¡Cha chan! Pues aquí ando con un pequeño fic IchiRuki (¿cuál obsesión, eh? ¿cuál?). No estoy muy segura de la calidad porque nunca había escrito algo tan corto, pero espero que por lo menos esté aceptable.
Este drabble lo escribí por dos razones en especial:
La primera es en conmemoración del cumpleaños de Ichi, que fue hace unos cuantos días.
La segunda, es porque quiero dedicárselo a una gran amiga y persona: Majito, te adoro, esto es para ti. Espero que te guste y que te levante el ánimo porque lo más importante es que siempre sonrías :D
Sin más ni más, los dejo con la lectura. Por favor no se olviden de dejar sus comentarios buenos y malos porque todos son de gran ayuda.
Disfruten el fic. ¡Besos! ;)
Miró con desasosiego cómo la lluvia dibujaba un perfil en la ventana. Abajo, su familia y amigos preparaban una cena de cumpleaños aunque él no estuviera de humor para comer pastel.
"No" había respondido tantas veces como le habían preguntado si la echaba de menos, tratando de convencerse más a sí mismo que a los demás. Pero no podía hacerlo. Ahí, en la habitación donde compartieron tantos momentos, su soledad confesaba la verdad detrás de la partida de la pelinegra: Echaba en falta verla tirada en el suelo, leyendo sus horribles mangas; verle pasear con el pijama de Yuzu por la habitación con el ceño fruncido porque se había negado a comprarle algún tonto objeto de chappy; extrañaba sus saltos a través del armario cada vez que un hollow aparecía, y sus ojos detrás de su hombro, preguntándole cosas como "¿qué es el cine?" o "¿qué se celebra en navidad?". Maldición, extrañaba incluso sus gritos y golpes... Pero sobre todo, extraña esa sonrisa cómplice que se dibujaba en su mirada cada vez que le leía el pensamiento.
La extrañaba como loco y no había nada que pudiera hacer al respecto. Ella se había ido definitivamente. Recordó sus palabras de despedida:
"No pongas esa cara triste. Incluso si no me puedes ver, yo seguiré siendo capaz de observarte"
—Torpe—Dijo para sí, con una sonrisa casi inconsciente. Se llevó las manos a la nunca y fijó la vista en el armario vacío.
Sólo una vez, pensó. Inhaló hondo y, con los ojos cerrados, pronunció su nombre por primera vez desde la despedida.
—Rukia
Sentada en el pequeño armario, con los pies colgando y la cabeza ligeramente ladeada, aquellos ojos violetas sonrieron con dulzura.
—Te lo dije. Feliz cumpleaños, Ichigo—Susurró, aunque él no pudiera saberlo.
