¿Qué hay detrás de la maldad?

Advertencia:

Este fic puede contener escenas de violencia explícita o implícita, así como también mención de sexo y erotismo. Es un texto "Light", y se advertirá las escenas XXX con otra nota adicional.

Los personajes de Hitomi, y demás, no son míos, pues pertenecen a la correspondiente autora de "La Visión de Escaflowne". Lo único que es mío son los personajes adicionales que salen, como Mary, Ann, Sam y May. Recomiendo la historia para mayores de 16 y con cierto criterio para este tipo de fic.

Si siguen leyendo irá por su propia decisión y bajo su responsabilidad. Como fanfic, advierto que ésta historia no es real, sólo una invención mía, sin fines de lucro, para divertirme a mí, a mis seres queridos y por supuesto, a ustedes.

Pido disculpas de antemano por cualquier falta gramatical o error de dedo que se me haya pasado por alto. Gracias por leer y espero que disfruten mi historia. Cuídense mucho.

Namarië!

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PRÓLOGO:

Diario "La Sinceridad" Fragmento. Autor: Richard Davenport
"… Este año hubo muchos acontecimientos que merecen mencionarse… luces en el cielo, seres con alas y desapariciones extrañas. Como las de Mary Mitzuko, Ann Kinomoto, Samantha Thomas y May Jones de 23, 21, 17 y 10 años respectivamente, fueron las más interesantes de todas. Sus familias provenientes de distintos continentes siguen preocupadas por su paradero…"

"La Sinceridad" Fragmento. Autor: Richard Davenport
"…aun días de su repentina aparición, las jóvenes dicen no recordar absolutamente nada de dónde estuvieron todo ese tiempo. Vestían ropas extrañas y estaban alteradas… los médicos dicen que puede haber consecuencias mentales. La prensa entrevistó, en el Hospital St. Tomas, a la joven Mitzuko, quien se encontraba acompañando a un extraño joven que se encontraba gravemente herido; lo más interesante es que según los espectadores, aparecieron en un resplandor a la misma hora y mismo lugar. Las familias guardan silencio."

Capítulo Uno: ¡Quiero regresar contigo!

Era un día precioso: la luz de sol entraba indiscreta en la habitación y se posaba sobre la cabellera de una hermosa chica de ojos verdes. Una mujer vestida con delantal, entró en el cuarto y se sentó sobre el edredón de la cama, junto a su hija.

-¡Hitomi! ¡Despierta ya! -la señora Kanzaki hablaba con voz dulce. No obtuvo respuesta, así que se dedicó a observar el rostro de la joven. Tenía unas grandes ojeras y estaba muy pálida. Suspiró.

Ella estaba muy preocupada, ya que Hitomi estaba muy extraña desde que había llegado de aquel extraño lugar. Deber de madre.

-¡Despierta dormilona! ¡Es casi mediodía!

Nada. Derrotada, se dio la vuelta para salir de ahí, cuando una débil voz se escuchó por la habitación.

-Vaaan… ven por mí… Vaaan… te extraño tanto…

"Ya lleva así varios días, no sé qué hacer." -pensaba la madre de Hitomi, muy desesperada. Sentía que su hija estaba consumiéndose poco a poco y la impotencia la molestaba.

-¡VEN POR FAVOR, VAN! -gritó ella, despertando con unas silenciosas lágrimas que resbalaron por sus mejillas.

-Oh, Hitomi ¿Estás bien? Hija, me duele tanto verte así -susurró acercándose a su hija, quien se abalanzó sobre sus brazos llorando muy apenada.- Hitomi, ¿Qué esperas? ¿Por qué no vuelves con él? Sabes que yo siempre desearé lo mejor para ti, pequeña… aunque sea lejos de mí. -Hitomi sollozó con más fuerza debido por las tiernas palabras de su madre. Sabía que la estaba preocupando. Pero no podía evitarlo. Extrañaba con todas sus fuerzas a Van y lo que la estaba destrozando era que nunca podría regresar.

-No puedo volver mamá. Ya lo intenté… intenté ir a Gaea pero no puedo. ¡NO PUEDO! -dijo y se apresuró a salir de ahí. No estaba en las máximas condiciones para seguir hablando en ese momento. Ese tema la ponía muy sensible y ya no hallaba la salida. Tenía que hacer algo. Debía intentarlo una vez más.

-Hija mía, si tan solo yo pudiera ayudarte. –susurró su madre.

Bajó la cabeza y se pasó una mano por la cara. ¿Qué podía hacer ella? No sabía cómo regresar, ni siquiera sabía si quedaba alguna posibilidad. Su única opción era encontrar pistas. Lo malo era que su madre e hija eran las únicas que habían viajado hacia esa Tierra extraña… ¿O no?

De repente, una loca idea pasó por la ya angustiada mente de la señora Kanzaki. No pudo contenerse, sólo... Tenía que intentarlo. Por Hitomi.

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Casa de Mary Mitzuko, 9:30 am. Japón.

Un alto y apuesto joven caminaba por el enorme patio. Tenía porte y una mirada muy triste y seria.

–Tengo que decírselo. No puedo más con esto… ¡Tengo que salir de aquí! -se decía él con vehemencia. Esa casa parecía una cárcel para él y ya no quería estar ahí. Tenía cosas por hacer y obligaciones en otra parte. No es que fuera ingrato con las personas que lo ayudaron… simplemente él no pertenecía a la Luna Fantasma.

Seguía pensando sin parar en eso, cuando sintió un cosquilleo en la nuca (como cuando sabes que alguien te está mirando). Se dio la vuelta y ahí estaba ella: la bella Mary.

Estaba hermosa: con su reluciente cabellera negra hasta los hombros, un rostro bronceado, unos grandes ojos oscuros y una pequeña pero deseable boca.

-¡Buenos días! -dijo con increíble sonrisa- ¿Cómo te encuentras hoy?

-Mejor que ayer. -dijo frívolo. Se reprochó internamente, pues había sido más cortante de lo que esperaba. Pero no podía permitir que ella se diera cuenta de lo preocupado que se encontraba.

Es que no le gustaba verla triste.

-Me alegra escuchar eso, pues esa frase fue mejor que "Bien" o "Estable"… eso si recordamos las palabras célebres de esta semana.

Retiró la mirada ya que se sentía algo culpable por su actitud de esos últimos días, pero eso sí… sintió un calorcillo en las orejas y mejillas.

-Ya dice, ya dice… no te molesto más. Pero ¡aun conservo la esperanza de que tu boca nos honre con más de 5 palabras! Por ahora iré al aeropuerto a recoger a Ann, Sammy y May, creo que llegaremos al anochecer. Te advierto que ellas querrán verte, así que ten cuidado pues Sammy aun conserva la esperanza de poder encerrarse contigo en el cuarto oscuro de la cocina -dijo mirándolo pícaramente, claramente disfrutando de la incómoda situación. Aquí entre nos, ¿Quién no lo haría?

-…así que procura hacerte el dormido cuando nosotras lleguemos.- le recomendó con aquellos ojos que lo volvían loco. De repente, la joven soltó una carcajada al notar que seguía serio y ruborizado. La miró con esa profunda mirada, que sólo guardaba para ella y para nadie más.

-Lo siento, pero es que si miraras tu rostro en este momento, te daría también la risa floja. ¡Nos veremos en la noche! -exclamó y salió de la estancia con esa especial manera de caminar.

-Te estaré esperando mi niña.- dijo mirando fijamente la puerta por donde se había ido, queriendo atravesarla con la vista. En eso el teléfono sonó, despertándolo de sus pensamientos. Malhumorado se acercó al dichoso aparato, pensando que el único que llamaba era Richard, uno de los tantos enamorados de Mary.

–¿Diga?

-Buenos días, soy la Señora Kanzaki, madre de Hitomi Kanzaki…- su voz se apagó en ese momento dejando al joven paralizado.- ¿Conoce a mi hija verdad?

Una MUY distraída Mary caminaba hacia la cochera sumida en sus pensamientos no aptos para menores de 16 años.

"Que guapo es… pero por que sé comporta así? Es tan misterioso…" Se decía mientras metía la mano en las inmensas profundidades de su bolso, pero se vio tocando algo suave. Miró y sonrió: era su pequeño tesoro. El que siempre llevaba con ella dónde quiera que fuera.

-Pero ¿de dónde saliste? –preguntó al objeto.- No lo comprendo. David, si tan sólo hablaras conmigo te ayudaría… pero eres tan triste. Siempre cargas con una pena con la que no puedes solo. –Mary sacudió su cabeza, malhumorada.- ¡Basta de tonterías, jovencita! Ese hombre es un arrogante y no merece tu preocupación. –Aunque dudó de sus propias palabras, miró al cielo como implorando ayuda.

-¡Hombres!...- enojada entró al automóvil, pero se calmo al recordar que pronto contaría con el apoyo de las chicas. "Amigas, ya voy por ustedes, tenemos tanto de que hablar…" y sonrió involuntariamente al recordarlas.

Ann era una excelente doctora, le encantaban los animales y dibujaba muy bien. Era una mujer algo insegura, a pesar de ser muy bella y tener esos sedosos cabellos castaños que hacían que muchos hombres voltearan la cabeza. Era sumamente confiable y buena amiga. Su trabajo en África no le permitía salir muy a menudo. Pero ahora eran vacaciones y vendría a visitarla, después de pasar a recoger a su hermana que vivía en Australia.

Sammy, en cambio, era muy segura de sí misma a pesar de su corta altura; también era muy atrevida y expresaba sus emociones tal y como eran. Su inteligencia y belleza la llevaron a ser respetada por sus compañeros del instituto. Estudiaba Relaciones Públicas en la ciudad de Londres, ya que sabía tratar a la gente.

May era la hermana menor de Ann. Era increíblemente madura para su edad; también era tierna y algo empalagosa, como cualquier niña. Su inocencia las hacía entender que pasara lo que pasara siempre se debía ser uno mismo. La cuidaban lo mejor posible y más Ann, ya que a pesar de ser su media hermana, la quería mucho.

"Hablando de hermanas, te extraño pequeña loca. Mamá, papá…" -pensaba recordando a su familia que vivía en México.

Su cara se ensombreció un instante pues de la nada, una terrible imagen llegó a su cabeza. Se miró las manos y estaban llenas de sangre…

"Oh no… otra vez no…"

-¡BASTA!- dijo cerrando los ojos con desesperación. Esperó unos segundos, para después volver a abrirlos. Se tranquilizó un poco al ver que no tenía nada. Meneó la cabeza y respiró hondo. Prendió el motor del vehículo y se dirigió al aeropuerto.

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Una hora después. Aeropuerto.

-¡MARY!- Gritaron al unísono un grupo de mujeres que la esperaban cerca de la entrada. Mary sonrió y se dirigió a las 3 hermosas chicas que la miraban con gran afecto.

-¡Hola! Veo que el día las favorece a todas (hubo un jijijiji general).

-¿Favorecernos? Claro que sí. -dijo Sammy.- Tu también te vez espectacular, mujer… y tienes una gran sonrisa.

-No me extraña. -dijo la pequeña May.- Si tiene a ese hombre tan guapo en su casa, ¿Cómo no iba a estar feliz? n.n

Las mejillas de Mary se encendieron y bajó la cabeza.

-Vaya, vaya. –dijo Ann sonriendo.- La gran líder sonrojándose. Éste es un momento para recordar. ¿Trajiste la cámara, May?

-¡Basta ya, chicas! -entró al rescate Sammy (en estas ocasiones podía ser de gran ayuda).- Sino, Mary se arrepentirá de habernos invitado a pasar las vacaciones con ella. ¡Me muero de hambre! -exclamó la morena y todas rieron y le dieron la razón. Metieron las maletas en el portaequipajes del carro y se pusieron en marcha.

Compraron algo de comida y se dirigieron a un hermoso estanque en el parque. Ahí almorzaron y empezaron a platicar, riéndose de las aventuras de todas, de sus amores y desamores. Hasta que Sammy no pudo más y dijo:

-He tenido esta duda en la cabeza. ¿A dónde fuimos? ¿Por qué nosotras? Casi me exprimo la cabeza por las noches pensando, pero no recuerdo nada. ¿Y ustedes? –Sammy miró a todas como rogando respuesta, pero se hizo un silencio sepulcral. Eso la molestó.- ¡Oh, vamos! Ya estoy harta de que cada vez que toco el tema salgan con esas miraditas. No sé que pasó todo ese tiempo que desaparecimos y quiero averigüarlo.

-No es el momento ni el lugar de hacer ese tipo de preguntas, Sam. -dijo Mary, tratando de que la preocupación no se reflejara en su rostro.- Creo que nadie recuerda nada, así que no vale la pena…

-Yo sólo recuerdo…-interrumpió May.- estar en un cuarto lleno de gente de blanco y a un hombre de largos cabellos blancos, mirándome. ¡Por favor! Necesito saber, chicas. Tengo miedo. -dijo la pequeña buscando los brazos de su hermana.

-Yo…-dijo Ann con May en sus brazos.- Recuerdo estar en una especie de laboratorio. No sé. Estaba rodeada de agua y… estaba atrapada, sólo quería salir de ahí. ¿Y tú, Mary? TODAS sabemos que recuerdas más que nosotras y sabes más. ¿No le has preguntado al monumento que tienes en casa? -dijo pícaramente.

-No. -Mary sonrió irónicamente.- Creo que si eso se pudiera hacer, Sammy ya lo hubiera conseguido. De hecho… -sacudió la cabeza con fastidio.- Miren mujeres, sé que tienen curiosidad, pero no voy a decir nada aquí. Alguien podría escucharnos y nos meteríamos en problemas.

-Problemas no, señoritas. -dijo una voz.- Yo creo que más bien deben seguir contando más, para que la gente sepa que no hay algo extraño en sus desapariciones.

Todas al mismo tiempo voltearon la cabeza al lugar de dónde había salido esa voz grave y seductora. Se encontraron mirando a un joven de cabello cenizo, alto y delgado, con una pequeña grabadora en su mano.

-Buenas tardes, Richard. -dijo Sammy, encargándose de poner veneno a cada palabra.- ¿Qué lo trae por aquí? ¿Es que acaso ya se le han acabado las historias y viene por más? ¡Déme ese aparato! –rugió, poniéndose de pie con la mano extendida hacia el hombre.- Te advierto que si no me haces caso, te va a ir muy mal y no verás de nuevo la luz del d…

-¡Alto, Sam! Creo que debemos dejar que el caballero hable ¿no lo crees así, Mary? -dijo Ann mirándola significativamente.

-Claro, Ann. Richard, ¿Por qué no te sientas con nosotras? -dijo con una falsa sonrisa.

Richard miró a las tres hermosas mujeres y a la pequeña niña que lo miraba con desprecio. "Es de esperar", pensó, pero su sexto sentido le advirtió que tuviera cuidado. "Traman algo estoy seguro. Ahí está la hermosa Mary… esa Sam con su lengua tan afilada". Se acercó a ellas y mientras se sentaba entre Ann y Sammy, puso la pequeña grabadora en medio del círculo que formaban.

Se sentía atraído por la belleza de Mary, pero Samantha lo intrigaba… era atractiva, de eso no había duda. Tenía el rebelde cabello negro por encima de los hombros. Tenía una singular nariz y un cutis moreno perfecto. Sus ojos eran profundos y ahora ardían de sólo verlo.

Ann era bellísima. Su tez era blanca y su cara era tierna y gentil. Los ojos eran azules e hipnotizantes. Sus cabellos eran suaves y te daba una gran tentación meter las manos entre ellos. Pero tanto ella como su hermana May, lo miraban feo.

Si las miradas mataran, él ya estaría 15 metros bajo tierra. Y lo malo de todo eso, por lo horrible que sonara, era que se lo merecía. Cada gesto y cada palabra.

Una punzada de vergüenza hizo que bajara la cabeza. Les había hecho daño en el pasado, y no podía enmendar lo sucedido. Suspiró.

Era nuevo en el periódico y en esos tiempos, sino conseguía una buena noticia lo correrían de ahí. Así que prestó oídos a rumores sobre unas jóvenes que habían aparecido después de unos meses, los cuales la policía y la familia había hecho todo lo posible para encontrarlas. Se interesó mucho por la historia y el destino parecía haberlo escuchado cuando conoció a Mary en el hospital.

Tenía contactos ahí, así que le dieron una cama en la habitación, al lado de dónde estaba el extraño joven herido, que misteriosamente apareció con ellas. Mary siempre iba a visitarlo y sus ojos tristes reflejaban la preocupación que sentía por él. Richard platicaba con ella diariamente tratando de ganar su confianza. Cosa que logró en menos de 2 semanas.

Ella y sus amigas le contaron dónde aparecieron y que no recordaban absolutamente nada. Sam se sinceró, Ann le habló de su familia y May se encariñó con él. Su frío corazón se enterneció por la inseguridad de las jóvenes y decidió que nunca publicaría su historia.

Pero todo se había tornado complicado cuando le preguntó a Mary si quería que su relación fuera más allá de amigos. Ella lo rechazó diciendo que su corazón le pertenecía a otro hombre. No pudo soportarlo, así que había vendido esa historia al periódico dando sus nombres al mundo y gracias a él, la prensa las había acosado durante semanas en el hospital.

La gente pensaba que estaban desequilibradas y él se imaginaba que su artículo las afectaba tanto profesional como personalmente. Se excusó pensando que sólo hacía su trabajo, que cualquier otro en su posición lo habría hecho. Volvió a la realidad y miró a Mary a los ojos, pero no aguantó su mirada así que optó por poner una de sus mejores sonrisas.

- A ver, preciosas. ¿Qué más me pueden contar al respecto sobre su estancia en ese lugar tan extraño que describen?

-Que descarado… ¡LÁRGUESE DE AQUÍ ANTES DE QUE LO LAMENTE! -gritó iracunda Sam. No se pudo controlar más, a pesar que Mary lo había expresado intangiblemente.– Me voy a encargar que lo pagues caro, ¿entendiste?

-Sam, basta. -dijo con autoridad Mary. Sam se calló de inmediato, pero seguía echando chispas por los ojos.- Richard si usted tuviera el mínimo de dignidad posible, no hubiera aceptado nuestra invitación. ¿Qué es lo que quiere ahora? Ya no nos podrá engañar como la última vez, ahora sabemos quién es y lo que pretende. Le sugiero que se marche, pero no antes de que haga algo que he esperado por mucho tiempo.

Y era verdad. Después de la traición que les había causado ellas se divertían pensando en las diversas torturas que le darían a ese hombre malnacido. Hasta que Sam tuvo la magnífica idea de hacer realidad sus fantasías… bueno, en parte.

Así que sin previo aviso, Richard sintió un agudo dolor en la cara. Se tocó el labio y vio que sangraba. Mary le había dado un puñetazo. Las jóvenes se habían puesto de pie, así que hizo lo mismo. No pudo creer que una chica tuviera tanta fuerza como para reventarle el labio. Sabía que Mary era fuerte y ágil así que no debía confiarse de ella.

-¡Bien hecho, Mary! Ahora apártate, que me toca a mí. Este hombre no merece piedad.

El joven se sentía tranquilo. Unas chicas no eran rival para él. No era machista, pero siempre había visto a las mujeres como seres bellos y delicados. No se inmutó ya que debido a su profesión, había aprendido a defenderse bien y sin querer esbozó una sonrisa. Ellas tenían buenos sentimientos. No pelearían en grupo, lo harían una a la vez. Mary logró distraerlo pero no volvería a pasar… aunque se mereciera la golpiza. Qué equivocado estaba.

A una velocidad intrigante, vio la pierna de Ann y sintió un tremendo golpe en el estómago, lo que causó que cayera al piso. Ann se hizo a un lado, dejando a Samantha frente a él. Richard se levantó lentamente y trató de hacerla a un lado, pero ella era increíblemente rápida así que lo tomó por el brazo y lo tiró al suelo, haciéndose daño en la espalda al caer.

Finalmente, la pequeña May se acercó a él, y con lágrimas en los ojos le dijo casi en un susurro:

–Confiamos en ti y nos traicionaste. Lo sentimos pero te mereces esos golpes, y da gracias que sólo nos toca uno a cada una.

A Richard le sucedió algo extraño, pues trató de tomarla por sorpresa para no lastimar su pequeño cuerpo, pero ella supo de alguna manera lo que se proponía y le dio una bofetada con todas sus fuerzas.

Después de eso, él sólo atinó a tocarse el área afectada y a quedarse calladito.

-Levántate y espero que no vuelvas a querer pasarte de listo de nuevo. -dijo Sam.

Richard levantó la cabeza y las miró.

-Siento mucho lo que hice. Sólo deseo que algún día puedan disculparme.

Trató de caminar, pero se dio cuenta con horror que le temblaban las piernas. ¿Tanto daño le habían hecho esas simples mujeres? Bah, ya sabía él que no eran lo que aparentaban. Cuando logró mantener el equilibrio, tomó su grabadora y trató de salir de ahí hasta que un grito los sobresaltó a todos:

-¡VAN! ¡VAAAN! ¿POR QUÉ NO VIENES POR MÍ? TE AMO TANTO, ¡QUIERO REGRESAR CONTIGO!

La voz provenía de una jovencita que se encontraba al otro lado del estanque. Gritaba hacia el cielo con voz agobiante y con una tristeza que se reflejaba en sus ojos. Ella se desplomó provocando que las chicas se acercaran presurosas a auxiliarla.

Richard corrió a pesar de que le dolía un poco el cuerpo. Se acercó a ellas y tomó a la bella señorita en sus brazos. La llevó al lugar donde habían hecho el picnic y la puso sobre la hierba fresca.

Ann trató de reanimarla pero la chica estaba temblando y sollozando. Sammy la abrazó suavemente para consolarla. Mientras lloraba, Mary se acercó a ella y con voz suave le preguntó:

-Hola, amiga ¿Cuál es tu nombre? -La jovencita la miró con sus tristes ojos verdes y le contestó:

-Hitomi Kanzaki.

-Hitomi… mucho gusto. Yo soy Mary Mitzuko, ella Ann Kinomoto, Samantha Thomas, y May Jones. -dijo señalándolas a cada una de ellas.- Y él es Richard Davenport. ¿Podemos ayudarte? Si quieres darnos un número dónde localizar a tus padres para que…

-¡DONDE OBTUVISTE ESO! ¿DE DÓNDE? ¡DÍMELO! -gritó Hitomi, abalanzándose sobre ella y señalando una hermosa y fina pluma que se asomaba por fuera del bolsillo de Mary.

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Notas de la autora:

¡Hola gente de Aquí subo mi primer fic en esta cuenta. Ya lo había publicado antes en Navarhta, pero lo volví a editar. Ya lleva como 3 correcciones XD.

Pasa que lo escribí cuando estaba chaval y pues lo había dejado botado más de 5 meses. Además me di cuenta con espanto que estaba mal redactado y que tomé mucho en cuenta otro fanfic que había leído. Lo pulí con mis nuevas ideas y espero que les guste y disfruten conmigo las divertidas aventuras de estas chicas.

Ahora, ¿Quién será el misterioso hombre? ¿Qué relación tienen las jóvenes con el extraño mundo de Gaea? No lo sé, sigan leyendo ñ.ñ

Nos vemos!!!!!!