"…mmm…" Tal vez haber bebido una cantidad exagerada de alcohol la noche anterior no había sido la mejor idea después de todo. "…uhm…" El temor de que el abrir los ojos a la mañana siguiente y que toda la habitación continué dando vueltas era lo que prevenía a la rubia de continuar despertando. "Rayos…"
Quinn se llevó una mano para sentir su propia frente, no quería abrir aún los ojos pues sabía que la resaca de esta ocasión sería épica. Envuelta sólo con la sábana de la amplia cama, giró y con una lentitud cuantiosa comenzó a abrir sus ojos, primero tratando de acostumbrarse a la molesta luz del día que se filtraba por la enorme ventana y después para asegurarse de que se encontraba en el lugar donde ella creía que estaba.
"Vaya. El mismo sitio de siempre ¿eh?" Habló la rubia, no sin antes incorporarse un poco y seguir mirando a los alrededores. Era realmente increíble que aún y después de ya varios encuentros como este siguieran optando por el mismo Hotel de siempre. Tal vez se debía a que en ese lugar todo había comenzado hace un par de meses, se trataba de un detalle curioso realmente pensaba, curioso pero divertido y excitante.
Extendió los brazos por encima de la cabeza para sentir la relajante sensación del estiramiento matutino, después de todo la resaca no parecía ser tan mala, no pasaba de tener una ligera sensación de mareo. "Uhm, que tierna" Atinó a decir cuando al terminar el estiramiento giró su rostro al diminuto buró cercano a la cama y pudo distinguir una nota de caligrafía excepcional, -Te veías tan dulce durmiendo, así que no quise despertarte- S.
La nota no sólo estaba escrita a molde con una letra magnífica, sino que también poseía un inconfundible aroma a rosas y cítricos.
Sostuvo la nota entre sus manos y la admiró un par de minutos, no le importaba en lo absoluto su parcial desnudez, pues la sábana sólo la cubría de la cintura para abajo. Desacomodó aún más su alborotado y corto cabello y se tumbó boca arriba sobre la cama.
"No te odiaría si al menos por una vez despertaras a mi lado… o sin tan sólo me dieras tu nombre." Su voz fue clara, un monólogo, pues sabía que se encontraba sola en aquella habitación, sola al igual que las otras veces.
Decidió no perder más el tiempo, salió de la cama vistiendo absolutamente nada y caminó directamente a la ducha, no sin antes dar un breve vistazo por la ventana y admirar el amanecer en New York, el movimiento de los vehículos nunca cesaba, los peatones cruzando las concurridas esquinas, los deportistas sacando a pasear a sus perros, Si, esta era New York, una ciudad muy activa desde tempranas horas.
-oooooo-
"¿Un poco más de Café Srita. Fabray?" Preguntó una escuálida mujer de no más de 22 años al seguir a su jefa por el corredor de la oficina. Se sentía intimidada por la presencia de Quinn Fabray en todos los sentidos, después de todo se trataba de una mujer exitosa, a penas de escasos 24 años, hermosa físicamente, cuerpo de diosa, cabello rubio, ojos color miel, y una melodiosa voz, editora en jefe de una de las más prestigiadas extensiones de la revista Vogue. Esta extensión no sólo trataba de la moda y la vanguardia, si no de la vida en general, toda buena historia, inspiradora y trascendental podía aparecer en esta revista, siempre y cuando cumpliera con los estándares y pasara la prueba de ojo escudriñador de Quinn Fabray.
"Descuida Emily, está bien." Fue la breve respuesta que obtuvo la joven pelirroja. "Puedes llamarme Quinn ¿lo sabes? Todo este asunto de la formalidad no me parece, llevamos trabajando juntas casi un año entero." La rubia sonrió amablemente a su joven asistente, esperando que por fin accediera a llamarla por su nombre.
"Uhm… claro, lo sé. Q-Quinn… ¿Hay algo más que pueda hacer por usted? Le he dejado el material de redacción en su escritorio, parece ser que todo está en orden, sólo esperamos su aprobación para imprimir el ejemplar del mes."
"Todo en orden entonces. Tómate un descanso, te lo mereces."
Emily se retiró asintiendo con la cabeza, era una chica brillante, aunque con un pésimo sentido de la moda. Dejando eso del lado, Quinn la consideraba un prospecto ejemplar para trabajar en la revista, después de todo tenía la visión y la pasión por el trabajo, y de esto se trataba todo, ser tu mismo, no como los medio desean que seas… era claro la razón por la que la revista estaba funcionando como debía de ser.
Quinn entró finalmente a su oficina y se sentó en el escritorio, literalmente encima de él, desabotonó su blusa de la parte superior y enmarañó su cabello. Odiaba estar detrás de ese escritorio, creía en el liberalismo, y estar sentada en ese lugar no hacía más que recordar a sus asistentes que eran sólo eso, asistentes… no era la imagen que quería construir de sí misma.
"Veamos" Dio un sorbo a su café, dulce, perfecto, caliente, excelente. Acomodó un montón de hojas en su escritorio y se dispuso a leerlas y analizarlas. De nuevo, su equipo había hecho un buen trabajo. El tema principal del mes era el material reciclable, como la basura de otros podía ser moda y arte para los demás. La historia principal trataba de una mujer en sus 40's que estaba innovando una manera de transformar casi cualquier cosa inservible en un elegante diseño. Interesante pensó. "Publiquemos entonces"
Se aproximó al ventanal de la oficina a observar el andar e los transeúntes, amaba esta ciudad al igual que las personas en ella. Bebió el último sorbo de su café y echó la mente a volar. Hoy ya hace un mes de su encuentro con aquella hermosa mujer, aquella Latina de nombre desconocido que la había cautivado desde el primer momento en que cruzaron miradas en aquel salón de baile. Pensar en ello lo hacía sonreír y al mismo tiempo sentir un poco de culpa.
Era la boda de su ex – profesor de la Preparatoria, cuando perteneció al club glee, poco popular en su tiempo. Lamentablemente la boda no había terminado con el éxito esperado, la novia no acudió y el Sr. Shuester quedó devastado… por otro lado, algo inusual sucedió, una morocha entre los invitados captó su atención. Era hermosa, sus labios rojos, su mirada penetrante y esa sonrisa maliciosa… fue la primera vez que la vio, pero nunca habló con ella.
Fue hasta hace un par de meses cuando todo ocurrió, un bar, una fiesta con sus antiguos compañeros Rachel y Kurt, se encontró de nuevo con ella. Lo mismo sucedió, fue una especie de instinto lo que la hizo voltear en su dirección, pero esta vez fue distinto, habló con ella… claro, si consideramos que "¿puedo invitarte un trago?" sea una conversación completa.
Una cosa llevó a la otra, en un momento bailaban, disfrutaban, y al otro estaban en un cuarto de hotel disfrutándose pero en otros términos. Nunca había sentido placer igual, ni siquiera con ninguno de los chicos con los que estuvo en la preparatoria.
A partir de ese momento, se volvió una especie de suceso en su vida, al día siguiente cuando despertó sola, supuso que fue cosa de una sola vez… pero volvió a suceder un mes exacto después. Se reencontraron en una fiesta de las revistas competidoras y todo sucedió tal como antes. Sus cuerpos se encontraron y se rindieron el uno al otro. Fue mágico.
Sucedió nuevamente al transcurrir otro mes, esta mujer parecía venir con la luna, e igual de hermosa que siempre, si siquiera sabía su nombre, no había cruzado palabra con ella más que un torpe saludo y un ven conmigo… eso había sido todo.
"Espero que no llegues tarde" Dijo por fin la rubia, mirando su reflejo en el vidrio y dándose paso para abandonar su oficina.
-oooooo-
"¿Linda fiesta, eh?" Paúl, uno de los chicos de la redacción comentó al aproximarse a Quinn.
"Bebidas gratis, es bueno a mi parecer." Arqueó una ceja acercando la copa a su compañero en forma de brindis. Paúl siguió el ejemplo de la chica y soltó una sonora carcajada. Era un chido bien parecido, alto, moreno, puertorriqueño y con una genuina sonrisa en el rostro que invitaba a la diversión.
"Buen trabajo el de hoy por cierto, eché un vistazo a la pre-publicación del mes y me parece magnífico, simplemente magnífico." Dio un sorbo a la copa en su mano "¿Crees que podría usar una de esas cosas ecológicas? Ya sabes, una hoja como la que usaban Adan y Eva tal vez." Fue el turno para Quinn de reír.
"Seguro, sólo espero que no despiertes en prisión por cargos de exhibicionismo." El chico rió y se alejó tan pronto como había llegado. La rubia lo miró alejarse y adentrarse a la saturada pista de baile, después de todo, era para lo que todos estaban ahí esa noche, divertirse, reír, tal vez una conquista o dos y pasar un buen rato.
La noche pasaba con una lentitud palpable…No es que la fiesta no fuera amena y que el resto de los muchachos de redacción e invitados casuales no generaran un buen ambiente, tal vez sólo era que Quinn no estaba de humor para tanta celebración.
Fue entonces cuando la vio, todo en ella llamaba la atención, ¿cómo es que los idiotas que estaban ahí no podían notar su presencia? Pero aún… ¿había estado todo el tiempo ahí? ¿Cómo no había notado ella su presencia?
La misma latina de la vez anterior, y la anterior, y la anterior a esa… la misma mujer de firmes y pronunciadas caderas, labios que invitaban al beso y los mismo ojos negros que resplandecían con la tenue luz del lugar. Se abría paso entre la concurrencia y se dirigía a la misma barra donde la rubia se encontraba.
"Un Whiskey, por favor" Impresionante, era la primera vez que la escuchaba decir más de dos palabras, sin contar por supuesto los suaves susurros y gemidos que solían compartir. "¿Noche larga?" Se animó a decir y dirigió descaradamente su penetrante mirada a la chica que se encontraba a su lado. Su ronca y sexy voz pareció por un momento perforar los oídos de la rubia y su corazón, además de otras partes de cuerpo dieron un vuelco.
"Y que lo digas." No perdió tiempo en cubrir con su mirada el contorno de la latina, una suave tela roja cubría esas perfectas curvas, esas curvas que ya conocía y había tenido la delicia de probar con anterioridad. "Me pregunto si…"
"¿El mismo lugar de siempre?" La interrumpió la morena antes de que pudiera continuar. Mezclando el ambiente con una de sus sonrisas de medio lado.
"Por supuesto" No hubo necesidad de pensar más tiempo esa respuesta.
-oooooo-
"Mmm-mmm" Un gemido, era lo único que podía distinguirse de sonidos en aquel mismo cuarto que siempre había presenciado tan furtivos encuentros. "Uhmm…" No podría decirse a cuál de las chicas pertenecía.
"Esta… esta vez…" La rubia trataba de articular palabra, pero le era sencillamente imposible, sentía un suave calor recorrer todo su cuerpo, besaba insistentemente aquellos suaves labios y se aferraba a una cabellera negra. "…Tardaste…" Terminó su oración.
La morena no daba crédito a lo que hacía, estaba encima de la belleza de ojos miel tratando de contener su propia respiración, si es que eso era posible. Uniendo sus cuerpos, no permitiendo el espacio entre ambas y aferrada a su cintura y labios rosas.
El suave vaivén de sus caderas indicaba que estaban cerca, muy cerca, una explosión de placer se generaría entre ellas y estaban plenamente consientes de ellos, lo esperaban… lo deseaban.
"Uhmm…" Podían sentirlo, al mismo tiempo, era como una conexión, algo que no podían describir con palabras, el placer, el confort, la seguridad.
Fue cuestión de un momento más cuando el éxtasis llegó a los agotados cuerpos… no fue el primer round después de todo… ¿el tercero, el quinto? Nadie llevaba la cuenta de cuantas veces habían experimentado placer esa misma noche.
Una agotada latina se alejó para tomar un poco de aire y la rubia resintió la lejanía de su cuerpo, parte de su calor se fue con ese brusco alejamiento. Un momento de silencio fue lo que compartieron para tratar de menguar sus respiraciones, apaciguarlas y frenar el latir de sus corazones desbocados. Un momento en paz, si ajetreo físico ni sexual. La morena se tumbó boca arriba junto a su acompañante y dio un profundo y largo suspiro antes de comenzar a hablar aún con sus ojos cerrados.
"Lo siento" Fue casi en un susurro, pero la rubia logró percibirlo perfectamente, quizá estaba agotada, pero sus sentidos estaban más alerta que nunca. "Lo siento…" volvió a repetir la cansada y ronca voz.
Quinn miró a su compañera y apreció su perfil por unos segundos, era hermosa, verdaderamente hermosa, nunca había visto a nadie como ella. "¿Qué es…?" Atinó a decir mientras en un suave gesto de aproximó de nuevo a ella y acarició su mejilla con la yema de los dedos.
"Llegué tarde." Una sonrisa cansada se dibujo en los labios de la morena mientras dirigía la vista a la rubia que igualmente sonreía. Quinn consideró eso como el gesto más hermoso del mundo, no sabía el porqué, pero se sintió conmovida… algo en aquella mujer… algo le hacía sentir… todo lo que nunca antes había sentido. Se aproximó cautelosamente a sus labios y la besó, sin presión, sin prisa, sólo un suave beso en aquellos suaves labios y se acurrucó a su lado.
"Llegaste, es lo que importa" No sabía cómo había llegado a esa situación, estaba en los brazos de una total desconocida, con la cual había compartido el mejor sexo de su vida, no sabía su nombre, no sabía que hacía, no sabría cuando la vería de nuevo… sólo sabía que lo haría, y eso era suficiente. "Quédate" Habló de pronto la rubia en un cansado tono y cerrando de nueva cuenta sus ojos.
"¿Es lo que quieres?" Preguntó una igual cansada voz en la tenue obscuridad.
"Si" La respuesta fue firme y sin dudas. "Quédate esta noche"
Un momento de silencio acompañó el momento, ¿era una aventura? Probablemente, pero no engañaba a nadie ¿estaba enamorada de esta mujer? No lo sabía, ni siquiera se había preguntado si era Gay al menos, nunca había estado con una mujer antes… pero no le preocupada en lo más mínimo. Al menos esta noche tendría la seguridad de no despertar sola… con una completa desconocida… pero al menos no sola. Con esta maravillosa latina que la hacía feliz una vez al mes.
"Por cierto…" La morena volteó el rostro y suavemente atrapó los labios de la rubia entre los suyos, el beso fue casto, a penas si ejerció presión. "Soy Santana." Sonrió durante el beso.
La rubia devolvió el gesto y entre una suave y cansada risa contestó "Quinn." Se besaron por última vez antes de rendirse al sueño y la fatiga, pero con una sonrisa en el rostro.
