—¿Steve?
Oyó su nombre pronunciado y giró su cuello, solo fueron milésimas de segundos antes de que el cuerpo de Bucky se desvaneciera ante sus ojos.
Y el no pudiera hacer nada para evitar aquello.
Al poco tiempo, se dejó caer en el suelo, atónito. Sus rodillas golpeando en la tierra, sus manos rozando la misma, sin que quede un solo rastro de su amigo.
Natasha observo el suceso con sorpresa y horror como mostraba el reflejo de sus ojos. Vio a Steve y deseo poder hacer algo por él, quizás decir algo para aliviar su pena.
Pero no había ninguna palabra en todo el mundo que describiera su dolor. Dio unos pasos aproximándose hacia él, mientras observaba más de cerca su frustración, esa que ocasiono que su puño golpeara el suelo.
La mujer mando una mirada fugaz al lugar donde Bucky se había desvanecido mientras tanto a pocos centímetros, un buen hombre estaba sufriendo.
—¿Cómo ibas a saberlo? —preguntó ella, en su interior— ¿Cómo ibas a saberlo? —repitió, odiando ver como el corazón de Steve se rompía, odiaba verlo sufrir y no poder hacer nada para consolarlo.
Y en ese ínterin, los ojos del capitán se oscurecen, dan una mirada vacía y sus ojos se cierran.
En ese ínterin, Natasha terminó de acortar la distancia y apoyó una mano en su hombro. El sintió su tacto, mas, no hizo nada. Ella apretó con fuerza su hombro para que sepa que ella estaba con él.
Después de minutos, sin respuesta. Lagrimas corrieron detrás de sus pestañas, un sollozo bajo pero desgarrador fue emitido. Natasha apretó con más fuerza y Steve apoyó su mano encima de la de ella, sus dedos buscándose hasta al fin entrelazarse.
"Odio ver tu corazón romperse"
Pronunció la mujer para sí misma. Mientras sentía que ese mínimo contacto -ese agarre- era realizado con desesperación. Al segundo, un carraspeó es hecho y ella giró su cuello viendo a Bruce observándola.
Natasha se sintió vagamente incomoda, pero no apartó su mano del hombro de Steve, no podía y Bruce no pidió aquello. Después de todo, el capitán estaba sufriendo porque una persona que quería había desaparecido enfrente de sus ojos. Un dolor que Bruce no sentía porque la persona que quería, estaba enfrente de sus ojos. No había desaparecido.
Sin embargo eso no significaba que al mirarlos no se sintiera fuera de lugar. Por eso, luego de un rato de observarlos, tragó saliva y apartó la mirada como pudo. Al sentir como un desasosiego recorrió su ser como una punzada de dolor en su pecho.
De nuevo, mirarla había vuelto a ser incómodo.
