Este fic participa del reto: "Drabbles, drabbles y más drabbles" del foro "Multifandom is the new Black".
No vales lo que cuestas
Nada más y nada menos que en el castillo Mercurius, el muy zoquete había abierto una brecha del tamaño de un barco en el castillo Mercurius. Y él se había visto obligado a hipotecar prácticamente al gremio de Fairy Tail y a todos sus miembros para poder evitarle la prisión. Eso sí, tras millones de disculpas y de promesas que lo atarían de manos y pies prácticamente para siempre. Para siempre... Condenado Salamander...
El Maestro Makarov iba pensando en todo aquello mientras caminaba por las calles de Crocus, al encuentro del "Dream Team". Cómo no: Erza, Lucy y Gray se habían negado en rotundo a abandonar a Natsu en un momento tan complicado como aquél, en el que no sólo su pertenencia al Gremio, sino su propia condición de mago, pendían de la cuerda más floja que pudiera imaginarse. No fue capaz de evitar que en su viejo y ajado rostro apareciese una sarcástica sonrisa al pensar en todos ellos pues, definitivamente, el mentecato de su más aventajado discípulo no podía ser tan inútil, ni tan descerebrado como parecía en numerosas ocasiones, cuando tres de los mejores magos no ya del Gremio, sino de todo Fiore, estarían dispuestos a dar sus vidas por él fuera cuando fuera, como fuera y donde fuera.
Aún así, merecía un castigo ejemplar. No podía ir por ahí en plan "Salamander" destruyendo, simplemente, cualquier obstáculo que se interpusiera entre él y su destino.
Los cuatro amigos lo aguardaban en silencio y, al verlo llegar, Natsu se adelantó a los demás y encaró a su viejo Maestro con valentía, muy serio, dispuesto a asumir cualquier castigo que le fuera impuesto por el bien del Gremio.
—No vales lo que cuestas —Makarov declaró, traspasándolo con una mirada de gélido desprecio.
Al escuchar aquellas palabras, el mundo del joven dragonslayer se desmoronó. Jamás se había sentido tan insignificante, tan miserable, como en ese preciso momento. Desvió la mirada, abatido, creyendo que ya nada valía la pena en la vida para él.
—Es broma, chaval —el Maestro afirmó con sádico placer—. Aunque, quizá, no del todo. —Le guiñó un ojo con picardía.
Natsu lo miró sin comprender sus últimas palabras, temiendo lo peor.
—Este será tu castigo: Te he ofrecido voluntario para trabajar, durante un año entero, como grumete en el gran barco que los miembros del Nuevo Consejo de Magia usan en sus desplazamientos oficiales. ¿Crees que valdrás lo que cuestas? —preguntó con voz angelical e inocente.
Frente a él, la sangre de Natsu se congeló en sus venas y su rostro adquirió la apariencia cadavérica que, sin duda, tendría un día tras otro, una hora tras otra, un minuto tras otro, un segundo tras otro... en aquel maldito barco en el que, sintiéndose mareado y enfermo a todas horas, creería estar muriendo.
Tras este, Gray rompió a reír sin poder evitarlo, infinitamente divertido.
