No soy Stephenie Meyer, no creé "Twilight" ni a ninguno de sus personajes, lo único que hago es jugar un poco con ellos creando mis historias. No lo hago con fin de lucro, aunque si me pagaran sería estupendo.


Alma en un sofá.

Prologo.

En todos mis años de inmortal, jamás había visto semejante encuentro. Había por lo menos cincuenta vampiros en todo el castillo esperando las indicaciones para comenzar aquel plan elaborado que nos llevaría a la victoria. Todos teníamos un fin común. Los Vulturis tenían que morir.

Cuando llegué aquí las cosas eran muy distintas. Sólo tenía a tres personas conmigo, pero ahora tenía a toda una familia que proteger. Siempre me gustaron los retos y este iba a ser el más grande de todos. Ahora no estaba sola, ahora tenía a ese alguien que ponía mi mundo de cabeza, ese alguien por el cual no importaría morir.

Definitivamente lo que estaba apunto de ocurrir era un suicidio, pero ¡vamos! ¿por qué no dar la vida por quienes amo? Todos esperaban que algo ocurriera para que nos detuviese, pero no iba a suceder, todo estaba listo y preparado, fríamente calculado y yo estaba lista.


I Capítulo: Minutos para el cambio.

"EL castillo para una princesa de la noche"

A veces ser lo que soy tiene sus ventajas, ya sabes, el ser extremadamente hermosa, ágil, rápida, fuerte, y bueno fui afortunada de tener un don; no todos tienen aquella ventaja.

Mi nombre es Isabella Swan, pero jamás me ha gustado mi nombre completo, así que todos me llaman Bella, es más cómodo y fácil de recordar. Soy un vampiro hace siglo y medio, dejándome estancada por siempre en los diecinueve. Mis primeros años los pasé absolutamente sola, sin embargo, hace un siglo atrás conocí a mis dos mejores amigos y hermanos. Emmett y Alice.

Alice, es una pequeña niña de diecisiete años, somos las mejores amigas y jamás nos hemos separado. Es de baja estatura, me atrevería a decir que no supera el metro cincuenta y cinco, es un pequeño duendecillo. Su cabello es de color negro, corto y cada una de las puntas va hacia una determinada dirección, es muy menudita, que hasta parece que va quebrarse, pero es sólo apariencia, ella es un monstruo… lo sé yo que siempre soy su victima. Cómo dato anexo puedo decir que es adicta a las compras, tiene algún problema de ser obsesiva o algo así, pero Emmett y yo optamos por jamás decirle no, eso atrae muchas consecuencias y jamás, jamás apuestes contra Alice, saldrás perdiendo.

Emmett, bueno él… Emmett es él. Es un vampiro grandote, musculoso, fuerte, atractivo, gracioso, simpático. Su cabello siempre va corto y es de un color castaño oscuro. Emmett siempre sabe que decir, y jamás lo he visto cerio en toda mi existencia. Hace bromas muy a menudo y yo soy el blanco principal de ellas. Es muy bueno con las apuestas y le encantan los autos, el es nuestro mecánico personal. Emmett, es mi hermano, aquel que nunca tuve y es mi gran oso, realmente no sabría que haría sin él.

Nuestra familia es pequeña, de hecho somos nosotros tres y nadie más y aunque Emmett quería tener un perro jamás lo dejamos, digamos que él no es muy bueno con los animales. Vivimos en Londres - Inglaterra hace siete años, y nuestra casa no es tan grande pero tenemos nuestros lujos. Gracias a Alice que puede ver el futuro, el cual es su don, podemos invertir en la bolsa, es algo así como hacer trampa, pero versión Alice.

- ¿Ya llegó Emmett? – me preguntó Alice desde el piso de arriba. Sacándome de mis cavilaciones.

- No Alice, aún no llega – le dije pasando a la siguiente página de mi libro "Cumbres Borrascosas".

La puerta de entrada se abrió de un sopetón y por ella entró el gran Emmett empapado con una gran sonrisa en su rostro. Como un gran San Bernardo se sacudió el agua que tenía encima, dejando un charco de agua en el piso de la estancia.

- ¡Emmett! Tendrás que limpiar todo eso – le dije bajando el libro y poniéndolo en mi regazo.

- A que no adivinas con quien me encontré – dijo el grandote dando grandes zancadas en mi dirección.

- No tengo idea Em... sabes que no tengo el don de Alice - le dije volviendo a mi lectura.

- ¿¡Cuando nos vamos!? – preguntó Alice dando saltitos en las escaleras.

- ¿Irnos? – preguntó levantándome rápidamente del sofá

- ¡Arg! Alice siempre arruinas las sorpresas – se quejó Emmett frunciendo el ceño.

- ¿Alguien me explica que sucede? – pregunté mirando a ambos alternativamente.

- Me encontré con Carmen – dijo mi hermano sentándose en el sofá blanco de la sala. Arrugué el ceño, hoy en la mañana los había limpiado.

- ¿Enserio? ¿cómo está? – pregunté sentándome de nuevo e intentando ignorar la gran mancha que se estaba formando en el sofá.

- Está muy bien, como siempre, ya sabes – dijo asiendo un ademán – pero lo que más me llamó la atención es la propuesta que nos hizo.

- ¿Propuesta? – pregunté levantando ambas cejas.

- ¡Que bien! – sonrió Alice

- Alice, deja que le cuente – habló Emmett. La pequeña le sacó la lengua y bailoteo hasta sentarse a mi lado.

- Como decía… me encontré con Carmen y ella me dijo que Carlisle - ¿cómo olvidar aquel nombre? Si Emmett se la pasaba hablando de él, era su gran inspiración – está pidiéndole a todos los vampiros que conoce que se unan con él, por una causa.

- ¿De beneficencia? – pregunté confusa - ¿qué tiene que ver Carmen?

- Deja que te explique y cállate – me dijo Emmett. Me cruce de brazos y escuché lo que tenía que decir.

- Carlisle le está pidiendo a sus más cercanos que vayan por todo el mundo invitando a todos los vampiros más fuertes y dignos de confianza para que se unan a su causa – me explicó el grandote – y Carmen nos contó a nosotros porque pensó que seríamos de gran ayuda para todo este montaje.

- Bien – dije algo convencida - ¿y cuál es la causa para que todos los vampiros nos juntemos?

- Los Vulturis – un escalofrío atravesó todo mi cuerpo.

¿Cómo podría olvidar a aquellos monstruos? ¿Cómo podría perdonar aquel daño que tanto me hicieron? Tener que huir como una prófuga para luego ser convertida por un vampiro loco y maniático y condenarme a esta existencia sin grandes alegrías ni tristezas.

Mataron a mis padres sin ninguna compasión, no pude protegerlos, ni siquiera pude mirar, pero aún podía oír los gritos de mi madre y las maldiciones que decía una y otra vez mi padre.

Los mataron a sangre fría porque tenían sed, y ahora soy yo la que tienes sed de sangre, venganza y esta era mi única oportunidad.

- Supongo que tienen un plan lo suficientemente elaborado – les dije en un susurro sin levantar la mirada de mis pies.

- Carmen dice que Carlisle tiene todo listo – habló Emmett – sólo necesita a vampiros que estén dispuestos a eliminarlos.

- ¿qué ves Alice? – pregunté con el ceño fruncido y con mi vista perdida en algún punto.

- He tenido visiones hace algunos días, pero no son muy claras – explicó la pequeña – nos veo en algo parecido a Escocia, en una especie de castillo. Luego la imagen se corta y nos veo con otros vampiros. Te veo a ti en una habitación grande e iluminada, a Emmett lo veo de espaldas observando algo o alguien y a mi… no lo sé es muy confuso.

- ¿Nada más? – le pregunté sin despegar la vista de mi punto ciego.

- Nada más lo siento – se disculpó Alice.

Me quedé bastante tiempo en silencio. Era tal vez, nuestra única oportunidad para acabar con los Vulturis. Ellos estaban haciendo daño a muchas personas, humanos con familia, amigos una vida, mataban porque sí, ni siquiera tenían sed, estaban destruyendo todo lo que alguna vez habían construido, simplemente estaban fuera de control.

No íbamos a ser los únicos, muchos querían borrar del mapa a los Vulturis, de hecho me atrevía decir que íbamos a ser bastantes vampiros en una misma casa. El problema era ¿qué pasa si era una trampa? ¿y si los Vulturis ya lo sabían? ¿Y si todo se salía de control y terminábamos peleando contra nosotros mismos?

- ¿Bella? – me llamó Alice - ¿en qué piensas?

- ¿Qué pasa si es una trampa Alice? – le pregunté

- Lo habría visto Bella, sé cuando el peligro está cerca – me dijo sonriendo, aunque yo no le devolví la sonrisa.

- ¿Qué pasa Bella? – me preguntó Emmett – es nuestra oportunidad.

- Lo sé Emmett… es sólo que ¿qué pasa si los Vulturis ya lo sabes? Son más que nosotros, son fuertes y tienen estrategia – argumenté

- Los Vulturis no lo saben – habló Alice. La miré confundida – Los he estado observando hace meses y todo sigue igual, no tiene idea lo que les espera. Además no vamos a ir y atacarlos así como así Bella, esto tomará meses de preparación.

- Vamos Bella ¡por favor! – me suplicó Emmett – si no resulta, si todo se pone muy feo nos vamos y ya… pero por favor, vamos.

Volví a fundirme en un silencio. Miré a Emmett que me veía fijamente suplicándome aquella oportunidad. Odiaba que me suplicaran, cuando era no, es un no y ya está. Pero cuando Emmett suplicaba, no había quien dijera que no.

Miré a Alice, tan pequeña… me la imaginé pepeando contra aquellos monstruos y un escalofrío recorrió mi espalda. Jamás dejaría que la tocaran, jamás.

Pero era nuestra única opción, la única manera de matar a esos infelices ¿qué pasaba si todo resultaba? ¿Qué pasaba si ellos morían? ¿Quién se haría cargo de nuestro secreto? ¿Alguien ocuparía el lugar de los vulturis? ¡Demonios!, me maldije eran muchas preguntas y pocas respuestas.

Volví a mirar a mis hermanos, aunque ahora la vista de Emmett se fijaba en Alice. Desvié mi mirada y la posé en la pequeña, estaba teniendo una visión, tomé una de sus manos y esperé hasta que aquel trance por el que pasaba se terminara.

- ¿Qué haz visto Alice? – le pregunté sonriéndole.

- A nosotros en Escocia, en un castillo enorme – sonrió para si – vi a Emmett entretenido con un auto rojo muy lindo, lo que me recuerda que me debes un auto Bella – dijo arrugando el ceño, yo sólo me encogí de hombros – y a ti Bella sigo viéndote en aquella habitación grande e iluminada.

- Bien – dije levantándome – supongo que la decisión está tomada.

- ¡Si! – gritó alice y corrió escaleras arriba.

- Entonces… - habló Emmett dando unas pasos hacia mi.

- Nos vamos a Escocia Emmett – dije sonriendo. El me abrazó fuerte y también luego de bajarme subió escaleras arriba para arreglar las cosas.

Iba a ser un largo viaje. Era increíble como todo cambiaba en un segundo. En la mañana no más pensaba que me quedaría en casa viendo alguna película y ahora tengo que arreglar mis maletas para irnos a un viaje que cambiará nuestras vidas.

El sólo hecho de saber que el fin estaba cerca me hacía sentir unas cosquillas en mi estomago y sonreír sin razón aparente.

Subí a paso lento las escaleras y entré a mi cuarto. Bajé las maletas que estaban arriba del ropero y comencé a poner la mayor cantidad de ropa que podía, tenía lo ligera impresión que iba a ser una larga estadía en aquel castillo.

La puerta de mi cuarto se abría y una ráfaga de viento entró por ella, la cual tenía nombre. Alice. Me quedó mirando con gesto severo, arrugó el ceño y negó con la cabeza. Tomó mi maleta recientemente ordenada y la vació a mi cama. Separé mis labios formando una perfecta "O" y ella simplemente me sonrió. Corrió a mi armario y comenzó a lanzar prenda tras prenda a mi cama mientras que yo la miraba sentada en un rincón de la habitación, intentando n ponerme en posición fetal y mecerme traumada, ya podía imaginar lo que haría con mi ropa.

Minutos después tenía dos maletas hechas perfectamente, con aquella ropa que según Alice sería la indicada. Ni siquiera me atreví a preguntarle que clase de ropa era la indicada, así que simplemente bajé con mis maletas y la subí al enorme Jeep de Emmett, el cual ya estaba poniendo las maletas de él y Alice adentro.

- Déjame adivinar – le dije sonriendo – aquella maleta gris de allí – dije apuntando una que estaba debajo de otras cinco maletas – es la tuya y las demás son de Alice.

- Dices bien mi querida Bella… dices bien – me dijo intentando no hacer una mueca con sus labios.

- Tranquilo Emmett, tengo la seguridad que tu jeep soporta el peso – le dije riéndome y dándole unas palmaditas en el hombro.

A los pocos segundos llegó saltando una feliz Alice con una pequeña cartera en sus manos. Nos sonrió a ambos y se subió al Jeep con ayuda de Emmett, ya que con su estatura era algo complicado. Sonreí, ella era la más contenta con este viaje.

- Relájate Bella – me dijo sonriendo – tengo un buen presentimiento.

Yo sólo le devolví la sonrisa y los vi alejarse por aquella calle rodeada de árboles. Esto definitivamente se iba a poner bueno.

Saqué de la cochera mi hermosa moto negra y la observe unos instantes, sonreí. Aquella moto me había acompañado durante mucho tiempo y ahora no iba a ser la excepción. Me puse mi chaqueta negra y mis lentes de sol, sabía que no era necesario pero tenía aquella extraña manía. No me puse el casco, después de todo el daño lo recibiría el asfalto no yo. Me subí a la moto aquella ronroneaba bajo mis piernas, el viento revolvía mi cabello y el frío hubiera colado hasta mis huesos de no ser porque simplemente no podía. Aceleré rápidamente y también me perdí en aquel camino que nos mantenía a minutos para el cambio.

Suspiré el aire frío de la ciudad. Simplemente Alice no era la única que tenía un buen presentimiento.


¡Hola gente hermosa! como sabrán "Circo y malabares" no se va a seguir escribiendo, así que publicaré esta historia, que espero sea de su agrado. Ya saben espero sus review's porque son la tinta que necesito para seguir escribiendo. Y con respecto a mi otra historia "Porque todo hay que terminarlo con esperanza" está prácticamente escribiendose sola, así que la próxima semana ya van a tener el próximo capítulo, lleno de verdades.

Aclaraciones: La familia Cullen no está junta, algunos son nómades y otros estan juntos en otros aquelarres, pero no se preocupes, pronto van a encontrarse todos y comenzaran los enrredos.

Saludos a todos y a cada uno de ustedes, espero tengan una linda semana.