Disclaimer: El mundo de Owari no Seraph, su trama y personajes no me pertenecen; la idea original y las ilustraciones pertenecen a: Takaya Kagami, Daisuke Furuya y Yamato Yamamoto.

Notas: Tal vez Shadechu Nightray esté leyendo esto... eres la responsable de mi amor por esta pareja e.e


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Lazo rojo.

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La falta de sangre durante los últimos días le había estado cobrando la factura desde unos minutos atrás, y finalmente, terminó herido y acorralado por el coronel al que había casi matado un tiempo atrás. Se sentía tan ridículo. Una patada se hundió en su estómago y lo lanzó hacia atrás, sin poder evitarlo, la espada resbaló de su mano y se deslizó a unos metros de distancia con un sonido metálico, él impactó contra una pared de concreto y casi sintió el alma desprenderse de su cuerpo, tosió con fuerza y se dejó caer de rodillas en el suelo. Tan patético.

—Me preguntó cómo se verá tu cabeza al rodar por el suelo—susurró aquel hombre caminando hacia él con lentitud, con el filo de la espada en alto, a punto de rebanar la suave carne de su cuello. Mika apretó los dientes y se limitó a mantener una mirada firme y llena de rencor hacia ese individuo, un temblor doloroso recorrió su cuerpo y tuvo que emplear todas sus fuerzas para no derrumbarse en ese mismo instante—.Muere—Ichinose dejó caer la espada en dirección a su cabeza y Mika sintió un aire frío recorrer su espina dorsal.

Un sonido metálico resonó e hizo eco en todo el campo de batalla. La mirada celestina abierta y estupefacta, no más que la de Guren que de la sorpresa se transfiguró a la rabia en un segundo.

—¡Shinoa!—frente a él, con la inmensa hoja curva de la guadaña protegiéndolo y ejerciendo presión con el arma contraria, mascando los metales entre sí; Mikaela reconoció de inmediato esa delicada esencia a violetas, y el cabello suave y purpúreo, suelto y aún ondeándose por la fuerza del impacto. El lazo rojo que normalmente sujetaba el cabello de la chica fue arrebatado por el viento y se elevó por los aires, Mika lo siguió apenas con la mirada, pero fue interrumpido de inmediato cuando se topó con el sólido caoba mirándolo de soslayo.

—Vete—murmuró con dificultad, al parecer la fuerza del coronel era mucho más superior que la de ella. Y con último impulso de voluntad y adrenalina saltó hasta derrumbarse junto a su espada, Frerid llegó un segundo después y lo apoyó en su hombro; los límites de su visión comenzaban a hacerse borrosos, lo último que vio fue a la chica impulsarse hacia atrás para bloquear un violento ataque dirigido hacia ella con brutalidad.

Finalmente la oscuridad se aferró a su consciencia, y dentro, muy dentro de él, deseó que ella estuviera bien.

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