Maldición Helada
Nota de la Autora:
AU medieval. Bunnymund es un guerrero Pooka errante que se convierte en el guardaespaldas del príncipe de un reino, Jackson Overland. El reino solía ser feliz hasta que el príncipe fue maldecido. Jack Rabbit.
Maldición Helada
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E. Aster Bunnymund caminó a través de las calles del reino conocido como Santoff Claussen, bufando a la gente que se quedaba estática observándolo. Era extraño ver a un pooka andar sin su tribu, menos fuera de la madriguera, solitario en la gran ciudad. Ellos estaban en peligro después de todo, uno podría pensar que ellos tratarían de todo por permanecer juntos. Como sea, habían pasado años desde que Bunnymund dejó su tribu. Estar por su cuenta no fue como un buen acuerdo para él.
Él notó que las calles lucían quietas y desoladas de gente; solo unas cuantas mujeres y niños estaban alrededor con apenas algún hombre. No podía ser que ellos supieran que él viniera y le tuvieran miedo. Ningún hombre temía a un pooka; él lo sabía perfectamente, incluso cuando ellos deberían de temer "Hey, tu eres uno de esos pookas ¿verdad?" un viejo comerciante le dijo a Bunnymund mientras pasaba cerca de él.
"Eso soy, compañero" él respondió en su extraño acento.
"No he visto a ninguno de ustedes en mucho tiempo. ¿Estás aquí por la pelea, o algo?"
"¿Pelea? ¿Qué pelea?" el pooka preguntó "¿Es por eso que no hay nadie alrededor?"
"Tonta razón" el comerciante dijo "Todo hombre fuerte y soldado de la ciudad está peleando en la arena ahora mismo"
"¿Para qué?"
"¡Para ser el guardaespaldas del príncipe heredero!" el hombre vio la expresión divertida en el rostro del conejo "Es un puesto de muy buen salario, pooka"
"No me preocupo mucho por el dinero, extraño, o cosas como esas" Bunnymund sacudió su cabeza y comenzó a caminar de nuevo.
"También demuestra que eres el guerrero más fuerte de ésta tierra" el comerciante vio a Bunnymund detenerse "Sé que a ustedes los pookas les gusta pelear"
"Ahí es donde te equivocas, viejo" el conejo volteó hacia él "No nos gusta pelear… tenemos que pelear"
"Lo que sea que digas" el viejo hombre cruzó los brazos en forma defensiva "Sólo trataba te ayudarte a salir. Te ves perdido"
"¿Perdido, eh?" Bunnymund rió bajo "De hecho, estoy perdido ¿Hacia dónde está la arena?"
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Bunnymund dejó su orgullo en el camino otra vez. Él realmente no quería el trabajo, pero cuando llegaba la oportunidad de probarse a sí mismo como guerrero, él necesitaba hacerlo. Además él quería hablar con el rey acerca de algunas cosas.
Él fue el último en firmar para el encuentro. Se sentó en unas gradas subterráneas, afilando sus boomerangs mientras observaba a otros afilando cuchillos y espada. Esto iba a tomar un tiempo; había muchos hombres y criaturas dispuestas a ganarse el trabajo. La mayoría de ellos eran ya soldados del rey. Él supuso que ellos querían dinero extraño, o el ascenso, o quizá acercarse al príncipe heredero.
Había escuchado muchos rumores a través de los años acerca de éste perturbado reino y sus normas. Él oyó sobre el rey que era un hombre alegre que amaba traer felicidad y maravillas a su gente, sobre todo a los niños dándoles regalos en un día especial del año. La reina se decía que era una hermosa y burbujeante hada que estaba interesada en mantener la salud de su gente, especialmente de sus dientes. Ellos tenían un hijo, que se rumoraba era el más hermoso ser con el corazón más puro en la tierra, y había nacido con el don de traer nieve y hielo durante el invierno, divirtiendo a los niños. Pero algo cambió en la familia real algunos años atrás. Los juguetes dejaron de hacerse, la salud se convirtió en plaga y el clima era frío durante todo el año. Se decía que una maldición había sido lanzada hacia ellos por un malvado hechicero y por eso nunca serían los mismos.
Pero esos eran solo rumores, y él sabía que los rumores no deberían de ser tomados como ciertos. El clima definitivamente se había vuelto más frío y la gente no se veía tan feliz como podría, pero ¿Una maldición de un hechicero? Qué estupidez. Ellos seguramente se habían cansado de ser amables. Los humanos cambiaban de opinión como cambiaban de ropa interior. Él lo sabía.
Sus largas orejase se hicieron hacia atrás cuando escuchó las trompetas, miró hacia una especie de palco anexado a la arena, donde se apreciaba a la familia real y su corte entrando. Ellos educadamente saludaron y se sentaron mientras el rey se dirigía a la gente.
"Buenos ciudadanos del Santoff Claussen" el rey empezó, hablando con un grueso acento "Hoy no es una guerra ni una batalla. Es una mera competencia. Una competencia para adquirir el más importante puesto de todo mi ejército; ser el protector de mi querido hijo ¡el príncipe!" la gente aplaudió por el muchacho, quien se paró y regresó el saludo. Fue difícil para Bunnymund decir de dónde provenía su presentimiento, pero el chico no parecía querer estar ahí "¡Que el torneo empiece!"
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Bunnymund entró despreocupadamente a la competencia. Sus oponentes, siendo soldados o no, fueron una broma para él. Él era el más rápido, más fuerte y más inteligente guerrero en la arena, y él ni siquiera descansó. La gente en las gradas murmuraba entre ellos, preguntando por el pooka recién llegado y cuán fuerte era. Los murmullos provenían incluso del palco real, el joven príncipe ahora estaba interesado en lo que estaba ocurriendo. Él sonrió para sí mismo, disfrutando mucho de sus victorias. Pero ahora era tiempo de la prueba final.
Su último oponente era otro hombre, un general del ejército del rey. Predecible, él debía ser el más fuerte hombre el reino "¿Cómo pudo un descuidado conejo vencer a todos mis hombres?" dijo con voz falsa.
"Estás a punto de correr la misma suerte, compañero" Bunnymund giró sus boomerangs en sus manos.
"Oh ¡Y un conejo parlante! ¡Esto debería ser interesante!" el general se burló de Bunnymund, dándole permiso a sus amigotes a que se rieran también. El pooka les gruñó.
"General Eustace versus E. Aster Bunnymund ¡Empiecen!" el general fue el primero en atacar. El conejo lo esquivó mientras veía cómo el hombre se movía, estudiando cuidadosamente. Cuando él pensó que iba a tenerlo, él dio unas cuantas vueltas hacia atrás para conseguir buena distancia de él.
"Aw, escapando como un conejo" se burló el General Eustace.
"No escaparé compañero. Vamos" Bunnymund lanzó un boomerang hacia el hombre para empezar la colisión. Ellos estaban muy a la par, tenía que admitirlo. El hombre era mucho más rápido de lo que parecía, sobre todo con esa armadura encima. Sin embargo, sus ataques eran más lentos de lo que podrían ser con una espada. Bunnymund encontró un momento y golpeó a Eustace en el estómago, pensando que lo tenía hasta que sintió la pesada hoja de metal pasar a su lado. Él gimió de dolor y saltó fuera de su camino antes de que lo cortara más.
"Quieres más ¿eh?" dijo el general, casi sin aliento. Bunnymund sintió la sangre que corría por su costado.
"Me acabas de enfadar, estúpido" respondió. Corrió hacia el general, acelerando sus ataques ante de que perdiera mucha sangre. Atacar, esquivar, atacar, esquivar… por fin otra abertura. El conejo derrotó al hombre tumbándolo, golpeándolo en todas las partes blandas alrededor de su armadura. El general Eustace dejó caer su arma y cayó al suelo. El pooka agarró sus boomerangs y se puso encima del general, mostrando su victoria.
"¡E. Aster Bunnymund es el campeón!" todos se miraron uno al otro, sorprendidos de que su heroico general fuera derrotado por un conejo gigante. Aplaudieron, pero solo por ser amables. El general le frunció el ceño a Bunnymund mientras le daba una sonrisa socarrona. Acababa de demostrar que el reino de los pookas era más fuerte que el de los humanos "El Rey tendrá una audiencia contigo" funcionario se acercaron a él y lo escoltaron al palacio.
"Ah, casi me olvidé del mocoso" se susurró a sí mismo. Levantó la vista hacia el palco real, la familia ya se había levantado para volver al palacio. El muchacho miró a su nuevo guardaespaldas antes de salir.
