NA: Quiero mencionar que este fic está inspirado en los Libros de Los Juegos del Hambre. Especificamente este fic trata del tercer libro. Si no los has terminado de leer, te recomiendo que no continues. Ahora quiero comentar que después de ser muchos años una escritora de fics de Harry Potter, me he decidido por escribir algo sobre Los Juegos del Hambre, en este caso en el regreso de Peeta Mellark al distrito 12. Sentí que en el libro original hizo falta la historia de Peeta y Katniss y como pudo haber sido su reencuentro y como pudo haberse dado las cosas entre ellos, ya que parece que fue un proceso lento el que ellos dos se acercaran de nuevo. Lo que está escrito está desde el punto de vista de Peeta Mellark.

Quiero agradecer de antemano por haberte parado en este fic y espero que sea de tu agrado. Me gustaría mucho que al final me puedas dejar un review. También les recomiendo los fics de Para siempre de Bella Scullw, Volviendo a empezar de Lucrecia Arctica


EL REGRESO.

El tren se detuvo en la estación del distrito 12. Mis ojos se fueron abriendo lentamente dejando pasar los rayos del sol del atardecer. Por un momento me olvidé a donde iba pero al reconocer en donde estaba comencé a sentir un hueco en mi estomago.

Bajé con cansancio. Observé lentamente a las personas que caminaban por la estación mientras trataba de recordar las caras que había visto cuando regresé de los primeros Juegos del Hambre. No estaba seguro de cuantas de esas caras volvería a ver pero de las que estaba seguro que jamás vería eran la de mis padres y hermanos.

Caminar directo hacia la ciudad sólo trajo consigo más dolor de lo que ya sentía. Ver partes de la ciudad destruidas, reducidas a cenizas me hicieron recordar lo que pasé. Sin querer fui caminando hacia donde nací. Mi antigua casa era solo un montículo de madera quemada, junto a lo que quedaba del negocio familiar. El pasar entre los escombros me hizo recordar, como una especie de rayo, mi primer encuentro con Katniss Everdeen. Ella muriéndose de frío y de hambre, con esa mirada suplicante y falta de esperanza. ¿Cómo podía olvidar que la había estado observando desde la ventana, sintiendo una punzada en mi pecho sobre la forma en la que ella sufría? Tenía 11 años pero poseía la determinación de no dejarla sucumbir de hambre.

Creo que moría de miedo de ser descubierto pero más miedo tenía de ver a Katniss en esa posición tan deplorable. Posteriormente mi gesto me hizo pensar que tal vez podía hablarle en la escuela pero Katniss era una niña de presencia fuerte. No cualquiera era amigo de Katniss, de hecho no tenía amigos. Talvez esa chica Madge. Siempre eran Prim y ella.

Seguí caminando hasta lo que era mi último hogar. Durante el camino vi rostros conocidos, algunos me miraban con simpatía, otros con tristeza. Nadie me decía nada. Todos estábamos en condiciones lastimosas. Me detuve un momento para tomar aire, lo que me esperaba ahí aun sería más duro que ver las cenizas de mi niñez. Saber que ese lugar había sido la última morada de mi familia me hizo sentir triste. Inmediatamente recordé a mi padre.

Recordé una última plática que tuvimos antes de irme a los segundos juegos. Mi padre, quien conocía a los Everdeen, se había dado cuenta de lo que yo sentía por Katniss desde tiempo atrás. Sin embargo, jamás me cuestionó por lo que pasó con ella durante los Juegos ya que les había dicho que era una estrategia para salvarnos la vida pero mi madre era la única que parecía incomoda con la situación. La chica de la Veta. La Superviviente. Yo había sido el debilucho que una chica había salvado. De esa manera me veía ella. No podría decir de qué manera me veían mis hermanos, supongo que estaban aliviados de que hubiera regresado con vida. No eran personas muy expresivas que digamos.

El día que hablé con mi padre, Katniss me había confirmado del amor que sentía por Gale, al ser herido por un látigo. En ese instante supe que había perdido. Sentí que una parte de mí se moría. Al salir de su casa me fui directamente a la mía pero me sentía tan abrumado que me fui al patio trasero y me senté en el suelo a llorar. Levanté mi rostro para mirar las estrellas pero mis lágrimas me lo impedían.

Lloré en silencio, con la imagen clavada de Katniss y Gale. Empuñe mis manos mientras me moría de los celos. Estaba dolido y triste, de cómo simplemente en un santiamén mis esperanzas se fueron al vacío.

Intuí que alguien se paró a mi lado y sentí pena que fuera alguno de mis hermanos. No levanté el rostro ni hice nada por esconder mis lágrimas. Mi padre se sentó junto a mí y me abrazó. Ese gesto me hizo apenarme más pero continué llorando. Él dio un suspiro.

―¿Sabes Peeta? ― dijo mi padre.― Yo sé lo que sientes por esa chica Katniss.

Sinceramente no me sentí sorprendido. Mi padre era un hombre de pocas palabras pero muy observador. Era de esperarse que se había enterado de lo que pasó con Gale y lo que había hecho Katniss por defenderlo.

― Lo supe desde hace muchos años, cuando notaba que no le quitabas la mirada si ella y su hermanita se paraban frente al aparador de la panadería. Cuando escuché lo que le dijiste ese día en la cueva, lo de su canto… ― tomó un poco de saliva.― sabía que estabas diciendo la verdad. Sé que nos dijiste que todo lo que pasó entre ustedes durante los juegos no era más que una estrategia para sobrevivir pero desde que salió tu nombre y te pusiste frente a ella sabía que habías decidido darlo todo por su supervivencia.

Asentí con la cabeza.

― Cuando salió el nombre de Prim sentí nauseas pero cuando vi que Katniss corría a ofrecerse como tributo me sentí mucho peor. Con ganas de gritar que no se la llevaran. Tal vez fue una suerte que me nombraran porque de ningún otro modo hubiera podido acercármele. ― dije.

Mi padre tragó saliva.

― Le doy las gracias a Katniss Everdeen de haberte buscado y traído de regreso.

― Me siento un poco molesto que las cosas no hayan salido como esperaba. ― dije con un tono de amargura.

― No siempre tenemos lo que queremos, Peeta.―dijo con un suspiro.

Volteé a verlo. Miré directamente a sus ojos azules. Mi padre era de cuerpo fornido pero expresión afable. Era un hombre que creía pudo ser un buen partido en su juventud y me preguntaba por qué, al no poderse casar con la sra. Everdeen, se casó con mi madre. Según decían mi madre era una persona diferente, que era más cordial y sonreía mucho pero que la miseria poco a poco te va mermando. Yo en realidad no lo creía mucho. Supuse que mi padre se había conformado con la primera chica que lo aceptó. El ponerme en ese papel me dio terror. Imaginarme una vida de conformismo solo porque Katniss no me aceptó. En todo caso, escogería el mismo camino que Haymitch, no el alcoholismo pero sí el quedarme solo.

―¿Y se supone que tengo que conformarme con verla partir con otro?― dije mientras me secaba las lagrimas con el dorso de la mano.― Se me hace muy duro aceptar eso papá, después de todo lo que ha pasado. Simplemente, ¿Por qué tuve que tener la esperanza de ganármela, de poder entrar a su corazón y que ella se decidiera por mí?

Mi padre me miró unos segundos antes de contestar.

― De hecho Peeta me sorprende que no supieses que en el fondo Gale tenía más posibilidades de quedarse con ella. Son muy similares. Eres mi hijo y tienes un millón de cualidades que son admirables pero Gale y ella están en un mismo mundo. Tu competencia ya estaba marcada desde hace mucho.

La cruel verdad salió de los labios de mi progenitor. Yo quise soltarme de nuevo a llorar pero me contuve. En verdad que posibilidades tenía el hijo del panadero. No tenía ninguna habilidad que pudiera impresionar a Katniss, de hecho de no haber sido por ella no hubiera sobrevivido a los primeros juegos. En cambio Gale, no solo era atractivo a los ojos de cualquier chica, sino que era hábil cazador, el protector de la familia Everdeen, el mejor amigo de Katniss.

Lo siguiente que paso fue que bajé mi cabeza y cerré los ojos. Como si en esa misma noche quisiera arrancarme del corazón a Katniss. Mi padre no volvió a mencionar una palabra un buen rato. No tuve idea que podía estar cavilando pero quería pensar que él comprendía el dolor de perder a la mujer que amabas. Antes de que nos marcháramos me dijo algo último.

― Al principio duele Peeta pero luego el dolor se va desvaneciendo. Al menos tú pudiste tener algo de ella. Será un hermoso recuerdo que guardar cuando todo haya pasado.

Luego de eso nos fuimos caminando de regreso a la casa. Sus palabras se me quedaron clavadas en la mente. Al menos había tenido eso, un poco de su amor. Sí, un amor fingido ante las cámaras pero había podido disfrutar del calor de su cuerpo, del sabor de sus labios, de cómo en una ocasión sentí que casi me correspondía y yo estallaba de felicidad creyendo que por fin la había conquistado.

Ese recuerdo de mi padre se desvaneció.

Parpadeé varias veces solo para saber si aún seguía parado frente a la entrada de la casa. Me quede un rato quieto mientras dudaba si entrar o no. De pronto, al voltear mi rostro me topé con la casa de los Everdeen. Había olvidado que éramos vecinos en la Aldea de Vencedores.

Pensar en los últimos acontecimientos me hizo sentir nervios. Tal vez un poco de miedo de que Katniss abriera esa puerta y me viera. No sabía que esperar. Ella y yo no habíamos hablado mucho después de la guerra y de hecho no se despidió de mí cuando se fue. Al final, sabía que yo no era la persona que iba a estar con ella. No era nadie en particular en su vida, solo el chico que le había regalado una vez 2 barras de pan.

El cielo estaba comenzando a oscurecer y las luces de la casa de Katniss no se encendían. Sin embargo, me dije a mí mismo que hoy no era el día para verla. No estaba seguro que ella quisiera verme.

Al abrir la puerta y encender las luces de la casa me topé con la sorpresa de que todo estaba como si nada. Parecía como si solo se fueron y jamás regresaron. Estaban los viejos muebles, aparatos de mi padre que usaba en la panadería, el mandil de mi madre colgado en un clavo en la cocina. Luego, algunos bosquejos de panes, dibujos míos que había dejado sobre la mesa y estaban acomodados en perfecta pila.

En ese instante no supe que hacer. No quería irme a dormir porque aun era temprano. Pensé que lo mejor era ocuparme en algo. Tomé unas cajas que recordaba habían en el patio y empecé por guardar cosas que pertenecieron a mis padres.

De pronto se escucharon unos golpecitos en la puerta. Mi corazón se aceleró y me zumbaron los oídos. En seguida escuché mi nombre. No reconocí la voz hasta la segunda vez que la oí. De inmediato identifique quien llamaba: Delly Cartwrigth.

―¡Peeta!.― exclamó cuando abrí la puerta.― ¡Regresaste!

Yo sonreí. Delly parecía muy contenta de verme.

― Había escuchado comentarios que habías regresado y supuse que aun estarías despierto. Caminé hasta aquí y vi las luces encendidas… ― Delly se detuvo para mirar una de mis manos, que sostenía una caja.― ¿Qué estás haciendo Peeta?

― Estoy guardando las cosas de mi familia.― dije con un poco de amargura.― No tiene caso tenerlas y creo que alguien más podría aprovecharlas.

― Peeta… si quieres pudo ayudarte.

― Delly, no es necesario. Tienes tus propias ocupaciones.

―¡Oh sí!― exclamó con emoción. ― Han estado llegando sacos y sacos de semillas. Mis padres dicen que podremos tener un huerto. Podremos cultivar todo lo que queramos. No he pensado en otra cosa que no sea ver crecer a las cebollas y lechugas.

Este comentario de Delly sobre sus padres me dio un poco de desazón. Tal vez hice algún cambio en mi expresión porque el entusiasmo de Delly se bajó como la espuma. Me miró un tanto avergonzada. Ella mejor que nadie había conocido a mis padres y hermanos. Estaba seguro que en algún momento a ella le gustaba mi hermano mayor. Mis hermanos eran parecidos a mí solo que más altos.

―¿Puedo pasar?.― dijo.

Reaccioné y la deje pasar.

―¿Qué vas a hacer ahora? ― dijo ya un poco más repuesta.

― Aun no lo sé. Creo que por el momento limpiar un poco este lugar y luego ver la manera de recuperar lo que quedé de la panadería. Antes de venir me dijeron que enviarían suministros para poder hacer pan. Supongo que seré el único panadero por aquí.

―Entonces… ¿volverás al negocio de los panes?

― Es lo único que sé hacer.― dije con una amplia sonrisa.― Además me gusta hacerlo.

― Te comentaba que estoy trabajando en un huerto, así que pronto podré tener toda clase de cosas para que puedas hacer tus panes.

― Supongo que estará bien que un día me puedas dar nueces y pasas. A lo mejor un día haga una sopa con las verduras de tu huerto.

Delly rió muy contenta.

―Peeta, mis padres estarán encantados de que un día vayas a visitarnos. Tú sabes que ellos te estiman mucho.

Asentí con la cabeza agradecido. Me sentí un poco reconfortado que en el distrito aún hubieran amigos.

― Además Iris y Jonas están tratando de emprender una granja. Fui a verlos el otro día y ya tienen cabras y gallinas. Fueron de los primeros en llegar aquí y ya tienen una casa bien hecha. Aquí la gente poco a poco está comenzando a reconstruir su vida. ―dijo Delly.

La palabra Cabra me trajo otro recuerdo. La dichosa cabra Lady.

― Peeta… ―interrumpió Delly. ―no será fácil. Todos hemos perdido algo. Algunos más que otros pero mucha de la gente que queremos ya no estará. Además tienes amigos que te queremos.

Este comentario de Delly me hizo sonreír de lado mientras continuaba metiendo cosas en la caja.

―¿Sabes?― dijo en tono precavido.― Katniss Everdeen ha estado muy mal.

Volteé mi rostro hacia ella y la miré fijo.

― La gente dice que no quiere saber de nada ni de nadie. Sae es quien le prepara de comer y si no fuera por ella estaría agonizando de hambre pero no parece que le importe morir. Dice Sae que le preocupa que una mañana la encuentre muerta. ― dijo.

El saber esto me inquieto. De hecho sabía que algo pasaba con Katniss porque nuestro doctor me comentó que estaba renuente a contestar el teléfono.

― No sé de qué manera puedo ayudarla.― dije triste.

― Peeta, la pérdida de Prim la ha dejado devastada. Tú eres su único amigo ahora y ella no saldrá adelante si un amigo no la ayuda.

―¿Y qué pasa con Gale? ― dije sin poder ocultar un dejo de amargura.

― Gale no está en el distrito 12.― dijo sorprendida.― Creí que sabías que él ahora vive en el distrito 2 y toda su familia está allá con él.

Esta noticia no supe cómo tomarla. Si me daba alguna especie de consuelo o mayor pena por saber que Katniss estaba más sola que nunca. Haymitch no era de mucha ayuda, por decirlo así. En ese instante recordé a la niña Katniss, quien había perdido a su papá. La niña que tuvo que sacar adelante a su familia y poner comida en la mesa. La niña a la que había ayudado un día de lluvia y frio.

― Peeta. – La voz de Delly me sacó de mis recuerdos.― Sé que tienes miedo de enfrentarte a ella a solas nuevamente. Pero has demostrado que ya no resultas un peligro. Creo que más bien ella misma es su propio peligro. No creo que ella te rechace, no lo hizo la última vez.

― Delly… ― tragué saliva.― a veces no sé que es real y que no.

― No, estás equivocado. Yo creo que si sabes. No la atacaste cuando se fueron al Capitolio. De regreso estuvieron en la misma sala, sí delante de otros, pero no intentaste lastimarla. Yo creo que esa imagen de Katniss haciéndote daño lo has superado. Además tienes al frente tus sentimientos hacia ella.

― En realidad ya no sé qué es exactamente lo que siento.― dije sinceramente.

En los días que estuve en recuperación y desintoxicándome del veneno, podía darme cuenta que la imagen de Katniss se desvanecía un poco. Tenía el recuerdo de que la había amado mucho y ahora ya no sabía si ese sentimiento aún estaba en mí. A veces creía que sí y luego me decía a mí mismo que de que iba a servir aferrarse a eso. Katniss no había hecho otra cosa que mostrar amor de cámaras y probablemente de culpa. Su último beso solo había servido para que me aferrara a ella y no me convirtiera en el monstruoso muto que me transformó Snow.

― Entonces Peeta si ya no la amas, si ya no adoras a esa Katniss como cuando lo veíamos todos durante los juegos entonces no habrá problema de que vuelvan a ser amigos. Te dije que Katniss necesita un amigo así que mejor date tu tiempo de pensarlo y ve a verla.

Delly cambió el tema y continuó hablando sobre los cambios en el distrito. Estuvo un buen rato ayudándome a guardar cosas y aprecié su compañía para no tener que pensar en nada. Cenamos animadamente leche, pan de centeno y manzanas, con la esperanza de que todo vaya mejor. Posteriormente se despidió con un beso en la mejilla prometiendo regresar a seguir ayudándome. Se me hizo muy simpático como ella seguía siendo tan protectora conmigo como antes. Recordé todas esas veces que jugábamos en el patio de mi vieja casa y armábamos fortalezas con el lodo. Soñábamos con ir hacia los bosques y correr. Katniss hacía eso con Gale. Nosotros nunca pudimos pasar más allá de las vallas.

Las horas se me fueron con los ojos puestos en el techo. Intenté dormir pero no pude. La imagen de Katniss desvalida me daba vueltas en la cabeza. De pronto se me vino a la mente Prim. En realidad es que gracias a Prim siempre tuve la oportunidad de estar cerca de Katniss. Gracias a Prim podía verla seguido en el aparador de la pastelería e igual por ella Katniss se volvió tributo y al final, gracias a Prim las personas creyeron que podían "desprogramarme" y volver a ser el de antes. También ahora ella, Prim, me daba una última oportunidad de volver a acercarme, intentar ser nuevamente amigo de su hermana Katniss.

En cuanto vi los primero rayos de amanecer, me eché encima agua fría y me puse ropa limpia. Me detuve un momento frente a la puerta de Katniss y luego seguí caminando a toda prisa. Ya comenzaban las personas a trabajar en sus negocios y algunos me miraban con cierto recelo pero me saludaban.

Tenía una idea y quería llevarla a cabo. En cuanto me acerqué al bosque, una felicidad me embargo, siempre había querido entrar pero me daba miedo que alguien pudiera encontrarme, en realidad nunca fui discreto para ser sigiloso. De alguna manera el respirar ese aire tan puro hizo que me sintiera mejor.

Me quedé un rato sentado viendo el paisaje. Era lo más hermoso que había visto, no sabía que había tanta belleza en el distrito 12… y eso que hay muy poca belleza en la ciudad. Luego me dispuse a desayunar lo que había llevado en mi chaqueta. Podía quedarme aquí un buen rato sin hacer nada. Sólo mirar el cielo.

Sin embargo, tenía algo que hacer así que me levanté y caminé unos 10 metros cuando visualicé unas flores. Hermosas flores llamadas primrose. Prim.

Tardé un poco en arrancarlas pero sabía qué hacer con ellas. De regreso fui por una pala a mi casa y me detuve pensando en que lado podría sembrarlas. Escogí un costado de la casa para que sirviera como una especie de cerca. Comencé a palear.

Empecé a sentir el calor de la mañana pero mis nervios estaban tan apaciguados que no me importaba el cansancio de trabajar. Un hueco, dos huecos…

Después de un rato, Katniss apareció. Verdaderamente se veía muy mal. Estaba muy delgada, pálida, con el cabello enredado y sobre los ojos. Parecía una loca pero yo no le demostré el pesar que me daba verla así. Apenas me vio se quedo perpleja, como si yo fuera uno más de sus fantasmas.

― Volviste.― dijo.

― El no me dejó irme del Capitolio hasta ayer – dije afablemente ―.En relación a eso, él me dijo que no puede fingir que te está tratando por siempre. Tienes que contestar el teléfono.

Katniss me empezó a mirar con recelo. No puedo definir exactamente que está pensando pero empiezo a fruncir el ceño ligeramente. ¿Será que aún no confía en mí? entonces ella hizo un intento por quitarse el cabello de los ojos.

―¿Qué estás haciendo?

― Fui al bosque esta mañana para desenterrar estas. ―le enseñé los arbustos. ―Para ella. Pensé que podíamos plantarlas a lo largo del costado de la casa.

Al principio Katniss me empieza a mirar con resentimiento y dolor pero luego al observar bien los arbustos su rostro comienza a serenarse. No estoy seguro que era lo que ella creía que tenía en manos pero es posible que a ella le pasara como a mí. A veces uno no sabe lo que es real o lo que no. En su caso, la sombra de Prim y Snow la siguen por todos lados. La miré sin saber que hacer o decirle pero luego las palabras de Delly diciéndome que me diera mi tiempo y que Katniss necesita a un amigo me hicieron quedarme quieto y sereno.

Katniss soló asentó con la cabeza y se volvió hacia la casa.

Lo siguiente que escuché fue portazos y otros ruidos. Presentí que Katniss podría estar en problemas y estuve a punto de entrar a la casa pero luego creí más conveniente que Katniss hiciera esto sola. Ella tenía que comenzar a limpiar su alma.

Continué haciendo mi labor. Aun faltaba mucho por hacer. Los rayos del sol quemándome la piel me confirmaron que seguía vivo y mientras siguiera vivo, la esperanza de la vida no se acaba.

...CONTINUARA...