No pretendía hacer una nueva historia de esta pareja, pero hace rato que me ronda por la cabeza, así que la voy a sacar de allí.
Por cierto, se la dedico a todos mis lectores que me dejaron mensajes en Harry Potter y el fénix dorado y espero que esta historia les guste también.
Advertencia: Primero que nada, es Slash (si no te gusta, no leas), segundo, el Lord oscuro no existe más (estoy segura que JK lo explicará mejor que yo en el séptimo libro cuando salga); sigo la línea de los seis libros, vale decir, Snape es profesor de DCAO, Slughorn es profesor de pociones y hay un nuevo profesor de Transformaciones dado que McGonogall es la directora del colegio (espero que todos hayan leído ya el sexto libro o esto será un spoiler o como se escriba); tercero, es un Harry x Draco y, finalmente, esta es una locura que yo escribo tomando prestados los personajes ya que ellos le pertenecen a quien ustedes saben.
Advertencia de un desastreHarry se levantó esa mañana con un terrible dolor en la frente, casi tanto como cuando Voldemort vivía y tenía esa desgraciada cicatriz en la frente que no podía borrar con nada. Caminó a tientas hacia el baño tratando de no chocarse con nada y se mojó la cabeza pensando que quizás fuera el calor el que le causaba semejante dolor. Un poco más calmado, se puso los lentes y se miró al espejo, pero lo que vio allí lo dejó perplejo:
/Colin Creevey caminaba por el pasillo del ala este, el mismo en donde los gemelos Weasley pusieran un pantano en su quinto año, cuando algo cayó de la pared, era una de las tantas estatuas que hay en el castillo y detrás de ella, en el lugar que antes ocupara, estaba ni más ni menos que Peeves, riéndose a mandíbula batiente./
Pero no era eso lo que lo asustó, Colin estaba sobre un charco de sangre, y su boca botaba un líquido un tanto más oscuro, al parecer estaba reventado.
- Por Merlín – pestañeó y la imagen había desaparecido dejando su reflejo frente a él, ¿qué había sido todo eso? – debo estar volviéndome loco – se dijo y se lavó bien la cara antes de volver a la habitación. Se sentó en la cama y tomó su reloj, eran casi las siete, así que mejor se vestía y bajaba a desayunar.
Media hora más tarde se había detenido en la escalera a pensar ¿Y si era un sueño predictorio? No era un sueño, se dijo luego, estaba bien despierto cuando vio aquello, no era como cuando veía la mente de Voldemort, ya que en ellos siempre era el actor, aquí no había sido más que un mero espectador, pero ¿a quién preguntarle al respecto? No iba a ir con Trelawney y contarle lo visto, era cierto que podía hacer predicciones acertadas, pero la mayor parte del tiempo era una charlatana, quizás Firence... No, Hagrid le había dicho muchas veces que los centauros nunca daban respuestas directas, pero era al único al que podía acudir, ya que su propio jefe de casa no creía mucho en sus palabras. Era casi como Snape con él ¿Acaso su padre también lo había hecho pasar malos ratos? Siempre decía que dejase de tratar de llamar la atención, que no por vencer al Lord oscuro debía ser siempre el más importante.
- Veamos – dijo y sacó el mapa de los merodeadores del bolsillo – juro solemnemente que mis intenciones no son buenas – le dijo y este le mostró a la gente del castillo, la gran mayoría de los alumnos apenas se estaba alistando para ir al comedor a desayunar, pero los profesores estaban todos en la sala asignada a ellos en una reunión con la directora – Firence no está allí – lo buscó y lo encontró en su sala – bien, hablaré con él. Travesura realizada – y el mapa desapareció.
Caminaba lentamente hacia la sala de Firence cuando la visión lo atacó de nuevo, era la misma imagen, pero ahora reflejada contra los cristales empañados de los pasillos y se echó a correr.
- Hola, Harry Potter, sabía que vendrías a verme esta mañana, pero los astros no me dijeron el motivo.
- Creo que he tenido una visión esta mañana y hace un rato – dijo sobándose la frente – quisiera saber si son ciertas o no.
- Muchos magos dicen tener el ojo interior o saber adivinación – se paseó por la sala – pero son pocos los que verdaderamente pueden hacerlo – le dijo – la mayoría de ellos, de los pocos que son de verdad, nacen teniendo el don.
Harry asintió, era casi como le había dicho Tonks acerca de los magos metamorficos, nacen, no se hacen.
- Sin embargo, existe la posibilidad que sean tus poderes dormidos.
- ¿Poderes dormidos? – repitió asombrado.
- Tienes poderes que el Señor Oscuro desconocía y que quizás hasta tú desconozcas – le explicó – una estrella quiere comenzar a dar luz, pero no puedes darle la chispa exacta ¿ves? Sólo debes dejarla surgir.
- Entiendo – le dijo, aunque en realidad no entendía nada – debo ir a desayunar o se preocuparán por mí.
- Escucha tus voces interiores – le dijo y lo dejó partir.
Harry se sentó en la mesa de Gryffindor más preocupado aún, sus voces interiores bien los podían volver loco cuando querían, pero últimamente se habían apagado. En fin, no se preocuparía por ahora, simplemente le diría a Colin que tuviera cuidado con Peeves y ya.
- ¿Te botaron de la cama, Potter? – se burló una voz a sus espaldas y Harry se enfadó ¿Malfoy tenía que empezar a joder tan temprano? – por lo feo de tu cara, diría que ni siquiera conseguiste llegar a ella.
Harry entornó los ojos y se volteó a mirarlo.
- Jodete, Malfoy – le replicó – es muy temprano para pelear contigo.
- Ah, las pocas neuronas que tienes aún no se despiertan ¿verdad?
- Malfoy – le dijo apretando los dientes – quizás quieres conocer las neuronas que tengo despiertas a esta hora ¿sabes que sin comer los leones se ponen de pésimo humor? – le dijo agresivo – y si no quieres que este te desgarre, te irás a tu mesa y te sentarás a desayunar sin provocarme más.
- ¡Uy, que miedo! – se burló
Harry se enderezó y se transformó en león delante de los pocos alumnos que estaban en ese momento en el comedor apoyando todo su cuerpo sobre un asustado Malfoy, que estaba más pálido que la leche.
- ¿Qué pasa aquí? – dijo la profesora McGonogall al ver a los asustados alumnos – un león, pero ¿cómo?
Harry se apartó de Draco y volvió a la normalidad poniéndose de pie.
- Un animago – dijo sorprendida – deberá registrarse, Señor Potter, y aprender a controlar su temperamento – lo regañó – y usted, Senor Malfoy, ahora sabe que no se debe provocar a un león hambriento. ¡Cada uno a su mesa! – ordenó y los alumnos se dispersaron.
Harry se sentó a desayunar tranquilamente y se dedicó a llenarse el plato de bollos dulces y cosas así, luego tomó una taza y se sirvió té, pero tuvo una nueva visión mientras veía cómo se llenaba de líquido:
/Estaban en las mazmorras, en plena clase de Pociones, pero un caldero estalló, una extraña clase de humo rodeó a los Slytherin y luego que se disipó vio que dentro de los restos del mismo había varios bebés./
- Otra locura – se dijo pestañeando mientras la visión se evaporaba.
- Buenos días, Harry – le dijo Ron sentándose a su lado – te levantaste muy temprano hoy ¿verdad, amigo?
- Si, estaba un poco... no sé, me dolía la cabeza, así que salí a dar un paseo antes de desayunar – se encogió de hombros – estuve a punto de sacarle la cabeza a cierto rubio antipático ¿sabes?
- Deberías dejar a Malfoy en paz – le dijo Hermione untando una tostada con mermelada como si Harry tuviese la culpa.
- ¿Cuándo he iniciado yo una pelea con él? – le dijo el moreno un tanto amoscado por su tono ¿por qué lo regañaba?
- Mm, pero tú eres más maduro que él, no deberías dejar que sus palabras te afecten – le dijo ella – además, eres más poderoso que muchos magos.
- Yo le dije que no quería pelear tan temprano, pero sabes que él normalmente no escucha a nadie y me siguió provocando – se encogió de hombros – un león con hambre no suele controlarse ¿sabes?
- Pero tú no eres un león, eres un mago.
- Si es un león – le dijo Kevin Michellson, un chico de primer año que miraba del otro lado de la mesa con adoración a Harry – yo lo vi saltar sobre Malfoy transformado en uno ¿verdad?
- ¿Esa es tu forma animaga? – le dijo Seamus sentándose a la mesa también.
- No nos habías dicho que fueras un animago – lo recriminó Hermione.
- Solo me transformo cuando no puedo controlarme – le dijo Harry divertido – ni siquiera sé como lo hago, simplemente pasa.
- Y Malfoy es experto en conseguirlo – sonrió Ron.
- Exacto – dijo el moreno sirviéndose una enorme porción de pastel de chocolate – pero como ya estoy lleno, no me lo voy a comer.
- Si te lo comes te envenenas – le dijo Neville – es veneno puro.
- Que bueno que hoy no tenemos clases con ellos – siguió Ron comiéndose su trozo de pastel – nos toca Encantamientos y después... DCAO, odio a Snape ¿por qué McGonogall lo dejó allí después de todo lo que pasó?
- Porque nadie más quiso tomar la asignatura – le dijo Harry – yo le dije que pusiera a Remus, pero él no aceptó, no ahora que es el jefe de los hombres lobo – suspiró – espero que me escriba pronto.
- ¿Por qué no lo mataste cuando pudiste, Harry?
- El fantasma de Dumbledore me pidió de favor que no lo hiciera, que sacara a la lagartija rubia y a él de allí, que ellos no debían ir a Azkaban porque no tenían la culpa de nada, y como siempre le he sido leal, los salve, aunque creo que Snape no me lo va a perdonar jamás. Claro que Malfoy no sabe que fui yo quien lo salvó – bajó la voz.
- El salvarle la vida a otro mago significa crear un lazo entre ambos – le dijo Ginny – por eso estás tan unido a mi familia.
- Sí, lo sé, Dumbledore me lo dijo hace tiempo – suspiró – vámonos a clases, no quiero que el profesor Asbursual me ponga en detención de nuevo.
- Es un tipo extraño, parece querernos mucho a todos los Gryffindor, pero a ti te odia – le dijo Neville siguiendo al aula de Encantamientos – es como si te culpara de todos los males del mundo, me recuerda a Snape en la forma que pronuncia tu apellido, casi como si lo escupiera.
- Tal vez conoció a papá, pero Sirius me había contado que sólo tenía un rival en la escuela y todos sabemos quién es.
- Pues no sé, parece estar de acuerdo con él en su opinión respecto a ti.
- Los detesto a los dos – dijo Harry entrando al aula.
El día había estado bastante tranquilo, incluso la clase de DCAO, ya que Snape parecía decidido a evitarlo a toda costa, cosa que Harry encontraba en cierto modo gratificante, así no le quitaba puntos a su casa.
Salía de clases cuando recordó la visión que había tenido con Colin esa mañana. El muchacho se dirigía directamente hacia el pasillo del pantano Weasley (así lo llamaron en honor a los gemelos), así que Harry apuró el paso y lo detuvo haciendo que fuera hacia los salones del otro lado por otro camino. Ya casi llegaban al salón donde iba Colin cuando escucharon un gran estruendo y un grito de dolor. Los dos se devolvieron y vieron a Peeves en el mismo lugar en que Harry lo viese en su visión, pero no se reía ya que el accidentado era un profesor, ni más ni menos que Severus Snape, que de seguro estaba maldiciendo por dentro al postergeist sin poder moverse.
- ¡Profesor! – gritaron varios Slytherin que estaban en el lugar.
- Livianta – gritó Harry y la estatua volvió a su sitio – uno de ustedes vaya por la directora – ordenó a los muchachos más pequeños y notó que Crable y Goyle estaban allí – ustedes dos, llévenlo a la enfermería – les dijo a los grandotes que dudaron un poco antes de obedecerlo.
- ¿Qué ha pasado? – dijo el profesor Asbursual.
- Peeves – dijo el lesionado apretando los dientes.
- Siempre ha sido un desastre – dijo Sir Nicholas apareciendo por una pared al escuchar el alboroto – el barón Sanguinario lo pondrá en su lugar, no puede atacar a los profesores.
- Y pensar que pude haber sido yo si hubiese pasado por allí – le cuchicheó Colin a Ginny desde la puerta del salón – pero Harry me estaba pidiendo que lo ayudara en algo, así que pasamos por otro lado.
Harry se alejó del lugar, sus visiones eran ciertas, entonces, pero, aunque evitaba una muerte, pasaba de todas manera un desastre ¿qué significado tendría aquello? Peor, se dijo recordando la otra visión que tuvo, eso significaba que lo que había visto de Malfoy en clases de pociones también iba a pasar, así que iba a tener que poner en sobre aviso a la lagartija rubia.
- Vaya, Potter, te las sigues dando de héroe.
"Hablando del rey de Roma" se dijo molesto.
- Necesito hablar contigo, Malfoy – empezó y el rubio alzó sus aristocráticas cejas – es muy importante.
- ¿En serio? Pues yo no quiero hablar contigo – replicó y se marchó.
- De haber sabido que así lo podía espantar, lo habría hecho mucho antes – se dijo molesto girándose del lado contrario para regresar a su sala común, tenía muchas tareas por hacer. Pero al pasar frente al jardín volvió a tener la visión del desayuno, sólo que ahora era más clara, eran varios bebés los que estaban dentro del caldero, casi todos ellos rubios, iguales al Slytherin ¿qué hacía? Podía dejarlo afrontar solo el problema de llenarse de hijos, pero tuvo lástima por los pequeños y se sentó en un aula vacía.
- Juro solemnemente que mis intenciones no son buenas –le dijo al mapa luego de sacarlo de su bolsillo – veamos donde anda esa lagartija – lo buscó por el mapa y lo encontró en el jardín principal, solo – bien, a mal paso, darle prisa – se dijo – travesura realizada – guardó el mapa y corrió hacia el jardín donde le dijo que estaba el rubio.
Malfoy se paseaba por el costado de la glorieta molesto, había visto a Peeves allí y no había sido capaz de reaccionar a tiempo para evitar que la estatua le cayera a su padrino, pero Potter estaba allí y había reaccionado salvándolo y ordenándoles a Crable y a Goyle que se lo llevasen, lo peor de todo no era que sus dos gorilas le hubiesen obedecido, sino que ningún Slytherin hubiese reaccionado a tiempo.
- Te andaba buscando, Malfoy.
- Vaya, vaya, el gran Harry Potter ¿detrás de mí? ¿Debo sentirme honrado? – se burló mirándolo a la cara.
- Esto es serio, Malfoy – le dijo avanzando hacia él.
- Así que el joven que venció le gusta Draco Malfoy – continuó.
- No seas idiota, Malfoy – le dijo Harry sentándose en la orilla de la glorieta – quiero advertirte algo.
- ¿Vas a volver a echárteme encima convertido en león?
- ¿Vas a escucharme, sí o no? – le gruñó fastidiado y lo vio detenerse para responderle, pero lo interrumpió – vas a verte mezclado en un accidente en pociones, así que ten cuidado.
- Así que ahora te las das de vidente – le dijo molesto.
- Mira, Malfoy, yo cumplo con decirte, es tu problema si no quieres cuidarte.
- Harry, te andaba buscando – le dijo una chica.
- Ah, hola, Delmeza ¿qué quieres?
- Anoche dijiste que esta tarde tendríamos entrenamiento, pero no nos dijiste la hora – le recordó.
- ¿No me vas a explicar lo que me estabas diciendo? – dijo Malfoy decidido a fastidiarlo – porque quieres que me cuide ¿no?
- Es tu problema si te quieres llenar de hijos – se volvió y se fue con Delmeza.
- ¿Hijos? – chilló Parkinson deteniéndose frente a él – no me vas a decir que estás viéndote con... ese.
- Por supuesto que no – dijo ruborizado.
Harry se rió en voz baja siguiendo a Delmeza que lo miraba asombrada y se rió también, no entendía bien, pero parecía que estaba haciéndole una broma pesada al rubio pedante.
Harry estaba sentado en la sala común terminado las tareas y los ensayos que les habían mandado antes de ir al entrenamiento de Quidditch. Ron estaba sentado un poco más allá tratando de corregir sus trabajos ya que Hermione le había dicho que no lo haría.
- Delmeza me dijo que estabas hablando con Malfoy – le dijo.
- Lo estaba fastidiando – le dijo – le estaba diciendo que tuviera cuidado o se llenaría de hijos.
- Me imagino a sus pobres hijitos – dijo el pelirrojo divertido – estoy seguro que, como padre, sería un desastre, igual que el suyo.
- De todas maneras, tendría lástima de ellos ¿no te parece?
- ¡Vamos a entrenar! – dijo Ginny cerrando los libros de Harry y de su hermano – este sábado será el primer partido de la temporada.
- Ni que fueras la capitana del equipo – le dijo Ron divertido.
- ¡No podemos perder la racha ganadora! – dijo ella.
- De acuerdo, de acuerdo – sonrió Harry poniéndose de pie – pero ya me dieron el calendario de partidos – le mostró el pergamino a Ron mientras recogían sus escobas – empezaremos con Hufflepuf.
- Me pregunto quién será su buscador – le respondió bajando por las escaleras rumbo al campo de juego uniéndose al resto del equipo.
- Bueno, nos cambiaron el calendario – les dijo una vez que todos estuvieron en el campo de juego – no sé que pasó, pero no empezaremos con Ravenclaw, sino con Hufflepuf.
- Oye, Harry, los Slytherin andan diciendo que embarazaste a su buscador – le dijo Dean Thomas señalando un puñado de alumnos de esa casa más allá.
- Sólo le dije a Malfoy que se cuidara o se iba a llenar de hijos – le dijo Harry – ahora, si ellos piensan que yo voy a ser quien se los va a hacer, no creo que a él le agrade la idea – sonrió.
- Bueno, no creo que sea una gran "madre" – dijo Delmeza.
- Olvidémonos de esa historia, vamos a entrenar – dijo Harry y los siete despegaron ocupando toda la cancha.
Pero el comentario había corrido por todo el colegio y a la hora de la cena todo el mundo cuchicheaba cuando Harry entró en el comedor. La mayoría se volteaba a mirarlo o a Malfoy, que mantenía su mirada en el plato, pero que parecía a punto de perder los estribos.
- Harry – le dijo Hermione algo molesta – cómo es eso que embarazaste al hurón – le reclamó.
- No seas tonta, Hermione – le dijo Ron divertido – Harry sólo lo dijo para fastidiarlo delante de la persona más chismosa de Slytherin.
- Solo le dije que tuviera cuidado o se iba a llenar de hijos – se encogió de hombros – si Parkinson es tan idiota de creer que es porque tenemos algo entre los dos, bueno, allá ella.
- Pero debió de haber algún motivo por el cual le hiciste la advertencia – insistió ella y Harry suspiró, su amiga era demasiado perspicaz.
- Simplemente es mi afán heroico – le dijo – me dan lástima sus posibles hijos.
- Mm – lo miró sospechosa.
- Estoy segura que tendrá hijos bellos pero sin cerebro – dijo Delmeza divertida – Malfoy está vacío.
Harry asintió en silencio recordando a los bebés que había visto en la visión, eran casi todos rubios, pero había algo extraño, por lo que trató de visualizarla una vez más y se quedó mirando su jugo de calabaza...
/Cuatro niños rubios y uno moreno, todos ellos con los mismos ojos, todos ellos con la mirada de... /
- ¡Potter, todo es culpa tuya! – le gritó Malfoy lanzándole algo que le dio en medio de la cabeza – ¡nunca me embarazaría de semejante... espécimen! – gritó perdiendo la paciencia al fin dejando el comedor hirviendo de rabia – antes lo mato.
- Ya lo veremos – dijo Harry molesto sobándose la cabeza, la visión se había ido, pero había sido muy nítida, ahora estaba seguro que debía evitar a toda costa que esa poción estallara o él y Malfoy tendrían ni más ni menos que ¡cinco hijos! Y ahí si que Snape lo mataría.
El profesor Slughorn los esperaba cuando ese viernes entraron a su clase. Harry, desde que el anciano profesor tomase esa clase, era su favorito y el mejor, pero esa tarde (les tocaba como última clase de la semana), no estaba tan contento de entrar en ella.
- Hoy vamos a preparar una poción muy especial – les dijo el profesor paseándose por la sala – se llama bebidormiens ¿Quién sabe que es?
Algo extraño pasaba, Hermione miraba al profesor sin levantar la mano, al parecer ni ella la conocía, pero algo empujó a Harry a responder:
- Bebidormiens es una poción especial para fecundar a una pareja que no puede tener familia por los medios naturales.
- Muy bien, Harry, diez puntos para Gryffindor – le sonrió complacido – se preguntarán para qué la prepararemos. Bueno, un pajarillo me contó que formaría parte de los exámenes de fin de año, así que se los enseñaré, aunque es muy complicado que les resulte ya que ni a los mejores sanadores les resulta siempre.
- Es una poción que necesita que la mente de aquel que la está preparando esté totalmente en paz con su alma – agregó Harry.
- Muy cierto, Harry, diez puntos más – encantó la pizarra y de inmediato apareció la lista de ingredientes y el modo de prepararla – y por lo complicada de la misma, deberán hacerla en parejas.
- Ron, trabaja con Hermione – le dijo al pelirrojo y este se juntó con su novia. Harry movió sus cosas con rapidez – tú trabajarás conmigo – le dijo a Malfoy antes que Parkinson pudiera reaccionar y lo llevó al caldero junto al profesor.
- Eres un fastidio con patas, Potter – le dijo el rubio mientras la Slytherin echaba pestes por tener que trabajar con Nott ya que Zabinni estaba con Ernie McMillan.
- Pues no todos dicen lo mismo – le replicó Harry divertido – hagamos la poción para que nos pongan una buena nota, aunque dudo que resulte – suspiró recordando la visión del estallido.
El salón quedó en completo silencio mientras reunían ingredientes. La poción no se veía tan difícil, al menos eso pensaba Harry, pero comprendía que la mayor dificultad estaba en concentrarse ya que cada vez que se acercaba a poner un ingrediente le parecía ver a los bebés dentro del caldero.
- Quítate, Potter – le dijo Draco y echó el último ingrediente, pero algo extraño pasó, Harry casi pudo ver el instante en que un gramo de más de leche de unicornio cayó en el caldero y sin pensárselo dos veces rodeó al rubio con un brazo y gritó – ¡al suelo! – justo en el momento en que este hizo explosión dejando una nube de humo verde plateado sobre sus cabezas.
Al disiparse el humo, Harry se enderezó y se acercó al caldero, todo era tal como lo había visto, los cinco bebitos estaban allí, cuatro cabecitas rubias y una morena, todos ellos con la mirada de color verde, igual a la suya.
- ¿Qué fue eso? – dijo Zabinni poniéndose de pie.
- Tranquilos – dijo el profesor revisando a los alumnos – demos por terminado...
Pero un coro de llantos de bebé interrumpió sus palabras y Harry no podía salir de su estupor ¡era padre que quintillizos! Y eso no era lo peor ¡eran también de Malfoy!
- Es imposible – dijo acercándose al caldero mientras Draco se asomaba y caía sentado de la impresión – son... son... cinco.
- Si, medio Malfoy, medio Potter – dijo Harry – oye, atina, que también son tus hijos.
- ¡Que idiotez hiciste, Potter! – chilló por encima de los llantos de los bebés.
- ¿Yo? – le dijo molesto – fuiste tú el que puso el último ingrediente, lagartija – le recordó tomando uno de los pequeños – ya, tranquilo, papá está aquí.
- Me temo que es un desastre – dijo Slughorn – y es una poción que no se puede revertir.
- ¡Yo no voy a compartir a mis hijos con... Potter!
- Entonces me haré cargo de todos sin ti – le replicó este fastidiado – aunque yo te dije que tuvieras cuidado o te iba a llenar de hijos.
- ¿Qué iba a saber que te referías a esa poción? – le dijo rojo hasta las orejas.
- ¡Eso te pasa por tener la mente cochina, lagartija rubia!
- ¡Soy un Dragón, no una lagartija!
Harry iba a replicar algo, pero decidió que mejor no, sus pequeños no se merecían una reacción así.
- Me importa un pepino lo que seas – le dijo tratando de recuperar la calma para no transformarse en león y asustar a los bebés – me haré cargo de mis hijos – se volteó hacia el profesor – espero que no haya problemas.
- Bueno, eres mayor de edad, pero no has terminado la escuela y ello podría causarte problemas – le dijo este – a no ser que te consigas una niñera o un elfo que te ayude, pero deberás hablarlo con la directora.
- Muy bien, dudo que ella me impida quedarme con ellos – devolvió al pequeño que tenía en brazos al caldero y lo transformó en un coche múltiple, por lo que sus compañeros pudieron ver a los pequeños.
- Bueno, de todas maneras la clase ya se acabó – dijo Ron acerándose a Harry para ayudarlo a llevar sus cosas justo cuando la campana sonó.
- Harry, ¿estás seguro de lo que vas a hacer? – le dijo Hermione – un hijo es mucha responsabilidad de por sí y cinco ¿no sería mejor que...?
- Ni jures que voy a permitir que los manden a un orfanato, porque no son huérfanos – la interrumpió ofendido – y si tengo quien me puede ayudar a criarlos – apuró el paso y se dirigió a la enfermería dejando atrás a su amiga.
- Sabes, Hermione, Harry siempre ha dicho que lo que más quiere es una familia – le dijo Ron – quizás nos tenga a nosotros, pero no es lo mismo que tener una de su sangre ¿verdad?
Harry se sentó en la cama de su nueva habitación, McGonogall había sido buena con él y le había permitido conservar a los bebés con él, sólo le faltaba conseguir ayuda, pero ¿de quién? A sus compañeros no se los podía pedir ya que ellos estaban igual de ocupados que él, Madame Pomfrey tenía que atender a los alumnos y cinco bebés era mucho.
- Harry Potter, señor – le dijo una voz chillona y él se volteó a mirarlo – Dobby se enteró en las cocinas que el joven tiene que atender cinco bebés y ha venido a ofrecerle su ayuda, señor.
- Ah, Dobby, me serías de gran ayuda – sonrió agradecido – pero ¿no sería posible que alguien más nos ayudara?
- Tal vez Winky se anime si le pedimos que cuide a los bebés, señor.
- Genial, pídele que venga – sonrió más tranquilo, los elfos al menos sabrían más que él de cuidar bebés.
- ¿En serio el señorito quiere que me haga cargo de cuidar a sus bebés? – dijo la elfina algo asustada.
- Claro que sí – le sonrió y ella lo abrazó complacida.
- Lo cuidaré tal como lo hice con mi amo anterior, se lo prometo.
- Gracias, Winky – le dijo – y debemos ponerles nombres, aunque...
- Son rubios como el joven Malfoy – dijo Dobby temeroso.
- Son hijos del joven Malfoy – dijo Harry con cierta tristeza – pero como el idiota no los quiere, ahora son solo míos.
- ¿Cómo se llaman, amo? – le dijo Winky mirando a los bebés.
- Veamos – dijo Harry tratando de animarse – el morenito se llamará Sirius, este rubio será James – le puso una pulserita con su nombre – este otro es Stephen – hizo lo mismo – este será Lucius – sonrió ante la mueca de Dobby – si, ya sé que no te gusta el nombre, pero es el de su abuelo – acarició su cabecita – este será Alcius, como el tío de mi padrino y él será Bartemius ¿qué te parece, Winky?
- Gracias, amo Harry – dijo ella llorando pero de alegría.
- Y todos ellos son Potter – suspiró – me habría gustado que mi padrino conociera a todos sus nietos.
- Amo Harry – le dijo Dobby – él ya los conoce.
- Lo sé, pero es que aún me duele no tenerlo de cuerpo presente – sacudió la cabeza – bien, ya les puse nombre a todos, así que mañana, en cuanto vaya a Hogmeade, les compraré una cuantas cositas y encargaré otras a Londres.
- Dobby puede ir por el amo a comprar las cosas para los bebés, si quiere.
- Claro que sí, Dobby – tomó una pluma y un trozo de pergamino de su escritorio – allí va la autorización para que traigas lo más urgente para los niños a mi nombre y mi cuenta en Gringotts.
Dobby asintió entusiasmado y desapareció de inmediato.
- Los bebés tienen hambre – le dijo Winky señalando a los pequeños.
Harry se había agenciado unas cuantas cosas por medio de la enfermera del colegio, pero biberones no tenía más que uno.
- ¿Puedes multiplicarlo, Winky? – ella negó con la cabeza y Harry suspiró, era un hechizo que habían aprendido en segundo año, pero no lo recordaba muy bien – tendré que arriesgarme – dijo cerrando los ojos tratando de recordar la fórmula correcta mientras apuntaba la botella con su varita y, gracias a Merlín, le resultó – cinco, que bien.
- Iré a buscar la leche a la cocina, amo.
Y realmente estaba agotado a la semana, el tener cinco hijos era un trabajo agotador, por mucha ayuda que los elfos le dieran. Pero estaba contento, su "pequeña" familia, si bien a ratos lo sacaba de paciencia, lo llenaba de orgullo. Además, casi todos sus compañeros de casa estaban contentos de ayudarlo en sus ratos libres a vigilar a los bebés mientras él hacía sus deberes. Todos decían que eran muy tranquilos, pero Harry sabía que era de noche cuando más molestaban, ya que el día se lo dormían todo.
- Deberías exigirle a Malfoy que te ayudara – le dijo Hermione.
- No voy a armar una batalla sin sentido con él, Hermione, ya antes no quiso hacerse cargo de ellos, no pienso rogarlo.
- Pero él también es su padre.
- Lo sé, pero es él quien debe acercarse a ellos, no lo voy a obligar a nada.
- Pero me imagino que reacción tendrían sus padres si se enteran de todos los hijos que tiene – le dijo Ron mirando a los bebés – recuerda que siempre se burla de mi familia por "tener más hijos de los que pueden mantener".
- Pues no sé, yo puedo mantenerlos perfectamente a los cinco – suspiró Harry – tengo no sólo la fortuna de los Potter, además tengo la de los Black.
- Pues papá dice que los Malfoy consideran que tener más de un hijo es un derroche – acarició el cabello de Sirius – pero a mí no me importaría tener varios, después de todo, son muestras del amor de una pareja.
- Lo que me preocupa es que voy a hacer con ellos este sábado – suspiró Harry – es el primer partido de la temporada y es el día libre de Dobby, que me pidió permiso para ir a Londres a buscar unas cosas para los niños.
- Pero Winky es feliz de cuidarlos – le dijo Hermione viendo como la elfina ordenaba pañales recién lavados en un cajón.
- Si, pero los cinco son demasiado para ella sola – se acercó a los niños y sacó a James – ¿han notado que empiezan a diferenciarse unos de otros? – lo acunó – él tiene un ojito verde y el otro celeste, así que sé que es James.
- ¿Y el lindo de ojitos celeste-verdosos?
- Ese es Lucius – sonrió al ver las caras de sus amigos – si, más que nada para fastidiar a Malfoy, es el único que tiene nombre de su familia – señaló al pequeño de ojos pardos – ese es Alcius, como el tío de Sirius y el otro es Barty – sonrió – tiene los ojos verdes.
- Así que hay que mirar sus ojitos para saber cual es cual – dijo Ron tomando a Alcius – ¿sabes que pienso? Podrías llevarlos al partido, estoy seguro que más de alguna de las chicas de nuestra casa se podrá hacer cargo de ellos mientras jugamos.
- Winky le tiene miedo a las alturas – le recordó Hermione.
- No tiene por qué subir a la tribuna principal – le dijo Ron.
- Preguntemos primero – dijo el moreno jugando con las manitos de James – así estaré más tranquilo.
- No nos has dicho qué pasó para que aparecieran ellos – dijo Hermione tomando a Sirius que la miraba con sus grandes ojos verdes.
- No estoy muy seguro – suspiró – sólo sé que Malfoy echó más leche de unicornio de lo que decía la receta y la poción estalló, pero no comprendo por qué aparecieron los bebés, se supone que es para fecundar a una pareja, sería un embarazo y no la aparición de los bebés de inmediato.
- Si, es lo que dicen los libros acerca de ella – dijo Hermione – no dice nada que haya efectos secundarios o que la poción estalle por exceso de ingredientes – miró al bebé que se chupaba un dedito – así tampoco la edad que tienen ellos.
- Dobby y Winky aseguran que tienen seis meses, de todas maneras es una suerte para mí que estén tan crecidos, es más difícil conseguir el tipo de leche que necesita un recién nacido ¿se imaginan para cinco? Además, se sientan solos y comen más contundente, el único problema es que le están saliendo los dientes – hizo un gesto al sentir como James lo mordía, pese a que sólo tenía dos dientes, bien que hacía daño con ellos.
- Malfoy debería ayudarte – volvió a decir Hermione.
- Olvídate del hurón ¿quieres? – le dijo Ron.
Draco estaba sentado en el antepecho de la ventana de su habitación, esa semana había sido bastante mala para él, había algo que lo empujaba a ir a ver a los bebés de Potter (no podía pensar en ellos como algo suyo por mucho que realmente lo fueran), pero a fuerza de orgullo se había contenido. Pero ello no había evitado que, cuando este no estaba allí, fuese a echarles una miradita, o cuando los elfos los sacaban a tomar aire envueltos en grandes chales rojos y dorados. Podía ver las cuatro cabecitas rubias y la morena agitarse cuando los mecían, él quería tomarlos, pero un Malfoy jamás...
- Estaré metido en terrible lío si mi madre se llega a enterar de ellos – suspiró mientras se mordía el labio – y sería peor si sabe que no me he hecho cargo yo de ellos ¿Qué diablos pasó que la poción falló tanto?
Se bajó de la ventana y tomó el libro que había cogido de la biblioteca, había investigado uno a uno los ingredientes de la poción y nada decía que el exceso de alguno pudiese provocar aquello. No le quedaba de otra, debería preguntar a Severus al respecto o nunca saldría de la duda, sin embargo, aquello representaba otro problema para él, debería decirle lo de los bebés.
Suspirando, dejó el libro en su mochila y se encaminó a la oficina de su padrino, que debía de estar corrigiendo los ensayos a esa hora. Golpeó y luego de escuchar su seco "adelante", entró.
- Draco – lo saludó – ¿se puede saber que te trae por aquí?
- Hubo un desastre en pociones la semana pasada – le dijo sentándose frente al escritorio – en realidad, fue mi poción la que estalló y no entiendo por qué.
- ¿Qué poción estaban preparando? – le dijo sorprendido, a Draco jamás le habían fallado o estallado las pociones desde que entró al colegio.
- Bebidormiens – suspiró.
- Que extraño, esa poción si no funciona, simplemente no surte efecto, jamás estallaría – dijo pensativo – dime ¿en qué momento estalló?
- Cuando agregué la leche de unicornio.
- Debes de haber estado desconcentrado.
- Fue culpa de Potter – susurró en voz baja sin notar que su profesor le prestaba más atención que antes – si él no se hubiese puesto a hablar que me llenaría de hijos, quizás no me hubiese alterado tanto el tener que preparar la famosa poción esa.
- ¿Estabas pensando en tener hijos, Draco?
- Sí – se ruborizó – no fue intencional, pero no podía dejar de ver un montón de niños alrededor de Potter.
- Entonces, eso fue lo que hizo estallar la poción que hacías – le aseguró.
- Pero no explica lo otro – suspiró.
- ¿Qué más pasó, entonces?
- Se levantó un humo verde plateado y cuando al fin se disipó, mi caldero estaba lleno de bebés, cuatro rubios y uno moreno.
- ¿Y donde están ahora tus hijos?
- Los tiene Potter, él se ha hecho cargo de ellos.
- ¿Cómo que Potter tiene a tus hijos? – dijo casi gritando.
- Es que... – bajó la mirada al suelo – estábamos haciendo la poción juntos, así que los bebés también son suyos.
- Me dijiste que eran cinco niños – dijo poniéndose de pie paseándose alrededor del escritorio – y Potter se ha hecho cargo de ellos, seguramente con autorización de Minerva y con la ayuda de los elfos del castillo – se quedó en silencio – debes asumir como padre de esos bebés.
- Están bien con Potter – le dijo – se ven muy sanitos.
- Draco ¿vas a permitir que cinco Malfoy sean criados por un Potter?
- Pues yo diría que son más Potter que Malfoy – le dijo el rubio – no crea que no los he visto, pero se parecen cada vez más a él.
- Eso es porque no te haz acercado a ellos, piensa que se saltaron el embarazo y, por lo mismo, ellos se están forjando al carácter del padre que pasa más tiempo con ellos.
- Pues no puedo ir ahora y quitárselos a Potter, ya lo veo convertido en león desgarrándome en partes por tratar de quitarle a sus cachorros.
- Pues vas a tener que intentar acercarte a ellos si quieres que tu padre no te mate cuando se entere.
- ¿Y cómo se va a enterar?
- ¿Acaso no te das cuenta que es Potter su otro padre? Nada acerca de él permanece mucho tiempo en silencio y dentro de las paredes de este castillo – le recordó.
- Supongo que deberé hacerme responsable de todos ellos – suspiró poniéndose de pie – iré a hablar con él.
Harry miró a Malfoy de pie en la puerta de su habitación, no sabía si reírse de su cara o enojarse y darle con la puerta en la nariz, pero al final le ganó la cordura, sus hijos no se merecían que rechazara a su otro padre cuando al fin tenía un acercamiento con ellos.
- ¿Quieres ver a nuestros hijos? – le dijo con suavidad.
- Me gustaría – dio con cierta timidez y se golpeó mentalmente, un Malfoy no actuaba así, se dijo – veo que les diste nombres.
- Si – levantó a uno – este morenito es Sirius Potter – le dio un beso en la frente y lo volvió a sentar en el corralito – este es James ¿notas que tiene un ojito verde y el otro celeste? – le revolvió el cabello – este que tienes aquí – lo obligó a cargarlo – es Lucius, como tu padre ¿crees que se enfade mucho porque es Potter? – sonrió – y ellos son Alcius y Barty.
- Los diferencias por el color de sus ojos ¿verdad?
- Si, hasta el momento es toda la diferencia que hay entre ellos, al menos entre los rubios – y retiró la mano del alcance de James – pero si te advierto que no dejes nada que sea peligroso de morder a su alcance, les están saliendo los dientes y muerden bastante fuerte.
- Vine porque quiero hacerme cargo de ellos – le dijo bajando al pequeño que lo miraba con cierto desagrado.
- Pues hasta el momento lo he estado haciendo yo y los niños han estado bien – le replicó – ni creas que voy a permitir que me los quites.
- En primer lugar, jamás dije que te los fuera a quitar, se nota que ellos están bien contigo – suspiró – pero hay algo que me tira hacia ellos ¿por qué, entonces, me iba a mantener alejado de ellos, si también son míos?
- ¿Y se puede saber a qué se debe este repentino cambio de idea?
- He estado toda la semana rumiando lo del estallido de la poción, así que finalmente fui a pedir consejo ¿sabes que jamás he echado a perder una poción? Y me di cuenta que fue porque yo estaba imaginando como serían esos bebés sobre los que me habías advertido, veía a cuatro bebés rubios y uno morenito a tu alrededor.
- La poción exige que aquel que la prepara esté tranquilo – dijo Harry – la culpa también es mía, cada vez que me acercaba al caldero veía lo mismo.
- Bien, supongo que tendremos que compartir su cuidado, aunque tú y yo no nos queramos ni de broma.
- Entonces, podrás hacerte cargo de ellos este sábado mientras yo estoy jugando – sonrió y escuchó un gimoteo – mm, nunca sé cual empieza, pero quien sea, los demás lo imitan y tengo un coro de llantos.
- Te hacen pasar mala noche ¿verdad? Tienes unas horribles ojeras.
- Sí sólo fuese eso – movió la cabeza – no es que me queje, pero al parecer todos quieren que los cargue a la vez cuando se despiertan en la noche y ni modo de calmarlos, porque se calla el que tomo y los otros gritan más fuerte.
- Si quieres ahora puedes descansar mientras los vigilo – ofreció.
- Mientras no les hagas un hechizo para dormir...
- ¿Qué clase de padre te crees que soy? – le reclamó ofendido.
- Uno que estuvo desaparecido toda una semana – le dijo con suavidad y se encerró en la habitación antes que el rubio le respondiera.
El sábado, pese a estar frío, era un buen día para jugar Quidditch. Harry había dejado a Draco y a Winky con los niños, aunque el primero quería ir a ver el partido (la semana siguiente jugaría Slytherin contra Ravenclaw), no era que le importara mucho el desempeño de Gryffindor, o eso le había dicho a Harry, sino que quería saber cómo jugaba Hufflepuf y su nuevo buscador.
- No puedo dejar a los niños solos, está fuera de discusión – dijo el rubio paseándose por la habitación – y Harry me dijo que a la elfina le dan miedo las alturas – miró a los pequeños – pero estoy seguro que ustedes querrán ver a su papi moreno volando ¿verdad?
- Joven Draco, ellos no le entienden, señor – le dijo Winky.
.- Lo sé – le dijo molesto – pero quiero ver el partido ¿qué hacemos?
- El amo Harry dijo algo de pedirle ayuda a alguna de sus compañeras de casa.
- Pues las mías se enojarían mucho antes de ayudarme – suspiró – y ninguna de ellas es muy maternal, que digamos.
- Pues la señorita Hermione podría ayudarle.
- Me pregunto si Potter le habrá dicho que estoy aquí – suspiró – pero mejor que no – se detuvo – podemos ir los dos al partido, no es necesario que subamos a las gradas, no podría con los cinco niños vestidos de Gryffindor en las tribunas de mi casa, y menos podría ir yo, un Slytherin, con ellos a sus gradas – suspiró – los llevaré y veremos desde abajo.
- Espero que el amo Harry no se moleste.
- De seguro y gana, así que estará contento de compartir su victoria con su familia ¿no creen, amorcitos? – les sonrió a los bebés mientras uno a uno los ponía en el cochecito que Hagrid había fabricado para ellos – quien iba a decir que el gigantón fuese tan habilidoso.
Winky echó un par de mantitas sobre las piernas de los bebés y salió junto a Draco del castillo mientras empujaba el carrito.
Harry se paseaba entre sus jugadores esperando que los llamaran al campo de juego cuando vio el cochecito de sus hijos empujados por ni más ni menos que Draco Malfoy seguido de su elfina que cargaba una pañalera.
- ¿Qué pasa, Harry? – le dijo Delmeza tratando de ver lo que Harry había estado observando.
- ¿Están todos listos? – dijo saliendo de su estupor, no podía creer que el orgulloso rubio se presentase en público con los niños, siendo que toda la escuela sabía que él era quien se estaba haciendo cargo, era casi como si Malfoy diese su brazo a torcer – bueno, ya casi es hora de comenzar el partido, quiero que demos lo mejor de nosotros ¿de acuerdo?
- ¡Y los equipos salen a la cancha! – dijo la voz amplificada de Luna Lovegood.
- ¡Adelante! – ordenó Harry y los siete se dispersaron por el campo de la manera que habían practicado.
Ron se detuvo junto a los aros a su cargo y notó la presencia de los bebés abajo ¿era su idea o quien estaba con ellos y Winky no era otro que el propio Malfoy? Miró a Harry preocupado, pero este mantenía la mirada sobre el cofre donde Madame Hotch tenía las pelotas encerradas.
- Ron, dedícate a cuidar los aros, olvídate de ellos allá abajo – le dijo Harry posicionándose no muy lejos de los aros.
- ¡Y suena el pitazo inicial! – dijo Luna.
Harry empezó a buscar con la mirada la dorada y esquiva Snitch, estaba confiando en que sus compañeros hicieran su trabajo, así que él se dedicaría al suyo, aunque allí estaba toda su "pequeña" familia mirándolo, casi podía palpar la emoción de verse victorioso a los ojos de sus hijos, aunque ellos no supieran de tener orgullo.
- ¡Y Ginny Weasley anota! – dijo Luna – 20 a 0 para Gryffindor.
Harry siguió buscando la snitch un buen rato antes de avistarla, así que se lanzó en pos de ella, sólo que una buggler le pasó por un costado y lo desestabilizó en el vuelo, por lo que la perdió de vista.
- Hufflepuf viene intentando anotar – dijo Luna – No, el guardián de Gryffindor no los deja.
Harry subió de nuevo y casi de inmediato localizó la Snitch sobre la tribuna principal, así que se lanzó tras ella perseguido muy de cerca por el buscador de Hufflepuf que intentaba acelerar al máximo su escoba, pero no por nada Harry tenía una de las mejores escobas de carreras, aunque esta ya tuviese cuatro años en su poder, así que le sacó ventaja y la pudo coger elevándose hacia el cielo evitando estrellarse con nadie.
- ¡Gryffindor gana 200 a 0! – proclamó Luna mientras Harry alzaba la diestra con la snitch firmemente sujeta en ella.
- ¡Lo hicimos bien! – dijo el equipo reuniéndose en torno al moreno que entonces notó una orgullosa cabeza rubia en la tribuna principal ¿por qué estaba él allí? Y su hijo no debía de estar enterado, o no se habría acercado al campo de quidditch con los bebés – ¡vamos a celebrar!
Harry aterrizó y le hizo un gesto a Winky que se acercó a él entre la multitud de Gryffindor que querían felicitarlos.
- Dile a Draco que su padre está en el colegio, que tenga cuidado – le susurró y se fue con el resto del equipo a los camarines.
Draco se sentó en la habitación de Harry ¿qué era lo que hacía su padre en el colegio? Normalmente ni a los partidos en los que él jugaba se presentaba, entonces ¿por qué asistió a este? ¿Acaso le habría llegado la noticia que era abuelo? No lo creía o ya lo hubiesen mandado a buscar.
- Veo que estás aquí, Malfoy – le dijo Harry entrando en la habitación con su escoba al hombro – tu padre no sabe nada todavía de los bebés, pero debes detener a Parkinson antes que llegue a él.
- ¿Por qué debo hacerlo? – le dijo molesto, odiaba recibir órdenes, de los maestros acataba porque no quedaba de otra, pero Potter no lo era.
- Simple, Malfoy, ella está furiosa conmigo, así que no trepidará en hacerme daño aunque con ello te arrastre a ti – le dijo colocando su escoba en el armario – es ella la que le dirá a tu padre de ellos – señaló a los bebés.
- Te las vuelves a dar de adivino.
- Mira, tuve una visión, pero no como piensas, tu padre, cuando se entere de los chicos, nos los va a quitar a los dos, va a ser una auténtica batalla el recuperarlos.
- Los bebés seguirían conmigo...
- No, Malfoy, el daño que Parkinson nos va a hacer provocará que tu padre te desherede, quedarás en la calle.
- ¿Qué? Pero si soy su único heredero...
- Con ellos cinco bajo su cargo, no te necesitaría para continuar la familia, por mucho que por ahora lleven mi apellido.
- Debe haber una forma que ella no consiga llegar a mi padre.
- Lo mejor sería que nosotros nos adelantáramos a ella – dijo Harry – no hay forma de evitar que las cosas pasen, aunque lo quiera – se volvió hacia la elfina – Winky ¿podrías decirle al Señor Malfoy que su hijo quiere hablar con él en las mazmorras de pociones?
- Claro, amo – y desapareció.
- Bien, Draco, este es el plan – miró a los bebés – pero debemos entretener con algo a Parkinson.
- Esa bruja malvada y vengativa – dijo el rubio – pero ya sé como hacerlo – hizo un chiflido y apareció su mascota – haré que se quede en la sala común unos 15 o 20 minutos, que es efecto que tendrá esta poción – le mostró un pergamino y lo hundió en un líquido amarillento sin tocarlo – la hará dormir y nos dará tiempo de hablar con mi padre – con cuidado la amarró a su lechuza – dásela sólo a Pansi ¿de acuerdo?
- Entonces, vamos andando, que yo todavía tengo que ir a una celebración.
Lucius Malfoy estaba sentado en un sillón esperando la llegada de su hijo cuando escuchó dos voces atenuadas, pero no le gustó nada reconocerlas. Si no se equivocaba, uno de los dueños de esas voces era su hijo y el otro... el otro no podía ser Harry Potter, su hijo odiaba al muchacho ese ¿no? Aunque debía admitir que su hijo tendía a hablar demasiado de él.
- Espero que esto resulte o te mato, Potter – le dijo Draco molesto.
- Cuida tu lengua, Malfoy, no voy a permitir que me amenazas delante de los niños – le replicó el moreno abriendo la puerta.
- Muy bien, veo que te haz hecho amigo del "joven que venció" – le dijo Lucuis sarcástico y se asombró al ver el cochecito.
- Tenemos muchas cosas de las que hablar, Señor Malfoy – le dijo Harry – y ellos son el motivo por el cual lo he citado aquí.
- Me pareció haber escuchado a la elfina decir que Draco era quien me quería ver – le replicó mirando molesto a su hijo.
- Dígame, ¿hubiese venido si le hubiese dicho que era yo quien quería hablar con usted? – le dijo Harry sarcástico – estoy seguro que no.
- Eres odioso, muchacho – le replicó – habla.
- ¿De casualidad conoces, padre, Bebidormiens?
- Una poción que permite que una pareja que no puede tener hijos se embarace – le replicó y miró – no me vas a decir que la usaron.
- No – le dijo Draco ruborizado – la estábamos preparando en clases, algo falló y aparecieron ellos – le mostró a los niños adelantando el cochecito.
- ¿Cinco bebés? – dijo escandalizado y luego reparó en algo – se parecen a Potter y uno es moreno.
- Estábamos haciéndola juntos – siguió explicando – así que los bebés son tanto de él como míos.
- ¿Mis nietos también son Potter? – gritó furioso.
- No es necesario que grite, no estoy sordo – le dijo Harry – y está asustando a los bebés – meció el cochecito al ver las caritas asustadas de sus niños – con razón no eres un gran padre, con el que tuviste – le dijo a Draco entre dientes – ya, mis amores, no se pongan a llorar.
- Bueno, entonces, yo me haré cargo de ellos ya que ustedes aún no terminan la escuela – dijo el Malfoy mayor decidido.
- No, los niños se quedan donde mis ojos los vean – le dijo Harry.
- Son mis nietos – le dijo este.
- Padre – dijo Draco – los niños te sacarán de quicio en menos de 24 horas – suspiró – además, yo también prefiero tenerlos cerca, que se acostumbren a mi presencia – se agachó y tomó a James en brazos – ya me encariñé con ellos.
- Esto lo resolveremos en la corte.
- Señor Malfoy – le dijo Harry – no creo que ganase un juicio contra mí ¿sabe? – tomó a Sirius que comenzaba a llorar – todo el mundo sabe que estuvo en Azkaban y siguen sospechando que usted fue mortifago ¿no querrá que todo vuelva a salir a la luz, verdad?
- ¿Me estás amenazando, muchachito?
- Se lo estoy advirtiendo – le replicó - no niego que tenga derecho de verlos y quererlos, después de todo es su abuelo, pero no trate de separarlos de nosotros.
- Muy bien, pero tendrás que casarte con Draco si quieres conservarlos.
- ¿Qué dices, padre? – gimió Draco molesto.
- Por supuesto, los niños deben estar dentro de una familia bien constituida para que puedas conservarlos – le dijo malicioso.
Continuará...Bueno, espero que lleguen a leer el capítulo completo y me dejen sus comentarios al respecto, aunque pienso que a mi parecer está un poco latero, normalmente no habría hecho a Lucius así de odioso, soy fan de la familia Malfoy, pero necesito que sea así para el desarrollo de la idea.
En cuanto a Harry de vidente, bueno, Rowling dice que no es así, pero yo le he otorgado ese don luego de vencer a Voldemort.
Shio Chang.
Por cierto, visiten mi fotolog en donde de momento sólo están los merodeadores, pero tendré más en cuanto me posteen.
