Disclaimer: How to Train Your Dragon no me pertenece. Es propiedad intelectual de Cressilda Cowell, y animada por el estudio DreamWorks.

Aclaración: Esta serie de drabbles responde al Mini-Reto "Convierte a un personaje en gato" de Caldo de Toothcup para el Alma.

Advertencias: Modern AU. Acoso. Violencia en el noviazgo. Muerte de un personaje.

Pareja: Toothless/Hiccup III.

Lilith: Bueno, esto no es bonito… bueno sí XD. Dependiendo de quién lo lea, además no pude resistirme a escribirlo. Amo a Toothless así, en serio. Por cierto, One Reason es una canción de FADE, y es muy especial para mí.

Disfruten el capítulo.


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Capítulo Uno

One Reason

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"Voy a ser tu hombre muerto
Con nada más que esta sangre en mis manos
Atascado en tu País de las Maravillas
Sólo quiero hacerte sangrar como yo".

One Reason, FADE.

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Hiccup Haddock III supo que esa mañana debía apresurarse a ir a la escuela. No se trataba de cuestión de tiempo o algo parecido, sino simplemente, esa mañana, sintió la necesidad de empezar a correr nada más salir de su casa. Sin embargo, no quería asustar a su madre al apresurarse. No por lo menos cuando no habían pasado ni dos meses desde eso.

Se obligó a no pensar más, los recuerdos de ese entonces no eran nada agradables. Suspiró y comenzó a caminar por el corto sendero hacia la puerta de salida, atravesando el frondoso jardín de la Mansión Haddock.

—¡Oye, Hiccup! —escuchó la voz de su hermana mayor llamándole, siempre con esa enérgica potencia.

No hubo necesidad de voltearse. Hiccup sintió la calidez de dos brazos en su cintura y el fresco olorcillo de hortensias llenar sus fosas nasales, y luego el apretón estrujante (casi constrictor) de Camicazi.

—Así que te atreviste a irte sin despedirte de mí, eh… —dijo, envolviéndolo con más fuerza—. ¡Bien! Es hora de que te dé uno de mis abrazos extra especiales mata osos.

—¡Esper-…! —no pudo terminar. La fuerza empleada por su hermana aplastaba con facilidad su escuálido cuerpo, a pesar de tener 23 años.

Camicazi rió ante la cara morada de Hiccup, y sólo lo soltó cuando pasó a un azul casi negro. Cuando estuvo libre, Hiccup pudo recuperar el preciado aire que sus pulmones necesitaban e hico un mohín cuando su hermana se empeñó en despeinar su —ya de por si— enredado cabello..

—¡Basta, Camicazi! ¡Ya tienes 30!

—¿Y eso qué? —sonrió Camicazi Haddock con regocijo—. Para mí siempre serás Fastidiccup, mi pecoso y lindo hermanito,

—No soy lindo, soy guapo —rezongó Hiccup cruzándose de brazos—. Ni tampoco soy Fastidiccup. En serio, no comprende cómo puedes llamarme con el apodo que me puso Dagur.

—Es pegajoso —dio por toda contestación, causando indignación en el menor—. ¡Vamos, hombre! Sólo estoy bromeando. —pero Hiccup torció más el gesto—. Oh, ¿de verdad? Si sigues así, te vas a arrugar pronto, eh.

—Eso no me importa —comentó, dándose la vuelta y retomando su camino—. Nos vemos en la tarde.

—Eres tan serio —ella achicó la boca—. ¡Por eso Eret cortó contigo en tercer año!

Las mejillas de Hiccup se sonrojaron ante la mención. No había sido una mala relación la que sostuvo con Eret, sólo que el otro siempre estaba viajando y no pudieron establecer límites claros o algo más formal. Había terminado por la paz, y ahora eran grandes amigos..

Como fuera, Hiccup había salido ya y caminaba por la calle que delimitaba la barda de la Mansión Haddock. Hiccup podría fácilmente recurrir a uno de los tantos automóviles de su familia, pero simplemente no toleraba tener que hacerlo cuando la universidad le quedaba a 45 minutos caminando (aunque Snotlout le había dado recientemente una de las mejores motocicletas del país). Prefería caminar, además así podría ir por Ruffnut y Hookfang, e ir juntos a clases.

Caminaba a paso ligero, pensando en qué forma usaría esta vez para despertar a Ruffnut y para hacer que Hookfang prestara atención a la conversación más de cinco minutos. Entonces, como si algo le hubiese llamado, levantó la cabeza en reflejo hacia la barda de roca caliza de dos metros y medio de alto.

Dos enormes ojos verdes lo observaban desde la altura.

Eran verdes, tan verdes como los de… él.

Hiccup tembló inconscientemente y sintió la garganta seca. Sacudió la cabeza por un momento para serenarse, convenciéndose que era imposible que él estuviera por ahí.

Volvió a mirar y sintió algo de calma al identificar al poseedor de las preciosas esmeraldas.

Era un gato.

Un gato negro de pelaje corto, figura estilizada y expresión de extraña profundidad.

—Me diste un susto de muerte —le dijo Hiccup, sonriendo débilmente—. Por un segundo, creí que…

Pero no pudo terminar. El gato saltó sobre él, sobresaltándolo y cayó hacia atrás sobre su trasero con el gato sobre su pecho.

El golpe había sido doloroso, no tanto como sentir las garras del felino encajándose en su piel.

—¿Pero qué…? —pronunció sorprendido, pero se quedó callado al ver al felino tan cerca de su rostro.

Una lengua rugosa lamió lentamente su mentón, donde estaba una cicatriz que se había hecho de bebé (más bien, que Camicazi le había hecho por jugar con él bebé a los piratas), y los ojos verdes se conectaron con tanta insistencia con los suyos, como sólo había ocurrido cuando él estaba vivo.

—Toothless… —murmuró sin saber por qué.

El gato pareció reaccionar al oírlo, y restregó su rostro contra la mejilla izquierda de Hiccup, pero más que comodidad, reaccionó con agresividad. Hiccup se movió tan rápido que de no ser por sus innatos reflejos, el gato se hubiera llevado un buen golpe.

—No… no… —farfulló Hiccup, con los ojos desorbitados y el corazón latiendo por mil.

El gato volvió a él, moviéndose elegantemente en sus cuatro patas, casi como si con su caminar lo retara. Y eso trajo más recuerdos a la mente de Hiccup. Recuerdos de un muchacho de su edad con cabellos negros, piel morena y electrizantes ojos verdes.

Sus besos… sus promesas… sus caricias…

Sin embargo, las memorias de perpetua entrega llevaron también otras.

Llantos, dolor, golpes… Hiccup rompiendo con Toothless después de su último ataque de celos, en el que casi había matado a Stormfly (una vieja amiga) por hablarle…

Hiccup siendo ayudado por sus compañeros de clase, que trataban de detener a Toothless para que dejara de golpearlo… Si no hubiesen estado ahí Tuffnut y Hookfang, estaría muerto…

A Toothless entrando a su casa, amenazando a Heather (su madre) con un cuchillo, después de haberle roto un brazo a Camicazi y haber dejado a su padre (Snotlout) con una herida profunda en el hombro…

Luego, disparos, confusión, policía…

Después de eso, Hiccup estuvo en terapia por diez meses.

Lo que costó superar fue el último juramento que Toothless le dijera…

«No importa cómo, no importa cuándo… ¡Vendré por ti, Hiccup!»

La respuesta formulada por su ágil mente fue clara, verdadera… horrible.

Miró al gato de nuevo, ya no como algo animal, sino como a un humano.

Gritó con todas sus fuerzas, preso del pánico y con el golpe de los recuerdos torciéndose en su frágil memoria.

Ahora sí, corrió con todas sus fuerzas, como si se le fuese la vida en ello.

Cruzó la calle.

Un auto pasaba por ahí.

El choque contra su cuerpo fue fatal.

Sangre quedó dispersa por todos lados, su cráneo con una enorme cortada y sus pupilas perdieron brillo.

Camicazi, que había oído el grito de su hermano, fue la primera en llegar al lugar de los hechos, donde varias personas rodeaban el lugar cuchicheando sobre el infortunado sucedo del heredero de los Haddock.

—¡Hiccup! —dijo ella, yendo hasta donde él.

Una sombra la detuvo.

El gato negro estaba sobre el cuerpo del chico, cerca de su pecho, agazapado.

Camicazi se quedó quieta, impactada por la imagen que sólo sus ojos podían percibir.

Pues ella no veía un gato negro.

No.

Ahí, al lado del cuerpo de su hermano, estaba Toothless.

Cumpliendo una promesa.

Como siempre.


Lilith: Fastidiccup, es una combinación de Fastidio y Hiccup. Esto de Dark!Toothless me encanta, eso mi placer vicioso.

Sinceramente, Abel Lacie Kiryû.