Hola
Bien, hace 2 años inicié este fic. Y por motivos varios quedó en hiatus, he querido finalizarlo porque tengo toda la historia ya planeada y nunca he tenido pensado abandonarlo. El problema de tardar tanto es que me salté ciertas cosas y agregue otras sin una buena justificación, además de que hay una gran diferencia en la redacción de los primeros capítulos con lo que tenía escrito actualmente. Así que decidí republicar el fic, mejorando la redacción y algunos detalles como palabras mal escritas, falta de tildes y uso de guiones de forma correcta. Eso sí no cambie el contenido del capitulo, quizás agregando algunos extras, pero no afecta en nada a la historia original. Espero sigan mi historia y sea de su agrado. ^^
Disclaimer: Corazón de melón (Amour Sucré) junto con sus personajes son propiedad de ChinoMiko y Beemove. Historia y personajes son de mi propiedad. Si esta historia llega a sus et publicada en otro sitio es porque fue plagada, solo se publicará en FanFiction y mi Tumblr.
La propuesta
Ah, Sweet Amorris, el instituto que me acogió hace un año exactamente. Aún recuerdo esos tortuosos primeros días, jamás es fácil ser la nueva a pesar de que ingrese junto con Ken…tin. Debo admitir que de vez en cuando cometo el error de llamarlo así y él se resulta molestando conmigo, sin embargo no me preocupo, un buen paquete de galletas soluciona todo. Quizás luego compro unas y las comparto con él. Hablando de compartir, recuerdo también en ese primer día conocí a Nath, con el que conocí parte del instituto en esa ocasión. Ya ahora rara vez frecuentamos, sus labores siendo el delegado y el hecho de que ahora vive solo le mantienen bastante atareado, sin contar que a veces debe liar con los problemas que causa Amber; igual, cuando tenemos el momento, pasamos un agradable rato. De Castiel, bueno, no hay mucho que contar más allá que con él no tenemos buena relación; es más, se nota bastante que me detesta, hasta pareciera que se pone de acuerdo con Amber para hacerme pasar un mal rato. Como sea, siento que olvido hablar de alguien. ¡Ah claro! Es imposible olvidar a Lysandro, con su característico modo de vestir y su divertida forma de perder su libreta. Incluso logró perderla teniéndola en su mano, recordar eso siempre me hace reír bastante…
Aun así, este no es el momento en que pueda echarme a reír. Tengo miedo, bastante miedo. Siento como si sudara frio. Me encuentro por los pasillos corriendo desesperada, buscando un sitio en donde pueda esconderme. Ya logre cruzarme con la mirada de sorpresa de mis amigas, en especial la de Rosa, al no poder dar explicación de lo que sucedía. Rogaba porque no me encontrara con la directora, o en el peor de los casos con la señora Delanay, no quería ganarme un nuevo castigo. Corría con fuerza, sentía que se me iba el aire y me daba un dolor en el abdomen, me ardía el pecho. Salí al patio, tratando de perderme entre todos los alumnos que se encontraban ahí, pasaba por detrás de algunos árboles hasta llegar al gimnasio, quizás era mi único buen escondite por ahora. Abrí la puerta de manera frenética y me eche a correr en dirección hacia los vestidores. Cerré la puerta y me recosté, algo brusco, sobre los casilleros. Suspire con pesadez mientras trataba de recuperar el aire, me deje caer y quede sentada en el suelo.
—Creí que no lograría escapar —me limpie la frente, se escurrian algunas frías gotas de sudor. Halaba el borde de mi blusa para poder bajar el calor que tenía justo ahora, algo que se complicaba por el hecho de que el ambiente se tornaba cálido ya que las duchas se habían usado hace poco—, no puedo quedarme todo el tiempo aquí, el recreo no es eterno. Tengo que enfrentarlo —apoyé mi frente sobre las rodillas—, pero no sé cómo si apenas pudo asimilar lo sucedido, sé que reaccionara peor y no sé si pueda soportar verle así.
En eso escuche pasos acercándose, un escalofríos recorrió todo mi cuerpo, haciéndome poner de pie por inercia. La puerta del vestidor se abrió, nadie entraba. Mi corazón palpitaba a toda, sentía que iba a salir corriendo de mi pecho, cerré incluso los ojos con bastante fuerza. Ya no podía correr ni nada, llego mi fin.
— ¿Qué haces aquí, Liz?
—Eh… —abrí los ojos, casi como una bendición encontré ahí a Alexy. Me miraba incrédulo, casi parecía querer soltar una carcajada—. Ah, eres tú —suspiré aliviada.
—Supongo que esperabas a alguien más aquí, ¿no?
—Sí y no —me acerqué rápidamente a su lado y me abracé a él—, tengo mucho miedo, no lo hice con intención pero no me escuchó, corrí por todo el instituto—, hablaba con incoherencia, sin embargo a él parecía no importarle mucho ese detalle.
— A todas estas, ¿de quién huyes?
— ¡ELIZABEEEEETH! —gritaron mi nombre desde afuera.
La puerta volvió a abrirse, esta vez de golpe, eclipsando el eco del grito de hace unos segundos. Ambos nos sobresaltamos, en especial yo, ya sabía lo que me esperaba.
—Diablos… —susurre justo al verlo entrar y acercarse a nosotros.
Su mirada me petrificaba, algo similar a cuando se veia a Medusa y terminabas siendo de piedra. Jamás lo había visto así de enojado, o al menos conmigo. Pisaba con fuerza, cada paso parecía retumbar y me hacía sentirme pequeña e indefensa. Sin pensarlo, me solté del abrazo de Alexy y me fui arrinconando en una de las esquinas de los vestidores. Me cubrí la cara con los brazos, no quería seguir viéndolo así—. ¡Perdóname! ¡Perdóname! No quise que pasará, no fue a propósito, fue un accidente.
—Un simple perdón no te salvara de esto —me reprochó con furia—, esto es personal, Elizabeth.
— ¿En serio estoy viendo esto? —interrumpió Alexy, quité mi brazo de la cara y vi como nos veía incrédulo—, Armin, idiota, ¿podrías explicar por qué actúas cómo un loco?
— ¿¡Un loco!? No, no, tengo un motivo válido para estar así —me señaló—, está tonta dejó caer desde la ventana del aula de ciencias mi PSP, quedó completamente destrozado —Alexy quedó boquiabierto—, y para empeorar no tiene con qué pagármelo.
—Fue un accidente, yo no tenía la intención de tirártelo —pensé un instante que decir—, además tú… ¡tú eres culpable también!
— ¿¡Qué!? ¿Por qué tengo culpa? —pareció molestarle eso, si de una mal mirada se pudiera matar a alguien, él ya me hubiera matado dos veces.
Sabía que me estaba metiendo a la boca del lobo con cada cosa que le decía, nada de lo que pudiera decir mejoraría la situación. El daño ya estaba hecho, no tenía mucho que perder.
—Pues nada de esto hubiera sucedido sí me lo hubieras prestado cuando te lo pedí—me crucé de brazos—, me obligaste a quitártelo a la fuerza —reclamé, intentando sonar lo más indignada posible, aunque sabía que me estaba viendo algo infantil.
— ¡Es la excusa más ridícula que se te pudo ocurrir y lo sabes! —me señaló nuevamente—, además, si no te lo pase fue porque estaba en medio de una importante batalla.
— ¿Y? No te costaba mucho detener unos segundos el juego para explicarme —le dí la espalda.
— ¡No podía detenerlo!
— ¿¡Cómo que no!? Existe la opción de pausarlo, no es un juego online.
—Era una importante batalla, no podía interrumpir ese épico momento.
—¡Ja! Y se supone que soy yo la de las excusas ridículas. Eres el colmo, Armin.
—¡Ya deténganse ambos! —intervino Alexy, se veía bastante molesto—, esta discusión no va a llegar a ningún lado si siguen gritandose tonterías.
Los tres quedamos en silencio, quedé mirando al suelo pues me daba miedo volver a toparme con la iracunda mirada de Armin. Alexy continuó:
—Bien, los dejaré solos para que solucionen este problema o si quieren sigan gritandose cosas y ser el chisme después —sé que esto último se refería a mi, pues él bien sabía que no me gustaba ser parte de chismes y más si llegaba a oídos de Amber y compañía.
—De acuerdo —respondí temerosa, segundos antes de verlo salir.
El silencio reinó nuevamente en el sitio. Alejándome de Armin, decidí sentarme en la banqueta, fue ahí que empecé a sentir como se me adormecían las manos, algo que me solía pasar cuando me exaltaba mucho. Intenté relajarme, respiraba lento y profundo, buscando tranquilizar todo mi cuerpo. No podía dejar de ver a Armin, parecía bastante pensativo y no era algo en lo que pudiera confiar.
—Armin... —le nombré tímidamente, él se giró a mi dirección, dedicándome una molesta mirada—, sé que no va a solucionar nada, pero quiero que me disculpes por lo sucedido.
—Yo acepto la disculpa, Lizzie —respondió, para mi sorpresa, bastante tranquilo. Era como sí el Armin lleno de ira fuese otra persona aparte—, pero no te voy a dejar pasar lo de la consola.
—El problema es que realmente no tengo con que pagartela.
—Pues... —se me quedó viendo por unos segundos y luego negó con la cabeza—, olvídalo, dudo que aceptes.
—Dime Armin, si es otra alternativa la puedo aceptar.
Fue cuestión de nada en que me arrepentí de haber aceptado casi que por impulso, pues vi como Armin dibujó una maldadosa sonrisa en sus labios al escuchar mi respuesta.
—Lizzie, digamos que ya tengo la solución a este problema...
Maldita sea, Armin. No sé en que lío me metí contigo.
Procuraré publicar cada lunes, pues ya ahorita teniendo algo de tiempo libre me puedo dedictar bien a la historia. Hasta un nuevo capítulo. Bye bye ^^
