El siguiente Drabble participará en la actividad de 'Los Juegos del Hambre' del grupo Zona Hero. Distrito 2, Equipo Explosión.
Tercer día de la actividad.
¿Cómo se puede amar tanto a una persona?
A pesar de haberse detenido a pensarlo en más de una ocasión, nunca ha conseguido una respuesta clara. Cada vez que veía esa mirada rubí observarle tan atentamente… sentía algo en su corazón arder, con fuerza. Sin importar los problemas que tuvieron en el pasado, el carácter que Katsuki tuviera, la diferencia de edad que tenían o los altibajos que pudieran tener en el futuro, sabía que ambos se amaban con locura.
Y es que, mientras eran envueltos por el manto del silencio reconfortante, con una sola mirada podían entenderse a la perfección. No necesitaban palabras. Nunca lo hicieron.
Así eran ellos.
Siempre han sido así. O bueno, ahora eran así.
Porque cuando Katsuki tenía quince años, él apenas tenía ocho. No lograba entender, del todo, el por qué la mirada ajena le parecía tan atrayente. Por qué parecía entenderlo a la perfección. El pasado tenía cierto sabor agridulce, se habían peleado, se habían golpeado, pero siempre volvían a estar juntos. Eran como imanes, tarde o temprano se terminaban atrayendo sin poder evitarlo.
Era esa una de las razones por las que no se preocupó cuando Katsuki empezó a actuar extraño, ¿y cómo sabía eso? Simple, estaba evadiéndolo y cada vez pasaba menos tiempo a su lado. A pesar de que intuye que algo ocurría, sabía que no era algo malo. No teme por su relación, tiene la confianza en que todo estaría bien. ¿Cómo no iba a estarlo? Conocía a su pareja, si algo ocurriera, o simplemente quisiera terminar, se lo gritaría en la cara. Para después irse dando un portazo. Había ocasiones en las que actuaba como un niño, incluso si era mayor que él.
Una pequeña y tierna sonrisa aparece cuando recibe un mensaje del rubio, era algo simple «Vayamos a dar un paseo a la noche». Tenía ganas de verlo, de hablar o simplemente de recostar su cabeza en su hombro. A pesar de que su pareja no fuera tan cariñosa, no le importaba, él tenía el suficiente cariño para demostrarlo por ambos.
La brisa nocturna acaricia su piel, durante el paseo, como las estrellas como testigos, hablaron, rieron y se miraron. Era todo lo que necesitaba. Izuku vuelve a sonreír, acercándose al rostro de su amado, para tomarle entre sus manos.
Él le besa, abrazándole con fuerza en respuesta.
Izuku apenas podía contener el llanto.
Así que era eso.
—Acepto, Kacchan. —La felicidad aparece a modo de lágrimas. —Quiero compartir el resto de mi vida contigo.
—Más te valía, niño estúpido.
Lo único que necesitaban era mirarse directamente a los ojos, con eso bastaba. A veces las palabras sobraban, las acciones faltaban y las sonrisas brillaban. El lazo que les unía era demasiado fuerte, demasiado cálido.
