Capítulo 1
Este es mi primer fanfic. Me da bastante corte presentarlo, porque no estoy seguro sobre si está bien hecho o no. Pero siempre he querido escribir, y que la gente lea lo que escribo, así que si os gusta, o creéis que debería cambiar algo, agradecería mucho los comentarios.
Como se trata de un campeón nuevo que no existe en realidad, os adjunto una descripción detallada para que os hagáis una idea de cómo es, para así poder situarlo en la historia.
Descripción del personaje: Nombre: Jet. Joven alto, de unos 18 años. Pelo corto y de punta, peinado ligeramente hacia atrás. Moreno. Tiene una perilla puntiaguda que se extiende por debajo de la barbilla. Ojos verdes. Constitución ágil: no es un flaco sin músculos, pero tampoco esta cachas. Su vestimenta estándar es una camiseta gris oscuro bajo una chaqueta con capucha de color negro con las solapas de un gris un poco más oscuro que la camiseta, que le llega hasta por encima de la cintura, con las mangas arremangadas por debajo de los codos. Lleva unos mitones negros en las manos. Cinturón marrón, pantalones azul oscuro un poco desgastados, y unas botas viejas para correr.
7:30 P.M. Los últimos rayos del Sol bañaban las calles de Piltover. Los múltiples laboratorios y talleres despedían a sus cansados trabajadores, los cuales se dirigían a sus casas para disfrutar de un merecido descanso tras un día de investigaciones y de construcción. A su vez, otros abrían las puertas de sus establecimientos, para ofrecer así una cerveza a quien la solicitara y poder realizar las últimas compras del día.
Mientras tanto, en la comisaría de policía de Piltover, dos de sus mejores agentes se dedicaban a revisar un informe policial en uno de los despachos. Una de las mujeres, con el cabello largo y marrón, se sentaba delante de una mesa atestada de papeles, y se dedicaba a releer por tercera vez aquella lista de crímenes, mientras que la otra, con el pelo más corto y de color rosa, se dedicaba a gandulear en uno de los sofás, mientras manipulaba unos enormes guantes de hierro con un destornillador.
-¿Cuántas veces le hemos arrestado ya?- preguntó Caitlyn, la Sherif de Piltover, a su compañera.
-Si no me equivoco, creo que esta es la cuarta en lo que llevamos de año- dijo Vi, la Agente de Piltover, mientras manipulaba uno de sus descomunales guanteletes.
-Esto no puede continuar así. Si continua transgrediendo la ley, voy a tener que…
-Vamos, vamos, pastelillo…-contestó Vi levantándose del sofá y rodeándole los hombros con un brazo. El peso de su compañera zarandeó a la policía, quien le puso mala cara a modo de respuesta-, no seas tan dura con el chico. Uno hace lo que tiene que hacer para comer.- En vez de responder, la Sherif se limitó a quitarse de encima a Vi, y cogiendo un manojo de llaves, salió por la puerta de su despacho. Vi la siguió con una medio sonrisa en la cara.
-Es posible, pero eso no es excusa para entrar en la casa de alguien a robar.- Atravesaron el pasillo lleno de despachos y salieron a la oficina central de la comisaria, donde la mayoría de policías respondían a la llamada de los ciudadanos y donde se escribían los informes de los delitos. A esa hora, solo quedaban allí uno o dos policías rezagados que se apresuraban a acabar sus informes pendientes.
-Bah, robo… ¿Quién no ha robado algo alguna vez en su vida?- preguntó Vi a modo de broma mientras se dirigían a las escaleras.
-Puede que te sorprenda- le respondió Caitlyn mientras descendía por las escaleras hacia la mazmorra-, pero la mayoría de gente normal prefiere trabajar para conseguir lo que necesita, en vez de quitárselo a alguien por la fuerza.
-Nadie ha dicho nada de usar la fuerza- dijo Vi.- En el informe pone que nunca ha asaltado a nadie. Siempre ha entrado en las casas por la noche a robar.
-¡Claro, como si eso fuese mejor!- respondió sarcásticamente la Sherif.- Mira Vi, no vas a convencerme de que sea blanda con el chico. Me dan igual sus circunstancias, un crimen es un crimen, y si sigue actuando de esta manera, la próxima vez no me limitaré a encerrarlo un par de días.
Las dos agentes llegaron al final de la escalera y se dirigieron hacia la mazmorra. Se encontraba a tres pisos por debajo de la comisaria, y estaba formada por un largo pasillo repleto de celdas donde se encerraban a los criminales en grupos de cinco o seis a la vez. Allí se encontraban tanto los criminales peligrosos a la espera de llevarlos a la cárcel, como a aquellos ciudadanos que transgredían las leyes de forma más leve, como borrachos violentos y jóvenes vándalos, durante unos días para intentar escarmentarlos y enderezar su carácter. A juzgar por la cantidad de delincuentes que tenían allí encerrados, parecía que la cosa no les estaba saliendo tan bien como esperaban.
Avanzaron por el pasillo hasta llegar a una de las últimas celdas ocupadas. En ella, se encontraban tres personas: un hombre al que habían encerrado el día anterior por conducta violenta mientras estaba borracho, un científico anciano que se había peleado con un compañero suyo, el cual había sido encerrado en otra celda para evitar que siguieran peleando, y un joven que dormitaba en uno de los bancos.
Mientras Caitlyn abría la puerta, Vi golpeó con el puño uno de los barrotes.
-¡Eh, Jet! Levanta el culo, puedes irte-. El joven levantó la cabeza y miró con expresión somnolienta a las policías. Se levantó de un salto del banco y se dirigió a la puerta, ya abierta, de la celda.
-Jet, esta es la última vez que te lo advertimos. Si te volvemos a pillar cometiendo un delito, iras de cabeza a la cárcel, ¿me oyes?- dijo Caitlyn, mirando al joven a los ojos.
-Si, señora. Lo que usted ordene- respondió el joven, haciendo un vago saludo marcial a la agente.
-Esto es serio, Jet- dijo Caitlyn.- No habrán más avisos. Has hecho lo que te ha dado la gana demasiadas veces. Estas a punto de…
-Sí, sí, sí. Un gran discurso, pastelito…- dijo Vi, apartando a un lado a la Sherif-. Ahora, deja que hable yo con él.
-¡VI! ¿QUÉ TE HE DICHO DE LLAMARME PASTELITO DELANTE DE LOS RECLUSOS?- dijo Caitlyn con voz airada.
-Relájate, pastel-…, quiero decir, "honorable agente de Piltover"- respondió Vi, haciendo una exagerada reverencia-. Con su permiso, "agente", me gustaría encargarme yo de… "reprender" a este joven-continuó diciendo Vi, imitando ese tono de voz que suele usar cuando quiere hacerse pasar por Caitlyn.
La Sherif cerró los puños y miró furiosa a Vi durante unos instantes. Al final, soltó el aire y prefirió dejarlo correr. Había sido un día largo, y lo último que quería era ponerse a discutir con Vi en las mazmorras, de manera que le hizo un gesto para que prosiguiera, y se encaminó de nuevo a las escaleras.
-Agente, le aseguro que he aprendido la lección- dijo el joven una vez se hubo marchado la otra policía-. No es necesario que me diga nada, de verdad…
-Ya, ¡y yo he dejado el tabaco!- contestó Vi, mientras se encendía un cigarrillo-. Mira, Jet. Ya sé que las cosas no son fáciles en el sitio del que vienes. Créeme, lo sé, yo vengo del mismo lugar. Pero tienes que aprender que hay límites que se han de respetar. No puedes saltarte las normas tantas veces y esperar salir como si nada.
-¿Por qué no? A ti parece que te funcionó.
-¿Eso crees? No estoy en esto por voluntad propia. Cuando me trincaron, me dieron a escoger entre esto, y la cárcel. Y bueno, esto no es tan distinto a lo que hacía antes, así que escogí servir en la policía- Vi cogió el cigarrillo y exhaló una bocanada de humo hacia el techo, mientras recordaba como era su vida antes de conocer a Caitlyn, siempre luchando sola y sin tener a nadie en quien contar-. Cometí errores, y ahora pago por ello, aunque de una forma que me permite seguir partiendo caras a diestro y siniestro-dijo Vi con una sonrisa, que rápidamente cambió a un semblante más serio.
-Lo que quiero decir, Jet, es que si sigues jugándotela con estos robos, muy pronto te veras metido en un lio de los gordos, del que te darás cuenta que no podrás salir sin pagar algo a cambio. Y créeme,-Vi acabó de apurar el cigarrillo y los tiró al suelo, donde lo apagó con el pie-, no será agradable para nadie –Vi colocó una mano en el hombro del joven-. ¿Entiendes lo que quiero decir?
El joven dejó escapar un suspiro, sin mirar a los ojos a la agente:
-Sí, creo que sí.
-Bien. Venga, te acompaño a la salida.
Vi y Jet salieron del calabozo y empezaron a subir las escaleras hasta las planta baja.
-Y a todo esto, ¿cómo están tus hermanitos? – preguntó Vi mientras subían por las escaleras.
-Pues bien. Adele y Nimo esperan que puedas venir otro día de visita, te admiran mucho, y Cleimos sigue queriendo ser inventor… - Jet comenzó a hablar sobre sus hermanos y hermanas, sobre si uno se había caído jugando el otro día, o si una tenía un vestido nuevo que le gustaba mucho. Jet se iba animaba a medida que iba explicando todo lo que les había pasado a sus hermanos pequeños desde la última vez que les vio, antes de que le metieran por última vez en la cárcel. Vi se sorprendió sonriendo al oírle hablar con tanto cariño. Esos niños debían de querer también mucho a su imprudente hermano mayor-… y dentro de poco será el cumpleaños de Tania. Bueno, parece que ya estamos.
Mientras Jet hablaba de sus hermanos, la pareja había llegado al vestíbulo. Vi se acercó a una ventanilla y habló con el encargado, el cual le pasó una bandeja con una chaqueta y otros objetos en ella.
-Toma, tu chaqueta, y tus efectos personales- Vi hizo el gesto de entregarle la bandeja al joven, pero se detuvo-. Y Jet, que sea la última vez. Si no es por mí, ni por ti, hazlo por tus hermanos. ¿Qué crees que será de ellos si te meten en chirona?
Jet sabía a lo que se refería. Pero no tenía más opción, del mismo modo que no la había tenido en el tema del robo. Si tan solo pudiera contárselo a alguien…
-De acuerdo agente, intentaré ser mejor persona – Jet se colocó la chaqueta y abrió la puerta de la salida, mientras Vi le observaba apoyada en la pared-. No quisiera que me tuviera que perseguir lanzando puñetazos con esas manazas suyas- añadió el joven con una sonrisa, mientras se despedía con la mano.
-¡¿Cómo dices, ladrón inmundo?! ¡Lárgate de una vez!- aunque Vi sonaba enfada, en su cara se podía ver una sonrisa picara, ya que por mucho que lo negara, ese chaval era de los suyos: independiente, desafiante, y arrogante como él solo. Justo como cuando ella era una niña.
Vi se encendió otro cigarrillo, y fue en busca de Caitlyn. Ojalá Jet mantuviera su palabra. Odiaría tener que meter a ese chaval en más problemas de los que ya tenía.
8:00 P.M.
Jet caminaba por las calles de Piltover, dirigiéndose a su hogar mientras veía como las primeras farolas de la ciudad se iban encendiendo, iluminando la noche de la urbe. Por todos lados se veían personas dirigiéndose a sus casas a descansar, o a los diferentes bares y tabernas a tomar unas copas para descansar el espíritu y estar con los amigos. Las grandes factorías y los diferentes talleres apagaban sus maquinarias, y Jet vio como las chimeneas dejaban de expulsar sus características bocanadas de humo al cielo, y como sus luces se iban apagando una a una, a medida que los trabajadores dejaban los edificios. En las casas de la gente, estas se preparaban para empezar a cenar de un momento a otro, poniendo la mesa y reuniendo a todo el mundo para comentar sobre lo que habían estado haciendo todo el día.
Jet prosiguió su camino sin detenerse, hasta llegar a las afueras de la ciudad.
Las afueras de la ciudad de Piltover eran muy diferentes al resto de la ciudad. La escasez de trabajo hacia que la mayoría de las personas que allí vivían tuvieran que trabajar en las factorías más grandes, con sueldos no demasiado elevados, de manera que el ambiente era más bien pobre. Los negocios eran más escasos que en la parte más central de la ciudad, y al quedar más alejada de todo, el crimen y la corrupción eran más evidentes. Las casas eran pequeñas, y en algunos casos presentaban signos de abandono y ruina. Los establecimientos eran más sórdidos, siendo frecuentemente visitados por todo tipo de personas de siniestras intenciones. Muchos de los jóvenes que allí vivían, como Jet, acababan robando o uniéndose a otros criminales para vivir.
Después de caminar un rato, Jet acabó llegando a su destino. Delante de él se encontraba un edificio rodeado por una pequeña muralla que en otros tiempos había sido un almacén industrial de considerables proporciones. Después de que fuera abandonado, mucha gente lo había reutilizado para sus propios fines, ya fuera como vivienda, o como taller privado. En la actualidad, un viejo cartel colgaba torcido de la puerta, con las palabras "Orfanato de Piltover: El Rayo de Esperanza" en el. Jet entro en el recinto y se dirigió a la puerta.
Cuando se disponía a llamar, un pensamiento cruzó su mente: ¿Qué le diría a Hazel? Esta ya le había advertido de que no se metiera en líos innecesarios, y si se enteraba de que le habían vuelto a arrestar, le haría fregar todo el edificio a él solo, o peor, le dejaría sin comer una semana. Hazel podía tener buen corazón con los niños, pero a Jet no le pasaba ni una. Jet arregló el cartel para que dejara de estar torcido, y pensó en una excusa convincente antes de picar a la puerta.
Unos instantes después, la puerta se abrió, y Jet recibió un capirote en la frente por parte de la mujer que la había abierto. La mujer aparentaba tener unos 30 años, aunque las arrugas de su rostro revelaban que rondaba ya los 40. Su pelo, negro y plagado de canas, estaba recogido en una gruesa coleta decorada con flores y pasadores de vivos colores. Vestía de forma sencilla, con una falda de color carmesí y una blusa blanca debajo de un chaleco beige muy remendado. En esos momento llevaba, además, un viejo delantal salpicado de diferentes colores.
La mujer miró severamente a Jet, que en esos momentos se masajeaba la dolorida frente.
-¿Dónde has estado?-preguntó la mujer al joven.
-Hola a ti también, Hazel- respondió Jet. Se fijó entonces en el delantal de la mujer-. ¿La despensa ha explotado, o es que has vuelto a cocinar?- Otro capirote. Jet se masajeó la enrojecida frente mientras sonreía.
-Jet, ¿tienes idea de lo preocupados que estábamos? Cuando vimos que no regresabas, temimos lo peor… -Hazel abrazó a Jet, y este le devolvió el abrazo. Cuando se separaron, Hazel le dio un tercer capirote en la frente a Jet-. ¡Siempre igual, algún día me va a dar algo…!- Hazel se hizo a un lado, y dejó que Jet entrara dentro.
En un principio, el almacén se trataba de un amplio espacio vacío donde poder almacenar grandes cantidades de mercancías. Hoy día, el orfanato lo había adaptado separando los diferentes espacios con paredes de lonas, separando una mitad para tener un sitio donde pudieran jugar los niños, y uno donde poder comer y dormir. Las viejas oficinas del almacén eran las dependencias privadas del dueño del orfanato, un tipo llamado Groyl.
El interior del edificio, aunque estaba en el mismo estado que el exterior, resultaba cálido y acogedor. El suelo de piedra estaba recubierto de alfombras de varios tipos, cambiando su tamaño y colores, algunas con tantos remiendos que no se podía saber cuál era su color original. Las paredes habían sido recubiertas con lonas para evitar que entrara el viento y se escapara el calor. En las zonas donde las bombillas no iluminaban, se podían ver grupos de velas encendidas, y las ventanas habían sido reforzadas para evitar que el viento las rompiera. Las habitaciones separadas por telas contenía tres espacios destinados a albergar 20 niños cada una, un espacio más grande donde se servían las comidas, un espacio destinado al cuidado de los enfermos y heridos, y unos espacios apartados donde dormían los trabajadores del orfanato por separado, que en aquellos momentos eran solo Hazel y Jet.
Jet atravesó la mitad descubierta del almacén y se dirigió a la zona de las lonas. Hazel, siguiéndole de cerca, le preguntó:
-¿Cómo fue el encargo?
-Mal- dijo Jet mientras se quitaba la chaqueta-. Las cosas se torcieron desde el principio. Se suponía que teníamos que entrar en la mansión de aquel tipo por el tejado, pero uno de esos paletos que el cliente contrató hizo saltar la alarma.- Pasaron por los diferentes habitáculos, vacios a aquella hora, ya que todos sus ocupantes se encontraban entonces en la zona del comedor.- Huyeron como ratas. Yo intenté completar el encargo,… y me pillaron. ¿Qué tal las cosas por aquí?
-Bien, bien,… Los niños estaban muy preocupados por ti. Les sigo diciendo que no estás porque tienes que trabajar de noche en las fábricas, pero aun así se inquietan- Hazel se detuvo en una de las habitaciones para recoger unos papeles que estaban esparcidos por el suelo. Miró con cariño los dibujos que habían hecho los pequeños, y los dejó sobre una mesa.- Ojalá no tuvieras que jugarte la vida de esta forma.
-Lo sé, pero ya sabes cómo son las cosas. Si no colaboro, Groyl…- Jet se detuvo de repente-. ¡Mierda! Aún tengo que ir a hablar con él- Jet se dio la vuelta hacia las escaleras que llevaban a las viejas oficinas, pero Hazel le detuvo poniéndole una mano en el hombre.
-Eso puede esperar. Ahora lo que debes hacer es ir a ver a tus hermanos y hermanas, para que vean que estas bien.
-Pero…
-¡Nada de peros! ¡Al comedor, jovencito!- Aunque Hazel intentó sonar autoritaria, su semblante serio no aguantó demasiado, ya que enseguida volvió a mostrar su característica sonrisa, que podía calentar el calmar el llanto de un niño, y calentar el corazón mas frio. Sin saber porque, Jet se sintió más animado, y sonrió de igual forma. Se puso serio, y adoptando un rígido saludo militar, dijo: -¡Señor, si señor!- y salió desfilando hacia la zona del comedor.
Hazel observó alejarse a Jet. Aún recordaba el día en que Jet llegó al Rayo de Esperanza por primera vez.
Hace 17 años, Jet llegó a las puertas del orfanato en forma de bebé abandonado. Lo habían dejado en la puerta dentro de una cesta. Ni notas, ni señas de su procedencia. Hazel lo crió junto al resto de huérfanos de Piltover.
Desde el principio, Jet fue un niño muy activo. Corría más que nadie, trepaba a todas partes,… Parecía que nunca se le acababa la energía. Aunque los niños mayores no le hacían mucho caso, los más pequeños lo veneraban como al perfecto hermano mayor, siempre dispuesto a ayudar a los otros, o a protegerlos de cualquier peligro. Los años pasaron, y aunque pasaron muchas parejas por el orfanato, nadie parecía interesado en un niño tan activo y receloso de los adultos como Jet. Criarse en aquel ambiente marcaba mucho a los niños, quienes no acababan de confiar nunca en los mayores, tan propensos a las mentiras y a los crimenes. Cuando todos los niños mayores se hubieron ido, ya fuera con familias adoptivas, con grupos criminales, o por su propia cuenta, Jet decidió quedarse, y seguir cuidando de los pequeños. Se esforzaba mucho para que a los niños no les faltara de nada, y para aligerarle la carga a Hazel lo máximo posible. Las cosas no eran fáciles, pero iban tirando.
Hasta que el encargado del orfanato, Groyl, posó sus ojos en Jet.
Groyl era un hombre mezquino y cruel al que no le gustaban los niños, razón por la cual todos se extrañaron cuando decidió encargarse del orfanato. Aunque él decía que lo hacía por caridad, la verdad era otra. En secreto, se dedicaba a interceder entre clientes y criminales, dirigiendo una pequeña red de contrabando y robo con la cual embolsarse mucho dinero. El orfanato le servía de base, tapadera, y en el caso de Jet, como centro de reclutamiento. El había estado observando las habilidades de Jet para correr y trepar, y con el incentivo adecuado, consiguió que Jet trabajara para él, como ladrón y mensajero, y a veces como cómplice en asaltos a viviendas. Hazel no aprobaba esa vida para el joven, pero Jet le aseguraba que no pasaba nada. Solo el sabia como le había convencido Groyl para cometer esos crímenes, y Jet se negaba a hablar. No podía hablar con la policía, ni buscar ayuda en ningún sitio. Las afueras de Piltover, o Bajo Piltover, como la llaman sus habitantes, quedaban fuera del ojo e interés del resto de la ciudad, Alto Piltover.
Cuando empezó a trabajar para Groyl, Jet cambió. De cara a los niños, siguió siendo el simpático hermano mayor de siempre. Pero Hazel lo notaba. Jet se volvió más duro, menos alegre, siempre huraño y con prisas. Jet acabó muy mal en muchos golpes, ya fuera acabando en una celda, o en la cama con heridas por el cuerpo. Hazel intentó salvarlo, intentó que dejara a Groyl, que se fuera, que buscara una nueva vida lejos, y viviera feliz. Pero el siempre se levantaba, y con una sonrisa, le decía: "¿Pero qué dices? Ya estoy en casa".
Hazel se acercó al comedor, donde los niños habían rodeado por completo a Jet, entre abrazos y risas. Se le colgaban del brazo, de los hombros, intentando llamar su atención. Jet intentaba prestar atención a todos, acariciando cabezas, riendo bromas, y recriminando afectuosamente alguna travesura, aunque al final acababa proponiendo otra broma distinta. Verdaderamente, Jet pertenecía a ese lugar, entre sus hermanos y hermanas.
Bien, hasta aquí el primer capítulo (más largo de lo que pretendía). Empiezo despacio, para ir presentando a Jet como persona. Iréis viendo como se acabara uniendo a la Liga, y cuáles serán sus habilidades, pero eso será más adelante. Espero que os guste, dejadme comentarios (los agradecería mucho, para ver cómo mejorar), y a seguir disfrutando
