Disclaimer: Los personajes de Naruto son propiedad de Masashi Kishimoto-sama.

Aviso: Este fic participa del topic "Escuela Shinobi: creación de fics" del foro de "La Aldea Oculta entre Las Hojas".


Ilusión.

Capítulo 1: Suposiciones.

.

—¡Naruto! ¡Naruto, por favor ayúdame! —gritó Hinata desde el otro lado de la puerta.

El aludido golpeaba una y otra vez la puerta, intentando derribarla sin éxito. Sabía que le estaban haciendo daño a su Hinata, sabía que alguien macabro la estaba lastimando y haciendo desangrar despiadadamente, pero extrañamente, no sabía como lo sabía, él sólo había escuchado los gritos de auxilio y había acudido a la habitación de huéspedes, de donde salían los pedidos de auxilio.

—¡Ay! ¡Me duele! —gritó la ojiperla mientras sollozaba— ¡Basta, por favor! ¡NARUTO!

—¡Hinata-chan! —Continuó golpeando la puerta.

Sentía el dolor que ella de seguro debía estar sintiendo. El rubio, desde el otro lado de la puerta, golpeaba desesperadamente a ésta para que se abriera. La desesperación comenzaba a trastornarle la cabeza. ¡Estaban haciéndole daño a su mujer y él no podía hacer nada!

Sentía que iba a llorar. Los gritos desgarradores de dolor de la ojiperla cada vez se hacían más audibles, al punto de hacerle eco en los oídos del Uzumaki, a quien comenzaban a dolerle los mismos, incluso llegó a pensar que le saldría sangre por las orejas.

—¡Naruto! —Los gritos continuaban torturándolo.

—¡Cállate, maldita! —dijo un tercero, con una voz extrañamente conocida.

Al rubio se le paró el corazón. Esa voz parecía ser la de... No, no era él. No podía ser él. ¿No podía?

—¡Naruto!

...

—¡Naruto-kun! —Volvió a llamar la ojiperla, quien llevaba un buen rato intentando sacarlo de ese trance en el que se encontraba mientras miraba el techo de la habitación.

—¡Hinata-chan! —dijo el aludido, abrazándola hasta asfixiarla.

El rubio supuso que todo había sido sólo una «pesadilla».

.

.


.

Dos días después...

.

Llovía como semanas antes no lo hacía. Las gruesas gotas de agua caían tan fuerte que hacían parecer que más que gotas estuvieran cayendo piedras del cielo. El viento era fuerte, tanto, que hacía que las persianas de la casa Hyuga-Uzumaki se golpearan estruendosamente contra las ventanas.

En el interior del amplio pero acogedor hogar, se encontraba casi todo en silencio. Apenas si se escuchaba cuando Hinata pasaba las hojas de su libro, sentada tranquilamente en su sillón favorito de la sala de estar, y era mínimo el sonido que hacía el fuego encendida en la cocina, la cual estaba en proceso de hervir agua en una pava para hacer té.

El té no era para ella, más bien se le había ocurrido que cuando su marido llegara con su mejor amigo, Sasuke, el cual había tenido un accidente en una ruta desolada, casi en un territorio desértico, ambos necesitarían algo caliente y reconfortante para beber.

Tocaron varias veces la puerta, de forma estruendosa, lo cual sobresaltó a la ojiperla, que de inmediato se recompuso y corrió hacia la puerta y abrió, para encontrarse con Naruto, empapado de pies a cabeza, al igual que el Uchiha, el cual estaba herido del lado derecho y en su cabeza, y estaba siendo cargado por el brazo del Uzumaki.

—¡Sí que hace frío! ¡Ttebayo! —se le escuchó decir en tono de broma al Uzumaki que tiritaba en la entrada.

—Entra de una vez, dobe. —dijo el pelinegro, con su acostumbrada impaciencia.

El rubio obedeció y entró, para darle un casto besos en los labios a su esposa ojiperla y a continuación quitarse sus botas negras, totalmente empapadas y llenas de barro, y su campera, dejándolos a un lado de la puerta. Ayudó a su amigo a hacer lo mismo, teniendo cuidado de no hacerle doler la herida más de lo que ya lo hacía.

Habían llegado bastante rápido, apenas si Hinata había alcanzado a leer un par de páginas de su libro y ya había vuelto Naruto junto con el pelinegro. La razón era simple; el rubio, desde su última pesadilla, había estado muy paranoico, al punto de no querer dejar sola ni con nadie —ni si quiera con sus amigos— a su ojiperla, además de cerrar con doble cerrojo la puerta del cuarto de huéspedes.

—Hola Hinata-chan. —saludó con su acostumbrada seriedad, mientras intentaba quitarse su campera con suma delicadeza.

—Hola Sasuke-kun. —le devolvió el saludo la ojiperla junto con una amable y cálida sonrisa.

Al ver que estaba herido, la ojiperla corrió desesperadamente hacia el baño, donde tenía un botiquín de primeros auxilios, para luego volver, lista para hacer de enfermera y atender las heridas del pelinegro.

Luego de que Kō, quien al casarse Hinata, abandonó la mansión principal de los Hyuga y se convirtió en mayordomo de la "señorita Hyuga" para seguir siendo su cuidador/niñero debido al gran cariño que le profesaba a la muchacha, les trajera una toalla para que ambos recién llegados se secasen y se llevara las toallas, botas y demás ropa mojada a lavar, Hinata curó y vendó la heridas de Sasuke, para que luego los tres se sentaran a tomar té.

—Gracias. —agradeció en seco el Uchiha mientras recibía una taza de té que le extendió la ojiperla.

—De nada. —respondió suavemente ella.

—Y gracias por curarme y dejarme quedarme aquí un tiempo. —añadió rápidamente, para luego sorber su té.

—¡No hay problema, Sasuke-teme! ¡Puedes quedarte el tiempo que quieras-ttebayo! —dijo el rubio.

—¿Te quedarás aquí? —repitió la Hyuga— N-no es que sea u-un problema —se apresuró a agregar la ojiperla, para no ofender al invitado—, si no que pensé que sólo te quedarías esta noche y luego volverías a tu casa. —explicó tranquilamente.

—Naruto no te avisó nada, ¿cierto? —Miró de soslayo al rubio con seriedad.

—Lo siento por no avisarte, Hina-chan. —dijo rascándose la nuca nerviosamente y algo apenado.

—No hay problema —Tomó un sorbo de té—. Si se puede saber, ¿Porqué te quedarás un tiempo? ¿Sucedió algo con el lugar en el que vivías? —preguntó con algo de curiosidad.

—¡Si, teme! ¿¡Qué sucedió!? ¡Jamás terminaste de contarme! —terció el rubio.

—Así es —contestó tajante el pelinegro—. Ya sabes que vivo en una casa moderna, en el bosque cerca de la montaña, algo alejada del pequeño pueblo que está allí —Ambos, marido y mujer, asintieron—... Bueno, hubo un incendio forestal en el bosque, el incendio llegó hasta mi casa y la calcinó casi por completo, se dice que fue intencional, por eso iba en camino hacia el pueblo y mi casa aunque estuviera hecha cenizas, quería comprobar que el incendio fuera hecho a propósito y luego vengarme del mal nacido que destruyó mi casa... —explicó con tranquilidad.

La ojiperla sólo se quedó callada, pálida; le daba miedo como hablaba el mejor amigo del Uzumaki, era conocido por su tendencia a la venganza y su poco sentido del humor. Sabía que el pelinegro hablaba en serio, por lo que decidió llevarse la taza de té a la boca al no tener nada que decir.

—Jamás cambiarás, teme. —comentó el rubio negando con la cabeza divertido.

Era muy conocida la naturaleza vengativa del Uchiha, inclusive había estado en la cárcel, o más bien había sido fugitivo por un tiempo por varios delitos de alto grado, al igual que su hermano mayor, Itachi, pero ambos habían logrado evadir la cárcel con trabajos comunitarios y servicios a los policías y políticos corruptos, para luego con las ganancias abrir una estación de policía y seguir ganando dinero con ella.

Así, su hermano mayor se fue a vivir a la ciudad y manejó las estaciones de policía y demás negocios desde allí, mientras el Uchiha menor se fue a vivir a las montañas, inclusive alejada del pueblo, de donde sacaba sus víveres, algo que no extrañó para nada a sus conocidos, debido a su acostumbrada actitud solitaria, serie y hasta amargada, para todos fue normal que se compara una mansión, o como él la llamaba; casa moderna, de estilo minimalista muy alejada del resto de la sociedad, inclusive de su hermano y de sus pocos amigos.

—Estaba en la ciudad visitando a mi aniki cuando se quemó mi casa. Apenas me enteré, me despedí de Ita-kun, tomé las llaves de mi auto y fui a toda velocidad a buscar al responsable y bueno, ya saben el resto...

El resto fue el accidente que tuvo bajo la lluvia cuando iba a más de cien kilómetros por hora, cegado por la sed de venganza hacia idiota que prendió fuego su casa valorada en millones de dólares, la lluvia hizo que en el momento en el que quiso frenar para girar más despacio en una curva cerrada, sus neumáticos resbalaran, impidiéndole frenar, y por ende, el auto cayera por el precipicio con Sasuke dentro, quien no pudo tirarse del auto antes de caer porque llevaba puesto el cinturón de seguridad, y justo cuando quiso quitárselo, éste se trabó.

A decir verdad, Sasuke poco recordaba del accidente, excepto el dolor, eso lo recordaba a cada minuto, y la sangre también... Supuso que quizá sería por la contusión por la que no podía recordar parte de lo sucedido. Lo que no recordaba para nada era como llegó a salir de su auto, y cómo consiguió que al fin funcionara su teléfono celular y así poder pedir ayuda.

Obviamente no llamó a la grúa, al SAME o a la policía, llamó a alguien que sí acudiera al instante y lo ayudara a salir de allí, además de darle atención médica y hospedaje. Sabía que podía contar con su amigo para lo que fuese, y apenas se enterase de lo ocurría saldría corriendo a ayudarlo.

.

.

Se había formado un incómodo silencio que el Uzumaki intentó romper.

—Hina-chan —llamó el rubio a su esposa—, ¿Qué vamos a cenar? —preguntó con entusiasmo.

—Ramen no —le aseguró la Hyuga. Luego continuó hablando, sabiendo que el rubio replicaría—. No podemos comer todas las noches lo mismo, Naruto-kun. —le intentó explicar a su esposo.

El Uzumaki hizo un gesto de rendición.

—Wakattebayo. —dijo Naruto con expresión de quien acaba de perder una discusión matrimonial sin haber dado batalla, y en realidad así era.

Siempre que "discutían", si es que se le podía llamar discusión, se empezaba con Hinata replicando o negando tranquilamente algo que ya no quería, por ejemplo: cenar ramen todas las noches, luego Naruto intentaba decir algo, ella le intentaba explicar el porqué no quería tal o cual cosa, y antes de terminar la frase, el rubio cedía ante la ojiperla sin más.

Luego de la cena, en la que hablaron más que nada sobre como fue la mudanza, el matrimonio, la convivencia entre Naruto y Hinata, y demás, además de rememorar viejos tiempos, todos fueron a dormir. Sasuke se sintió bastante cómodo en la habitación de huéspedes, amplia, simple y la parte más alejada de la sala.

.

.


.

.

—¿Por cuánto tiempo se quedará Sasuke-kun? —preguntó la ojiperla mientras ponía otra manta más sobre la cama.

—No lo sé —dijo el Uzumaki—. ¿Te molesta que se quede, Hime? —preguntó preocupado.

—No, no, para nada... ¿No te parece extraño que no lo haya llamado aún a su hermano, a Itachi-san? —preguntó pensativa la ojiperla.

El rubio se quedó pensando por unos momentos, pero luego dijo —: ¡De seguro no quiere llamarlo y contarle lo sucedido porque no quiere que lo regañe-ttebayo! —Se recostó.

La ojiperla se quedó pensando unos momentos y asintió de acuerdo con su esposo, supuso que el orgulloso Uchiha Sasuke no quería escuchar a nadie, menos a su aniki, que lo regañara por ser tan descuidado al conducir. Se acostó junto con el rubio y lo abrazó, presa del fría, y éste respondió al instante.

Ambos se durmieron al poco tiempo.

.

.


.

.

Naruto sintió una punzada en su corazón que lo hizo despertarse sobresaltado. Su corazón latía a mil por hora, su respiración era entrecortada y le costaba trabajo poder tomar aire y luego exhalarla. Lo que vieron sus ojos al despertar fue confuso y hasta alarmante.

Se encontraba sentado en una silla, encadenado de pies y manos, en el cuarto de huéspedes, frente a la cama de Sasuke, quien dormía plácidamente.

—¿Sasuke? —pronunció, pero aunque quiso decirlo con voz fuerte, sonó como un susurro, o algo mucho menos audible que eso.

Sólo pudo quedarse viendo, sin poder pronunciar palabra, cuando Hinata, tapada apenas con un camisón de tiras bastante transparente, entró en la habitación silenciosamente y se sentó en la cama, mirando embelesada al pelinegro que reposaba en la cama.

—Sasuke-kun~ —Lo llamó en un leve canturreo la ojiperla, con su dulce voz aterciopelada, haciendo que Naruto palideciese de la impresión.

El pelinegro despertó, se dio vuelta para encararla y sonrió como normalmente no lo hacía.

Intentó gritar con todas sus fuerzas pero parecía como su abriera la boca y sus cuerdas vocales desaparecieran. También quiso forcejear y zafarse de las cadenas, pero le fue imposible. Su desesperación aumentaba.

—¿Qué sucede, Hime? —preguntó sonriente.

Naruto enfureció al escuchar que su mejor amigo llamaba como él lo hacía a su esposa.

—Quiero dormir contigo —le contestó ella—. En realidad, siempre estuve enamorada de ti y no de Naruto...

El aludido sintió una punzada en el pecho, como si le clavaran un puñal. Sus ojos se tornaron vidriosos cuando a su esposa se le formó una sonrisa ladina en el rostro y se sentó a horcajadas sobre el pelinegro. Forcejeó y forcejeó mientras se formaba un nudo en su garganta.

—¡Hinata! ¡Teme! —Logró al fin gritar.

Pero ello no escuchaban. Su esposa continuaba acariciando el pecho de su mejor amigo, mientras el rubio empezaba a sangrar por las muñecas y tobillos, ya que cada vez que intentaba zafarse de las cadenas, éstas parecían ajustarse aún más, llegando a lastimarlo profundamente.

Pero nada le dolía más que ver esa escena; Ahora Sasuke se sentaba, aún con Hinata sobre él, y comenzaba a besar a la ojiperla.

—¡Basta! ¡Ya basta! —chillaba el Uzumaki mientras lloraba.

Sentía como si la traición lo atravesara como un cuchillo o una daga. El nudo en la garganta se hacía cada vez más punzante y doloroso, al igual que las cadenas, que no paraban de ajustarse y de hacer sangrar sus muñecas y tobillos.

—¡Ya basta! —gritó con todas sus fuerzas.

Pero la ojiperla y el pelinegro no lo escuchaban. La Hyuga, aún besando al Uchiha, se quitó el camisón, y quedó sólo en ropa interior, mientras que Sasuke por su parte ya estaba durmiendo con el torso descubierto. El rubio desde su posición jamás dejó de luchar, seguía forcejeando, al tiempo que lloraba y de vez en cuanto soltaba algún grito de odio, de dolor...

¡Sasuke se había pasado! De todas las veces que se habían peleado, que habían discutido hasta llegar al punto de resolverlo a los golpes, esa era la peor traición de todas, y eso que millones de veces el pelinegro intentó ir por el mal camino, traicionarlo y dejarle en claro que no quería que fueran mejores amigos, o que algún día lo mataría a él también, pero ninguna se comparaba con el hecho de aprovecharse de la ayuda que le estaba dando, y engañarlo con su esposa. No, con Hinata no.

—Siempre estuve enamorada de ti, igual que Sakura, igual que Ino, igual que muchas otras... —continuaba hablando la ojiperla.

—¡Hina-chan, ya basta! ¡Cállate-ttebayo! —gritaba sin lograr ser escuchado el rubio.

—¿Y porqué no lo demostraste? —preguntó el pelinegro mientras acariciaba el cuerpo de la Hyuga con naturalidad.

—Porque pensaba que nunca ibas a fijar tu atención en mi, pero ahora que ya estoy cansada de soportar a Naruto y su comportamiento inmaduro, no puedo esperar más... —Se inclinó hasta rozar los labios del pelinegro.

Se besaron. Se besaron como si no hubiera un mañana, como si les hubieran inyectado lujuria pura en las venas. Ambos, su mejor amigo y la mujer que más amaba, lo estaban traicionando.

—¡NO, POR FAVOR! ¡BASTA! ¡BASTA! ¡LOS ODIO! ¡MALDITOS! —chillaba entre sollozos el rubio— ¿¡PORQUÉ ME HACEN ESTO-TTEBAYO!?

...

Y de un parpadeo, estaba de vuelta en su cama, abrazando a Hinata, quien yacía sorprendentemente desnuda en sus brazos, durmiendo, con las facciones relajadas como siempre. Era muy bella durmiendo. Mientras que el rubio estaba sudado, despeinado, con la respiración agitada y el ceño fruncido entre enojo y confusión.

Se apartó inmediatamente de al lado de ella, le daba asco que esté abrazado de él cuando había estado con Sasuke... Dio un suspiro de alivio al darse cuenta de que no había sido realidad. ¡Pero había sido tan real! Parecía que de verdad lo habían atado con cadenas y torturado de ese modo.

Trató de tranquilizarse, respirar mejor y volver a dormir. Por un momento se cruzó en su cabeza la idea de pasar a revisar la habitación de huéspedes, donde el Uchiha debía estar durmiendo, pero luego negó con la cabeza al darse cuenta de que estaba poniéndose paranoico y desistió hacerlo.

.

.

.


N/A:

Gracias por leer, les agradecería aún más si dejaran review. La idea original de este fic es de "Kikyo Taisho" (Andy-chan) ¡Ojalá te guste!