El jardín de Sasori

¡Por fin! No se que me pasaba que hace tiempo no podía terminar un mísero cap y que quedara decente. Como sea, espero que les guste, yo por mi parte me quede con ganas de seguirlo. Bueno, ahora a leer!


Cap I

-Cállense todos- Exclamó el líder obligando a que el resto de los Akatsukis a guardara silencio, el enfado del pelinaranja era notorio.- ¡No se habla más! ¡Tobi será el nuevo compañero de Deidara y no se discute!- Su voz grave volvió a oírse, apagando así los últimos murmullos.

-Pero…- Intentó reprochar el rubio.

-QUE-SE-CA-LLEN- Con fuerza se paró de la silla, golpeando sus manos contra la mesa.

Y con una mirada fulminante todos volvieron a permanecer en silencio.

Las miradas iban y venían, creando el incomodo sentimiento de incertidumbre y confusión. Pero la gran mayoría se clavaban en ellos dos, más precisamente en él. En la punta de la enorme mesa, el joven permanecía en silencio con los ojos cerrados. A su lado un chico con una máscara, éste tampoco parecía entender nada pero al contrario de todos los presentes, el tema le tenía sin cuidado alguno la situación y aburrido comenzaba a jugar con su bufanda.

-Oe Pein- La voz del jashinista parecía un poco dudosa por ser el primero en hablar. Pein lo miró con fastidio, probablemente ya cansado de escuchar su voz- ¿Estás seguro que ese chaparro es el imbécil de Sasori?- Pronunció mientras estiraba su mano hasta señalar a uno de los chicos de la punta que parecía un muerto en vida.

El pelirrojo abrió los ojos con furia y los clavó en Hidan que lo veía con aires de superioridad. Hizo el intento de pararse de la silla pero su cuerpo rechinó y algunas partes del parecieron quebrarse aun más de lo que ya estaban.

Una sonrisa apareció en el rostro del peliblanco.

-Hidan basta- Interrumpió Konan impidiendo una nueva pelea entre ambos- Con Pein ya lo hemos interrogado y definitivamente es él, no hay duda- Los ojos de la hermosa Akatsuki se posaron en líder pidiendo un cambio de tema y él pareció entenderlo.

Sasori volvió a recostar su cuerpo cansado sobre el respaldo de la silla y este volvió a crujir obligándole a cerrar sus ojos con fuerza.

-Tobi, tan pronto como Deidara se recupere comenzaran a tener misiones, así que prepárate ¿Entendiste?- Anunció Pein a lo que el nombrado sacudió varias veces la cabeza y siguió jugando con el trozo de tela.

-De cualquier forma, me niego a quedarme metido en este lugar-Interrumpió serio Sasori, intentando disimular el dolor de su cuerpo.

-Ya lo habíamos dicho, hay mucho papeleo por hacer y necesitamos que alguien se quede cuidando la guarida- Hablo Konan de forma compasiva, con intenciones de dejar el tema antes de que volviera a hablar Pein.

-Y no me hagas acordarte de que tu hombro esta en pecinas condiciones, al igual que el resto de tu cuerpo- Levantó la voz el lider bastante enojado- Mira que en las pruebas apenas y si pudiste hacer tus hilos de chacra en la mano derecha, mucho menos en la mano izquierda. Y ni hablemos de controlar marionetas –Continuó con aires sobradores bajo la curiosidad de casi todos los Akatsukis y el dolor del marionetista- En el estado en el que estas sos un completo inútil, solo entorpecerías las misiones…

Muy tarde, probablemente por el agotamiento que le generaban las reuniones con el resto de los miembros, Pein había dicho la verdad de la peor forma posible dando con un tiro certero en el orgullo del pelirrojo pero antes de que pudiera decir todo la mano de la peliazul sobre el hombro de Pein lo hizo callar, ayudándolo a recobrar la paciencia.

Nuevamente el silencio.

Algunos ya ni siquiera le daban mucha importancia al tema y estaban metidos en su propio mundo pero los que seguían atentos el hilo de la conversación llegaron a mirar con cierta compasión al pelirrojo

Shick

La bufanda del enmascarado se había roto a la mitad y el dueño miraba ambas mitades que sostenía entre sus manos para luego soltar una risita y volver a jugar con una de las mitades, hasta que esta se volvió a romper y antes de que pasar algo Deidara le quito los restos de la bufanda.

-…No pienso pagarle una nueva- Habló por primera vez el tesorero, imaginándose lo que haría cuando recibiera la capa de Akatsuki.

- Y yo ni loco voy a ser compañero de ese tipo, un- Dijo firme el rubio, apuntando al nuevo miembro.

-Aaa, peor Tobi es un buen chico, será divertido Deidara-sempai- Dijo Tobi tirando de la capa de Deidara.

Shick

La capa de Deidara se rajó por la mitad y este con fuerza puso su mano sobre el hombro del pelinegro, con intenciones de mostrarle su arte.

-BASTA- Pein se volvió a sentar y con sus manos cubriéndole el rostro imploró por la paciencia que le faltaba- No me importa lo que vos quieras, iras con Tobi y punto. ¡Se termino la reunión! Ahora todos, fuera- Ordenó ya harto de todos.

Deidara se alejó un poco de la sala y un leve rechinido llamó su atención, unos pocos pasaos más atrás puedo ver la figura del pelirrojo moviéndose con dificultad.

Esperó un poco e intentó ayudarlo pero este rechazó la ayuda apartando el brazo que le obstruía el paso.

Adolorido, masajeó las costuras de su brazo y siguió su camino unos pasos por detrás de su maestro.

Tan pronto como Sasori logró abrir la puerta de la habitación se dejó caer sobre una de las camas, sin importarle si fuera la suya o la de Deidara.

El joven artista entró, cerró la puerta a su paso y se sentó en su cama. Como pudo Sasori se giró, dándole la espalda al rubio. Entre todos sus toscos movimientos, el pelirrojo había logrado desprenderse de la capa y tirarla al piso, dejando al descubierto las marcas de su cuerpo.

Abolladuras, cortes, rasguños, astillas, partes despintadas, partes quemadas y otras tantas faltantes adornaban su espalda, como también deberían hacerlo con el resto de su cuerpo probablemente el resto de su cuerpo. A pesar de ser tantas, ninguna de ellas fue omitida por el joven que lo observaba a distancia.

Acarició su propio brazo, justo por encima de su piel quemada. Un dolor agudo se hizo sentir.

Para él solo eran sus codos, y parte de sus brazos. Pero para Sasori era todo su cuerpo y en especial su hombro del que gran parte se encontraba descubierto; le era imposible imaginar el dolor que sentía su maestro.

Apartó la mirada de su codo y volvió a observar a Sasori, ahora oprimía con fuerza su hombro izquierdo.

Una a una examino las uniones de madera, su cuello, sus hombros, su mano, aun incrédulo que ese hombre de madera fuera su Danna. Desde que entró a Akatsuki se había topado con Hiruko y, si bien sabia que ese no era su verdadero cuerpo, no esperaba que hubiera llegado al extremo de transformar su cuerpo por amor a su arte.

-¿Le duele mucho? Digo, su hombro- Preguntó al ver como oprimía con más fuerza su hombro, temblando levemente.

-Para nada, esta de maravillas- Contesto con un notorio sarcasmo

-Tsk, no tiene que hablar así- Contestó levantando la voz un poco molesto. Luego de un corto silencio una sonrisa se formó en su rostro- El arte es efímero.

Sasori resopló fingiendo cansancio.

-El arte es eterno- Contestó dándose vuelta en la cama.

-El arte es una explosión- Lo contradijo esta vez moviendo sus manos.

Esa discusión distaba mucho de ser algo nuevo, pero poco parecía importarle a ambos. Era tan solo una simple forma de airear la mente del pelirrojo, que se olvidara momentáneamente del dolor y que tuviera tiempo para curar su orgullo herido en una nueva discusión que e Deidra le dejaría ganar solo esta vez.

Quizás por su naturalidad o por simple depresión, el marionetista pasó las dos semanas siguientes encerrado en algún lugar de la enorme guarida. Acompañado por cientos de libros, limitando las salidas de su escondite a lo mínimo posible. Pero sin previo aviso algo destruyo su calma.

Paf!

La puerta de la pequeña habitación de donde se encontraba se rompió en pedazos, desmoronándose al instante. Ante el estruendo, Sasori apartó un poco el grueso libro de su rostro para observar a par que amenazaba con destruir su tranquilidad.

-Con que acá estabas maldito pinocho- Comenzó a gritar Hidan moviendo su guadaña hacia atrás de su espalda- No tenés idea del trabajo que nos costó encontrarte condenado idiota... ¡Hey! Escúchame cuando te hablo imbécil- Volvió a gritar al darse cuenta que Sasori seguía con su lectura, ignorándolo por completo.

-Si sigues gritando te mataré-Amenazó su compañero para fijar su mirada penetrante en el pelirrojo- Más vale que tengas lo que te pedí.

-Ajam-Contestó escuetamente el pelirrojo y sin quitar la mirada de su libro señalo los cinco enormes montones de hojas que reposaban sobre un escritorio.

Kakuzu levantó una ceja sorprendido por la velocidad en el que el pelirrojo había hecho el monumental trabajo, mientras que Hidan, desconfiado comenzó a revolver entre todas las hojas escritas a mano.

-Hey pinocho, deberías ser bibliotecario- Comentó el religioso jugando con las hojas. Kakuzu lo miro fijamente.

- Ya clláte-Le ordenó molesto al inmortal - Dice Konan que vengas con nosotros- Dijo volviendo su mirada al marionetista.

Sasori suspiró resignado a abandonar su lectura y con pereza apartó su libro, comenzando su a caminar bajo los gritos de Hidan.

-Pero si que tardan ustedes dos-Habló la chica tan pronto como vio a los dos inmortales y al marionetista aparecer con las montañas de papeles.

-Maldita mujer, tu porque no has tenido que buscar al jodido pinocho por todo el condenado lugar- Bramó molesto el jashinista.

-Me imagino Hidan, me imagino. Como sea, ustedes dos llévenle todo a Pein y tu vienes conmigo- Habló señalando al pelirrojo.

-¡¿Pero qué? ¿Despues de venir hasta acá? ¿Dónde se supone que está ese imbécil?- Volvió a gritar el inmortal.

-¿Acaso tengo cara de mapa? Búsquenlo- Ordenó la peliazul comenzando a caminar seguida del pelirrojo- M… ¿Cómo está tu cuerpo?-Preguntó luego de pasados unos minutos de caminata.

-Casi igual.

-Ya veo- Comentó con fingido interés- ¿Y tu hombro? ¿Podes hacer fuerza?-Esta vez la joven bajó el ritmo de la marcha y lo miró por el rabillo del ojo, llamando la atención del pelirrojo.

-Si, ¿Por qué preguntas?

-Mejor, lo vas a necesitar- Contesto subiendo el ritmo de sus pasos, ignorando la pregunta.

Pronto ambos se detuvieron y con las palabras "hemos llegado" la peliazul abrió una puerta olvidada de uno de los lugares menos transitados de la guarida.

Una luz brillante los encandilo de inmediato, y tan pronto como se adaptaron a la luz pudieron ver el enorme lugar lleno de verde.

Un banco roto y algunas baldosas quebradas que en algún momento formaron parte de un pequeño camino, ahora se encontraba tapadas por la vegetación. El resto era un completo caos, una autentica selva virgen.

-Se suponía que Zetzu cuidaba de todo esto, pero ha estado ocupado y hace tiempo no viene por aquí- Mencionó Konan recorriendo con la mirada el lugar.

-Ajam…¿Y pretendes que yo me encargue de esto?

-Exacto. Zetzu dijo que podían llegar a haber animales peligrosos, alguna que otra planta venenosa y si tenes suerte con algún viejo experimento de Orochimaru. Creo que ni él sabe lo que puede haber hay metido.

-Ajam…- Contestó por inercia, contemplando los enormes árboles que cubrían todo.

-Aquí te dejo algunas cosas que te deben de servir.

El ruido de los tacones de la Akatsuki contra las pocas baldosas, seguido de un fuerte sonido metálico obligaron a Sasori a prestarle atención a Konan. Un machete, algunas palas, una tijera, quita yuyos y alguna otra herramienta de jardinería habían caído arlado de la puerta casi por arte de magia.

Cuando quiso darse cuenta la puerta estaba cerrada y se encontraba solo en el enorme lugar.

Volvió a dirigir su vista a la enorme mata de árboles y arbustos. Suspiró resignado, y con un machete comenzó a cortar la vegetación que amenazaba con destruir los últimos vestigios de que, alguna vez, todo eso fue dominado por los humanos.

Luego de tres o cuatro horas de trabajo continuo había quedado completamente exhausto y abatido al ver que apenas había podido avanzar unos pocos metros.

Se dejó caer sobre el pequeño banco, apartando las herramientas de jardinería y volvió a contemplar el lugar, dejando que la brisa jugara con su pelo.

De pronto la brisa se volvió más fuertes y algunas hojas cayeron al suelo, pronto una extraña sensación lo invadió por completo.

De pronto, su mente se puso en blanco. Se paró del banco con el machete en mano y caminó hasta quedar a los pies de la pequeña selva. Miró los enormes arboles y tomo impulso comenzando a cortar con el machete en todas direcciones.

Al principio se abrió camino y se adentró entre la vegetación con cierta inseguridad. Luego, todo fue peor.

La adrenalina y los nervios tomaron control de su cuerpo, la psicosis de su mente.

Aquella extraña sensación aumentaba cada vez más y la necesidad de estar alerta era constante.

Ruidos, constantes ruidos y balbuceos se comenzaban a oír casi en forma de lamento. Cada vez más fuertes y cada vez más cerca pero de cierta forma era como una cinta que repetía siempre lo mismo.

Abrió más los ojos y una especie de escalofrió le recorrió el cuerpo tan pronto sintió la respiración de lago justo detrás de su nuca junto con un leve rose que desapareció tan pronto como se dio vuelta.

Dio unos pasos hacia atrás, topándose con un enorme árbol. Tragó en seco y maldijo el no tener ya ninguna de sus armas.

Golpeó con fuerza el tronco del árbol e intentó buscar el camino de regreso, o alguna señal de que ya hubiera estado por allí pero no lograba encontrar nada y cada vez se tornaba más desesperante.

Sabía que aquel lugar no podía ser tan grande como parecía, pero así era, por más que caminara o corriera no lograba encontrar una salida. Antes de que se diera cuenta estaba perdido y cada vez más se adentraba en la pequeña selva.

Todo se obscureció de un momento a otro y quizás por ello los sonidos parecían hacerse más fuertes.

Escuchó como las hojas del suelo crujían y algo grande y pesado parecía acercarse. De inmediato comenzó a correr en dirección contraria, pero pronto los pasos de la bestia se dejaron de oír y un fuerte rugido de parte del mismo monstruo estremeció las copas de los árboles.

Corría sin dirección alguna, completamente perdido en el enorme lugar buscaba alguna forma de huir, escapar. El crujido de las hojas se hacía cada vez más fuerte, fuera lo que fuera había algo que lo estaba persiguiendo.

Sus ojos abiertos de par en par se movían sin parar buscando cualquier señal de vida mientras que su mente se sumergía en un caos absoluto y lentamente era tomada por el pánico creciente.

Pronto, llegó a un tranquilo y pequeño claro, extrañamente iluminado. Dejó de correr y examinó con inseguridad el engañoso lugar.

Se acercó caminando, respiró hondo e intentó recuperar la calma. El crujido de las hojas había parado.

-Miau

Abrió con nerviosismo los ojos y volteó hasta quedar enfrente de una pequeña bola de pelo.

El pequeño animal también se dio vuelta mostrando su blanco pelaje levemente manchado por el negro de sus patas y cara.

-Miau- Volvió a llamar el pequeño gatito.

Sasori se arrodilló ante él y estiró su mano, acariciando su cabeza. Lo miró con detenimiento y algo le llamó la atención, era zarco. Uno de sus ojos era azul y el otro era color miel.

El gato lo miró fijamente y caminó hacia él, trepando a su espalda y pegándole con cierta delicadeza en los oídos.

Inmediatamente los extraños balbuceos cesaron.

Sasori tomó extrañado el pequeño animal, este le lamió el rostro para regalarle una mueca de asco, probablemente por la capa de barniz casi fresco que cubría gran parte de su cuerpo. El marionetista rió y el pequeño animal salto a su cabeza y de forma juguetona comenzó a morder sus mechones rojizos en una especie de venganza.

Quitó con rapidez al gato de su cabeza y lo dejó en el suelo pero de inmediato este comenzó a restregarse entre sus piernas mientras ronroneaba. Las sacudió un poco con intención de quitárselo de encima pero el muy tenaz seguía prendido a él.

Suspiró cansado y lo dejó arriba de uno de los arboles, haya en el lugar más alto que pudo encontrar. Se dio vuelta y comenzó a caminar, con un poco de culpa por el pobre animal.

Todo se volvió más obscuro que antes y por un minuto le pareció que los árboles le comenzaban a cerrar el paso. Se detuvo por un momento y no pudo evitar sentirse observado. No por una o dos personas, sino por cientos, quizás miles. Miles y de todas partes. Ojos pequeños, grandes, extraños y desconocidos parecían saltar de cualquier lado.

De pronto los ojos de aquel felino zarco se aparecieron en su. De nuevo fue invadido por los inexplicables nervios. "Miau" se escuchó el tétrico maullido como un eco lejano.

Se dio vuelta y pudo ver como el pequeño animal lo miraba desde su alta prisión, quieto, con mirada profunda y penetrante, por no decir intimidante. Movió con lentitud su cola y abrió incluso más sus de por sí grandes ojos, y en alguna especie de tortura psicológica se oyó su maullido una vez más.

No lo dudó, inmediatamente comenzó a correr en la dirección que había venido, con el maullido del gato retumbando en sus oídos.

A la distancia pudo ver aquel viejo banco partido a la mitad, y como si este fuera la salvación una extraña sensación de alivio lo invadió tan pronto lo vió . Se dejó caer sobre este y llevó sus manos a la cabeza, intentando pensar que había sucedido.

Un gato, se había asustado por un simple gato. Miró con disimulo a su alrededor y agradeció el que no hubiera nadie cerca para ver el bochorno.

Rió ante la estúpida idea de haberse asustado por un gato y casi de inmediato pensó que todo era una estupidez. Seguramente Konan lo había asustado con lo que le había dicho cuando entraron.

Cerró los ojos y levantó la cabeza, tomando los rayos de luz que hacia pocos instantes había vuelto, con una extraña sensación de tranquilidad.

Y de la nada abrió los ojos.

De nuevo, esa misma sensación. Se quedó quieto y nervioso busco con la mirada algún indicio peligro.

El maullido del felino se volvió a oír casi sobre su oído. Bajó la mirada y el pequeño animal, ahora furioso se encontraba con el pelo encrespado y con sus ojos cargados de ira casi salidos de sus orbitas.

Se fijó en sus ojos saltones, llenos de veneno. De inmediato llegó una imagen a su mente.

Era él, tirado en el suelo de la cueva donde habían llevado a Gaara, donde había tenido aquel patético encuentro con la kunichi pelirosa. Pero algo parecía no andar bien. Dos de sus viejas marionetas atravesaban su corazón con un par de espadas, enfrente de su abuela y la otra chica. Pero él, él no respiraba... ¿Estaba muerto?

Un maullido suave y una leve lamida a la mano del marionetista fueron suficientes para sacarlo del trance

Miró confundido al animal y este pareció sonreírle, como si supiera lo que había visto volvió a lamer su mano y se refregó contra esta. De forma juguetona saltó del banco y se acercó a la puerta de salida y con su pata la arañó un par de veces.

Sasori lo miró de reojo y se paró del banco, desconfiando del animal. Este lo miró y de forma terna tironeó su capa. Miró hacia los enormes árboles como si esperara sentir algo que lo inquietara pero nada pareció llegar. Volvió a ver al gato que esperaba junto a la puerta. Sobó sus sienes y bajó la mirada. Después de todo solo era un gatito y se había mentalizado por lo que le había dicho Konan, solo era eso.

Tomó aire y le abrió la puerta el pequeño animal volvió a maullar con notoria felicidad y comenzó su caminata, seguido de Sasori. Increíblemente parecían dirigirse hacia la cocina.

Pronto llegaron a esta bajo la atenta mirada de Hidan junto con la de Kisame, Itachi y Deidara. Levantó la mano en una especie de saludo y el pequeño animal tironeó de su capa reclamando atención, se dirigió a la heladera sabiendo que quería y le pegó con su patita.

Sasori suspiró y abrió la heladera en busca de algo que el pequeño animal pudiera comer. Al solo encontrar leche la tomó y colocó en un pequeño plato que dejó a sus pies, viendo curioso como el animal aceptaba gustosamente el alimento mientras recibía algún que otro cariño por parte del pelirrojo.

-¿Qué… Qué se supone que haces? –Preguntó el alvino con media tostada en su boca.

-Alimento al.. –Sasori levantó la vista y se topó con las miradas curiosas de los otros cuatro.

-¿Alimentas? –Preguntó Deidara entrecerrando los ojos y concentrándose en el plato de leche.

El pelirrojo abrió los ojos de par en par, con una vaga idea de lo que podía estar pasando. Volteó a ver al gato y este volvió a maullar como si se estuviera burlando.

Esta vez su maullido era lento, grave, profundo. Sus mismos ojos reflejaban un toque de malicia, comenzando a brillar de una forma que nunca antes había visto…


He haqui el final del primer cap, dedicado a mi gatita "Moji" que me acompañó mientras lo escribía... *mira a la gatita* pobrecita ta muerta de sueñ

Bueno, espero que les gustara. Voy a intentar de que el fic sea bien psicológico y tenga algunas cosas raras, si alguien tiene alguna sugerencia o algo me lo dice ¿Sip?

Gracias por leer ^^

Nos vemos~