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-¿Has hablado con él? –pregunta Mary Mcdonall.

-Sí…

-¿Te encuentras bien? ¿Qué quería?

-Estoy bien, es sólo que… No estoy segura –Lily se dirige hacia uno de los sillones de la Sala Común. Es tarde y sabe que debería irse a dormir pero ahora mismo le resultaría imposible. Se echa hacia atrás su pelo rojo como el fuego y clava los ojos en su amiga –Quería disculparse otra vez.

-Has hecho bien Lily, ya te había dicho que ese Snape no es trigo limpio –se sienta con ella y le acaricia el pelo.

-Lo sé, lo sé… pero era mi amigo –comienza a sollozar –Él me enseñó todo sobre la magia, yo no sabía nada y él estuvo conmigo –se seca las lágrimas con la mano.

-Snape cambió. Puede que al principio fuese una buena persona pero ahora no lo es –asegura- Ya sabes lo que pienso de él Lils.

-Nunca me ha hecho nada a mí. –suspira- Pero era cuestión de tiempo supongo… Sus amigos sí que me insultaban… Y jamás me defendió.

-Sabes tan bien como yo lo que le hicieron a ese chico de primero… sólo porque sus padres eran muggles, Lily, como los tuyos. Y él participó. Serán los futuros mortífagos.

-Lo sé, lo sé… por eso he hecho esto. Se ha acabado te lo aseguro –ve la determinación en los ojos de su amiga pero, también hay tristeza. Tristeza por el niño que fue Severus Snape y que no volverá. Tristeza por el amigo perdido. Tristeza por no haber podido hacer nada.

-Siento todo esto Lily… Sé lo que significaba para ti.

-Tranquila, es pasado, supongo –vuelve a suspirar y aparta los restos de lágrimas de su cara –Oye, me gustaría quedarme aquí un rato. Vete a dormir anda, estoy bien –sonríe.

Sabe que miente pero, ¿qué podía hacer? Comprende que necesite tiempo para asimilar lo ocurrido. No todos los días renuncias a tu mejor amigo de la infancia. Le da un beso en el pelo y, tras echarle una última mirada preocupada, sube la escalera que lleva al dormitorio de las chicas.

En cuanto su amiga se pierde de vista, Lily esconde la cabeza entre sus piernas y comienza a sollozar. Los temblores que recorren su cuerpo son incontrolables, al igual que las lágrimas que parecen no querer parar nunca.

-¿Por qué? –pregunta en voz alta -¿Qué he hecho para merecerme esto Sev? Pensé que éramos amigos maldita sea –golpea el sofá en el que está sentada con todas sus fuerzas.

-Por mucho que destroces el mobiliario, nada va a cambiar- una voz detrás de ella la sobresalta. No necesita girarse para ver de quién se trata. Ha oído esa voz desde primer curso a todas las horas del día y, a veces, de la noche.

-Potter –gruñe sin fuerzas -¿Qué haces aquí? Deberías irte a dormir.

-Te vi aquí y no quise dejarte sola –dice en voz baja. Ahora sí que se gira. Parece que de verdad le preocupa.

-No tienes por qué, quiero estar sola –dice cansada –Vete.

-Lily quiero disculparme contigo –se revuelve el pelo. Ese gesto suyo la enerva siempre. Se cree el mejor sólo por estar en el equipo de quidditch.

-Evans para ti, Potter, y te repito que quiero estar sola –vuelve a sentarse en el sillón. En ese momento no tiene fuerzas para aguantarlo. No ahora.

-Pero… de verdad que necesito explicarte…

-¡No quiero que me expliques nada, maldita sea!- grita sin mirarlo –¡No quiero saber nada! ¡Has conseguido lo que pretendías desde el principio, ya no hablaré más con él! ¡Déjame!

-Yo nunca quise…

-¡Por Merlín Potter eres un maldito hipócrita!- se levanta para enfrentarlo -¡Claro que lo querías, es lo que has querido siempre!

-Lily…

-¡Evans!

-No Evans, yo soy Potter –dice con sonrisa pícara.

Con un grito de frustración, la pelirroja se lanza hacia él. Le da igual no llevar su varita o que él sea más fuerte que ella, quiere hacerle todo el daño que pueda para así poder sentirse mejor. Asombrado, James Potter le coge los brazos cuando empieza a pegarle golpes en el pecho.

-Evans, que haces daño –dice intentado de esquivar un par de patadas por parte de la chica.

-¡Te odio! ¡Todo esto es por tu culpa! ¡Tú eres el que lo has llevado por el mal camino! ¡Lo ha hecho para poder vengarse de ti, para ser mejor que tú! Pero, ¿sabes qué? Él que será un mortífago siempre va a ser mejor que tú, él no se pavonea por ahí, no se cree mejor que los demás, nunca me ha tratado como un objeto, ¡es una buena persona!- grita de rabia y frustración por todo lo que ha pasado. No piensa mucho en lo que dice, sólo necesita desquitarse con alguien. Y ese alguien, como siempre, ha sido Potter. El que siempre ha conseguido sacarle de sus casillas.

-¿Eso crees? –pregunta con la voz tomada. Si Lily se hubiese fijado mientras gritaba, habría podido ver cómo los ojos de color avellana del chico se iban oscureciendo, cómo su rostro, normalmente alegre con una pizca de picardía, se tornaba furioso y dolido, cómo su voz se había vuelto fría como el hielo y cómo su mirada, que siempre la había mirado con amor y adoración, iba adquiriendo un odio que jamás alguien haya contemplado en los ojos de James Potter.

-¡Sí!

-Genial Evans, simplemente genial –la suelta con un empujón que hace que ella se tambalee. Lo mira sorprendida –A partir de ahora, no volveré a molestarte.

En un par de zancadas, alcanza las escaleras del cuarto de chicos y desaparece por ellas. La pelirroja queda confundida en la Sala Común. Sin embargo, decide no darle mucha importancia. Ya antes se han peleado y él ha asegurado que la iba a dejar en paz… para luego redoblar sus esfuerzos por pedirle salir de la forma más extravagante que pueda. Con un suspiro, e intentando tranquilizarse, decide subir a acostarse. Aún quedan un par de días para las vacaciones de verano…