Era una noche donde no había luna, que traía consigo una gran tormenta. Donde nubes invernales hacían del cielo una verdadera batalla de truenos furiosos que partían este mismo de un lado a otro, iluminándolo por completo de luces fugases pero permanentes, y bajo los amplios techos y las gruesas paredes sostenidas por los inmensos muros de Howgarts mantenían a sus habituales huéspedes sanos y salvos.
En el magno salón llamado "el gran comedor" se encontraban los estudiantes de la afamada escuela de magia y hechicería Howgarts, reunidos por el echo festivo de su comenzó a clases, todos disfrutaban de un gran banquete en los lustrados platos de plata, las grandes mesas llenas de estudiantes de las famosas cuatro casas, iluminados por las vivases llamas de las cientos de velas flotantes que contrastaban con el cielo lluvioso y desordenado encantado en el techo de este. Los estudiantes jóvenes alegremente se disponían en compartir las anécdotas de las pasadas vacaciones de verano.
Y entre los tantos magos y brujas del lugar se encontraba un mago, misterioso a la vista de cualquiera que lo observase; de ojos negros profundos y cautelosos, su mirada era seria pero no mucho que asemejaba más a un rostro sin ninguna expresión de emoción; sus cabellos ondeaban en un copete de lado, cada hebra desordenada daba alusión a que un huracán mismo hubiese pasado por tal melena de color oscuro. Este vestido como todos los de la sala portaba la túnica negra y larga con bordes azulados y capucha igual, portador de la insignia de Ravenclaw.
Tenía los dedos entrelazados mientras se disponía a no mirar a ningún lugar en específico, sus dedos se mantenían juntos, en uno de ellos portaba un gran anillo de plata con un escudo de armas, mientras mantenía sus codos apoyados en la madera de la mesa. El reservado joven levanto la vista al sentir una mano en el hombro.
En cuanto observo vio unos vivases ojos color aceituna, un rostro joven de cabellos risos rubios. El chico contemporáneo al peli negro se sentó a la izquierda de este.
-Bienvenido a…
-Howgarts, ya lo sé- interrumpió con aires de fastidio el misterioso joven.
-Si-sonrio el otro un poco apenado- soy Patrick Rovinsson y soy el prefecto de la casa de Ravenclaw de este año un gusto- el chico de cabellos rubios extendió su mano, y con disfrazado gusto su compañero la acepto.
-El gusto es mío Patrick- dijo- yo soy…
-Tranquilo ya se quién eres- interrumpió este- yo me encargare…
-De mostrarme el castillo, ya lo se.
-Y de ser tu guía, cualquier pregunta o duda que tengas con respecto a algo, puedes preguntar.
El otro cogio un poco de vino de un gran caldero, y tomo un sorbo.
-Se todo lo que necesito saber- respondio impasiblemente- pero de todas maneras gracias por brindarme tu ayuda, veo que de este lado del continente saben tratar bien a sus anfitriones.
-Yo no diría que eres un anfitrión- opina señalando la capa de su colega- eres todo un estudiante de Ravenclaw. Por cierto, felicidades, el sombrero seleccionador de seguro escogió bien.
El otro sonrió irónicamente, para Patrick no fue más que una espléndida falta de respeto.
-No lo creo- Patrick se extrañó ante el comentario- no soy de los que se… Adaptan por así decirlo- este siguió tomando vino lentamente, mientras su mirada se perdía en la nada, al rubio le pareció muy extraño y por así decirlo muy escalofriante, el joven tenía un rostro que el otro no había visto nunca, su tono de voz era igual; como si no tuviese vida en su interior, fue la única descripción en la que pudo concluir.
-La profesora Mcgonagall dice que vienes de América- intento entablar una conversación para saber un poco más del misterioso recién llegado.
-Si- se limitó en responder.
-¿Y cómo es?
Pero no dio tiempo de responderle, de pronto un silencio impregno el lugar, y las miradas de todos los estudiantes se posó en una sola persona; una anciana de porte elegante, tenía su acostumbrada túnica negra larga, y un sombrero emplumado del mismo color oscuro, ocultaba sus hebras plateadas tras un moño. Tras un pulpito dorado, el cual se posaba una animada lechuza dorada que en cuanto la bruja se hubiese posado allí abrió sus alas, la mujer de edad avanzada hablo con total normalidad:
-Buenas noches queridos alumnos de Howgarts, como ya sabrán es de costumbre para mi saludarles cada comienzo de año, fue una larga tradición de nuestro viejo director Dombledore y para mi estar aquí representándolo luego de tanto tiempo- hizo una pausa y luego siguió- es verdaderamente un honor…
-Sí, sí, ya nos sabemos la historia, vieja loca- susurró un estudiante de atrás de donde estaba el joven mago y Patrick, era un estudiante portador del sello de Slythering.
-…Esta noche es de gran celebración por que se nos unen rostros nuevos a las mesas de cada casa, y no solo de primer año, también tenemos a dos estudiantes de intercambio…
De repente todos los alumnos posaron la mirada en el chico nuevo, no era de esperarse que cada quien conociese su casa, y quienes la integraban, había un rostro que nadie había visto antes y ese era aquel misterioso chico de Ravenclaw. El joven se movió incomodo en el taburete de madera mientras intentaba no sentirse intimidado, al parecer no era tan temerario como lo veía Patrick.
-Pronto se enteraran con más detalle de ello, les recuerdo a todos que está prohibido los bosques adyacentes al castillo, y ahora anunciaremos la nueva matricula de profesores que este año se integran….
Las presentaciones duraron varios minutos que para todos parecieron años, a casi nadie le importaba esa clase de anuncios a no ser que tuviesen que ver con los juegos de quidditch de ese año, pero eso nuestro joven no lo sabía, de donde venía él se jugaban otra clase de cosas así que se limitó a escuchar para no perder el hilo de las cosas.
No le gustaba la idea de pedir ayuda y mucho menos a Patrick que al parecer de ningún momento se terminaron de caer bien, el chico era muy observador y definitivamente no había compatibilidad en los dos.
En cuanto la cena había terminado el nuevo estudiante de Ravenclaw se embarcó tras lo que luego correspondía, como se lo había informado una alumna tras el viaje en carruaje, tendría que ir con su casa a su respectivo dormitorio, en cuanto se hayo en su respectiva litera noto que no tendría la compañía de Patrick y para él, eso era un alivio.
En cambio su compañero se llamaba Alam Bristone y era de Londres, era muy educado y callado, justo como lo prefería nuestro misterioso mago, que en cuanto rosaron unas pequeñas palabras era más que suficiente saber que los dos eran reservados y que no tenían intenciones de saber del otro.
Muy por el contrario del cuchicheo nocturno de las demás habitaciones, en cuanto las luces fueron apagadas cada uno se mantuvo en silencio haciendo sus respectivas actividades que como cada joven, toman la madrugada para hacerlas.
El hombre de corta edad y de ojos oscuros tomo su varita y saco un viejo pergamino de un maletín negro de cuero que tenía sus iniciales grabadas en plata en un escudo igual que su anillo del cual nunca se despegaba. Ante la poca luz que había este decidió serrar las persianas de su litera para no incomodar a su compañero de habitación. Con su barita en mano susurró lumus y de la punta de esta apareció una pequeña esfera luminiscente que irradiaba luz blanquecina.
Se enfocó en decir una pequeña frase usada como un artilugio:
"Que la curiosidad de los seres de la noche sea saciada con el que lo sabe todo"
De pronto el pergamino se abrió y en él se inscribieron unas letras que aparecieron una por una.
¿Qué quieres saber?
Pregunto el pedazo de papel envejecido.
-Quiero saber sobre la chica que vio el Thestral- inquirió el mago al papel que sostenía en sus manos, mientras las letras se escribían en el pergamino de forma cursiva.
Su nombre es Marabella Alésia Hobckins Brive, hija de una muggle, y huérfana de padre, nacida en 1999, cursaba sus estudios en la escuela Drustrang pero tras un accidente que involucro su única participación en colocar en extrema locura a dos de sus compañeros y terminar matando a uno tras el maleficio crusiatus, fue desterrada de su jurisdicción. Actualmente cursa su último año en la escuela de magia y hechicería Howgarts.
El joven sonrió ante la ironía de la vida, no podía creer que bajo las mismas paredes de su castillo había una inusual persona igual que él, era simplemente maravilloso y no podía dejar de aprovechar la oportunidad de saber más sobre la misteriosa chica.
