Disclaimer: Pokémon y todos sus personajes pertenecen a GameFreack, solo soy responsable de mi OC.
Advertencias: OC, puede que un toque de OCC. Este fic esta clasificado como T, ya que a lo largo del fic habrá violencia y contenido considerado Lemon (aunque aun falta mucho para eso) aunque la pareja es MewtwoxOC la relación no será PokémonxHumano, ya lo aclararé conforme avance el fic.
Aclaraciones:
-Hablan personajes-
-Pensamientos de los personajes-
"Hablan los pokémon"
Summary: Murazaki, una joven entrenadora, está buscando a su hermano desaparecido. Mewtwo está debil y no puede valerse por sí mismo ¿Se encontrarán? Giovanni recuerda todo y ahora quiere venganza
Prólogo
-Oniichan, ¿A dónde vamos?
-Voy a ir a ganar mi última medalla de gimnasio y ya te lo he dicho, Murazaki, tú no puedes venir…
-¿Eh? ¿Por qué?
Un joven entrenador de cabellos azabaches y ojos violáceos detuvo su caminar para ver a su pequeña hermanita. Aunque no lo aceptara en voz alta, la pequeña sí que se parecía a él, y no solo físicamente. Su cabello, que le llegaba hasta los hombros, era morado oscuro y podía ser fácilmente confundido por negro cuando obscurecía y sus enormes y expresivos ojos del más claro y puro color lila casi rayando a morado que en estos momentos lo veían enojado.
-Tú aun eres muy pequeña para las batallas de gimnasio, crece un poco más antes de siquiera pensar en desafiar al líder.
La pequeña hizo un mohín.
-Oniichan ¡Baka! Ya verás que cuando sea mayor voy a ganarme todas las medallas de todos los gimnasios y te derrotaré en una batalla pokémon.
-Sí, sí. –Suspiró caminando.
-Además, cuando cumpla diez años me convertiré en una entrenadora pokémon, no tiene nada de malo que quiera aprender de los errores de Oniichan –dijo ella mordaz, el joven sintió un tic en su ojo –y también animaré a Hitokage y a los demás.
-Así que viniste por eso…
Aunque no se lo dijera, en realidad se sentía muy sola desde que el azabache había empezado su viaje pokémon, por eso fue que, desde el momento en que les había dicho a ella y a sus padres que iba a volver a casa para ganar su última medalla, Murazaki no podía estar más feliz.
El mayor suspiró y acarició la cabeza de su hermanita, recordando también cómo de la noche a la mañana, todos y cada uno de sus pokémon la querían y adoraban como a una de sus propias crías, incluso su orgulloso y malhumorado Charizard, Hitokage, se había encariñado con ella. No era algo que le sorprendiera, por supuesto, a la pequeña peli morada siempre se le había dado de maravilla el socializar con los pokémon, aunque con los humanos fuese una cosa completamente distinta.
Ambos detuvieron su andar cuando se encontraron con las puertas del gimnasio frente a ellos. Murazaki escuchó a su hermano tragar y, con una mirada decidida, abrió la puerta para entrar.
El interior del gimnasio estaba muy oscuro como para poder ver nada. Asustada, la pequeña se escondió detrás de su hermano cuando las luces se encendieron, iluminando el campo de batalla y un balcón donde, sentado cómodamente, se encontraba el que parecía ser el líder.
-¡Bienvenidos entrenadores! Mi nombre es Giovanni y soy el líder del gimnasio de Ciudad Verde –dijo el hombre desde la silla, la pequeña vio a un Persian acomodado a su lado, mirándolos con malicia.
-¡Soy Komura Shunsuke, he venido a retarte a una batalla pokémon por la medalla tierra!
Murazaki admiró aún más a su hermano mayor por su convicción ante aquel hombre, del cual podía sentir un aire maligno, incluso desde donde estaba, y especialmente por no inmutarse ante la horrible carcajada que salio de sus labios.
-Me gusta tu actitud, muchacho. De acuerdo, –inmediatamente las puertas bajo el balcón se abrieron y de estas salió lo que parecía ser un pokémon con una extraña armadura metálica –yo solo utilizaré un pokémon, pero tú puedes usar tres si gustas.
El azabache se volteó a ver a su hermanita, agachándose a su nivel y sonriéndole de forma tranquilizadora.
-Escucha Murazaki, necesito que te quedes atrás ¿Entendido? –La pequeña asintió y le deseó buena suerte.
Cuando su hermano se paró del lado que le correspondía, la peli morada observó detenidamente al otro pokémon que no hacía movimiento alguno. Por un momento se le antojó que, en vez de un pokémon, parecía más bien una estatua o un robot, pero le tranquilizó un poco el hecho de que, al contrario de su entrenador, no sentía malas intenciones o algún aura de maldad brotar del cuerpo del pokémon, en realidad, no sentía nada del pokémon, tan solo una ligera presión en el aire. Tal presión nunca la había sentido emanar de un pokémon y se estremeció un poco al imaginarse cuan poderoso pudiese ser.
El azabache sonrío al notar la mirada atenta y algo asustada de su hermanita mientras analizaba al pokémon de su contrincante, tuviese la edad que tuviese, a Murazaki siempre se le habían dado bien esas cosas. El entrenador volvió a posar su mirada al otro lado del campo, empezando a preocuparse por sus propios problemas.
-¡Empecemos!
-¡Poliwrath, ve!
No lo podía creer. Estaba casi tan atónita como su hermano en esos momentos. Ella estaba segura de que los pokémon de su hermano eran fuertes y que había escogido a los más fuertes para esta pelea, pero tanto su Poliwrath como su Gengar habían caído fácilmente.
El pokémon con el que se enfrentaba el mayor era de tipo psíquico y por sus ataques, debía de ser uno muy fuerte. Murazaki no logró identificarlo, no parecía un Alakazam y era demasiado grande para ser un Hypno, así que suponía que debía tratarse de un pokémon de otra región.
Su hermano sacó su última Pokeball y de esta salió su Charizard. Murazaki sabía que era el pokémon más fuerte de su hermano, y si bien se pudo defender con gran fuerza de los primeros ataques, sus esperanzas se vieron destrozadas cuando empezaron a golpearlo de gravedad hasta que finalmente cayó al suelo derrotado.
-Creo que has perdido, muchacho. –Escucharon al hombre decir fingiendo pena, más para la sorpresa de todos, el Charizard trato de ponerse en pie y el pokémon psíquico estiró su brazo para el golpe final.
Ella sabía que, en el estado en el que se encontraba Hitokage, un ataque psíquico podría ser peligroso y, tras ver lo fuerte que era el otro pokémon, no le cabía duda de podía incluso llegar a ser mortal. Fue por eso que no lo pensó dos veces antes de echarse a correr hacía el herido pokémon y pararse frente a él de forma protectora.
-¡Para! –Le rogó la pequeña con lágrimas en los ojos – ¡No te atrevas a lastimar más a Hitokage!
-¡Murazaki!
-Este es un campo de batalla, niña, no un centro de juegos –el hombre miró al pokémon que aun no bajaba el brazo –quítala de ahí.
El azabache se alertó.
-¡Murazaki, apártate!
-¡NO! No voy a dejar que hiera más a Hitokage.
El otro pokémon utilizó su ataque psíquico, levantando a la peli morada del suelo pero tuvo que detenerse para bloquear el potente lanzallamas dirigido a él. El Charizard estaba parado protegiendo con su cuerpo a la pequeña mientras que le gruñía de forma amenazante.
"¡No te atrevas a lastimarla!"
-Hitokage…
Aquella fue la primera vez que él escuchó a un pokémon defender a un humano con tanto fervor.
Dos años después.-Qué raro, estaba seguro de que la parada del autobús estaba por aquí.
-Oniichan, ¿Por qué no simplemente admites que te perdiste?
Un tic apareció en el ojo derecho de azabache, ah, esa niña sí que sabía ponerlo de los nervios.
-¡No me he perdido! Estoy completamente seguro de que la parada del autobús estaba por aquí.
Murazaki suspiró derrotada, su hermano era muy obstinado para aceptar que se había equivocado de ruta. Con sus nueve años recién cumplidos fue una enorme sorpresa para ella que su hermano mayor llegara a casa (a tiempo) para felicitarla y ofrecerle como regalo hacer lo que ella quisiese.
Emocionada, la pequeña peli morada le pidió que la llevase a ver el tan renombrado Monte Pureza que quedaba en la región de Johto, su hermano acepto y, volando sobre el lomo de Hitokage, llegaron hasta el pie de la montaña. El mayor le había explicado que era muy peligroso, tanto para ellos como para el pokémon, ir volando hasta el Monte Pureza, por los continuos cambios de clima y que debían de tomar un autobús que se encontraba subiendo la montaña.
Y ahí estaba, con su vestido blanco favorito, con un hermoso sombrero a juego que le había dado su madre, peinada y arreglada… para nada. Llevaban una hora caminando por la montaña y aun no encontraban ni un mísero letrero, a la pequeña ya le estaba dando hambre y el cielo no daba muy buen presagio que se diga.
-Mejor vayámonos, tengo hambre, me duelen los pies y con tu sentido de la orientación seguramente nos perdamos antes de encontrar algún autobús –dijo derrotada la pequeña, agachándose cansada y teniendo todo el cuidado del mundo para no manchar su vestido.
-¡Eso no! Encontraremos ese autobús y te llevare a esa montaña ¡Ten un poco de fe en tu hermano mayor Murazaki! –La niña suspiró y volteó a ver a otro lado mientras escuchaba al mayor murmurar.
De la copa de los árboles que estaban junto a las laderas del camino, la pequeña vio salir a un Aipom. Intrigada, la chica se acercó hasta donde estaba el pokémon, quien en vez de huir, se le quedó mirando con la misma curiosidad que la de la peli morada.
Murazaki se acerco y le sonrió, extendiéndole una de sus manos para que se acercara con confianza. El Aipom al principio la miro confundido y olfateo la mano ajena con curiosidad y cautela y ante la sonrisa que le brindaba la pequeña, el pokémon sonrió también y se acerco a ella, subiéndose a su hombro y a su cabeza. Murazaki se rió ante la curiosidad del pokémon.
-Es la primera vez que veo a un Aipom en persona, eres más inquieto de lo que pensaba –el Aipom giró su cabeza a un lado –quisiera poder ofrecerte algo de comida pero no tengo nada –en ese momento ambos escucharon el rugido del estómago de la niña –creo que estoy igual de hambrienta que tú.
Nuevamente el pokémon giro su cabeza, intrigado por el extraño sonido y de un salto se bajo de la cabeza de la peli morada.
-¡Ah, espera! –El Aipom se giro y le hizo señas con la cola, Murazaki se quedó quieta por unos segundos – ¿Quieres que te siga? –El Aipom asintió y la pequeña sonrió, siguiéndole, sin que su hermano se diera cuenta siquiera de que se había ido.
Siguió al pokémon por lo que parecieron varios minutos hasta que este se detuvo y escalo con ayuda de su cola con forma de mano hasta un árbol que salía de la parte superior de la montaña, cuando Murazaki llegó bajo el árbol, el Aipom dejo caer una manzana que ella atrapo, mirándolo confusa.
-¿Para mi? –El pokémon asintió sonriente, Murazaki correspondió el gesto.
Sin embargo, antes de darse cuenta, las nubes negras empezaron a cubrir el cielo y una fuerte ráfaga de viento los golpeó, sacudiendo el árbol donde estaba el Aipom y haciendo que este perdiera el equilibrio, soltándose sin querer, por suerte, Murazaki logro atraparlo a tiempo.
-Esta bien pequeño, ya te tengo –le dijo tratando de tranquilizarlo y acercándolo lo más que pudo a su pecho pero antes de que pudiera decirle otra cosa, una nueva ráfaga de viento los golpeo nuevamente, llevándose su sombrero sin que ella pudiese hacer nada.
Murazaki trato de agacharse para que la corriente no se los llevara y trató de sostenerse con cualquier saliente que encontrara pero la corriente de viento era tan fuerte que no pudo más y fue levantada por esta, llevándola hasta el borde del acantilado. Acerco más al pokémon hacia ella y espero el golpe. Pero este no llego.
En lugar de eso, sintió cómo la corriente no le afecto más y una sensación cálida, aunque bastante familiar, rodeaba su cuerpo. Cuando la peli morada abrió sus ojos poco a poco, vio como flotaba y un aura azul la rodeaba. La corriente de viento se detuvo tan repentinamente como llego y la pequeña fue depositaba suavemente en el suelo.
-¿Eh? –Murazaki giro la cabeza en todas direcciones, tratando de buscar algún indicio de cualquier entrenador o incluso de su hermano, pero no encontró nada –Tal vez… –cuidando de no lastimar al pokémon en sus brazos, se levanto –U-um… ¿Hay algún pokémon psíquico por aquí?
No hubo respuesta. La pequeña se lo esperaba, un pokémon salvaje no se iba a mostrar tan fácil, especialmente uno psíquico. Pero la sensación de ser levantada y de esa aura azul le era familiar, aunque no recordara de qué.
-¡Murazaki! ¿Estas por aquí? ¡Rápido, el autobús va a dejarnos!
-¡Voy Oniichan! –se agacho con cuidado y bajo al pokémon –bien pequeñín, es hora de que tú también vuelvas a casa.
El Aipom se despidió con la mano y se alejo por entre los árboles, Murazaki volvió a girar la cabeza, tratando de encontrar cualquier indicio de algún pokémon pero no lo logró así que regresó hasta donde la esperaba su hermano, no sin antes sonreírle a la nada y susurrar.
-Gracias.
Mewtwo observó en silencio desde su escondite en el monte pureza, cómo aquella niña llegaba hasta donde la esperaba un joven de cabello negro que parecía molesto por su súbita desaparición.
Recordaba a aquellos humanos. Había tenido una pelea con los pokémon del muchacho varios años atrás, antes de dejar a Giovanni y a la pequeña también la recordaba. Fue uno de los pocos humanos que no dudo en hacerle frente para defender al Charizard el cual la protegió como su vida misma. Aun no entendía muy bien el porque.
Pasó lo mismo con el Aipom salvaje, quien se le acercó sin temor alguno e incluso la ayudo a conseguir comida. Cuando la corriente de viento los levantó escucho al Pikachu y al Meowth que lo acompañaban ahogar una exclamación. Levantó su mano y utilizó sus poderes psíquicos para sostenerla y bajarla con cuidado una vez las corrientes cesaron.
-U-um… ¿Hay algún pokémon psíquico por aquí?Ciertamente aquello le sorprendió bastante. Mewtwo se quedo observando como se despidió del Aipom y viceversa y la sonrisa dedicada a la nada más un susurro que pudo llegar a sus oídos.
-Gracias.
El clon no supo nunca porque, pero una pequeña sonrisa se hizo en sus labios. Esa fue una de las pocas veces en las que el pokémon clonado pensó que, tal vez no todos los humanos eran tan despreciables como el creía.
Nota de autor: Uff, me ha quedado más larga de lo que tenía planeado... Buenas, buenas! Ok, siendo sincera no esperaba empezar a publicar, menos en estos momento pero quería probar suerte a ver que tal me salía. Bueno entonces, mi primera historia tratará sobre Mewtwo y mi OC, no se preocupen que ya crecerá rápido;9
Pues como les decía, no esperaba publicar esta historia tan pronto, pero como ya lo he hecho las actualizaciones se van a tardar un pelín, aunque el próximo capitulo ya esta listo. A más tardar la semana que viene se estrenará el primer capitulo y, dependiendo de la demanda y los exámenes de la universidad, voy a ver si actualizo semanal o mensualmente.
En fin, volviendo al capitulo, esto solo esta hecho para que sepan que los eventos que pasaron en el anime están conectados con mi OC y que probablemente eso sea uno de los pocos flack back que va a tener el fic porque no me agradan mucho ni a ellos les agrado yo xD espero les haya gustado el prólogo, antes de terminar el comentario dejo unas aclaraciones.
*Hitokage: En japones ese es el nombre original de Charmander y como me ha gustado más como se escucha y lo que significa, se lo he dejado como mote a Charizard, en sí significa Lagarto de fuego.
*Oniichan: Hermano mayor. Lo he dejado pegado porque son muchos guiones para una sola linea.
Creo que no hay más nada no? Bueno, cualquier duda o crítica me avisan ;9 nos vemos en el próximo capitulo.
