Esta idea se me ocurrió apenas vi el AU de Yuri on Ice de los cuentos de hadas, y la serie de Once Upon a Time (quienes me conocen saben lo fan que soy de los cuentos). Me encanto, y decidí usarlo XD

Aclaraciones:

-Ennegrecidas y comillas: pensamientos.

-Palabras entre los guiones: diálogos.

-Sin guiones: narración.

-Curvado: narración del pasado.

-Subrayado: (ennegrecido) título, lugar, tiempo.

Parejas: Viktuuri, Otayurio, (pareja sorpresa), Seung Gil x Phichit, JJxIsabella, LeoxGuang Hong, Emil x Michele, etc (?)

Disclaimer: Yuri On Ice NO me pertenece, sino a Kubo-sensei (¡la adoro!), Sayo Yamamoto y al estudio MAPPA. Once upon a time y su trama no me pertenece, sino a Adam Horowitz y Edward Kitsis. El AU de Cuento de hadas es de Mon-doodles (tumblr), de ahí me basé para los roles de los personajes. Los OC´s fueron basados en una imagen que vi, y del que el autor no sé como escribir su nombre(?).

Con un gran placer, les presento este hermoso fic ¡Disfrútenlo!

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Hace mucho tiempo atrás, en un reino muy lejano, dos reyes que concibieron a un niño, su segundo hijo; Yuuri. La alegría, tal como en el nacimiento de su primogenita, era tan grande, que enviaron una invitación a todos lados, para asistir a la celebración en honor al recién nacido.

Desde el hombre rico con dientes de oro, hasta el mendigo de ropas más simples, fue a ver al el pequeño que sería su príncipe.

Pero la visita más esperada de los reyes, Toshiya y Hiroko, fue la de el Rey Yakov, un amigo cercano de ambos; no venía solo, Viktor, su hijo de cuatro años lo acompañaba. Apenas vieron que ambos infantes se llevaban bien, decidieron comprometerlos, con el anhelo de unir sus reinos y los corazones de los dos príncipes.

La llegada de tres luces resplandecientes dejo anonadados a todos: las tres hadas buenas, Leo, Guang Hong y Emil, hacían su aparición para darle un talento al niño.

Leo le regalo el don de hacer música, al moverse su cuerpo crearía una hermosa melodía, que encantaría todos.

Guang Hong le dio la amabilidad, donde él tocaría los corazones de a quienes conociera, enseñando el significado del amor y la vida.

En cuanto Emil, el último, iba a darle su don, un estruendo lleno el gran salón, al igual que la oscuridad: era el hada oscura, Carabosse. El ser maligno había sido rechazado por una doncella, y, con el corazón destruido, fue a buscarla. El júbilo de la festividad lo enfureció más, tomando represalias contra el celebrado.

Maldijo a Yuuri, recitando que, a la edad de 24 años, se pincharía con el huso de una rueca y terminaría dormido en un sueño del que jamás despertaría. Apenas termino de decir eso, desapareció.

Los Reyes temieron por su hijo, sin embargo, fueron calmados por el hada que aún no había usado su talento. Aunque no pudiera revocar la maldición de Carabosse, le daría una opción de salvarse: si bien, caería dormido luego de pincharse, podría ser despertado, por el beso de amor verdadero.

El Rey Toshiya también tomó sus precauciones, ordenando que quemaran todas las ruecas del pueblo. Pero sabía que eso tal vez no fuera suficiente.

Las hadas mismas les dieron una idea, la de alejar al bebé de la vista de Carabosse, llevándole en un lugar donde no los descubriera. Ellos tenían la misión de que el príncipe no regresara hasta cumplirse los 24 años y un día. Siendo la mejor opción, los padres, dolidos, aceptaron que su hijo mantuviera distancia en tan largo tiempo, para tenerlo a salvo.

Los mismos seres mágicos hicieron sus sacrificios al dejar la magia de lado para no llamar la atención de algún espía del hechicero.

Por veinticuatro años, se hicieron pasar como unos simples campesinos, tíos de un huérfano, viviendo en una cabaña del bosque. Y día a día, los dones regalados por las hadas se hacían relucir, mostrando su pureza de corazón y belleza inigualable.

La mañana del cumpleaños número 24 , Yuuri, sin querer, dado a que fue mandado a buscar algunas fresas mientras los tres hombres preparaban la forma de decirle la noticia, se encontró con un joven y apuesto heredero al trono; el mismo con el que fue comprometido en la fiesta de su natalicio, Viktor-claro está que ellos no tenían conciencia de eso-.

Era un encuentro destinado, se podría decir, al igual que el amor a primera vista que nació de ellos. Uno anonadado por la elegancia y caballerismo del hombre de cabellos platinos; y el otro, embobado por la inocencia y sinceridad del de ojos marrones. Por eso, quedaron de verse esa misma noche.

Sin embargo, no todo fue color rosa para Yuuri, que se entero de la verdad por la boca de quienes creyó su familia. Saberse comprometido con un príncipe a quien no conocía, era algo que no deseaba aceptar. Viktor no fue diferente, excepto por el hecho de que ya estaba decidido, desobedeciendo a su padre y declarando que se casaría con el joven campesino que conoció.

Al ser llevado al castillo, fue difícil de digerir: saber que toda si vida era una mentira, incluso esa ropa nueva era incomoda para él. Por ello, las tres hadas lo dejaron solo para que llorará. No lo hacía frente a la gente, y se sintió mejor al saber que ellos lo respetaban en eso.

Peor error no pudo ser.

Una voz, lo engatusó y lo envolvió en un trance. Sus pies caminaban en contra de su voluntad, siguiendo lo que le decía. al igual que esa luz verdosa de la que no podía quitar la mirada. Escuchaba, en la lejanía, como Leo, Guang Hong y Emil lo llamaban. No podía regresar, no sabía porque. Ese resplandor lo llevó hasta una habitación, lleno de madera quemada, excepto una rueca iluminada. Sintió deseos irrefrenables de tocar la aguja, lo incitaba. Posó su dedo en la punta, la sangre goteó.

Cuando el trio llegó, era demasiado tarde. Carabosse admiraba como el príncipe Yuuri estaba tendido en el piso, en ese sueño de tormenta eterna.

La esperanza desapareció para ellos, creyendo haberle fallado al niño que vieron crecer. Desconocían como decirle a los reyes que no verían a su hijo. Pero Leo tuvo una solución: no lo sabrían. Estuvieron de acuerdo en echar un hechizo de sueño en todo el reino hasta que el joven despertara.

En medio de eso, una de las hadas descubrió, que el hombre que había conocido Yuuri era su prometido, Viktor, dicho por el Rey Yakov antes de dormir.

Volaron apresurados para buscar al príncipe que podría despertar a su protegido, sin embargo, Carabosse estaba al tanto y se les adelanto. Al llegar a su cabaña, notaron que Viktor fue secuestrado por el maligno hechicero.

Fueron a su castillo de la oscuridad, con magia buena lograron liberarlo y explicarle la identidad del chico que conoció hace poco. Feliz de saberse comprometido con ese amor a primera vista, tomó su arma y fue guiado por las hadas para llegar con su amado.

Carabosse no permitiría eso, el amor no ganaría. Usando sus poderes hizo crecer enredaderas de espinas que le impidieran el paso hacia la torre donde Yuuri dormitaba. Pero el príncipe seguía en su lucha. Mientras más cerca estaba de la torre, más crecían las enredaderas, pero el príncipe no se inmuta. Ya en las puertas, se ve detenido por el mismo hechicero. Decididamente, el oscuro ser uso su último recurso. El fuego lo envolvió mostrando una naturaleza desconocida; un dragón negro intentando atacar a Viktor con llamas ardientes verdosas. Ante semejante monstruo, acorralado en el acantilado, todo parecía perdido.

Las hadas, sin embargo, ayudaron al valiente heredero. Un hechizo a su espada, causando que él la lanzara directamente hacia el enemigo.

El maligno cayó, herido brutalmente. Cuando el trío y el futuro soberano lo buscaron con la mirada, no quedo ningún rastro de él, desapareció.

El héroe fue llevado ante el príncipe durmiente. Admirando su belleza, incluso en el sueño profundo, le dio un beso, esperando con todo el corazón, que se rompiera el hechizo.

Su alegría fue grande, cuando vio sus ojos marrones observarlo, y su sonrisa tímida pero sincera.

Los habitantes del reino despertaron poco después. Los Reyes y la princesa heredera, se llenaron de regocijo al encontrarse, tras largo tiempo, a su hijo y hermano, respectivamente. El Rey Yakov quedó más tranquilo al saber que era el mismo príncipe de quien se había enamorado su hijo. Las tres hadas estaban emocionados por el reencuentro, y, como la felicidad de Yuuri llegaba ese día.

Los meses pasaron, y la boda de Viktor y Yuuri se estaba celebrando.

En medio de esa celebración, también recibieron a otros invitados peculiares; el único amigo que había tenido el japonés en el bosque, Phichit, que, pasó de ser un criado, al esposo del príncipe Seung Gil. El primo perdido de Viktor, apareció con su prometido; Yuri y Otabek estaban acompañados por la ex-ladrona, Mila Babicheva, quien, en sí, los había juntado. El Rey Jean Jacques, de quién nadie sabía, estaba con su prometida, Isabella. Los hermanastros de Phichit fueron invitados igual, los gemelos Crispino, también acompañados de un niño amigo de ambos y admirador del príncipe Yuuri, Kenjiro. El superior de las tres hadas, Christopher, era un invitado de honor por parte del mismo Viktor.

Parecía ser un día hermoso y maravilloso.

...Hasta que la oscuridad regreso.

Carabosse seguía con vida, y, cuando ambos novios se dieron el beso, apareció para hacer una declaración: Nadie conseguiría su final feliz, pues, él preparaba su gran venganza, de la que nadie escaparía. Dicho y hecho, desapareció otra vez, preocupando a todo el mundo.

Yuuri y Viktor buscaban información, cuanto podían. Un día, Chris encontró lo que carcomía con sus cabezas.

El mago oscuro planeaba lanzar un poderoso hechizo, que los llevaría a todos a una tierra sin magia, donde olvidarían todo lo que conocían. Un mundo donde los finales felices no existían.

Preocupados, le preguntaron si había una solución, y él mismo les respondió; el hijo que el príncipe durmiente esperaba iba a ser su salvador, a la edad de 20 años. Debían proteger a Yuuri y al pequeño antes de que la maldición cayera, y eso solo pasaría si transformaban el último roble mágico en un escondite, pues esté podría con el hechizo.

Con dolor, ambos esposos aceptaron que tendrían que separarse para encontrarse en un futuro lejano, por el bien de todo el Bosque Encantado.

Los meses pasaban, el vientre de Yuuri crecía, al igual que la cercanía a que Carabosse terminara de preparar su hechizo.

Sin embargo, el parto fue antes de lo esperado, y el Rey estaba dando a luz antes de tiempo. Ese mismo día, el oscuro mago lanzó su maldición, envolviendo velozmente a todo los reinos, hasta el más recóndito lugar. No existía escapatoria, excepto para el recién nacido, hijo de los Reyes Viktor y Yuuri. El de cabellos platinados, casi fue obligado a llevarse a su bebé al escondite, siendo orden de su esposo, que se lo entrego con el dolor de su alma.

Dejo al niño dentro del armario, pidiéndole que los fuera a buscar cuando sea el momento. Carabosse se digno a mostrarse frente a los reyes, en especial al que le había lanzado el hechizo siendo un bebé. Cuando trato de forzar la puerta del armario...no encontró nada. Los dos padres, estaba aliviados, su hijo estaba a salvo.

El hechicero aún así, se jactaba de haberlos vencido a todos; la maldición llegó hasta el castillo. El Bosque Encantado era absorbido, y de ahí, todo se desvaneció.

Aun así, Carabosse se le olvido el detalle más importante, el que arruinaría sus planes: el niño de sus enemigos vendría a buscar a sus padres y amigos, rompería el hechizo y ya no tendría poder. Sin poder recordarlo, los habitantes del Bosque Encantado esperaban al joven príncipe.

A su salvador, Mamoru.

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Un chico con una casaca roja, observaba las paginas del libro con demasiado interés. La persona al lado de él en el autobús, no entendía como un muchacho entrado en sus veinte, estaría interesado en un libro de cuentos. Bah, debe ser editor o un inmaduro aferrado al pasado.

Centrándonos de nuevo en el hombre, éste parecía ansioso-aunque no se notara mucho-ya que faltaba poco para llegar a su destino; Boston. Ahí se encontraría con alguien que, esperaba no lo tomara por loco.

La voz del chofer anunciaba su llegada, apresurado fue a tomar sus cosas (pocas en verdad) para ir a verlo. Caminando por la calle, intentaba recordar la dirección, hasta que dio con el edificio. Discretamente, entró sin llamar la atención y subió por el ascensor. Paso una mano por su cabello negro, estaba nervioso. Al ver que las puertas se abrían en el piso indicado, salió y fue hasta el departamento que él suponía, lo hallaría.

Respiro profundamente, antes de tocar la puerta.

El sonido de unos pasos acercándose mostraban que sí estaba en casa. Lo primero que sus ojos verdes vieron, fue a un hombre de cabello platinado con flequillo al lado derecho, utilizando unos lentes, detrás de estos unos marrones lo observaban esperando que hablara.

−Se que no me conoces, pero yo a ti sí−vio como lo miraba asustado. Mierda, sonó como un psicópata−No soy un loco, yo solo vine a...−suspiro, no era muy de hablar que digamos, así que fue directo al punto−Feliz cumpleaños número veinte, Mamoru.

Después de eso, recibió un portazo en la cara. Del otro lado decía "Voy a llamar a la policía". Paso una mano por su cara, insultándose por haberse lanzado de esa forma.

−Bien hecho, Milo, lo hiciste asombroso−dijo con sarcasmo.

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Espero hayan disfrutado de la lectura. Dejen sus reviews, pónganlo en favoritos y/o síganlo :) Habrá viktuuri si hacen eso (?)

Sayonara! Goodbye! Tschuws!