Los nombres de los personajes, no son obra mia. sino, que del Grn Tite Kubo.
Ya es tarde, de seguro llegaré atrasada otra vez. Me miro apresurada al espejo, rendida con mi cabello. ¿Cómo es posible que tenga vida propia? Simplemente, me desespero, respiro hondo, doy un largo suspiro y culmino por tomarlo completo. Es que, llevo casi 10 minutos de retraso, por ello, no perderé tiempo luchando con esta imitación de medusa, que es mi cabello.
Corro lo más deprisa que puedo. Veo temerosa la puerta de la sala donde tendré que rendir mi certamen. No es posible que otra vez haya llegado tarde. Esto solo me ocurre a mí.
Al parecer el doctor no ha puesto malicia en el momento de confeccionar el certamen, claramente se las respuestas de varias preguntas. Si, después de cuatro días estudiando sin descanso, me siento total y completamente segura de mis respuestas. Seguro me irá bien.
-Tienes cara de que te fue bien, Kuchiki- menciona Renji Abarai, mi compañero y mejor amigo en la universidad. Brian, lleva un año atrasado en la carrera, debería estar en cuarto año de Odontología. Sin embargo, aquí esta, recién saliendo de rendir un certamen de Fisiología de tercer año. Nos pasamos cuatro días y tres noches seguidas estudiando para este certamen, y el obtener una mala calificación; no está dentro de nuestras posibilidades.
-Bueno, supongo que me fue bien, estudiamos demasiado como para salir de ese matadero con una expresión de tristeza.
-Tienes mucha razón, Rukia. Aunque, considerando que la mayor parte del tiempo solo comiste, dormiste y te escapaste a leer otros libros, nada relacionados con la materia. Pues sí, debería haberte ido relativamente bien- se mofa ese grandulón, algo bronceado de ojos oscuros con ese extraño y gracioso cabello rojizo. En algún momento de mi vida universitaria, me sentí atraída por ese idiota, pero, solo me basto conocerlo, para que esa imagen de hombre sexy e inteligente que me había creado en mis locos pensamiento se esfumara como el viento entre mis dedos.
-Ríete todo lo que quieras, Renji, pero ya verás que obtendré una mejor calificación que la tuya.
-Ok, ok Kuchiki, no te sulfures. Por cierto, ¿qué electivo tomarás para remplazar el que eliminaste?
-Mmmm, supongo que algo relacionado con artes, me interesa mucho un electivo que se dedica al cine.- si, a pesar de ser una responsable estudiante de odontología, carrera que amo, pues reúne tanto las ciencias de la salud, como las artes. Me he interesado hace bastantes años por el séptimo arte. Ahora, solo espero que aún queden cupos.
-¿Cine he?, pues será, tendré que inscribirme contigo para espantar las moscas de cerca- menciona Renji, haciendo un tierno mohín, que a más de una de nuestras compañeras dejo sin aliento.
-¿Espantar las moscas?, no necesito que hagas eso, yo las puedo no espantar, sino que matar. Se cuidarme sola, Renji- y claro, como no. No voy a dejar que nadie se interponga entre mi amado titulo de cirujano dentista y yo. Por eso, evito cualquier tipo de relación amorosa. Eso solo sirve para distraerte. Sé que al comienzo todo es bello, y color de rosa, pero luego, se transforma en una día lluvioso y lleno de oscuridad. Simplemente, no quiero eso para mí, prefiero estar sola, que mal acompañada.
-De acuerdo, lograste asustarme Kuchiki. Aun así, me inscribiré contigo, se que será entretenido molestarte en un hobbie tuyo.
¿Cómo lo hace?, simplemente se burla de mi y espera que lo quiera. Hay dios, menos mal que es mi mejor amigo y confidente. Es como mi hermano, si, definitivamente le puedo perdonar cualquier cosa a este tonto. Lo quiero demasiado para enfadarme con él.
Vaya, que tedioso es esto. La pagina web de la universidad está bastante lenta, y no carga lo que deseo. Esto me vuelve loca, y hace que una pequeña parte de mi interior, grite con furia, se tire de los cabellos, para luego tomar la pantalla del computador y lanzarlo como toda una rock star al suelo. Mmmm, eso está lejos de suceder.
Por fin, ingreso a cursos electivos, cliqueo con firmeza, y me propongo a escribir el código de mi ansiado curso de cine. Pero, algo no anda bien. ¡No puede ser, no hay vacantes!, es que no lo puedo creer; es el único curso que he querido tomar voluntariamente y no hay cupos. Me quiero volver loca, y ahora sí, mi yo interior grita como leona y con los cabellos alborotados por la furia. Pruebo con el curso de astronomía y sorpresa, ¡tampoco hay vacantes! Vuelvo a intentar con un curso de cocina, si de seguro ese me irá bien. Soy un completo desastre cocinando, y por el amor de Dios necesito aprender a valerme por mi misma en las artes culinarias y además, requiero de estas notas extras, para avanzar con mi carrera. Como si a un odontólogo, le fueran hacer que cocine, o haga una cinta de cine en su propia consulta.
No me lo creo, no hay cupos para ningún curso, el único que no he probado es el que a mi parecer es el curso más aburrido de toda la existencia. Cliqueo resignada y como ya me lo suponía, este curso si tiene bastantes cupos. Pero, es que es obvio. A quien le interesaría un curso así. Bueno, quizás a alguien que quiera montar su propia empresa y ame los números y el control. ¡Vaya!, ahora que lo pienso, este curso si me es de utilidad, pues, una vez egresada deseo abrir mi propia consulta odontológica, y bueno, eso es un negocio ¿verdad?
Efectivamente, ya he logrado inscribir el curso electivo de Economía Empresarial, dictado por el docente Ichigo Kurosaki. Esto pinta de alguna manera. No sé porque pero, me ha entusiasmado un tanto este curso. Quién sabe, puede que resulte ser una grata experiencia.
Escucho de fondo un sonido bastante agradable, no es más que Notion de los Kings of leon, uno de mis grupos favoritos. Me dejo llevar por la música, me envuelvo en las suaves sabanas de mi reconfortante cama, y me inundo de ella; esa melodía tan atrapante, tan, ¿seductora?. Cada vez que escucho, algunos de los temas de este grupo, aflora en mi esa diva interior, quien se apresura a ponerse su mejor traje a lo moulin rougue y con una sensualidad sacada de las mejores películas de cine, comienza a deslizarse por un caño. Oh sí, yo podría hacer eso, ser la mejor bailarina de caño y de burlesque de Francia. Si viviera ahí, claro.
Mmmm, deja de sonar la música, y de pronto lo recuerdo, como si me echaran encima un baldazo de agua helada. ¡Hoy comienzan las clases del curso de economía empresarial a las ocho menos treinta de la mañana!, y ¡Madre Mía, ya son las siete menosquince, y yo aún acostada! Debo recordar no poner como tono de alarma un tema que me guste, desde mañana pondré un tema ruidoso, desagradable hasta para el mismísimo Papa.
Me levanto de un salto, me baño a la velocidad de la luz, me visto con algo sencillo, pero con un deje de formalidad. Una blusa blanca con encaje, y unos jeans negros, para terminar con las converse. Si, así debería estar bien, ahora la verdadera batalla va a comenzar. ¡Cielos! Que tenga que estar luchando con mi cabello todos los días. Como ya estoy atrasada, no me dedicaré a cepillarlo, simplemente lo dejare caer, y luego cuando se seque durante el camino, lo tomaré con una liga y ya. Es que solo me puedo rendir.
Corro por los pasillos de la universidad, y para mi alegría, la puerta de la sala aún no está cerrada, me escabullo lo mas silenciosamente que puedo entre mis compañeros, en dirección a un pupitre alejado de la humanidad. Si, un pupitre donde no llamaré la atención, y es justo lo que busco. Pasar desapercibida por la vida. Continuo a paso gatuno, por entre las mesas de estudio, cuando una voz melodiosamente varonil, pero joven me llama la atención.
-Veinticinco minutos tarde, este aunque sea un curso electivo tiene sus requisitos, y uno de ellos es la puntualidad.
Volteo a ver al dueño de esa voz tan agradable, y vaya sorpresa. No lo puedo creer, es un joven de unos veintiocho años ¿quizás? Alto, de hombros anchos y caderas estrechas. Con un rostro de ensueño. Ligeramente bronceado, con unos ojos color miel radiantes, nariz recta, labios perfilados y un cabello castaño rojizo, más bien, parece anaranjado, el cual lleva despreocupadamente alborotado, cayéndole algunos mechones deliciosamente por su frente. Vaya, lo veo y no lo creo, es muy guapo. Que digo guapo, es un dios caído del Olimpo, que provoca en mi interior una sensación completamente desconocida. Es un suave y plácido hormigueo en mi vientre. ¿Qué será? Dios, aún me ve fijamente. Y mis piernas se vuelven de gelatina.
-¿Cuál es su nombre, señorita?- pregunta el adonis, desde el pupitre del profesor. ¡Espera! ¿El pupitre del profesor? No, no puede ser. Si él es el profesor, yo soy bombera y me voy directo a morir en cualquier incendio. Es que no puede ser mi profesor, semejante hombre, que grita a lo lejos sensualidad , elegancia, porte, inteligencia. Dios, él es como el gordo de la lotería y la lámpara de Aladino juntos.
Trago saliva- Ru-Ru-Rukia Kuchiki- respondo torpemente, sin poder mover siquiera un músculo de mi cuerpo. Es que ese hombre tiene una mirada intimidantemente intensa, que me deja perpleja.
-Bueno, señorita Kuchiki, ha llegado usted tarde a mi clase. Y si hay algo que yo odio, es la impuntualidad. Pero, ya que ha hecho un gran esfuerzo en entrar a gatas al salón. Lo dejaré pasar. Solo por esta vez, y eso corre para todos. ¿Entendido?
Un sí, al unísono se escucha como eco en el salón. Yo simplemente, me dispongo a sentarme, y recuperarme del shock. Y de esa mirada. Dios, no puedo creer que esto me suceda a mí.
Intento, de verdad intento concentrarme, pero es que la forma en la que se mueve el profesor Kurosaki, me saca de un tirón de la realidad. Se mueve tan elegantemente, de seguro está muy a gusto consigo mismo. Va de un lado a otro, dejando ver cada parte de su esculpido cuerpo tapado innecesariamente por ese terno a medida, que lo hace ver tan sexy. ¡Vaya, que rumbos han tomado mis pensamientos! Sigue ahí, con un libro de economía en sus manos, y me fijo cuidadosamente en sus largos dedos. Y es en ese momento donde me surge la gran interrogante. ¿Es casado el profesor Kurosaki? Espero que no, veo con más detalle, me inclino sobre mi pupitre, para lograr ver con mejor precisión. Haaa, que frustrante, no logro ver absolutamente nada. Me inclino aún más. ¡Y no! Caigo vergonzosamente al suelo. Con la nariz incrustada entre las hojas de mi cuaderno. Escucho un coro de risas, que no hacen más que hacerme sentir peor. Uf, pero es que definitivamente esto solo me pasa a mí. Ya ves, Kuchiki, eso te pasa por curiosa. Me critica mi maliciosa subconsciente. ¿Cuándo aprenderá a no criticarme y mejor aconsejarme antes de que me ponga en ridículo? Estúpida subconsciente.
-¿Se encuentra bien?- y unas amables y masculinas manos me ayudan a ponerme de pie. Wow, es él, mi profesor, y justo en ese momento tengo la oportunidad y el privilegio de verle de cerca. Dios, sus labios son tan jodidamente tentadores. Sus ojos son como un imán de luz, que te envuelve completa. Su cabello así, tan alborotado que le da ese aire rebelde, se aprecia limpio y sedoso. Y huele… mmmm, huele de maravilla, un perfume exquisito y sutil. Dios, qué efecto genera en mi este hombre.
¡El anillo, tonta!, grita mi subconsciente, desde el fondo de el salón de castigo al cual la envié. Pero si, el anillo. Me apresuro a examinar con cautela sus largos dedos, y felizmente no es casado; no hay anillo alguno que delate su compromiso con alguna mujer, que dadas las circunstancias, sería odiada a muerte por mí y por varias de mis compañeras, que al parecer, también han caído bajo el hechizo Kurosaki.
-La ayudo a ponerse de pie, señorita Kuchiki- menciona tan caballerosamente, el profesor Kurosaki. Y sus palabras resuenan en mis oídos, para terminar dando vueltas como intrépidas bailarinas en lo profundo de mi mente. Si, el profesor Kurosaki significará un gran problema. Lo acabo de conocer y ya en su primera clase he fantaseado un sin número de cosas, de las que seguro mi hermano no estaría nada orgulloso.
-Gra-gra-gracias- es lo único que atina a salir de mi boca. Vaya momento para desconectar el control cerebro boca. De seguro le pareceré una tonta.
-No hay de qué. ¿Se encuentra bien, o preferiría que la llevara a la enfermería? Wow, ¿a la enfermería?, Kurosaki, contigo yo voy hasta el mismísimo infierno.
Respiro profundo, intento arreglar mis ropas, y paso nerviosa las manos por mi cabello, en un tonto intento de acomodarlo.-no, no se preocupe, no me ha dolido, estoy bien. Disculpe usted, por interrumpir su clase.
-Rukia, considerando que interrumpiste mi clase en el momento en el que llegaste, y que no has puesto atención a nada de lo que he expuesto, lo que por cierto entrará en el certamen. Yo no tendría por qué molestarme en llevarte a la enfermería. No obstante, te has caído, quizá, estas enferma. Y no me arriesgaré a que algo malo te ocurra. Así que, ven, vamos a la enfermería- toma con cuidado mi antebrazo, y me acerca ligeramente hacia el- Keigo, por favor, pasa a la siguiente diapositiva y el resto escriba lo que sale ahí. Llevaré a la señorita Kuchiki a la enfermería y regreso.
Caminamos despacio en dirección a la enfermería, y recién cuando esperamos el ascensor, caigo en la cuenta de que me ha llamado por mi nombre. Sí, me ha dicho Rukia. Claro, como no, si ese es tu nombre, ridícula. Se apresura a reprenderme mi muy cruel subconsciente. Pero si, tiene razón, ese es mi nombre, porque debería ser especial el que él lo haya dicho. Ha, pero al menos me tiene del brazo. Dios, y ahí está nuevamente ese hormigueo, tan delicadamente delicioso. Mmmm, de seguro esto no va para bien.
-La enfermería esta en el tercer piso, ¿verdad?- pregunta sin expresión alguna el Profesor Kurosaki. Y entonces lo entiendo. El es nuevo en la universidad. De ser antiguo, estoy completamente segura que lo recordaría; y como no, si este hombre precioso es legalmente difícil de olvidar.
-Sí, pero de verdad profesor, no hace falta que me acompañe, realmente estoy bien, solo fue un golpecito. No es que este enferma, solo me distraje y me caí- si, por verte a ti.
-Rukia, no me importa acompañarte. La verdad, esto me sirve para conocer la universidad- dijo Rukia, si otra vez dijo mi nombre. Y cuando es pronunciado por él, mi nombre alcanza la gloria divina. Vaya, efectivamente es nuevo. El profesor Kurosaki recién comienza a dictar clases en esta universidad. Y de pronto me siento agradecida del rector por haberlo contratado.
-¿Es usted nuevo profesor? No recuerdo haberlo visto antes por aquí- pero que pregunta más estúpida se me ocurrió formular. Ni yo puedo creer lo tonto que ha sonado eso.
Sonríe ligeramente con la cabeza algo inclinada hacia un lado, mientras subimos al ascensor- si, Rukia, soy nuevo. Y para ser mi primer día dictando clases, debo agradecerte por haberlo hecho tan interesante e inolvidable- se apresura a decir Kurosaki, aún con esa media sonrisa, que me quita lentamente la respiración. Recuerdo haber estudiado algo sobre el control de la respiración en fisiología, y ahora, por el efecto Ichigo Kurosaki, todo se ha ido al fichero de cosas por repasar de mi cerebro.
El ascensor asciende con una velocidad alarmante, ¿desde cuándo, va tan rápido esta cosa?, ¿no puede uno apretar un botón, para que valla en cámara lenta? Como se que quizás no tendré otra oportunidad, me doy el privilegio de observarlo, para así grabar en mi memoria cada detalle de su rostro. Dios, sus labios, los veo y los veo, y cada vez el hormigueo aumenta. Kurosaki me mira de reojo, y su mirada se nubla completamente ¿Qué hice? ¿Por qué me ve de esa manera? Y luego deja escapar aire entre sus perfectos dientes. Para decirme- cuidado con tu labio, no ha de ser bueno que lo muerdas de esa forma- ¿Qué?, ¿es que acaso me mordía el labio?, oh no, lo he hecho sin pensar. Fue involuntario. Siempre he hecho eso, cuando estoy nerviosa sobre todo. Pero es que este hombre pone mis nervios a prueba a cada segundo.
-Este, bueno yo-intento justificarme, pero luego el me detiene.
-No me mal interpretes, no he dicho que este mal. Es solo que, bueno- sonríe que ¿maliciosamente?-yo me entiendo.
¿Qué fue todo eso? Sinceramente siento que me perdí de algo. Creo que dijo algo pero en realidad no lo dijo. ¡O no sé! ¿A qué juegas Kurosaki?.
-Mmm, de acuerdo, no creo que le preocupe en demasía mi salud oral y labial. Solo por eso, lo dejare pasar- si, la indiferencia te asentara muy bien Kurosaki.
Ríe despreocupado, pero ¿con que?, ¿es que acaso le divierto?- tiene razón señorita Kuchiki- ¿Qué, ya regresamos al señorita Kuchiki, y donde quedo el Rukia? Uf, Kurosaki, me desconciertas.
Y suena el timbre del ascensor, anunciando que llegamos a destino. Se abren lentamente las puertas de este, y caminamos pausadamente hacia la enfermería. Que está justo al frente del ascensor.
-Es aquí, profesor. Bueno, gracias por acompañarme, aunque no fuese necesario.
-Bueno, yo opino que si fue necesario. Por una parte logré saber donde quedaba la enfermería, y por otro- se calla y respira profundo para volver a sonreír como si el supiera algo que yo desconozco- bueno, entre ya. Yo debo regresar al salón, para continuar con la clase.
¿Qué?, ¿y cuál es el otro motivo?, que sensación fue esa, no lo entiendo. Además, ¿Qué fue ese calor y corriente eléctrica que sentí en el ascensor? Haaa, Kurosaki, sé que me estas metiendo en problemas, y de seguro serás un gran impedimento a la hora de estudiar. Eso seguro.
-Hasta la próxima semana, Rukia- se despide Kurosaki, reingresando al ascensor, sin dejar de verme. ¿Qué es lo que refleja esa mirada?, es realmente desconcertante, no puedo siquiera vislumbrar una mínima parte de lo que piensa este hombre. Más bien, no es desconcertante, esto es frustrante.
-Hasta la próxima semana, Ichigo- me despido, atrevidamente. Si Kurosaki, yo también puedo jugar tu juego. Y se me hace bastante fácil hacerlo.
Ichigo, sonríe, sin dar lugar. De seguro no se puede creer, que lo haya tratado por su nombre. Pero bueno, el se lo busco. Y yo no soy una chica dócil. Eso sí que no Kurosaki.
Asiente, sin dejar de sonreír, para luego desaparecer en aquel ascensor. Y en ese preciso momento, mi cuerpo se destensa, se desespera y regresa a ser de carne y hueso. Ya no más aquella tiritona gelatina que generaba la presencia de mi profesor. Uf, esto fue algo extraño, y sin duda digno de un primer titular en los diarios. Porque creo que sí, le coquetee descaradamente a mi profesor, y aunque a muchos no les parezca, me siento totalmente orgullosa de ello. Pues Kurosaki, ha logrado captar mi atención, y no de una forma sutil. Es que, el verlo, sentirlo aunque es la primera vez, me traslado a una dimensión desconocida que escapaba de mi entendimiento. Hay Ichigo, ¿Qué me has hecho?
Espero les gustara... y bueno, más adelante el próximo capítulo. :D
Celeste Lowell.
