestí con un vestido negro de tirantes, sencillo, de corte recto, con escote rectangular, al igual que en la espalada; una delgada cinta negra rodeaba mis caderas terminando en un moño largo del lado izquierdo, la falda me llegaba justo arriba de las rodillas y era ligeramente ondulada; dejé mi cabello suelto (no pude hacer mucho con él, pero así soy y me vale un comino si a Malfoy no le gusta), sujeto con una diadema de metal; de maquillaje... unas sombras con destellos y un poquito de negro, tantito rubor y un brillo labial; me puse unos aretes pegaditos de diamantes, varias pulseras negras con detalles de plata y unos huaraches negros con poco tacón.
Esta noche aprovecharé para hablar sobre mi estancia aquí; es injusto que me mantenga en estas condiciones.
Ya me voy, que si tardo más a la pobre Dendra le dará un colapso. Luego te cuento qué pasó.
6 de julio del 2004.
Por una parte, no estuvo tan mal el cumpleaños.
Cuando dejé de escribir, Dendra me condujo al comedor por unos pasillos enormes (si voy sola, me perdería fácilmente). Llegué y Malfoy todavía no estaba; otro elfo doméstico me dijo que se demoraría unos minutos más; "genial" pensé, pues comenzaba a enojarme, aunque en ese mismo momento llegó (muy elegante, por cierto). Me sentí algo nerviosa cuando se me quedó viendo fijamente, analizándome hasta en lo más mínimo; creí que iba a decir algo de mi atuendo... no sé, al menos de mi cabello... pero nada; sólo, sin hablar, me guió hasta la mesa, me puso la silla para que me sentara... y ahí empezó mi dilema: sobre la mesa aparecieron variedad de platillos y, en mi lugar, una variedad más infinita de utensilios que... simplemente me confundían; Malfoy comenzó a comer como si nada; yo, luego de un rato, agarré valor, me serví lo que más me apetecía y tomé uno de entre tantos tenedores... error: Malfoy se me quedó viendo impresionado, cuando tenía el bocado a medio camino; nos vimos un instante y yo, sin dejar de mirarlo, me metí el tenedor a la boca sin vergüenza... ¡él se comenzó a reír! pero no burlándose, sino parecía una risa sincera; eso amenizó el ambiente.
Hablamos de todo: que me quitara los servicios de Dendra (yo le di un discurso sobre la P.E.D.D.O.), que me dejara ir ( a lo que se negó rotundamente), que me dejara mandar una lechuza (a lo que también se negó empezándome a decir que por meterme en líos debía pagar las consecuencias), sobre la Mansión (le conté mi experiencia de la noche en que salí... él sólo se quedó callado un momento y después me dio acceso a rondar por la mansión sin problemas... aunque no me dio razones para lo que viví aquella vez), sobre libros (él con una sonrisa burlona me dijo "encuentra la biblioteca por ti misma, Granger... debes tener un instinto natural para ello". Idiota), sobre la guerra (la discusión se puso acalorada y yo acabé gritándole que era un mortífago, mano derecha de Voldemort... él siempre se mantuvo impasible; molesto, claro está, pero... no sé si tomarlo como respeto a mi libertad de expresión o que nunca me puso atención), sobre Hogwarts (intenté sacarle información de dónde estuvo todo este año... a lo que, por supuesto, me ignoró)... etcétera, etcétera y etcétera. Hubo de todo, nos enojábamos, manteníamos una conversación civilizada, nos gritábamos, reíamos, sacábamos las varitas... en fin. Sólo que al final, estábamos discutiendo de algo (creo que era Quidditch) y de pronto él se quedó callado, se sentó con dificultad, tapó su cara con sus manos y comenzó a temblar; yo me preocupé un poco e intenté tocarlo, pero él se apartó en seguida de mí, me dio la espalda; llamó a Dendra, le dijo a gritos que me sacara de ahí, yo me negaba, Dendra y otros elfos intentaban por todos los medios hacerme salir del comedor pero yo me resistía, Malfoy gritaba cada vez más fuerte que no quería verme, que me encerraran en mi habitación y no saliera de ahí durante la noche... al final los elfos lo lograron, aunque justo segundos antes de que hicieran aparecerme en mi cuarto, las luces de la estancia se apagaron, escuché que Malfoy gritaba desesperado y de pronto un golpe seco.
-¡Aaaaaaaggggghhh!- un grito ensordecedor se escuchó en los jardines. Hermione se levantó de golpe, fue hacia su balcón y vio con horror a Malfoy tirado en el césped, sobre un charco de sangre que iba creciendo poco a poco; esta vez, tenía su verdadera apariencia.
-¡Draacooo!- gritó Hermione desgarrándose la garganta. Bajó apurada las escaleras para dirigirse a las afueras de la Mansión. No podía ser cierto... lo que ella tanto temía no podía ser verdad...
